La noche del 24 de mayo de 2015 conoció una verdadera explosión de alegría en las principales ciudades del Estado español. En Madrid, Zaragoza, Barcelona y muchas localidades más, las “candidaturas del cambio” arrasaban en las elecciones municipales y ponían fin a años de ayuntamientos de la derecha caracterizados por los recortes sociales y la corrupción.
En 2011 una enorme ola de movilización social sacudió todo el país, teniendo como epicentro la ciudad de Madrid. El estallido espontáneo de indignación del 15-M continuó con las diversas Mareas, la lucha de la PAH contra los desahucios, las Marchas de la Dignidad, y luchas obreras ejemplares como las de los barrenderos y jardineros, Coca-Cola o las subcontratas de Telefónica. El rotundo triunfo electoral de Ahora Madrid fue la consecuencia directa de esa ola de movilización. Se abría una oportunidad histórica para iniciar un proceso de cambios profundos en un ayuntamiento decisivo. Por ello no es de extrañar que desde las filas de la derecha y los medios de comunicación afines, sin dar siquiera un día de respiro, se iniciase una campaña de acoso al nuevo gobierno municipal.
Por la remunicipalización de los servicios públicos
Desgraciadamente, los nueve meses de gobierno municipal de Manuela Carmena ponen al desnudo la falta de un programa de transformación social consecuente. Tres son los aspectos más relevantes donde Ahora Madrid no solo no está cumpliendo con sus propuestas electorales sino que está actuando en una dirección opuesta, actuando en contra de lo decidido en los cientos de debates realizados por la candidatura con vecinos de todos los barrios madrileños.
Quizás el aspecto más sangrante es la violación del compromiso de poner fin a los desahucios. Esta reivindicación ha sido abandonada y sustituida por medidas paliativas completamente inútiles, como la creación de un sistema de mediación con los bancos que ignora que la lógica del beneficio se impone, como se ha impuesto siempre, sobre los piadosos deseos de convertir al poder financiero en una organización benéfica. Y esta cesión, como no podía ser de otro modo, va unida a la vergonzosa desaparición de los cargos de Ahora Madrid de las acciones de resistencia contra los desahucios prácticamente desde el día siguiente a su toma de posesión.
Una segunda propuesta central del programa de Ahora Madrid, la remunicipalización de los servicios públicos privatizados por el PP, ha quedado en papel mojado. Tanto en la privatización del Polideportivo Barceló como en la prórroga de la privatización del servicio telefónico de Atención a la Ciudadanía, el Ayuntamiento ha demostrado que no está dispuesto a realizar la municipalización de servicios —algo imprescindible para ofrecer prestaciones de calidad a los ciudadanos y para asegurar condiciones laborales dignas a sus trabajadores— si eso conlleva un enfrentamiento abierto con el poder empresarial. Respecto a la promesa de remunicipalizar los servicios de jardinería y limpieza viaria de la capital no solamente lo ha incumplido –—manteniendo los contratos a las empresas concesionarias, las mismas que tras conseguir los contratos en 2013 redujeron el número de barrenderos en más de 2.400—, sino que sus argumentos para no hacerlo son similares a los que podría dar la derecha. Carmena considera “totalmente inviable la remunicipalización por motivos jurídicos y económicos” y señala que de llevarse a cabo “el consistorio no podría garantizar los puestos de trabajo”. Además, rechaza “crear una empresa pública que pudiera absorber a estos trabajadores, ya que el endeudamiento actual del Ayuntamiento se lo impide”. Eso sí, mientras Madrid tiene hoy un 40% menos de barrenderos que en 2013, la alcaldesa se muestra muy satisfecha y orgullosa de su iniciativa de reparto de 38.000 ceniceros de bolsillo. Un verdadero insulto a la inteligencia de los vecinos de Madrid, que hay que sumar a las “innovadoras” propuestas de que sean los niños los que recojan las colillas y papeles, las mamás las que limpien los coles y los universitarios barran las calles.
Y por último, y en la misma línea de concesiones al poder económico, a pesar de su clara promesa de poner fin a las operaciones urbanísticas especulativas el gobierno municipal titubea ante cualquier presión del sector privado. El voto de una mayoría de concejales de Ahora Madrid uniéndose al PP para aprobar una operación especulativa de promoción de viviendas de lujo en un solar del Ministerio de Defensa cerca de la Castellana, no anticipa nada bueno cuando se trata de frenar macro operaciones especulativas como la Operación Chamartín, donde el BBVA y la Constructora San José tienen intereses valorados en 2011 en más de 11.000 millones de euros.
La debilidad invita a la agresión
Pero no solo eso. También está fallando en su compromiso con la recuperación de la memoria histórica y la reparación de las víctimas del franquismo, retrocediendo ante la presión, por otro lado más que previsible, de la derecha. El bochornoso ejemplo de la recolocación del monolito al Alférez Provisional, un homenaje a un cuerpo militar formado por quienes se alistaron voluntariamente al ejército golpista de Franco y que lleva la nada interpretable inscripción de “Por Dios y por España”, no hace más que despreciar a las víctimas del franquismo y da pábulo a la demagogia del PP, aplaudida por los grupos fascistas, de que eso es “reabrir las heridas del pasado”. Mientras el ayuntamiento de Madrid mandaba una carta a la Fundación Nacional Francisco Franco explicando que “han dado órdenes para reponer el monumento”, es decir, mientras en la práctica se disculpan ante los fascistas, dicha fundación, junto a excombatientes de la División Azul, la Hermandad de Nuestra Señora de los Caídos de Paracuellos del Jarama o Manos Limpias convocaban una concentración en el monolito para celebrar su recolocación: “Nos felicitamos por la noticia y seguiremos luchando para invalidar la mal llamada Ley de Memoria Histórica”.
Una actitud que se ha repetido a raíz del juicio contra la portavoz de Ahora Madrid, Rita Maestre, a la que se pide un año de cárcel por participar en una protesta contra la existencia de una capilla en la universidad pública hace cinco años. La portavoz del ayuntamiento ha pedido disculpas en privado, ante el arzobispo, y luego públicamente. En vez de utilizar este escandaloso juicio, que atenta contra la libertad de expresión y manifestación, como una denuncia contra el poder y los privilegios de la jerarquía de la iglesia católica, se escenifica la sumisión a esta institución.
Ante el caso de los titiriteros encarcelados y que han sido víctimas de un brutal atropello policial y judicial, la reacción de Manuela Carmena y de una parte del equipo de Ahora Madrid no ha estado a la altura. Su actitud presentando una denuncia contra los jóvenes, y después aceptando los argumentos de la derecha sin denunciar el burdo montaje del PP y sus medios afines, es la mejor forma de dar alas a estos reaccionarios y debilitar la causa de la libertad de expresión.
Si el ayuntamiento continúa por la vía de las concesiones y acuerdos con el poder económico y los sectores más reaccionarios del aparato del Estado, lo que tendremos será la repetición de una experiencia ya conocida: la que llevó a los dirigentes socialdemócratas del PSOE a asumir el sistema capitalista con todas sus consecuencias y a desperdiciar una oportunidad histórica de impulsar un cambio social real. Este es el camino para que la derecha recupere la iniciativa.
Por eso es urgente e imprescindible que el ayuntamiento de Ahora Madrid rectifique radicalmente su orientación, cumpla con su programa electoral y asuma que sólo la gestión pública de los recursos y proyectos municipales, sometida al control de trabajadores y vecinos, puede asegurar una transformación real de nuestra ciudad en interés de la mayoría. Este programa tiene que estar respaldado por la movilización social. Si emprende este camino el ayuntamiento contaría con el apoyo activo de la población, pudiendo hacer frente a la ofensiva de la reacción y convertirse en impulso para la lucha de los trabajadores y jóvenes de todo el Estado. No hay tercera vías.