El motivo de esta carta es el acoso laboral que estamos sufriendo una parte de los trabajadores de la empresa Cosermo Española SL, ubicada en el Polígono de Somonte, Gijón, y cuya actividad se centra en mantenimiento y montajes industriales del sector de metalurgia y siderurgia.
Lejos de querer perjudicar a la empresa nos vemos obligados a denunciar públicamente una situación que podría parecer de ciencia ficción ante el cúmulo de despropósitos y vejaciones que se infringen a los trabajadores.
Nuestra historia comenzó en enero de 2009, cuando la empresa decidió dejar de pagar los kilómetros que realizan sus trabajadores con su vehículo particular. Éste fue el detonante, pero en realidad la empresa llevaba años sin pagarnos las medias dietas y aplicando tratos de favor a algunos de sus trabajadores. Durante un tiempo pasamos por alto ciertas irregularidades, pero esto nos decidió a crear un comité de empresa, a través del cual reclamar simplemente que se cumpliera el convenio.
A partir del momento en que una gran mayoría de trabajadores nos apuntamos a la lista de candidatos a las elecciones por CCOO, se desató una auténtica caza de brujas. La dirección empezó a tomar nota de los integrantes de dicha lista, y comenzaron las presiones y las represalias. Muchos de nosotros fuimos llamados y se nos intentó "comprar" a cambio de mejoras económicas, mientras que con otros se utilizó la coacción. Empezaron los primeros despidos -reconocidos como improcedentes- a miembros de la lista negra, iniciando así una campaña del miedo.
Para intentar reducir el número de representantes sindicales la empresa recurrió a traspasar empleados a INPROCLI, una empresa pantalla que pertenece a Cosermo. Ante el hecho de que la mayoría de trabajadores seguían apostando por CCOO la empresa planificó una jugarreta de última hora apoyando una candidatura por UGT, personificada en trabajadores "untados" con privilegios, casualmente los cargos de mayor responsabilidad y los que trabajaban en las oficinas, cerca del jefe. Las elecciones dieron dos delegados a CCOO y uno a UGT, este último, un jefe de personal que siempre ha apoyado la versión de la empresa.
Desde el primer momento hemos buscado el diálogo, pues nuestra posición no es querer atentar contra nuestro medio de trabajo, pero el comité de empresa en realidad no ejerce como tal, pues la empresa no responde a nuestras peticiones. Desde que se planteó el conflicto las artimañas para dividir y presionar a los trabajadores para que se pasasen al bando de la empresa han sido variadas. Por ejemplo, asustarnos con el anuncio de un expediente de regulación de empleo, que al final resultó ser mentira; impedir a los trabajadores de CCOO hacer horas extras aduciendo problemas económicos, al tiempo que subcontratan a otros trabajadores pagándoles un importe mucho mayor; obligar a realizar obras en lugares remotos, e incluso sancionar a trabajadores ejemplares por bajo rendimiento.
Sabemos que no es verdad el argumento de la crisis para realizar los despidos, y desde luego que los tiempos difíciles que atraviesa Cosermo no parecen repercutir en el parque móvil del jefe (dos Porsche y una Harley Davidson) y sus más allegados en la empresa.
El último aldabonazo nos ha llevado a presentar otra de las muchas denuncias ante Inspección de Trabajo de Gijón. La cuestión es la siguiente: la empresa anuncia que nos va a enviar a una obra en Argelia, al parecer en un perímetro vigilado por el ejército, del cual no es posible salir y alojándonos en barracones compartidos. Hasta la fecha la empresa se niega a darnos información suficiente de las condiciones en las que se desarrollará el trabajo, en un país que presenta una situación política de gran inestabilidad. Lo que sí sabemos es que los que pertenecemos a la lista negra cobraremos mil euros al mes, no tendremos opción de hacer horas extras y tendremos que permanecer en el país durante tres meses, sin poder viajar a España durante este período. Para rematar, la empresa exige que nosotros nos hagamos cargo del coste de las vacunas necesarias para viajar y la tramitación del pasaporte, que rondará los cien euros. Las condiciones para los demás trabajadores, los que están apoyando la candidatura de UGT, serán diferentes. En palabras textuales de un compañero de trabajo, "van a ir arreglados de dinero".
Ante esta situación muchos trabajadores abandonan el barco de la reivindicación, agobiados por el peso de una hipoteca y la necesidad de mantener a una familia. No es posible juzgarlos, pues bien sabemos lo que estamos soportando desde que comenzó el conflicto, y no todo el mundo tiene la misma fortaleza o las mismas condiciones económicas. No tenemos nada que reprocharles, sólo exigimos justicia para los 17 que actualmente estamos luchando.
En el congreso de Jóvenes Sindicalistas de CCOO pudimos exponer nuestro caso. Maximino García, secretario general de la Federación de Industria, se mostró decidido a darnos su apoyo. Pero el tiempo avanza muy rápido y va en nuestra contra. Cada vez somos menos los que resistimos y necesitamos con urgencia un órgano mediador que aporte soluciones, que se moje por nosotros y por el cumplimiento de la ley. Por eso pedimos a CCOO que nos ayude en firme, que nos oriente para salir de una situación insostenible. No tenemos tiempo para palabras, necesitamos acciones, y las necesitamos ya.

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