Lo que comenzó con una respuesta de los profesores de Secundaria a la Orden de la Conselleria de impartir Educación para la Ciudadanía (EpC) en inglés, se ha convertido en una de las luchas más importantes por la educación pública valenciana de las últimas décadas.

Lo que comenzó con una respuesta de los profesores de Secundaria a la Orden de la Conselleria de impartir Educación para la Ciudadanía (EpC) en inglés, se ha convertido en una de las luchas más importantes por la educación pública valenciana de las últimas décadas.

Desde el principio de las movilizaciones, los ánimos, la conciencia de fuerza, el nivel de participación y la determinación de llegar hasta el final ha ido en aumento. También ha ido en aumento la cantidad de gente, vinculada o no con el mundo educativo, que ha simpatizado o se ha ido uniendo a la lucha. Espontáneamente, los maestros de Primaria e Infantil entendimos que ésta era una lucha en contra de los ataques a la educación pública, y desde el primer día hemos participado e impulsado cada movilización. También se unieron a la lucha diferentes organizaciones sociales y culturales de todo el País Valencià. Pero cabe destacar el papel tan importante que están jugado los padres de nuestros alumnos y que refleja muy bien el ambiente social actual de lucha de todos los sectores. Además del problema de los EREs, los despidos, las hipotecas, la sanidad, etc., ahora se les intenta arrebatar el derecho a la educación pública para sus hijos.

Desde la primera hasta la última concentración convocada el movimiento ha desbordado las expectativas de los dirigentes, tanto por la asistencia a éstas como por el nivel de participación e implicación directa de profesores y padres en la organización de la lucha, a través de asambleas en cada centro y asambleas de centros. Merece la pena recordar el carácter masivo y combativo que han ido teniendo todas la movilizaciones convocadas por la Plataforma per l'Ensenyament Públic (compuesta por CCOO, UGT, STEPV, FAPA y organizaciones como el Sindicat d'Estudiants, a la que reiteradamente no se le ha convocado a las reuniones), pero la cifra más importante fueron los 100.000 asistentes a la manifestación del 29 de noviembre. Esta manifestación histórica anunciaba el éxito de una huelga que, de haberse mantenido, hubiera supuesto un gran empuje para la consecución de nuestras reivindicaciones, (entre ellas la dimisión del Conseller). Esta huelga podría habernos proporcionado la primera victoria frente al gobierno del PP de un sector de trabajadores que, sin duda, hubiera animado y dado confianza a muchos otros sectores y empresas para salir a la calle, acercando así la perspectiva de una huelga general en el País Valencià.

Pero, el 16 de diciembre los profesores valencianos amanecíamos con la indignante noticia de que la Plataforma por la Educación Pública  había desconvocado la huelga del día siguiente. El motivo era el supuesto compromiso del President de la Generalitat de flexibilizar la Orden de impartir Educación para la Ciudadanía en inglés, así como la aceptación por parte de la Conselleria de un calendario de negociaciones sobre los 13 puntos reivindicados, que se alarga hasta el 15 de febrero. Somos conscientes de que lo que ha hecho que el gobierno valenciano mueva ficha ha sido la lucha, pero este compromiso es totalmente desproporcionado a la fuerza que, en la calle, profesores, padres y alumnos hemos demostrado tener. Además, la movilización es la mejor arma para conseguir nuestras reivindicaciones en una negociación.

Mientras los profesores estamos viendo con nuestra propia experiencia que la manera de luchar por una educación pública es mediante la unidad, la organización y la movilización en la calle, la Plataforma por la Educación Pública no entiende qué es lo que está pasando porque su desconfianza en el movimiento le impidió prever hasta dónde estábamos dispuestos a llegar. Ahora, se han visto totalmente desbordados y sienten la imperiosa necesidad de abandonar la calle y volver a sus tranquilos despachos. Es por esto que llevaban días rogando al gobierno de la Generalitat un gesto que les sirviera de pretexto para desconvocar la huelga. Así lo plantearon públicamente en la última asamblea realizada en Valencia: "nosotros no queremos ir a la huelga, pero la Conselleria no nos deja otra opción". Y así ha sido, se han agarrado a un clavo ardiendo, en el último minuto, para evitar una huelga que habría supuesto una nueva dosis de confianza e impulso para el movimiento. En palabras de Roberto, maestro de Primaria, en una carta escrita a los sindicatos, "la huelga del miércoles habría sido, sin duda, una manifestación del poder real que tenemos y de nuestra capacidad para decidir sobre asuntos de educación". Y sigue, refiriéndose a la desconvocatoria, "lejos de ejercer una presión sobre "nuestro govern" les hemos dado las alas que les habríamos cortado cerrando colegios en toda la Comunidad". Efectivamente, la parálisis propiciada por los dirigentes sindicales crea las condiciones para que la administración educativa se crezca y vuelva a la carga con sus ataques a la educación pública sobre la base de un enfriamiento de la lucha. Las declaraciones del Conseller, Font de Mora, el mismo día del acuerdo, dan una idea de esto: "No ha dimitido quien les habla y la orden sigue plenamente en vigor, excepto para las cuestiones que se plantean en la moratoria", y continúa: "más de la mitad de los alumnos de Educación Secundaria seguirán recibiendo EpC en inglés". (El País, 16/12/2008).

El Sindicato de Estudiantes, que sí que mantuvo la huelga, no paró de recibir durante las horas después de la desconvocatoria, una avalancha de llamadas y correos de directores, profesores, padres y estudiantes manifestando su indignación y felicitando a la organización estudiantil por su decisión de seguir adelante con la lucha. Vicent, profesor de Secundaria, preguntaba "¿A quién se le ha consultado sobre la desconvocatoria de la huelga?" Realmente no ha habido ninguna asamblea ni para consultar ni para informar sobre esta decisión tomada a espaldas del movimiento. También Rafa, otro profesor, apuntaba: "Parar la huelga es un error..., la EpC es una gota más de un vaso demasiado lleno. Recordad las deficiencias en las aulas, los barracones o los insuficientes presupuestos destinados a la educación, por no hablar de los privilegios que dan a los colegios o institutos privados frente a los públicos. Creo que los sindicatos deberían continuar la huelga y presionar mucho más al Consell".

Una vez más, los hechos han confirmado que no somos los trabajadores "aborregados y despolitizados" los que no nos movemos, sino los dirigentes reformistas de los sindicatos que han puesto freno a nuestra lucha. En esta etapa de crisis del sistema ya no pueden disimular qué intereses defienden: los de la Conselleria y los de los negocios capitalistas, mientras dan la espalda a la lucha por una educación pública digna, que debería de ser un servicio de calidad para los trabajadores y sus familias.

La desconfianza en nuestra capacidad de lucha por parte de nuestros dirigentes quedó demostrada desde el principio de las movilizaciones convocadas por la Plataforma. Incapaces de conectar con el ambiente real que pedía a gritos una manifestación, convocaron una primera concentración en la Plaza de Manises, donde no caben más de 800 personas. La plaza una hora antes de la cita, ya estaba desbordada, y una hora después de concluir la concentración la gente seguía saltando, gritando y pidiendo más. Pero esto no fue suficiente para que plantearan un paso adelante claro, dando la perspectiva de una huelga general educativa. Además han sido pocas las asambleas realizadas y, casi todas, a nivel muy local, cosa que divide y dificulta la coordinación. A pesar de que han intentado que estas asambleas fueran únicamente informativas, sin dar margen a la toma democrática de decisiones, no han podido evitar la agudización de la lucha, y la presión del movimiento les ha obligado a ir dando pasos, eso sí, siempre por detrás y no a la cabeza de éste, como debería hacer una verdadera dirección. No pudieron evitar el convocar una huelga, pero consiguieron convocarla para las peores fechas, dos días antes de las vacaciones de Navidad, lo que iba a suponer romper el ritmo de la lucha y dificultar la coordinación para sacar conclusiones (a pesar de esto no se han atrevido a mantenerla). Sin duda, noviembre era una fecha mucho mejor, sobre todo si se hubiera hecho coincidir con la huelga de estudiantes a nivel estatal del 13, a la que también se unieron los profesores catalanes, como propuso el Sindicato de Estudiantes y como planteamos algunos profesores en una asamblea. El impacto hubiera sido tremendo: huelga de profesores en toda Cataluña y en todo el País Valencià y huelga de estudiantes en todo el estado.

Efectivamente, los dirigentes sindicales y su política de consensos, son un obstáculo para la lucha, pero de ninguna manera son un obstáculo insalvable. No se trata de abandonar los sindicatos, sino de transformarlos desde dentro para recuperar los métodos de un genuino sindicalismo revolucionario. Los sindicatos son de los trabajadores, son nuestro instrumento para la lucha. No podemos permitir que se conviertan en lo contrario, en instrumentos desmovilizadores y desmoralizadores. Para ello es necesaria la defensa de la democracia interna y nuestra participación en la toma de decisiones. Hay que ejercer presión sobre nuestros dirigentes desde abajo para superar la presión que tienen por arriba y conseguir que giren a la izquierda. Pero esto exige que los trabajadores más conscientes y luchadores estemos dando la batalla, organizadamente, dentro del sindicato.

Aunque la decepción haya sido tremenda esta lucha debe continuar porque existe el potencial para ganarla. Por ello, llamamos a todos los profesores que estén de acuerdo con las ideas que aquí se plantean a coordinarse y organizarse. Hay que contactar con la gente que esté sacando estas mismas conclusiones después de estos acontecimientos para unirnos y presionar desde dentro de los sindicatos a los dirigentes. Tenemos que exigirles que convoquen asambleas generales (decisorias), como mínimo a nivel provincial, para discutir esta situación, hacer un balance,  y decidir (entre todos) cómo continuar la lucha y qué negociar. También tenemos que tener claro que el hecho de negociar no tiene que suponer la desconvocatoria de nuestras movilizaciones. Al contrario, la negociación es fruto de nuestra lucha, y nuestra fuerza en ella consiste en seguir ejerciendo presión en la calle. Por tanto, las movilizaciones deben de continuar mientras duren las negociaciones y, si estas no son satisfactorias hay que responder.  Tenemos la oportunidad de unificar nuestras reivindicaciones con las de los estudiantes, que continúan en lucha. El Sindicat d'Estudiants va a volver a convocar huelga de estudiantes en todo el estado, para el día 4 de marzo, contra la política privatizadora de la educación que se da no sólo por parte del gobierno valenciano, sino también del gobierno central. La lucha de los estudiantes por la educación pública es la misma que la nuestra, y la manera más eficaz de luchar es mediante movilizaciones conjuntas y masivas de todos los sectores. La mejor forma de coordinar esta lucha es convocando en los centros asambleas conjuntas de profesores y estudiantes y crear comités de lucha en cada centro, para presionar a nuestros sindicatos a que convoquen también huelga el día 4.

Esta tarea no es nada sencilla e implica una batalla muy fuerte si queremos recuperar la posición que habíamos alcanzado. Hay que echar mano, no sólo de cada liberado de los sindicatos, sino también de cada compañero que esté dispuesto a continuar y extender esta lucha. También es necesaria una autocrítica por parte de los dirigentes y un compromiso firme de llevar la lucha hasta el final si quieren recuperar la autoridad y confianza en ellos por parte del movimiento.

Además de todo esto, es necesario tomar conciencia de que cualquier lucha por mejoras, en una situación como la actual, de crisis aguda del sistema capitalista, hay que vincularla con la lucha en contra del capitalismo. Un sistema que prioriza los beneficios de unos pocos en detrimento de las verdaderas necesidades de la mayoría (educación, sanidad, vivienda), lo que nos da hoy con una mano, producto de nuestra lucha, en cuanto la correlación de fuerzas se lo permita, nos lo intentará quitar con la otra. Por eso bajo el capitalismo toda conquista es temporal. La única manera de convertir en permanentes nuestras conquistas y seguir avanzando es acabar con este sistema y sustituirlo por un sistema socialista, en el que las palancas de la economía estén en manos de la mayoría. Esto lo tenían claro los trabajadores que, con gran esfuerzo y sacrificio, crearon los sindicatos como instrumento, no sólo para conseguir mejoras, sino también para transformar la sociedad.

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