Desde que Nissan comunicara oficialmente el cierre de las plantas, los trabajadores y trabajadoras de Nissan, subcontratas y proveedores han salido a las calles para defender los 25.000 puestos de trabajo. En todas ellas con un apoyo entusiasta de la población.
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Pero las direcciones de la Nissan y las auxiliares no se han movido ni un centímetro. Siguen adelante con sus planes, y lo hacen intentando introducir el veneno de la división entre la principal, las subcontratas y los proveedores, tratando de imponer el discurso del sálvese quien pueda. Con la excusa de las indemnizaciones, buscan que nos olvidemos de lo fundamental, que es impedir el cierre de una gran industria que representa casi el 3% del PIB de Catalunya, y que ha recibido cientos de millones de euros de dinero público durante años.
Sabemos a donde nos conduce esta situación, no solo a las 25.000 familias directamente afectadas sino al conjunto de la sociedad. En primer lugar el cierre de Nissan supone ya una amenaza sobre el resto de industrias de la automoción, ya que servirá de ejemplo a la patronal para exigir más recortes y ajustes. Por otro lado, la desindustrialización, como ya ha ocurrido en muchas ocasiones, conlleva desempleo, pobreza, más precariedad, salarios de miseria, y que muchos de nuestros hijos e hijas se vean obligados a emigrar en busca de un futuro mejor. ¡Nos jugamos mucho!
La única manera de mantener los puestos de trabajo, ¡nacionalización ya sin indemnización!
Los directivos de Nissan saben de sobra que las plantas son viables, ya que han hecho una gran fortuna con las mismas, pero les importa poco: quieren incrementar aún más sus beneficios. Las súplicas y pucheros para que se lo piensen mejor se han demostrado inútiles. Incluso si llegara otro inversor, sería para unos pocos e imponiéndose nuevos recortes salariales y laborales para aquellos que permanezcan. Por eso mismo la nacionalización sin indemnización es la única solución justa, y la única manera de unificar los intereses de todas las plantillas en la lucha por un bien común: el mantenimiento de los 25.000 puestos de trabajo actuales, y de decenas de miles más en el futuro.
Desde los propios sindicatos mayoritarios (CCOO y UGT) y desde los Gobiernos, ya sea la Generalitat o el Gobierno central, se insiste en señalar la importancia para el país de mantener la industria, ¿pero qué se está haciendo en concreto al respecto? ¿No se planteaba durante la pandemia la necesidad de una industria propia de cara a poder abastecernos? ¿No se insiste en la necesidad del empleo industrial como remedio frente a la precariedad laboral extrema y salarios de miseria del modelo turístico? Si todo esto es así, ¿por qué no se actúa coherentemente y se nacionaliza Nissan y las subcontratas de cara a garantizar el mantenimiento de las plantas, de los equipos y la tecnología, y de todos los puestos de trabajo? Ya basta de fotos y de tuits, ¡hay que actuar! La nacionalización es completamente viable, y quien diga lo contrario miente.
Se puede vencer, pero solo con un plan serio y contundente de lucha
El apoyo de la sociedad a los trabajadores es enorme, especialmente en medio de una situación de despidos, ERTE y futuros ERE. Sin embargo, hasta la fecha no se ha convocado una gran manifestación en Barcelona unitaria de las y los trabajadores de la principal, las subcontratas y proveedores, llamando seriamente a la solidaridad del conjunto de la población. ¿Por qué no se ha organizado desde el Comité de Nissan una gran manifestación en estas líneas? ¿No tendrían un impacto brutal que cientos de trabajadores de Nissan y las subcontratas se desplegaran por los barrios y localidades de Barcelona repartiendo cientos de miles de hojas y pegando centenares de carteles? ¿No es así como se lograron las grandes victorias de los años 70 en SEAT, Roca o en la propia Motor Ibérica? Con una movilización así se garantizaría una manifestación multitudinaria en Barcelona, elevando el ánimo de todos los trabajadores afectados y dándoles confianza en que esta lucha se puede ganar.
Otro paso decisivo es ocupar las plantas, e impedir su desmantelamiento. Si el Comité de Nissan y los de las subcontratas coordinaran las ocupación de las distintas plantas e instalaciones, el conflicto de Nissan pasaría a la portada de todos los periódicos nacionales y europeos. El apoyo de millones de trabajadores en Catalunya, el Estado español y Europa sería masivo. Se vería una alternativa clara frente al chantaje y amenazas de la patronal, frente a los ERTE, ERE y cierres. La solidaridad que despertaría nuestro ejemplo traspasaría todas las fronteras. Todo esto facilitaría aún más la organización de una huelga general en la provincia de Barcelona y en la industria de la automoción en el conjunto del Estado contra el cierre de Nissan. Con esta fuerza, enseñando los dientes, sí nos tomarán en serio tanto la multinacional como las administraciones.
Se puede ganar, pero es fundamental un plan de lucha contundente y un objetivo claro. Las acciones atomizadas, convocadas con un día o dos de antelación, con escasa preparación, solo muestran debilidad y minan la confianza de las y los trabajadores. La desmoralización y el desánimo pueden generalizarse si no se da un giro de 180 grados. El camino para vencer no es fácil, pero es el único para evitar una derrota que privará de trabajo a las presentes y futuras generaciones.
Hay que recuperar el sindicalismo de lucha y combate que permitió lograr las grandes victorias de la clase trabajadora que ahora nos quieren arrebatar. Es el momento de recordar cómo hacían nuestros padres y nuestros abuelos, y llevar la lucha hasta sus últimas consecuencias.
¡Tenemos la fuerza para vencer!
¡Necesitamos un plan que organice esta fuerza!