manifestacion_estudiantes_valenciaLa respuesta de los estudiantes valencianos a la represión salvaje ejercida por la policía ha sido, durante semanas, un ejemplo para millones de jóvenes y trabajadores en todo el Estado, incluso a nivel internacional. Con rabia, con miedo, pero con una impresionante determinación de no ceder en su lucha, cientos de estudiantes, una, otra y otra vez, no cejaron en su derecho a manifestarse pacíficamente contra los recortes y, también, contra la propia represión. A pesar de los palos, a pesar del desaforado despliegue policial por todo el centro de la ciudad, a pesar de los continuos controles por los que cualquier joven era identificado, y su mochila registrada, por el mero hecho de pasar por el centro en el momento equivocado. Los brutales recortes y los no menos dolorosos porrazos y patadas policiales han abierto los ojos de miles y millones de jóvenes y trabajadores. En este contexto, el 29 de febrero, se producía una huelga estudiantil histórica, que echaba a la calle a 60.000 jóvenes, sobre todo de institutos, pero también de Universidad.

Ese mismo día, secundando la convocatoria de la Jornada de Lucha del Sindicato de Estudiantes, miles de estudiantes salíamos a la calle en más de cuarenta ciudades del resto del Estado al grito de “Valencia somos todos” y al de “somos el pueblo, no el enemigo”: en Madrid, 10.000 estudiantes salieron a las calles; 60.000 en Barcelona, en una jornada que incluía una huelga general de profesores y personal laboral contra los recortes en la Universidad pública catalana; hubo manifestaciones con cientos de estudiantes en Vigo, Ferrol, A Coruña, Oviedo, Gijón, Vitoria, Tarragona, Sevilla, Málaga, Guadalajara y un largo etcétera; en centenares de pequeñas poblaciones los estudiantes salieron a cortar las calles y manifestarse en las plazas y calles principales.

El contexto

manif_valencia_2Sin duda, la impresionante movilización de los estudiantes valencianos en toda la segunda quincena de febrero, que ha contado con un amplísimo respaldo social, constituye un anticipo de procesos que se seguirán dando en el futuro a una escala superior. La juventud está llamada a jugar un papel protagonista en la lucha contra los brutales retrocesos sociales que los capitalistas quieren imponer a los trabajadores y sus familias. Al mismo tiempo, la explosión de los estudiantes valencianos sólo puede explicarse por una serie de factores económicos, sociales y políticos que se han venido acumulando durante los últimos años, que afectan tanto al País Valenciano como al resto del Estado.
Uno de ellos, por supuesto, es el descontento contra la política del Partido Popular en el País Valenciano. Durante años la derecha ha acometido una política de privatización y acoso y derribo a los servicios públicos. El aeropuerto de Castellón, Terra Mítica, las carreras de Fórmula 1, la Copa América y un larguísimo etcétera son ejemplos de proyectos faraónicos que han servido para trasvasar el dinero público a manos privadas, en vez de dedicarlo a cubrir las necesidades básicas en la educación, la sanidad y los servicios públicos en general.
A todo esto hay que añadir los múltiples y variados casos de corrupción que están estallando; la malversación de fondos que iban dirigidos a proyectos para el desarrollo y ONGs es sólo el último ejemplo. La impunidad de políticos corruptos, como Camps, recientemente absuelto, no ha hecho otra cosa que echar más leña al fuego del descontento social.
En enero el Partido Popular, con Fabra a la cabeza, aprobaba un decreto ley que, entre otras cosas, recorta un 33% el sueldo a los interinos, que también pasan a ser despedidos en periodo de vacaciones para no tener que pagárselas, acaba con conquistas como la cobertura salarial del 100% en todas las bajas laborales, se despiden miles de interinos, aumentando la jornada del resto, se cierran centros sanitarios y camas, se recorta el horario de urgencias, se cobra la tarjeta sanitaria, y un largo etcétera. Es un paquete-bomba contra los derechos y las condiciones laborales de los trabajadores del sector público, con el consiguiente deterioro de la educación y la sanidad públicas.
Esta ofensiva del PP incidía todavía más en la situación catastrófica a la que la política de la derecha ya había llevado a los institutos valencianos, con cortes de luz, falta de calefacción, suspensión de actividades extraescolares y de clases prácticas de FP, no sustitución de bajas docentes, carencias de material básico como tizas o tóner de impresora… Todo esto llevó a un sinfín de acciones en todos los centros públicos. En vanguardia, los profesores, organizados a través de los claustros, y los estudiantes, que conjuntamente realizamos multitud de encierros, cortes de tráfico frente a los centros de estudio, etc.,

Un ambiente explosivo

yo_tsmbien_soy_enemigoLos síntomas de que entre los estudiantes de enseñanza media valencianos se estaba produciendo un profundo malestar se produjeron ya desde principios de curso. Efectivamente, en la jornada de lucha estatal contra los recortes educativos convocada por el Sindicato de Estudiantes el 6 de octubre, destacó la participación de miles estudiantes en la manifestación de Valencia, revelando el enorme cabreo que existía en secundaria. En la jornada del 17 de noviembre los estudiantes de la Comunidad Valenciana volvieron a destacar, especialmente en Valencia, donde 6.000 manifestantes recorrieron las calles de la ciudad. A la vuelta de las vacaciones de Navidad, con las mencionadas medidas de la Generalitat del PP y la degradación de la situación en los institutos, el malestar social se expresa de forma todavía más amplia y general. El 21 de enero manifestaciones masivas contra los recortes educativos recorrieron Valencia (100.000 participantes) y Alicante (60.000). El 26 de enero fueron 200.000 los manifestantes contra los recortes en todo el sector público.
Se daban las condiciones para una huelga de todo el sector público, e incluso general, en el País Valenciano, contra los recortes y la inminente reforma laboral. Sin embargo, las direcciones sindicales no plantearon ningún paso adelante después de cada movilización masiva. El impresionante ánimo de lucha, y la ausencia de un referente más amplio, llevó a la generalización de acciones de todo tipo. Las movilizaciones en los centros de estudio (muchas veces coordinadas a nivel de barrio, localidad o comarca, no por los sindicatos sino por claustros y asambleas), de igual forma que los encierros en despachos de las diferentes Conselleries, en hospitales, en Ràdio Televisió Valenciana… continuaron sin tregua. En el País Valenciano el clima de protesta social estaba llegando a un punto crítico.

Se desencadena la represión

La indiscriminada agresión policial contra jóvenes, en su mayoría menores de edad, que pese a la existencia de infiltrados se mantuvieron en la calle de forma pacífica pero firme, fue un acto de desesperación de la derecha. Asustada por la contundencia y la continuidad de las movilizaciones contra los recortes, decidió actuar. El papel de la represión es doble: por un lado, amedrentar a muchos jóvenes y a sus padres, consiguiendo que se retiraran de la lucha; por otro, provocar enfrentamientos y destrozos con ayuda de sus infiltrados, y así aislar a los que continuaran en la calle y criminalizar el movimiento en su conjunto. Estas fueron las razones para reprimir con saña un corte de tráfico que se sucedía todas las semanas frente al IES Lluís Vives (como enfrente de una gran cantidad de centros educativos, hospitales, parques de bomberos…), y que apenas duraba diez minutos. La actuación policial acabó con un estudiante agredido y detenido, acusado a su vez de ser el agresor pese a la existencia de numerosos testigos en sentido contrario. Esto sucedió el 15 de febrero, un día antes de la convocatoria de huelga general que el Sindicat d’Estudiants preparaba en el País Valenciano.
represion_policial_valenciaEl 16 de febrero se vio claramente el potencial de la movilización educativa contra los recortes convocada por el Sindicat d’Estudiants: 20.000 jóvenes salimos a las calles de Valencia, y muchos miles más en manifestaciones en prácticamente todas las localidades del País Valenciano. No se producían manifestaciones estudiantiles tan masivas desde las luchas de 1986-1987.
A partir del mismo 16 a mediodía, el viernes 17 y el lunes 20, la represión policial creció en brutalidad. Cuanta más decisión de lucha había entre los estudiantes, ocupando pacíficamente la calle, más rabiosos estaban los policías y sus mandos.
Pero a partir del lunes 20 algo empezó a cambiar. La ciudadanía, los trabajadores que pasaban por el centro de Valencia, de forma cada vez más audaz, recriminaban a los antidisturbios su actitud. Incidentes de este tipo ocurrían desde el principio, pero a partir del lunes se volvieron habituales. Posiblemente, la impresionante manifestación contra la reforma laboral en Valencia, el domingo 19 de febrero (que era parte de una jornada estatal), con la asistencia de unas 100.000 personas, contribuyera a este cambio.

La movilización sirve

La policía estaba cada vez más aislada. Las declaraciones de sus mandos, poniendo en duda que los heridos hubiesen sido víctimas de la policía, y no de caídas o autolesiones, no hicieron más que calentar el ambiente. El miércoles 22, convocados por todas las organizaciones de izquierda, 15.000 personas repudiamos la represión policial y exigimos la dimisión de la delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León, así como de Antonio Moreno Piquer, jefe superior de la Policía Nacional en el País Valenciano, que nos acusó de ser “el enemigo”. Este señor ya había destacado por su brutal saña represiva contra la protesta vecinal en el barrio de El Cabanyal, y más recientemente, contra las manifestaciones del 15-M; entre 1975 y 1977 perteneció a la Brigada Político Social, un cuerpo policial especializado en la represión política durante la dictadura franquista y hoy en día simpatiza públicamente con miembros del grupo ultraderechista España 2000. Los acontecimientos de Valencia revelan qué importancia y urgencia tiene la exigencia de depuración de todos los elementos fascistas del apartado del Estado, algo que deberían reivindicar todas las organizaciones de la izquierda.
La férrea decisión de lucha, la extensión de la misma a trabajadores otros sectores sociales, son la razón del cambio de táctica del PP, y ninguna otra razón. A partir del martes la represión policial fue mucho menos abierta y más esporádica (aunque algunos manifestantes del martes fueron apaleados al finalizar la movilización, y dos días después fue detenido un profesor en Sueca por interceder por los estudiantes).
Otra idea que tenemos que resaltar es que la represión en Valencia está totalmente ligada a la campaña de criminalización contra la juventud que hemos tenido que soportar durante los últimos años. Hasta se han acuñado términos como generación ni-ni, jóvenes que supuestamente no queremos estudiar ni trabajar.  Nada más lejos de la realidad, la juventud ha padecido, antes incluso del estallido de la crisis, las mayores tasas de paro, temporalidad y precariedad laboral, mientras que la educación pública se degradaba, la Universidad cerraba sus puertas para los hijos de las familias trabajadoras con los Planes de Bolonia y el aumento salvaje de las tasas universitarias. Esto es todo lo que el sistema capitalista, incluso en un periodo de boom, nos ha ofrecido.
El 23 de febrero desde el Sindicat d’Estudiants convocamos una concentración frente a la Conselleria d´Educació en la que decenas de estudiantes tomamos la palabra en una asamblea de 2.000 estudiantes y explicamos de forma concreta la situación lamentable a la que los recortes en educación nos abocan en cada instituto. Volvimos a exigir la dimisión de Sánchez de León y la retirada de todos los cargos a los manifestantes denunciados.
El sábado 25 de febrero tuvo lugar, al calor de una nueva convocatoria por parte de los sindicatos, una manifestación histórica en Valencia, en la que 350.000 personas inundaron Valencia (y decenas de miles más Castellón y Alicante) contra los recortes en la educación y los servicios públicos. La manifestación de Valencia ha sido la más grande desde la guerra de Iraq.
El ambiente estaba caldeado, la organización de estudiantes y profesores en los institutos crecía y todo hacía prever una gran movilización en la huelga general de estudiantes del 29 de febrero, que desde el SE extendimos al conjunto del Estado, como planteábamos al principio de este artículo. Ese día, a las diez y media de la mañana, una hora y media antes de la manifestación, cientos de estudiantes llegaban al punto de encuentro frente a la facultad de historia de Valencia. Dos horas después, 60.000 estudiantes recorríamos el centro de Valencia en un ambiente de tremenda fuerza y combatividad pidiendo la dimisión de la delegada de gobierno y del jefe de policía de Valencia, así como la retirada de todos los ataques a la educación pública.

La lucha sigue:
¡organízate con nosotros!

manifestacion_contra_revortes_valenciaPero nosotros, los jóvenes y los trabajadores que hemos seguido con atención todo lo que ha sucedido en Valencia, también podemos sacar valiosas conclusiones de esta experiencia. En primer lugar se ha demostrado en la práctica la tremenda fuerza que la juventud organizada y movilizada tiene frente a los ataques que los capitalistas a través de los distintos gobiernos tratan de imponernos. La lucha sirve y es el único camino para defender nuestro futuro, nuestros derechos y conquistas sociales que ahora el Partido Popular pretende arrebatarnos.
En segundo lugar, si los estudiantes somos capaces de poner el gobierno del Partido Popular en Valencia en una situación bastante delicada, ¿qué no se podría conseguir con un plan de movilizaciones contundentes de todos los sectores, públicos y privados, del País Valenciano, contra la política de recortes y de ataques a nuestros derechos por parte de la derecha? Hay que resaltar que, a pesar de la gran fuerza que hemos expresado los estudiantes y trabajadores valencianos, no hemos agotado, ni mucho menos, todo nuestro potencial de lucha. Ni siquiera ha habido una huelga general de la educación pública, por no hablar de una huelga general de todo el sector público o de una huelga general en toda la comunidad. Esos pasos están, obviamente, en manos de los dirigentes sindicales.
En todo caso, ahora, el punto fundamental es la unificación de la lucha en todo el Estado y de todos los sectores con la huelga general del 29 de marzo. Desde el Sindicato de Estudiantes hemos insistido por activa y por pasiva a los dirigentes sindicales de CCOO y UGT en la necesidad y la urgencia de la convocatoria de una huelga general en la que estudiantes, jóvenes y trabajadores podamos sumar nuestras fuerzas y demostrar en las calles quién tiene realmente la fuerza en la sociedad, quién genera toda la riqueza, quién es verdaderamente imprescindible para que todo funcione. Esta huelga debería ser el primer paso de ese plan de lucha continuado y ascendente, con asambleas en los centros de trabajo y de estudio en las que preparar la movilización y organizar al mayor número de trabajadores y jóvenes en comités de lucha. La huelga general del 29 de marzo, anunciada por CCOO y UGT, es en ese sentido una oportunidad extraordinaria. Desde el Sindicato de Estudiantes nos sumamos a esta convocatoria que ya estamos preparando en cientos de centros de estudio y universidades repartiendo propaganda y realizando asambleas, sin embargo pensamos que es necesario darle continuidad y que no se convierta en una huelga para “soltar vapor” y volver a sentarse a negociar con la patronal y el gobierno del Partido Popular.
La derecha no tiene nada que ofrecernos. Sólo la fuerza de la izquierda movilizada, los millones de familias trabajadoras y los jóvenes organizados contra los planes que los capitalistas tienen para que seamos nosotros quienes paguemos los platos rotos de sus crisis, puede cambiar las tornas. Hace falta, organización, organización y organización, esa es nuestra mejor arma para echar atrás todos los ataques. La lucha masiva en las calles, la organización en los centros de estudio y de trabajo, son los métodos gracias a los cuales la clase trabajadora alcanzó las conquistas sociales y derechos que ahora los capitalistas quieren laminar y los únicos con los que podemos evitarlo.

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