Desde que se inició la privatización de Aeropuertos Españoles Navegación Aérea (AENA) el pasado 5 de febrero, con el RD-ley 1/2010, los incidentes aéreos han aumentado un 95% y los catalogados como tipo A, cuasi-colisión, se han dado hasta en siete ocasiones. El motivo de esta barbaridad ha sido permitir que los burócratas puedan tomar decisiones operativas del tráfico aéreo. Así, el 6 de febrero de 2010 en Barajas, tras continuos cambios de pista, se provocaron congestiones en el aire, retrasos y desvíos a otros aeropuertos; también el 9 de marzo en Girona, con hasta 15 centímetros de nieve en la pista, se permitió el aterrizaje de los aviones cuando la normativa de seguridad dice que hay que cerrarlo cuando se llega a los cinco centímetros. Estos incidentes, derivados del ataque a los controladores, son sólo el comienzo de los problemas que se van a dar en la seguridad. Cuando en junio se publicó otro decreto para privatizar el mantenimiento de la Navegación Aérea, el gobierno dio un paso adelante hacia la inseguridad aérea. El trabajo de mantenimiento es indispensable para el correcto funcionamiento de los radares o el sistema de comunicaciones, siendo este último imprescindible para las comunicaciones entre los controladores y los pilotos.
Según el Ministerio de Fomento, empresas como Saerco, Ferroser, ACS o Grupo FCC están perfectamente preparadas para hacerse cargo de las 13 torres de control puestas a la venta. No es de extrañar que estas grandes constructoras, que nos empujaron hacia la crisis ahora pretendan quedarse con un servicio público clave para la economía del país. Que se mercadee con el transporte aéreo y sean constructoras las que se sitúen en cabeza es, como poco, insultante y temerario. En este sentido no hace falta recordar el grave accidente ocurrido en Barajas en 2008.
Por último, desde el 1 de diciembre, se abrió la veda con los aeropuertos (zona tierra), y a falta de pocos días para la constitución de  "Aena Aeropuertos SA", prevista para el 28 de febrero, el proceso privatizador abierto en diversos frentes, va viento en popa. Esta última fase afectará directamente a los trabajos en la Central Eléctrica, que alimenta todas las instalaciones del aeropuerto (torres, centros de control, luces de pista, terminal...), a los  servicios de bomberos y a otros trabajos muy especializados.

Los dirigentes de la CSE tienen que rectificar su política sindical

Ante todo esto, la representación sindical de AENA, constituida en la Coordinadora Sindical Estatal (CSE) en la que participan CCOO, UGT y USO, no llevó a cabo el plan de lucha que anunció el 2 de diciembre para luchar contra la privatización. En lugar de esto se centró en dialogar con el gobierno para negociar la transcripción del actual V Convenio Colectivo a uno nuevo para el futuro grupo de empresas que se va a constituir. Finalmente, los dirigentes sindicales de AENA han firmado un acuerdo, que según ellos, garantiza un convenio único para todo el Grupo AENA y que en la práctica asume la privatización. Es lógico pensar que cuando esté privatizada  AENA, sus dueños emprenderán ataques y el gobierno mirará hacia otro lado. Lo que la CSE ha hecho en la práctica es encogerse ante el decreto de estado de alarma y aceptar la derrota antes de que empezara la lucha.
La Coordinadora confundió a los trabajadores diciendo una cosa en diciembre y haciendo otra distinta en las semanas posteriores, incitándonos contra la privatización y derrochando esfuerzos en prepararse legalmente para aceptar la misma. Esta actitud contradictoria ha sido justificada diciendo que "la situación es dramática", como si los trabajadores no tuviéramos ojos para ver lo que está ocurriendo a nuestro alrededor: banqueros brindando con Möet&Chandon sus aumentos salariales, los grandes empresarios repartiéndose nuestro patrimonio público, los políticos vestidos con trajes de 6.000 euros tergiversando la verdad, y los trabajadores recibiendo a cambio recortes, despidos y desahucios. Desde luego que esta situación es dramática, y más dramática que se volverá si no se rectifica la política sindical.
La política sindical de despacho durante años de expansión capitalista ha creado un mal hábito en nuestros dirigentes sindicales. A la vez, el gobierno intenta usar todos los medios para hacer copartícipes de todos los ataques a los dirigentes sindicales, tratando de restarles credibilidad ante las bases y de esta manera debilitar al movimiento obrero. Por eso es decisivo recuperar un sindicalismo combativo y democrático. Perder el tiempo en "encuentros digitales" con el presidente de AENA es entrar en su juego dilatorio y de desprecio, es perder un tiempo valioso y mucha autoridad ante las bases. Lo mismo ocurre con las reuniones mantenidas con las diversas fuerzas políticas con el objeto de "dar la cara" y elevar la discusión al parlamento.  
La CSE debe dejar de distraerse con los títeres de quienes nos roban y a la vez basarse en el buen ánimo y disposición a la lucha de los trabajadores, que se demostró en las manifestaciones del 20 de enero en Madrid y Barcelona. Los dirigentes sindicales de AENA tienen que dar la cara, desplazarse a los diversos aeropuertos para explicar en asamblea lo que han firmado, ¿quién ha decidido la firma de este acuerdo?, y escuchar a los trabajadores, para sentir su fuerza y comprender que no somos ovejas. Los afiliados a los sindicatos y los trabajadores que estamos soportando estos ataques tenemos que exigir la ruptura inmediata de este acuerdo lesivo para nuestros intereses, y el conjunto de los usuarios, y la organización de una lucha masiva, seria y coordinada a nivel estatal para frenar la privatización. Llamamos a la base de los sindicatos de clase a dar la batalla por recuperar un sindicalismo combativo y democrático.

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