Los choques de la lucha de clases son cada vez más intensos en Euskal Herria. En medio de esta guerra de ERES y ataques, la clase trabajadora está sacando experiencias realmente útiles y los pasos para unir fuerzas ante los ataques de la patronal se imponen como una necesidad: iniciativas como la manifestación de Gasteiz el 31 de enero con el apoyo de 50 comités de empresa se abren paso, unificando las fuerzas de nuestra clase.

El pasado 28 de mayo las calles de Bilbao se llenaban con más de 2000 trabajadores, impulsados por los comités de empresa de plantillas en lucha como ITP, Petronor, Tubacex, H&M…¡No sobra nadie! Gritaban tras el nombre de cada empresa, mientras unas plantillas aplaudían a otras al confluir en la movilización. Días después un paro de cuatro horas ponía en pie de guerra toda la comarca de Ayala en defensa de su futuro y el mismo fin de semana hubo manifestaciones unitarias del sector público en la CAPV.

El ambiente y la sensación de fuerza que se ha respirado cuando se han unido las plantillas en lucha han sido equivalentes a la histeria y el chantaje de la patronal. “Consecuencias irreversibles” para las plantas de Tubacex “por la huelga indefinida” era alguna de las expresiones que utilizaban en su desesperación. Si algo ha sido importante para que los trabajadores de Tubacex hayan superado los cien de huelga ha sido haber extendido la lucha y lograr un apoyo masivo. En ellos, se ven reflejados miles de trabajadores de Euskal Herria y del Estado.

La lucha empresa a empresa que han venido practicando las direcciones sindicales no es suficiente para defendernos de la ofensiva que se cierne sobre nosotros. ELA y LAB tienen que romper con esto y reaccionar. La presión de los trabajadores por abajo se está abriendo camino. Es necesario avanzar en esa dirección, uniendo las fuerzas de todas estas plantillas en lucha y muchas otras que también están bajo ataque, con la de los pensionistas, la juventud, los trabajadores públicos, el movimiento feminista, etc. Necesitamos una huelga general y un plan de lucha unificado, un calendario contundente de más movilizaciones y huelgas que le dé continuidad. Ese es el mayor arma que tiene nuestra clase para defenderse y vencer todos los ataques que la dictadura de los capitalistas pretende imponernos.

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La lucha empresa a empresa que han venido practicando las direcciones sindicales no es suficiente para defendernos de la ofensiva que se cierne sobre nosotros. ELA y LAB tienen que romper con esto y reaccionar.

PNV a la cabeza de la ofensiva patronal

Esta ofensiva contra la clase trabajadora sería imposible sin la colaboración del Gobierno del PSOE-UP, que ha regalado cientos de miles de millones de euros a grandes empresarios y banqueros en ayudas fiscales, ERTE, etc., mientras nos hablaban del “escudo social” y de que la única manera de defender nuestro empleo es dando beneficios económicos cada vez mayores a esos empresarios tremendamente ricos. ¿Así todos contentos? Mientras las familias trabajadoras son abandonadas y desmovilizadas, el IBEX pide más: despidos más baratos, reformas laborales y de pensiones más duras, más recortes y privatizaciones, subir brutalmente la factura de la luz.

El PNV ha sido quien se ha encargado por la derecha de recordar al Gobierno de PSOE-UP que tiene que cumplir con los intereses de la patronal. Lo que más le ha interesado desde que dejó de apoyar al PP y se puso al lado de Pedro Sánchez ha sido frenar la movilización, conseguir la vuelta al autonomismo en Catalunya, garantizar la estabilidad del régimen del 78 y el "contrato social" sin coste para los empresarios. A la vez, de la mano del PSOE en los Gobiernos vasco y navarro, se sitúa en el primer puesto de las políticas capitalistas: quitando impuestos a los empresarios, regalándoles dinero público, recortando y privatizando los servicios públicos y desplegando la represión policial contra las luchas obreras.

En Sabin Etxea son muy conscientes del peligro que suponen para su poder las luchas obreras. No por casualidad, en la manifestación del 28 de mayo en Bilbao de varios comités de empresa, muchos trabajadores llevaban sus carteles contra el PNV.

Por esa razón, la prioridad de los jeltzales es desactivar la calle doblegando y domesticando a la izquierda: entran a negociar con Elkarrekin Podemos la ley anti-pandemia y a EH Bildu le sacuden en la cara el papel ensuciado del nuevo Estatuto y la Ponencia de Autogobierno, a ver si se traga el anzuelo. Eso sí, diciendo que "el nuevo estatuto no está en el congelador, pero no es una carrera". En este gran auge de la lucha obrera, si logran tener controlado a EH Bildu y de paso conseguir más transferencias de competencias para continuar con las privatizaciones, la derecha vasca conseguiría una gran carambola para sus intereses.

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En la manifestación del 28 de mayo en Bilbao de varios comités de empresa, muchos trabajadores llevaban sus carteles contra el PNV

La encrucijada de la reforma o la revolución

El fracaso de la llamada “nueva izquierda” a nivel internacional y en el Estado, encierra grandes lecciones. Los caminos intermedios no son ninguna alternativa “realista”: la política o se hace para los capitalistas o para los trabajadores. O luchas contra el problema o te conviertes en parte de él.

El avance de la derecha franquista en las elecciones de Madrid ha sido el precio a pagar por todas las renuncias de la izquierda y su papel desmovilizador, tanto en Madrid como en el Gobierno central. La experiencia nos demuestra que no se puede acabar con el régimen del 78, conquistar el derecho a decidir, defender los derechos de la clase trabajadora alcanzando acuerdos en las instituciones burguesas, y mucho menos de la mano de la derecha vasca.

La única vía realista es basarse en la lucha de los trabajadores, que está demostrando su enorme fortaleza, y dar pasos para extender la movilización. Si EH Bildu lo hace, claro, ganará muchos enemigos entre la patronal y la derecha. Bienvenidas sean esas enemistades. Lo más peligroso suelen ser los elogios y los llamamientos a colaborar de estos sectores.

Pero la Izquierda Abertzale se tropieza una y otra vez en este cruce de caminos. Tras el II Congreso de EH Bildu en mayo, Arnaldo Otegi decía que la izquierda independentista siempre ha ofrecido al PNV un acuerdo de mínimos. Por otra parte, está el error de haber apoyado los presupuestos del Gobierno del PSOE-UP argumentando la amenaza de la derecha españolista.

Desde la izquierda parlamentaria y las direcciones sindicales se rechaza la defensa del socialismo y se reivindica el reparto justo de la riqueza como "alternativa creíble". La idea parece simple, pero aún más simple es demostrar las limitaciones que esto tiene en la práctica. El objetivo de subir los impuestos a los ricos no altera las relaciones de poder de la sociedad actual.

Si la propiedad de empresas y bancos está en manos privadas, las políticas del Estado junto con la justicia y la policía también estarán bajo su control, y utilizarán ese poder si ven la amenaza de que se hagan políticas contrarias a sus intereses, con el boicot, la fuga de capitales, las sanciones económicas internacionales, los golpes de Estado, etc.

 ¿Cómo combatir eso? Expropiando y nacionalizando bajo control obrero las grandes empresas y bancos y anulando todas las leyes e instituciones del Estado que persiguen a los trabajadores, para sustituirlas por órganos obreros democráticos. Esa es la única alternativa real: luchar por la transformación socialista de la sociedad.

Esta lucha no es algo lejano, sino que empieza aquí y ahora. Debemos unir fuerzas y luchar en las calles, pero también necesitamos una alternativa a los despidos y a los ataques que se nos vienen encima. Sabemos que ninguna negociación ni sentencia judicial anulará que el lucro privado sea quien dicte los destinos de la plantilla de Tubacex, PCB-ITP y de tantas otras empresas en lucha.

No podemos permitir que después de haber recibido ayudas públicas millonarias, y obtenido beneficios ingentes, nos condenen al paro y la miseria. Todas las empresas en esta tesitura deben ser nacionalizadas bajo control de los trabajadores y puestas a funcionar para cubrir las necesidades sociales, que son muchísimas. ¡Esa es la alternativa política que necesitamos, la que tendría que defender la Izquierda Abertzale y los sindicatos de clase! ¡Es la alternativa que defendemos desde Ezker Iraultzailea!

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