Tras la profunda división evidenciada en su última Asamblea Nacional de enero, las dos principales corrientes que salieron derrotadas (Máis Galiza y Encontro Irmandiño) decidieron romper con el BNG. Se trata de la escisión más importante en treinta años.

Los dos grupos escindidos obtuvieron casi la mitad de los votos en la asamblea (2.045 frente a los 2.338 que obtuvo el candidato de la UPG). Desde la finalización de la misma ha habido un goteo permanente de bajas en el Bloque. Bajas que han abarcado desde militantes de base hasta dirigentes comarcales, alcaldes e incluso algún diputado autonómico. El motivo de fondo que ha propiciado la crisis y que ha llevado a la escisión es el ininterrumpido retroceso electoral del BNG en la última década, debido al abandono de la política combativa del pasado. La actuación meramente institucional y gestora al frente de sus ayuntamientos y de la Xunta bipartita PSOE-BNG hizo aún más evidente la escasa diferencia entre los programas políticos de las direcciones del BNG y del PSOE.

Encontro Irmandiño

El primer grupo en escindirse, el pasado 13 de febrero, fue Encontro Irmandiño. Se trata de un grupo poco definido ideológicamente y que no tiene más consistencia que la autoridad personal de Xosé Manuel Beiras. Beiras estaba al frente del BNG cuando alcanzó sus mejores resultados electorales (superando al PSOE, en 1997), pero fue también el artífice del inicio del giro a la derecha, cuando decidió un cambio de relaciones con Fraga, hacia el “respeto institucional”. Una vez apartado de la máxima dirección ha vuelto a coquetear con el discurso izquierdista del pasado, lo que no le ha impedido coaligarse con Máis Galiza, el sector más derechista del BNG. Beiras tiene aún autoridad entre la juventud. En el terreno electoral, un partido liderado por él podría recabar algún apoyo. Pero la laxitud y confusión ideológica de este tipo de agrupamientos basados exclusivamente en la autoridad de un individuo los convierten en fenómenos poco duraderos.

Máis Galiza

La corriente más socialdemócrata del BNG decidió escindirse en una asamblea celebrada el 11 de marzo. La propia asamblea reflejó las divisiones internas de este grupo: 316 militantes votaron por la escisión y 133 votaron por la permanencia en el BNG. Y desde luego no es casualidad que entre estos últimos se encuentren la mayoría de los cargos públicos y alcaldes organizados en esta corriente.
Su actual dirigente, Xoán Bascuas, afirmó, para defender la escisión, que la UPG “ha impuesto el procomunismo, el soberanismo y la creación de la República Galega como objetivos prioritarios, y eso deja fuera a Máis Galiza”, lo que es una acusación, por cierto, completamente falsa. También dijo que en el BNG “las decisiones las toma la CIG y otras empresas de ese holding” (La Voz de Galicia, 12/3/2012).
Otra importante representante de la derecha, la ex conselleira de Vivienda en tiempos del bipartito, Teresa Táboas, afirmó lo siguiente al explicar su salida del BNG: “Yo creo que los comerciantes de este país, los empresarios pequeños, medianos y grandes (sic), los profesionales, toda la gente hace país todos los días, los que creen en este país y saben que tenemos que trabajar entre todos para sacarlo adelante” (La Voz de Galicia, 9/2/2012). Es decir, cree en todos menos en la clase trabajadora.
Para completar el periplo hacia la derecha, Máis Galiza está coqueteando con el empresario Cuíña, hijo del fallecido cacique del PP de Pontevedra, que ahora ha abandonado el PP. Su supuesto “galleguismo” ha entusiasmado a Máis Galiza, dando bríos a su sueño de construir un partido galeguista de centro.
De cualquier forma, Máis Galiza no tiene espacio político. A los empresarios gallegos les va de maravilla con el PP y el nacionalismo de centro izquierda no tiene nada que ofrecerles. Y de lo que no cabe duda es de que la clase trabajadora ignorará a este nuevo grupito.

La responsabilidad de la UPG

La Unión do Povo Galego, que se declara comunista y es la fuerza mayoritaria en el BNG, sigue al frente del Bloque. Pero la cuestión es: ¿cómo fue posible que dentro del BNG cristalizase y adquiriera tal fuerza un ala reformista de derechas? ¿Cómo fue posible, además, que muchos de sus miembros ocupasen altos cargos en la organización y en la Xunta bipartita? La UPG no puede eludir su responsabilidad. Lo cierto es que fue precisamente la política interclasista que propugna la UPG la que permitió la existencia de un sector reformista en el BNG, sector que se vio muy fortalecido cuando en 2005 el BNG alcanzó la Xunta, tanto por los cargos institucionales a que accedieron como por el giro a la derecha que la UPG impuso en la política del BNG, lo que alejó a los sectores más combativos y acercó a toda suerte de arribistas. Y esa política interclasista no se ha corregido.
La dirección del BNG debe cambiar drásticamente su actuación. Debe poner en marcha toda su maquinaria para ayudar a levantar un movimiento masivo de resistencia ante los ataques contra la clase obrera y la juventud que ha lanzado la burguesía, tanto desde la Xunta como desde el gobierno estatal. Puede y debe impulsar asambleas masivas en centros de trabajo y de estudio, en barrios y pueblos, para discutir los problemas que padecemos y plantear una alternativa: la nacionalización de la banca para disponer de recursos con que atender las necesidades de la inmensa mayoría de la sociedad, la expropiación de todas las empresa que cierren o acometan despidos, el control democrático de los medios de producción por parte de la clase trabajadora, la extensión de la lucha al conjunto del Estado y a Europa. Un programa así, un programa auténticamente socialista, volvería a entusiasmar y haría del BNG una herramienta útil para los jóvenes y trabajadores.

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