El pasado 30 de mayo los trabajadores de los astilleros de Ferrol decidimos que la manifestación que había recorrido las calles de Ferrol (oficina del Inem, edificio de la Xunta, una sucursal de Bankia…) y que se encontraba en el ayuntamiento no iba a marcharse detrás de los miembros del comité de empresa, escenificando la ruptura de confianza con sus dirigentes (los dos comités de empresa de la principal), que en la práctica se produjo hace algo más de un mes, y que se deriva de la orientación y métodos empleados en la lucha en demanda de carga de trabajo.
El primer punto de inflexión se produjo el pasado 24 de abril en una asamblea general en la factoría de Ferrol, en la que el comité propuso realizar una marcha a pie hasta el ayuntamiento de Fene (donde se encuentra la otra factoría de Navantia en la ría de Ferrol) de delegados y trabajadores despedidos de las auxiliares. Pero a propuesta de la propia asamblea y con la opinión en contra de todos los sindicatos, finalmente se decidió que todas las plantillas nos sumásemos a la marcha. Es la primera vez en mucho tiempo que se aprueba una propuesta distinta a la presentada por el comité, y mucho más una que emane de la propia asamblea.
Los comités desaprovechan una buena oportunidad de movilizar
Y todo se acelera el miércoles 23 de mayo, cuando el comité de empresa decidió desconvocar una movilización prevista para ese día, coincidiendo con la visita del presidente de la SEPI a Ferrol, con la excusa de que hasta el último momento no se conoció la hora de la reunión. Esto generó un cabreo gigantesco en toda la fábrica (tanto principal como industria auxiliar) por dos motivos: 1) porque la decisión de movilizarse ese día había sido aprobada por una asamblea general y, por tanto, tenía que ser otra asamblea la que lo revocase (o no), y 2) porque los trabajadores no entendieron cómo se desperdiciaba una oportunidad así para salir a la calle.
El grado de cabreo de los trabajadores es tal que el mismo miércoles por la mañana un grupo de unos 80 trabajadores de la principal, en una iniciativa surgida en el gremio de Plomeros, acuden al comité de empresa para exigir explicaciones. Ese mismo día por la tarde se vivió otro momento de enorme tensión, en una reunión de los dos comités de empresa con todos los delegados de la industria auxiliar, en la que estos se mostraron muy críticos con la desmovilización y, sobre todo, con la nula participación que les dan en la toma de decisiones. Finalmente en la asamblea del jueves un grupo de delegados de la CIG en auxiliares leyeron un comunicado en el que, además de dejar claro que no se había contado con ellos, explicaron que desde el lunes a primera hora habían propuesto la necesidad de mantener la movilización, evidenciando lo que algunos venimos denunciando desde hace tiempo: las propuestas de movilización son elaboradas por muy poca gente y, a continuación, impuestas a los delegados de las compañías auxiliares.
La reunión con el presidente de la SEPI confirma un futuro muy oscuro: no hay posibilidades de contratar nada con la marina en los próximos tres años (esto descarta la sexta fragata), no concreta nada del dique flotante, y por tanto deja todo en manos de contratos en el mercado mundial, lo mismo de siempre. Por otro lado, el anuncio hecho por Feijoo, los remolcadores para la multinacional Pemex, se reduce a 7 unidades que se realizarán en Galicia (los otros 7 se realizan en México) de los cuales Ferrol realizaría un máximo de 3. Para hacernos una idea de la magnitud del contrato: ¡¡los 5 bloques de la AWD representan casi el doble de trabajo que estos 3 remolcadores!! Todo esto confirma el error que hemos cometido dejando pasar la oportunidad de no movilizarnos aprovechando la visita del presidente de la SEPI.
Hay que sacar conclusiones
Esta ruptura de confianza con los dirigentes no es producto de una conspiración encaminada a alentar a los trabajadores “a no dejarse gobernar”, ni tampoco es un rayo caído de un cielo despejado. En primera instancia es producto de una estrategia para la lucha errática, que un año después ha sembrado la desconfianza en unos dirigentes que, además, han demostrado tener muy poca capacidad para anticiparse a los acontecimientos.
Los marxistas venimos explicando la necesidad de una estrategia orientada a unificar al conjunto de los trabajadores y a extender la lucha porque lo que no avanza retrocede. Este tiene que ser el punto central, la tarea que consuma la mayor parte de energías de nuestros dirigentes: confluir con otros trabajadores en lucha.
Pero, ¿qué tenemos? Una estrategia orientada a buscar el apoyo del PP y los empresarios locales, sin entender que ellos son parte del problema. Y entretanto no hacemos nada por unificarnos con el resto del naval del Estado español y hemos desaprovechado todas las oportunidades de confluir con otros trabajadores de la comarca (funcionarios, Privilege, Mercadona…) o con las movilizaciones generales en defensa de la enseñanza y la sanidad públicas.
En última instancia, la ruptura de la confianza es producto del modelo sindical defendido durante las últimas décadas, un modelo de sindicalismo ilustrado (“todo para los trabajadores, pero sin los trabajadores”) en el que apenas se realizan asambleas parciales y los delegados no pisan los tajos para hablar y escuchar a los trabajadores. Un modelo burocrático que los trabajadores toleran en la medida que las cosas van tirando, pero que chirría por todos lados cuando hay que luchar.
Hacia una coordinadora de la industria auxiliar
Hemos llegado a tal punto de burocratización, que ni siquiera se da participación a los delegados de la industria auxiliar en la toma de decisiones, y ese es un aspecto central para comprender lo que está sucediendo estas últimas semanas. Porque la opinión de la industria auxiliar no está siendo escuchada por los dirigentes sindicales, cuando son mayoría numérica y también el sector más decidido y combativo, el sector en que debe apoyarse una dirección sindical.
El problema de fondo es que la industria auxiliar no está organizada y que los comités de la principal no tienen ningún interés en que se organice porque ven esa organización como un problema para ellos, porque les limitaría su margen de maniobra. Por eso los esfuerzos de los delegados de las auxiliares para que el comité los tenga en cuenta serán más efectivos si se organizan. Es necesario crear una coordinadora de auxiliares que aumente su grado de organización, reforzando así la lucha y empujándola hacia una mayor combatividad. Pero la clave no está en la combatividad de nuestras movilizaciones, sino en su estrategia, que debe ir orientada a confluir con el resto de trabajadores y a extenderse más allá de la comarca de Ferrol. En el momento de escribir el artículo está prevista una manifestación comarcal, en demanda de carga de trabajo, para el domingo 10 de junio. Y de cara a preparar el ambiente toda una serie de medidas, aunque después de lo acontecido el pasado miércoles veremos qué sucede. Sin duda la convocatoria de una huelga de todo el sector naval sería un enorme revulsivo para la lucha.
Los beneficios de una coordinadora de auxiliares serían enormes, ya que sin duda los trabajadores más combativos de la principal (que cada vez son más) ven esta posibilidad con buenos ojos. Una industria auxiliar organizada conectaría con el sentimiento de muchos trabajadores de la principal desencantados con los actuales dirigentes y los estimularía a dar un paso al frente para organizarse y trabajar para transformar la realidad sindical de la fábrica conjuntamente con los trabajadores de la industria auxiliar. Sólo sobre la base de la organización de los sectores más conscientes y decididos a luchar se puede conformar una genuina unidad del movimiento obrero dentro del astillero, algo todavía más necesario tras la constatación de que el presidente de la SEPI sólo vino a Ferrol a vender humo.