Entrevista a la asociación La Comuna, presxs del franquismo
“La historia que nosotros reivindicamos es la de la gente que lo dio todo por conseguir los derechos y las libertades que precisamente hoy nos tratan de arrebatar”
Coincidimos con “La Comuna” en las pasadas movilizaciones convocadas por el Sindicato de Estudiantes, en las que miembros de la asociación se dirigieron a los asistentes para explicar la lucha que, en la última etapa del franquismo, jóvenes y estudiantes libraron contra la dictadura. Embarcados, junto a otras asociaciones, como el propio SE, en la querella argentina contra los crímenes del franquismo, están realizando una intensa campaña de actos públicos y recopilación de denuncias para incorporar a la querella. Su principal reivindicación es el fin de la impunidad de los crímenes del franquismo, y luchan, entre otras cosas, por la derogación de la Ley de Amnistía de 1977. A partir de ese contacto inicial, el pasado jueves 28 de noviembre, nos citamos con dos compañeros de La Comuna, Raúl Herrero Solano y Jesús Rodríguez Barrio, en el local del Sindicato de Estudiantes para hacerles la entrevista que ofrecemos a continuación.
El Militante.- ¿Cuál es la motivación que os lleva a crear una nueva asociación memorialista, La Comuna, y cuáles son vuestras señas de identidad?
La Comuna.- Hay un grupo de presos y represaliados por el franquismo que, por edad, nunca nos hemos sentido parte de esa generación de viejos presos del PCE, que habían estado muchos años en la cárcel y que relacionaban su pasado con la guerra civil y la postguerra. Nosotros habíamos vivido sobre todo el final del franquismo, los años del Tribunal de Orden Público (TOP), éramos los presos más jóvenes. Nos dimos cuenta de que en la memoria histórica había un hueco que nadie ocupaba, el de la gente que estuvo en la cárcel al final del franquismo, incluso gente que había participado en la Transición, que es para nosotros parte del franquismo. Nosotros situamos el final de la Transición en el 81 porque es cuando fracasa el golpe de Tejero y queda claro que el franquismo no va a volver en la forma que existía hasta entonces, y que se perpetuaría de una forma encubierta a través de las instituciones y con la democracia parlamentaria, partidos políticos, etc. Sin embargo, tenemos muy claro que los años de 1975 a 1981 fueron franquismo de lo peor. Solemos establecer una comparación; del 63 al 76, es decir 13 años, hubo 70 muertos como consecuencia de acciones policiales, condenas a muerte, asesinatos fascistas y muertos en la misma cárcel por torturas, entre ellos Enrique Ruano. Pero es que en los seis años que van de la muerte de Franco al golpe de Tejero hay contabilizados 140. Hubo 50.000 personas encausadas por el TOP, de los que se llegó a procesar a unos 8.000, y las condenas en conjunto fueron 11.800 años, además de sentencias de multa por valor de 31 millones de pesetas de la época, por no hablar de las multas gubernativas, que equivalían a entre un mes o dos de cárcel.
EM.- ¿Consideráis que ha existido algún tipo de depuración de responsabilidades de la represión durante el franquismo?
LC.- En absoluto. El 1 de diciembre convocamos una marcha en Leganés porque precisamente el jefe de policía es un antiguo torturador de la Brigada Político Social. Este es un ejemplo de que lo que ha habido es una impunidad total y esta es una de nuestras principales líneas de actuación, acabar con la impunidad de los crímenes del franquismo, que dura hasta el día de hoy.
El aparato del estado franquista permaneció intacto. Esto explica cosas como que, a día de hoy, el núcleo duro de la judicatura española sigua siendo franquista. Si analizas los nombres y apellidos de los jueces que formaban parte del TOP enseguida te resultan familiares; hay apellidos como Mariscal De Gante o Torres Dulce, todos antepasados de ministros, fiscales generales, gente que ocupó altos cargos en el aparato franquista. Lo mismo sucede en Consejo General del Poder Judicial o en el Tribunal Constitucional.
Por otra parte, gente sin estudios pero procedente del movimiento nacional se consolidaron como altos funcionarios y algunos siguen a día de hoy en los órganos dirigentes de organismos públicos. Eso sí, rápidamente se reconvirtieron públicamente y se cambiaron la chaqueta, algunos hasta se afiliaron a un sindicato, pero siguen siendo los franquistas de toda la vida.
EM.- ¿Cuál es la situación actual de los responsables vivos de la represión en el franquismo?
LC.- Ocupando puestos con responsabilidad y con mando ya quedan pocos. Martín Villa, por ejemplo, que sigue estando en la cúpula económica (Prisa, Sogecable). A los 25 años se subió a un coche oficial y aún no se ha bajado. Es muy difícil saber donde están todos los que siguen vivos, que son muchos, es parte del trabajo que estamos haciendo de recopilación de información. Entre esa gente están los torturadores que han puesto electrodos en los testículos a la gente, y les han metido cosas en la vagina a las mujeres, y han dejado en carne viva los pies de la gente en las comisarías, no es que hayan seguido viviendo como si nada, sino que lo han hecho como ciudadanos ejemplares, con placas en su honor, condecoraciones y homenajes.
Ese es el código moral que se implantó en este país con la transición; los delincuentes, como Billy el Niño, fueron condecorados y premiados por ministros de la democracia porque tenían amigos en el poder, y las víctimas éramos unos sospechosos, unos delincuentes a los que se nos había perdonado, en lugar de ser gente que había luchado por la democracia y la justicia. Mientras nosotros peleábamos ellos hicieron sus carreras, medraron y les ha ido muy bien. Para ellos somos unos resentidos. En realidad somos personas que buscamos justicia no sólo por nosotros mismos, sino por la cantidad de gente que no se ha atrevido a hablar, que aún hoy tiene miedo a hablar en público y a aparecer en medios de comunicación porque saben que este país está lleno de fachas que siguen en el poder.
EM.- ¿Qué valoración hacéis del papel que jugó la izquierda política y sindical en el periodo de la Transición?
LC.- Muy mala. Un aspecto que forma parte la columna vertebral de nuestro ideario es un juicio muy crítico de todo lo que fue el final del franquismo y de cómo lo gestionaron partidos y sindicatos. En ese juicio crítico englobamos al núcleo principal de la lucha contra el franquismo, que era el PCE, que depone completamente las armas y aceptan absolutamente la ley de punto final bajo el liderazgo de Santiago Carrillo que tiene una frase magistral: “aquí ya no se va a investigar, nuestros muertos están todos bien enterrados”. Dice esto en un país donde todavía hoy hay 100.000 desaparecidos en las cunetas. Ellos mismos son ahora muy críticos. En el PSOE hay menos conciencia de esto, porque hay que reconocer que en la última etapa del franquismo habían estado menos reprimidos entre otras cosas porque no tenían una organización buena, les habían desarticulado en los primeros años de la dictadura.
EL PCE dio el viso de respetabilidad a los “nuevos demócratas”, que en realidad eran “viejos franquistas”, y les avalaron ante la masa de los luchadores antifranquistas. Aunque hubo también mucha oposición lo cierto es que la gente pensaba que si ellos, los luchadores de toda la vida lo aceptaban, habría que aceptarlo. Un ejemplo de la utilización de esta autoridad y de demostración de la fuerza que tenía y la disciplina fue el entierro de los abogados de Atocha.
En el caso del PSOE perdió una gran oportunidad cuando gobernó en la primera legislatura, una vez que había fracasado el golpe de Tejero y tenía mayoría absoluta. Ahí es cuando la gente pedía una limpieza, que no es lo mismo que una caza de brujas. Se trataba de que al que activamente hubiera cometido actos represivos se le apartase de la vida pública y se le juzgase si había una acusación, pero no hicieron nada, y por eso sigue siendo una tarea pendiente.
EM.- A raíz de la vía abierta a través de la querella argentina para juzgar los crímenes del franquismo se ha generado una gran expectativa dentro y fuera del Estado español. ¿Qué respuesta estáis encontrando en el movimiento y cuáles son las principales dificultades?
LC.- La respuesta está siendo extraordinaria, nuestra influencia y nuestra audiencia está muy por encima de nuestra capacidad organizativa. Nos llaman para ir a muchísimos sitios y la verdad es que no podemos ir a todos. Estamos haciendo charlas en todas las zonas del Estado y hoy mismo viaja una delegación de compañeros a Argentina para continuar con el trabajo de la querella.
A la derecha, los franquistas y sus herederos en la actualidad, lo que les descoloca es la opción de juzgar a represores vivos, por parte de represaliados vivos, y encontramos todo tipo de dificultades para obtener información. En realidad, a nosotros se nos notificó que había habido una cancelación de antecedentes, es decir que “nos perdonaron” a través de la amnistía, una vergüenza. Nosotros sabemos que la ficha de nuestra vida consta en algún sitio y está guardado, no ha desaparecido. Los archivos que son importantes son los archivos de la Brigada Político Social, que es inaccesible para nosotros. En esas fichas es donde consta quiénes eran los policías que nos investigaban, quién te seguía, quién daba las informaciones, quién te torturaba, etc. Hemos podido acceder a una parte del Archivo Histórico Nacional donde consta las veces que fuimos detenidos, cuándo ingresamos en la DGS, incluso actas de interrogatorios, declaraciones nuestras, pero sólo información nuestra. A pesar de todas las limitaciones esto ha permitido saber algunas cosas, porque estas actas están firmadas por policías. Todo esto lo hemos presentado para la causa en Argentina. Por ejemplo, sabemos que el actual jefe de policía de Leganés fue uno de los que interrogó a uno de los querellantes, miembro de La Comuna, porque el acta de su interrogatorio la firma él, Jesús González Reglero. En mi caso (Raúl) he conseguido los nombres que figuran en el testimonio de mi denuncia a través de estos archivos.
Respecto al gobierno y a la justicia española la actitud ha sido un completo escándalo. Es asombroso que nuestra Audiencia Nacional tenga abiertas actuaciones contra militares salvadoreños, contra militares chilenos, contra militares en Ruanda, contra dirigentes chinos por la represión en el Tibet y así hasta doce causas. Podría dar la sensación de que la Audiencia Nacional es la instancia judicial campeona en los derechos humanos en todo el mundo, salvo en su país.
Cuando la Audiencia Nacional se erigió en defensora internacional de los derechos humanos a nadie se le pasaba por la cabeza que aquí se ajusticiase a nadie por crímenes de lesa humanidad en relación con los crímenes del franquismo, porque supuestamente eso ya estaba enterrado y cerrado con la Ley de Amnistía, la ley de punto final de la dictadura. Ahora en Argentina se ha abierto una vía de investigación, y se está aplicando el mismo principio de justicia universal que se lleva aplicando durante años para juzgar los crímenes contra la humanidad de otros países. Es tan escandaloso que hasta el alto comisionado de derechos humanos de la ONU habla de la necesidad de derogar la Ley de Amnistía y de la impunidad de los crímenes del franquismo.
El gobierno español ha mentido con absoluto descaro ante todos los intentos de juzgar los crímenes del franquismo. Primero diciendo que la Ley de Amnistía no les permitía investigar, pero luego, cuando se ha iniciado el proceso en Argentina, como una de las condiciones para que se pueda investigar es que no se investigue en el propio país, han dicho que sí se estaba investigando. Nosotros pedimos la derogación de la ley de Amnistía, que es claramente preconstitucional e inconstitucional. Precisamente estos días el PP con su proyecto de reforma de la regulación de la ley de huelga utiliza como excusa para modificarla el hecho de que sea preconstitucional, cuando lo que pasa es que en España hay muchas cosas que son preconstitucionales y que no tienen intención de cambiar; todo lo relacionado con la monarquía por ejemplo.
EM.- ¿Cómo vivíais y afrontábais la represión en el día a día de vuestra militancia antifranquista?
LC.- Era un tema del que se hablaba mucho, sobre todo en las reuniones de las células, se veían protocolos de comportamiento, nos mentalizábamos de qué era lo que había que hacer. Las detenciones duras eran las que estaban orientadas a desarticular una organización, porque entonces los interrogatorios iban dirigidos a sacar información sobre las actividades de la organización y a que se dieran nombres, y ahí es cuando la policía se empleaba a fondo. Cuando entrabas en la DGS veías a otros compañeros de partido y tenías que hacer como si no les conocieses. Algo que era duro psicológicamente era cuando te llevaban a los interrogatorios y por el pasillo veías a los que estaban saliendo, y los veías que iban inflados a hostias y con la cara desencajada, y tú decías: “ahí voy yo”, y mirabas para otro lado como que no te conocías de nada. Luego, una vez que estaba pasando se sufría pero era como decir: “ya está”, y cuando salías del primero sabías que te podían seguir dando pero que aguantabas.
En las organizaciones, cuando llegaban soplos de que habían empezado las detenciones en otras zonas decían: “nombrar sustitutos a todos los niveles”, y se preparaba la reorganización en previsión de nuevas detenciones. En mi caso (Raúl) vinieron a buscarme directamente en una redada, y cuando entraron con las pistolas en el hostal donde estaba yo con otro nos miramos el uno al otro y era como decir, bueno “ha llegado la hora del examen”, porque lo estabas esperando, sabías que un día iba a pasar. En total me detuvieron tres veces, una de ellas al internar salir de España, gobernando ya la UCD. En mi caso (Jesús) me detuvieron tres veces, una por manifestación ilegal, otra acusado de reunión ilegal y la tercera por asociación ilegal, las tres veces por el ejercicio de tres derechos fundamentales recogidos por nuestra constitución. El 80% de la gente que fue condenada por el TOP lo fue por actividades reconocidas como derechos fundamentales en la constitución.
Cuando entrabas en la DGS era como si recibieses de golpe un curso acelerado de lo que era la dictadura, veías a la policía en su salsa, cómo trataban a los detenidos y salías de allí mucho más reafirmado que antes en la idea de que había que acabar con aquello. Paradójicamente, cuando ya por fin se acababan los interrogatorios en la DGS y te trasladaban a la sede del Tribunal de Orden Público, que estaba en las Salesas, la sensación que había era de liberación. Que te metieran en la furgoneta y te llevaran a la cárcel, y al llegar a la cárcel ver el recibimiento que te hacían los otros presos, que te acogían con los brazos abiertos, era decir ya he salido de las garras de esa gente, ahora me podrá caer lo que sea, pero desde luego no me van a volver a torturar, aunque luego a veces no era así.
EM.- En vuestra presentación pública señalabais que “las conquistas políticas y sociales, que se consiguieron con el sacrificio de la lucha antifranquista, se encuentran hoy gravemente amenazadas por las políticas antisociales y represivas de la derecha extrema que gobierna en nuestro país”. ¿Cuál es el hilo conductor que reivindicáis entre entonces y ahora?
LC.- El franquismo era un sistema completamente podrido a todos los niveles del Estado, basado en la mentira permanente y en la corrupción. Toda la camarilla que se movía en torno al poder vivía permanentemente de la corrupción y de los negocios que se generaban en torno a eso. Un caso ejemplificador fue lo sucedido en Ribadelago, donde hubo una de las mayores catástrofes relacionadas con las construcciones públicas. Construyeron una presa que arrasó un pueblo, lo inundó y murieron casi todos los habitantes del pueblo. Detrás de la catástrofe había una montaña gigantesca de corrupción; la presa se había construido con unos materiales malísimos, los que habían participado en la construcción se habían forrado y no habían echado el cemento y el muro estaba construido con escombros por dentro, etc. Cuando la gente empezó a pedir indemnizaciones enviaron a bandas de falangistas para amenazarles, etc. Todos estos fachas que dicen ahora que la corrupción es un producto de la democracia son unos sinvergüenzas, la corrupción es una herencia de aquello. Ahora vemos a sus epígonos del PP en Valencia, en el gobierno mintiendo constantemente, igual que hacían los franquistas antes.
Este país tiene una enorme deuda con la generación de militantes y luchadores, no ya sólo de la izquierda, sino con lo que se conoce como “extrema izquierda”, las organizaciones políticas que estaban a la izquierda del PCE y del PSOE. Una masa de militantes que arriesgaron todo para derribar el franquismo y a los que no se les ha reconocido nunca el sacrificio que hicieron. Cantidad de gente que dejó los estudios, perdió el trabajo, que arruinó su vida en el sentido material y que han tenido grandes problemas de salud, porque en aquella época se vivió muy mal. Esa gente ha sido marginada y la sociedad no les ha reconocido nunca, ha habido un abandono moral completo. Ahora, cuando hemos creado esta asociación ha sido también un acto de orgullo, de hablar con la gente, de que nos digan: “joder, menos mal que hay gente que ha hecho esto”. Durante mucho años hemos vivido encogidos .Se había hecho un apaño y los que luchamos habíamos quedado totalmente fuera. Hay gente que ahora mismo está llegando al fin de su vida laboral hechos polvo, han sido completamente abandonados y marginados por una sociedad “democrática” en la que gran parte de los logros se consiguieron gracias a ellos.
Otras asociaciones memorialistas tienen por objetivo buscar desaparecidos que están enterrados en las cunetas. En nuestro caso, los desaparecidos que buscábamos éramos nosotros mismos. Estábamos cada uno en un sitio echándonos de menos, hablábamos de esto con nuestros amigos, pero como algo ya pasado e interiorizado. La creación de La Comuna nos ha dado la opción de revivirlo pero no en el sentido de hablar de batallitas pasadas sino de reivindicarlo y de reivindicar la historia que hemos vivido y que luego ha sido totalmente falsificada. La idea de que la democracia la hicieron unos señores que hicieron componendas es mentira. Esos señores, el rey y compañía no lucharon por nada. Por la DGS no pasó ningún liberal de derechas, esos no lucharon contra Franco porque vivían muy bien en el franquismo. En la DGS todos eran comunistas de diversas tendencias, anarquistas, sindicalistas, todos ellos gentes militantes de la izquierda y esa es la historia que nosotros reivindicamos, la de la gente que lo dio todo por conseguir los derechos y las libertades que hoy nos tratan de arrebatar los mismos herederos de la dictadura. Por eso, desde nuestro punto de vista defender la libertad y la justicia es más necesario hoy que nunca y quienes participen en esa lucha nos encontrarán siempre a su lado.