¡Claro que sí se puede!

El Gobierno de Ayuso ha anunciado tres concesiones al movimiento educativo que lleva meses en pie de guerra: la retirada del proyecto de un centro de “élite europeo” para hijos de funcionarios en el IES público Ramiro de Maeztu; el reconocimiento de la Asamblea Menos Lectivas como un interlocutor de las demandas de del profesorado; y la derogación de la resolución 254.

Este último caso se trata de una victoria de especial relevancia. La medida que ahora tiene que revertir el Gobierno era un engranaje más dentro del modelo educativo público de carácter asistencial y segregador que la CAM lleva años haciendo esfuerzos por imponer a golpe de decretazos y recortes. En concreto se trataba de una disposición jurídica que implicaba el incremento de alumnas y alumnos por aulas dedicadas a la atención a estudiantes con espectro autista, y en la práctica saturando e imposibilitando a las y los tutores de la atención específica y de calidad que necesita este alumnado, y del resto con necesidades especiales al que también atiende.

En definitiva era la puerta para empujar a las familias que dependen de este recurso para que sus hijas e hijos puedan tener un desarrollo digno e integral durante la etapa escolar a inscribirse a la educación privada concertada. Por supuesto para el PP no hay ningún escrúpulo cuando se trata de favorecer a la patronal aunque sea el coste de los sectores más vulnerables, pero en esta ocasión se han visto obligados a tener que retroceder  porque se ha encontrado de frente a la oposición de la comunidad educativa en lucha.

No es ninguna casualidad que estos tres anuncios se hagan por parte de Emilio Viciana, el consejero de Educación, en días consecutivos, y aunque lo hayan presentado de forma aislada responde a una única razón. Este Gobierno que se pretende el adalid de la reacción clasista y neoliberal contra los servicios públicos, que aspira a gobernar con mano dura, pasando con el rodillo parlamentario todas sus medidas antisociales, mostrando un gran desprecio por las familias humildes y una enorme arrogancia contra quienes no nos resignamos y salimos a luchar, se está empezando a encontrar con una oposición cada vez más fuerte en las calles, de la comunidad educativa.

Esta es una victoria de las madres y padres que han formado una plataforma de reivindicación incansable contra esta medida pero que también ha encontrado su punto de apoyo principal en la nueva marea verde impulsada por Menos Lectivas y el sindicalismo combativo que ha estallado masivamente empujada por las asambleas de base centro a centro.

Las cinco huelgas desarrolladas desde febrero hasta mayo que han ido incrementado la participación y la agitación diaria en los centros de estudios con asambleas democráticas, una perspectiva combativa frente a los planes de Ayuso y los métodos de acción directa, se han convertido en un ejemplo de cómo se combate a la derecha y cómo se rompe con la paz social que sólo suponen retrocesos para las y los trabajadores.

Y este es un mensaje para el PP y la Consejería de Educación que están tomando nota de cómo la conflictividad en las aulas y la confianza en la lucha cómo el único camino, crece. Pero también para el sindicalismo de paz social de los sindicatos de la mesa sectorial que durante años nos ha dicho que no se podía hacer otra cosa que tratar de gestionar de manera menos lesiva los ataques del PP porque la derecha en la CAM era muy fuerte.  Por supuesto esto no eran más que excusas de la burocracia para justificar su desconfianza en la capacidad de lucha del profesorado, y seguir cómodamente en los despachos de la administración en lugar de a pie de centro organizando la lucha. Por mucha mayoría absoluta que tenga Ayuso, como se ha demostrado con estas huelgas, la movilización contundente en la calle organizada de manera asamblearia es la única fuerza capaz de poder doblarle el brazo al PP.

Es necesario que nos reafirmemos en estas victorias parciales para dejar claro que este es el único camino y que tenemos fuerza para ganar por completo al PP. Volviendo con esta convicción podremos retomar el curso en septiembre para convertir este conflicto laboral en una rebelión social que implique a las miles de familias de los barrios obreros que padecen cotidianamente este maltrato del desmantelamiento de la educación pública. Siguiendo con estos métodos podremos vencer hasta conseguir todas nuestras reivindicaciones.

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