Desde hace varias semanas los trabajadores de Alas Aluminium vienen realizando movilizaciones en defensa de sus puestos de trabajo, amenazados por los malos resultados de la compañía, que acumula 70 millones de euros de pérdidas, después de haber recibido 13,5 millones de subvenciones.
La historia de Alas Aluminium, surgida en 2005, coincide en lo esencial con la de una mayoría de empresas creadas en los últimos años con fondos mineros: se anuncia a bombo y platillo la creación de una empresa, que será la "alternativa" a la desindustrialización crónica que sufren las comarcas mineras, financiada en su mayor parte con dinero público, y que recibe millones en subvenciones. Pasado cierto tiempo, normalmente el necesario para no tener que devolver las ayudas, la empresa anuncia pérdidas y echa el cierre.
Alas Aluminium está participada por un 51% de capital público a través de diversas entidades del Principado de Asturias (Sadim, Sodeco y la Sociedad Regional de Promoción) y pese a esto "nadie" detectó ni remotamente las malas prácticas empresariales que han terminado abocando a la empresa a la ruina. Algo incomprensible teniendo en cuenta que ya en el 2009 una trabajadora fue despedida por denunciar en reiteradas ocasiones las prácticas de la dirección de la empresa. Tras su despido, reconocido como improcedente por la propia empresa, la plantilla llevó a cabo una huelga de solidaridad con ella. En un artículo escrito recientemente en el diario regional La Nueva España esta trabajadora da las claves de la actual situación: "...la falta de una contabilidad de costes rigurosa, los precios marcados al azar, la desorganización de la fábrica (...) camiones devueltos por lo desastroso de su contenido desde cualquier punto del mundo, en los que perdías el transporte (en algún caso facturado por alguien de la casa), la materia prima y la fabricación y, encima, no cobrabas la factura. Ventas de comerciales (...) sin criterio alguno para fijar precios y plazos, volviendo loca la planificación de la fábrica, ventas de las cuales, incluido el Director Comercial, independientemente de si se cubrían costes o no, cobraban su comisión. Luego, cuando todo acabe, se declara en quiebra la empresa y a casa con los bolsillos llenos. Estas son, entre otras muchas cosas, las que han llevado al abismo a Alas Aluminium".
Y efectivamente, la empresa pretende ahora irse de rositas y dejar en la calle a una plantilla de 270 trabajadores. Como primera medida para "solucionar" la situación económica, la dirección de Alas Aluminium presentó un primer plan para despedir a casi la mitad de la plantilla (135 trabajadores), un ERE temporal para el resto (sería el tercero, y durante la vigencia del último la empresa perdió, incomprensiblemente, otros diez millones de euros) y supeditar entre un 5% y un 20% del salario a la productividad.
Ante el rechazo de la plantilla, la dirección presenta una nueva propuesta: un ERE temporal para todos los trabajadores durante cuatro meses. De nuevo esto es rechazado, ya que el ERE no va vinculado a ningún plan de futuro, con lo cual esta medida es sólo un parche para ganar tiempo y a su finalización se pondrán los despidos nuevamente encima de la mesa.
El consejero de Trabajo se posiciona con la empresa
Pero al consejero de Trabajo, Graciano Torres, estas medidas, incluyendo los 135 despidos, le parecen normales y las respalda. "Se está intentando sacar a la empresa adelante" lo que a veces "trae consigo que se tomen medidas desagradables". Conociendo ahora las declaraciones de la trabajadora despedida, este comentario resulta aún más indignante, pues el relato muestra la absoluta impunidad con que los empresarios obtuvieron sus beneficios y el nulo interés que tienen por "sacar a la empresa adelante"
¿Cómo es posible que "la parte pública" no conociera esta situación si se denunció en varias asambleas de trabajadores? ¿Qué tipo de control se ejerce sobre las empresas subvencionadas? ¿De qué sirve que el 51% del capital sea público? Pues escuchando las declaraciones del consejero, parece que de nada. O mejor dicho, para regalarles el dinero público a los "honrados" empresarios que crean riqueza... para sus bolsillos, claro.
Esta descarada "toma de partido" del consejero a favor de la empresa contrasta con la actitud que mantiene ante los trabajadores, rechazando de plano la petición del comité de empresa para una posible ampliación de capital por parte de las entidades públicas. Según Graciano Torres, el gobierno "no tiene vocación de nacionalizar empresas", una de sus frases favoritas y que parece que suelta a la primera ocasión, como ya tuvieron que oír en su día los trabajadores de otra empresa que ha corrido la misma suerte que ahora parece esperar a Alas Aluminium: Venturo XXI
Desde el principio, la reacción de los trabajadores de Alas Aluminium ha sido luchar contra el cierre de la empresa de una forma decidida. Lamentablemente, desde las direcciones sindicales se lanza el mensaje, tantas veces escuchado, de que es necesario "tener calma" y no "armar mucho alboroto" para no asustar a los "posibles inversores privados interesados en la empresa". Si no estuviera en juego el futuro de casi 300 familias, casi darían ganas de reírse. ¿Qué inversores privados? ¿Los que acudieron al rescate de Autotex, de Menasa, de Vesuvius, de Venturo XXI?
No. La experiencia ha demostrado docenas de veces que eso sólo son cantos de sirena que paralizan la respuesta de los trabajadores, desgastando la lucha y creando desmoralización. La solución para Alas Aluminium no está en ese socio francés que probablemente no exista y, que si existe exigirá la aplicación de un plan que contemple nuevos despidos y más ataques a la plantilla. La solución está, mal que le pese a Graciano Torres, en la nacionalización de una empresa que ya tiene más de la mitad de su capital público, y que debe implantar el control democrático de los trabajadores en la producción para evitar situaciones como las que ha padecido hasta el momento.
Para luchar por esto, es necesario incrementar la movilización, unificando esta lucha con el resto de empresas en conflicto, como Venturo o Duro Felguera. Defender el empleo de forma conjunta es la mejor manera de mostrar la verdadera fuerza de los trabajadores y de obligar al gobierno a cambiar su desastrosa política económica. La experiencia demuestra que la lucha empresa a empresa no es suficiente. Hay que pasar a la ofensiva defendiendo un programa que sirva a los intereses de los trabajadores.
¡Investigar y castigar las prácticas empresariales fraudulentas!
¡Que los empresarios respondancon su patrimonio de las deudasque han provocado!
¡Control obrero de la produccióny nacionalización de las empresasen crisis!