La impresionante lucha de los trabajadores de las instalaciones deportivas de Galiza, la gran mayoría de propiedad pública pero de gestión privada, es un ejemplo a seguir y a difundir porque dieron importantes lecciones sobre cómo luchar por la dignidad y por unas mejores condiciones de vida, en una huelga indefinida que duró 36 días.
La impresionante lucha de los trabajadores de las instalaciones deportivas de Galiza, la gran mayoría de propiedad pública pero de gestión privada, es un ejemplo a seguir y a difundir porque dieron importantes lecciones sobre cómo luchar por la dignidad y por unas mejores condiciones de vida, en una huelga indefinida que duró 36 días.
La huelga se produjo durante la negociación del primer convenio gallego del sector, que arrancó en noviembre de 2007 y que dio lugar a diferentes movilizaciones desde entonces. La reivindicación central era muy clara: ser mileuristas en 2012.
En enero, la patronal pidió la desconvocatoria de un paro como gesto de buena voluntad. Se aceptó, y el resultado fue... que en la siguiente reunión de negociación empeoró su propuesta.
Convocada huelga indefinida a partir del 1 de febrero, unos días antes los tres sindicatos presentes en la negociación (CIG, CCOO y UGT) firmaron un preacuerdo, que incluía la desconvocatoria de la huelga indefinida para seguir negociando... y la gente dijo ¡basta!
Efectivamente, las asambleas celebradas el 30 de enero rechazaron por amplísima mayoría el preacuerdo, dando lugar a un durísimo pulso que se prolongó cinco semanas.
Por supuesto, la reacción inmediata de la patronal fue anunciar que no negociaría bajo presión y exigir la vuelta al trabajo. Los sindicatos lo intentaron, pero una nueva asamblea celebrada el 12 de febrero lo rechazó tajantemente. La respuesta de la patronal fue anunciar que dejaba de considerar a los sindicatos como interlocutores válidos, en vista de que los trabajadores no les hacían caso.
Al final, la presión de la huelga le obligó a volver a las negociaciones el 26 de enero (aunque manteniendo la chulería y diciendo que no era para negociar, sino para "sentar las bases para retomar el diálogo") y a hacer concesiones.
El 6 de marzo, la asamblea decide suspender la huelga si la patronal pone su oferta por escrito, cosa que ocurre el día 8, en que se llega a un acuerdo.
El resultado es un convenio por tres años, con un 7% de aumento salarial este año y el que viene, y cerca de un 10% en 2012, año en que también se reducirá la jornada de 39 a 38 horas semanales. Además, se avanza en la regularización de los horarios de los trabajadores a tiempo parcial y se mantiene la garantía personal de retribuciones para aquellos trabajadores con un convenio superior, otro de los caballos de batalla de la huelga, sobre todo en A Coruña, donde desde 1980 hubo un convenio provincial, anulado judicialmente tras más de veinte años de existencia. No se alcanzó la cifra simbólica de los mil euros (en 2012 serán 971,28 para los monitores y 939,47 para el resto), pero en cualquier caso son conquistas muy importantes.

Una huelga ejemplar...

Una vez más, se demostró que el único lenguaje que entiende la patronal es el de la firmeza y la lucha obrera. El gesto de buena voluntad de enero no fue agradecido por la patronal, confirmando lo que siempre repetimos los marxistas: la debilidad invita a la agresión.
Pero el tiro le salió por la culata. Como decían los huelguistas: "Ya no aguantamos más tomaduras de pelo (...) la gente está harta. Si el preacuerdo se hubiese firmado antes, a lo mejor el resultado de la votación hubiese sido diferente" (La Voz de Galicia, 4/2/10).
Los 36 días de huelga vieron múltiples movilizaciones de los trabajadores: ocupación de entidades financieras que poseen acciones de las empresas, encierros en ayuntamientos, en las oficinas centrales de la patronal y en la consellería de Traballo; manifestaciones, una acampada callejera en Coruña...
Y aunque muchos de los trabajadores son jóvenes y es un sector sin tradición sindical, han usado los métodos tradicionales del movimiento obrero: para poder resistir y mantener la huelga vendieron bonos de ayuda, repartiendo el dinero entre los huelguistas más necesitados.

... y una penosa actuación sindical

Todo este despliegue de lucha y firmeza de los trabajadores contrastó vivamente con la actuación de los dirigentes sindicales, a quienes el chantaje patronal les llevó a ceder y firmar el preacuerdo de finales de enero (que en realidad no era un preacuerdo porque su aceptación no significaba la firma del convenio, sino seguir negociando a cambio de desconvocar la huelga). La CIG se justificó así: "de alguna forma, nos obligó la patronal, que exigía la suspensión de la huelga indefinida para seguir negociando" (La Voz de Galicia, 31/1/10). CCOO argumentó que la huelga impediría negociar.
La patronal no paró de cacarear esta exigencia durante toda la huelga. Y no es de extrañar, porque, lamentablemente, aunque no tenía efectos sobre los trabajadores, sí los tenía sobre los dirigentes sindicales, que volvieron a intentar la desconvocatoria. Actuando así, sólo se genera desconfianza, como demuestra el hecho de que en una de esas asambleas los trabajadores no dejaron entrar a los dirigentes sindicales hasta que tomaron entre ellos una decisión, que fue exigirles a los sindicatos el apoyo sin fisuras a la huelga indefinida.
Los dirigentes sindicales intentaron frenar a los trabajadores porque, al no confiar en la capacidad de lucha de los trabajadores, cedían temerosos ante las amenazas empresariales. No han estado a la altura de los trabajadores. Y el gran error de la patronal fue precisamente confundir la actitud de los dirigentes con la de los trabajadores.

La lucha sirve

Todo el esfuerzo y sacrificio de 36 días de huelga indefinida obtuvo su recompensa. Los trabajadores de instalaciones deportivas han demostrado que, si nos organizamos y estamos dispuestos a luchar, se puede vencer.
El empuje de estos trabajadores nace de años de precariedad y explotación salvaje, la misma realidad laboral de millones de trabajadores del Estado español, que antes o después también se hartarán y saldrán a luchar.

banneringles

banneringles

banner

banner

banner

banneringles

banneringles

bannersindicalistas

bannersindicalistas