A primeros de diciembre del 2012, Carlos Martínez, trabajador de IMSA que en esos momentos realizaba labores de mantenimiento en Asturiana de Zinc, ingresaba en el hospital afectado de diversa sintomatología. Tras los primeros análisis, fue diagnosticado de intoxicación por mercurio. Si el límite máximo considerado “aceptable” está en 15 microgramos por litro, sus niveles fueron de 632,9 mcg/l en sangre y 539,8 en orina.

Carlos fue el primer caso que se conoció por contaminación en Asturiana de Zinc. Apenas dos meses después, el número de trabajadores afectados se eleva ya a 78, tanto de IMSA (que realizaba las tareas en la planta de tostación donde se produjeron los primeros casos), como de la propia Asturiana de Zinc, en personal muy alejado o sin contacto directo con esa zona.

Criminal actitud de la empresa

En un primer momento, la empresa intentó responsabilizar a los propios trabajadores de IMSA, cuestionando el cumplimiento de los protocolos de seguridad. Sin embargo, la aparición de otros casos sin relación con esa zona, y que continuen apareciendo más casos, alimenta la hipótesis de que pueda tratarse de contaminación medioambiental, algo que ya se aventuró desde la consejería de Medioambiente, incluso con afectados entre la población donde se ubica la multinacional.
Pese a la gravedad de los hechos, hasta la fecha el silencio de la dirección de la empresa es total. Las únicas declaraciones las ha hecho el doctor Santiago Español, especialista contratado por la propia empresa, pero “sus declaraciones han sido sesgadas, confusas, omitiendo información con el objeto de favorecer a la empresa”, nos relata Carlos. Esta actitud provocó un enfrentamiento entre alguno de los afectados y el propio doctor.
Por su parte, el Sindicato Independiente de Trabajadores de Asturiana de Zinc (SITAZ), con mayoría sindical en el comité de empresa, ha hecho público un comunicado donde sale en defensa de la empresa y en un alarde de servilismo repugnante afirma, al margen de toda evidencia, que no hay riesgo para los trabajadores. Tambien alerta del riesgo de “deslocalización” si se continúa poniendo en entredicho la “imagen” de la compañía.
El resto de sindicatos han exigido el esclarecimiento total de los hechos y que se dé la baja a todos los trabajadores con niveles superiores a los permitidos, para alejarles de los posibles focos. De momento esto no está siendo así, y hay constancia de que trabajadores con niveles de mercurio por encima de 15 mcg/l permanecen en activo. Desde nuestro punto de vista, ante una situación de riesgo tan elevada como esta, sería necesario, no sólo tomar esta medida de forma inmediata, sino suspender cautelarmente la actividad de la fábrica hasta que se determine el tipo de intoxicación y el foco de origen, por supuesto garantizando todos los salarios de la plantilla.
No sería la primera vez en la historia que los trabajadores se ven expuestos a agentes contaminantes durante años, cuyos efectos más nocivos afloran al cabo del tiempo. En el caso del mercurio, este se adhiere a los órganos y puede afectar a cualquiera de ellos: pancreas, riñón, hígado, corazón, incluso alcanzando el cerebro a través del riego sanguíneo... Desde CCOO reclaman que se proporcione atención médica continuada a todos los trabajadores afectados, el tiempo que sea necesario para poder evaluar las posibles secuelas y favorecer que se traten como enfermedad profesional.

`Que no se vayan de rositas como si los trabajadores no valiéramos nada´

En el caso de Carlos, de momento, además de dolores de cabeza y malestar general,  lo que más acusa es un cansancio extremo, crónico. “Al principio bromeábamos con el tema. Nos decíamos: ya no valemos pa nada, pero lo achacábamos a la dureza del trabajo, aunque estamos acostumbrados a  trabajar en confinamiento, silos, depósitos, calderas... Hemos usado mil veces las mascarillas, y trabajado correctamente, acatado las órdenes y los protocolos y nunca hasta ahora tuve ningún problema de contaminación...”.
De momento, un juzgado de Avilés ha abierto una investigación sobre los hechos, y los trabajadores afectados han decidido impugnar todas las altas mientras no recuperen los niveles de mercurio que presentaban antes de la contaminación, que en el caso de Carlos era de tan sólo 3 mcg/l. “Vamos a pelear para que se dictamine la responsabilidad de Asturiana de Zinc y para que les caiga la mayor multa posible. También para que la cuantía de las indemnizaciones sea la más alta que podamos conseguir. Pero sobre todo queremos que den la cara, que tengan que admitir su responsabilidad en el accidente y que no se vayan de rositas como si los trabajadores no valieramos nada, como si fueramos algo que se deja tirado cuando ya no vale”.

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