El futuro tiene nombre: organización y lucha por transformar la sociedad
Desde el estallido de la crisis capitalista mundial en el año 2007, los distintos gobiernos han venido aplicando planes de ajuste y demás medidas en pro de los intereses patronales, causando efectos devastadores en las condiciones laborales y de vida de millones de familias trabajadoras. Según la encuesta realizada en 2008 por el Instituto Nacional de Estadística sobre condiciones de vida, un 19,6% de los residentes en nuestro país vive por debajo del umbral de la pobreza, ingresando menos de 5.815 euros al año.
En esta ecuación, la juventud en general, y la juventud obrera en particular, está siendo duramente golpeada y el Estado español es, al respecto, un ejemplo paradigmático. Esta situación ha venido acompañada en el tiempo con una brutal campaña propagandística de criminalización de los jóvenes, en un claro intento de aislamiento social de un sector que ha estado a la cabeza de las movilizaciones más importantes en el último periodo, especialmente en las luchas que desalojaron al PP del gobierno. Sin embargo, después de abarrotar los periódicos y la televisión con reportajes sobre los famosos ni-ni, jóvenes que ni estudian ni trabajan ni lo intentan, estos han sido recientemente cuantificados por un estudio del Instituto de la Juventud, dependiente del Ministerio de Sanidad, en un pírrico 1,73% del total de la población entre 16 y 29 años
Privatización y ataques a la educación pública
Desde la perspectiva de la educación, formación y preparación de la joven generación para la entrada al mercado laboral, los efectos negativos de las últimas contrarreformas educativas y la progresiva privatización de la educación pública, como los Planes de Bolonia, se están dejando notar de manera dramática. Las sustanciales subidas de los precios de la matrícula universitaria y el continuo encarecimiento de las tasas (este año con subidas del 30%); la imposición de masters privados para completar las licenciaturas; la dedicación completa al estudio que exigen estos planes (que hacen incompatible el estudio con el trabajo), combinado con la situación económica que miles de familias están atravesando, han cerrado las puertas de la Universidad para miles de hijos de trabajadores, y está sometiendo a una gran presión a aquellos que todavía permanecen.
Por otro lado el recurso a la Formación de Grado Medio y Superior, que con tanto bombo presentó el gobierno del PSOE a través del Ministerio de Educación hace un año, no es más que humo. Afectados por el endurecimiento de los estudios universitarios y por el desempleo masivo, gran cantidad de jóvenes han optado por la Formación Profesional. Sin embargo, y sólo este curso, ha habido 50.000 estudiantes no admitidos en Módulos de Educación Superior. Si a esto sumamos la falta de becas y el recorte del gasto en enseñanza pública es evidente que el sistema educativo no responde a las necesidades que tiene tanto la juventud en edad escolar como aquellos sectores que han sido expulsados bruscamente del mercado laboral. La presión económica que soportan una parte importante de los hogares hace que para muchos jóvenes estudiar no sea una alternativa viable.
Paro juvenil masivo, precariedad y bajos salarios
Las cifras de paro juvenil en el Estado español, las más altas de la UE, siguen subiendo y con más rapidez que en el resto de tramos de edad. En 2010 el número de jóvenes parados menores de 35 años llegó a 2.268.000. Hay un 52,4% de desempleados que tienen menos de 35 años, siendo los jóvenes de entre 25 a 29 años los que aglutinan el mayor número, con 702.000 personas. La tasa de paro para los jóvenes de entre 16 y 19 años es del 62,3%, y del 37,06% para los jóvenes de 20 a 24 años.
La tasa de temporalidad es más alta en los jóvenes respecto al resto de trabajadores, con cifras cercanas al 50% e incluso superando el 70% en el caso de los menores de 20 años. El grueso de los contratos que se hacen a jóvenes son por obra y servicio o por circunstancias de la producción, lo que hace que las personas entre 25 y 29 acumulen también el mayor número de contratos, siendo la duración media de estos de entre uno y tres meses. El sector servicios emplea al 70,4 % de los trabajadores jóvenes (un 87, 6% en el caso de las jóvenes trabajadoras), seguido de la construcción y la manufactura. Los jóvenes trabajadores son también los peor pagados. Según los datos de la Encuesta de Estructura Salarial (de 2007), la ganancia media de un trabajador en el Estado español es de 20.390 euros anuales; sin embargo, esta cifra desciende hasta casi la mitad cuando se trata de trabajadores menores de 20 años (10.326 €) o de jóvenes con edades comprendidas entre los 20 y los 24 años (12.759 €). Un 52% de los jóvenes trabajadores entre 18 y 25 años no llega ni a cobrar entero el SMI.
Respecto a la posibilidad de emanciparse cada vez destaca más el número de jóvenes que, aún teniendo trabajo e ingresos propios, estos no son suficientes para poder establecerse por su cuenta. El 33% de los jóvenes entre 16 y 35 años no pueden abandonar el hogar, siendo el mayor obstáculo el precio de la vivienda. La mayor parte de los jóvenes (78%) no tienen autonomía económica, es decir, viven dependiendo en parte o en todo de los recursos familiares.
La juventud obrera y desempleada en lucha por transformar la sociedad
Esta situación de indefensión de la juventud ante el abuso de las empresas y la explotación más salvaje, al igual que sucede entre la mujer trabajadora o los inmigrantes, no ha sido combatida por las direcciones de CCOO y UGT. Cuando los secretarios generales de UGT y CCOO lamentan en los medios de comunicación la supuesta ausencia de “rebeldía” de los ciudadanos, esconden sus responsabilidades. Hay una absoluta contradicción entre su discurso y los hechos. No reconocen, y eso es lo grave, que han renunciado a organizar a estos colectivos en sus propios sindicatos, especialmente los inmigrantes y la juventud obrera, y que se han negado en redondo a dar continuidad a las movilizaciones tras la gran huelga del pasado 29 de septiembre. De esta manera, la estrategia sindical ha permitido que las prácticas habituales de precariedad y temporalidad que se padecían incluso durante el boom económico, ahora, con el estallido de la crisis, se generalicen al resto de la clase trabajadora, con el agravante de la destrucción masiva de puestos de trabajo.
La defensa de los intereses de la juventud está ligada indisolublemente a la lucha por los intereses y las condiciones de vida de la clase obrera en su conjunto. Para ello es indispensable un modelo sindical combativo, de clase y democrático que rompa con la política de pactos sociales y de desprotección de los sectores más débiles de la sociedad frente a la explotación capitalista. El futuro de la juventud pasa por la organización y la lucha por la transformación de la sociedad.
• No al paro juvenil. Subsidio indefinido de 1.100 euros al mes para todos los parados hasta encontrar un empleo.
• Por un puesto de trabajo digno al terminar los estudios. No a los contratos basura aprobados en el pacto firmado por el gobierno, la CEOE y los dirigentes de CCOO y UGT. Empleos dignos y estables.
• En defensa de la enseñanza pública. Aumento drástico de los presupuestos para los centros de estudio. No a la selectividad económica y académica para entrar en la universidad. Ni discriminación ni imposición de la selectividad para la FP
• Basta de aumentar las tasas académicas y de endurecer las normas de permanencia y acceso en la universidad pública. No queremos que haya miles de no admitidos como ocurre todos los años. El dinero público para la universidad pública: ni un euro para las universidades y la enseñanza privada.
• Basta de regalar dinero público a los banqueros, empresarios y especuladores. ¡Que se nacionalice la banca para emplear los recursos que generan los trabajadores en obras públicas, sanidad y educación, dando empleo a millones de parados!