El pasado viernes, 4 de noviembre, la Junta de Andalucía rechazó el ERE extintivo planteado por Visteon sobre la fábrica de El Puerto de Santa María (Cádiz), que dejaba sin empleo a más de 400 trabajadores, entre empleo directo e indirecto. Los rumores del cierre se llevaban escuchando desde meses antes de que finalmente se plantease, sin duda con la intención de ir minando la moral de los trabajadores y que su reacción fuese fácilmente contenida cuando finalmente se plantease el ERE.
Este ERE suponía la enésima agresión contra los trabajadores de la provincia de Cádiz, que ha alcanzado más de 180.000 parados, y contra la clase trabajadora del Estado español. En la memoria colectiva de los trabajadores de Cádiz aún resuena el eco de las luchas de Delphi o incluso las de Astilleros, en los años 80. La destrucción del tejido industrial y la alta temporalidad basada en un empleo orientado fundamentalmente al sector servicios no pasan desapercibidas a nadie. Que haya sido desestimado el ERE por parte de la Junta de Andalucía no es fruto del azar. Los trabajadores de Visteon han demostrado que plantándonos ante las injusticias y luchando colectivamente por el empleo, externalizando el conflicto para buscar la solidaridad de los trabajadores y del pueblo, somos capaces de detener los brutales ataques de los empresarios en su búsqueda permanente por incrementar beneficios a costa de la clase trabajadora. La empresa mentía, como suelen hacer, en sus cuentas y previsiones con el objetivo de cerrar una fábrica productiva y rentable para ganar más trasladando el trabajo a otro sitio. La verdad se ha acabado imponiendo gracias a la presión y el esfuerzo de centenares de trabajadores que han participado en las movilizaciones convocadas por los trabajadores de Visteon y la solidaridad del conjunto de los trabajadores de la provincia de Cádiz.
La reacción de los trabajadores, una vez la empresa le puso el ERE sobre la mesa al Comité de Empresa, no se hizo esperar. Los trabajadores comenzaron con las movilizaciones y acciones destinadas a detener lo que con buen criterio denominaron terrorismo empresarial. Una empresa que ha tenido beneficios y los sigue teniendo decide cerrar una fábrica y dejar en el paro a más de 400 familias con el único objetivo de trasladar su producción a otro país donde los costes laborales fuesen más baratos. Los trabajadores de Visteon rechazaron inmediatamente aceptar esta visión y pelearon por sus empleos. La empresa usó la táctica, que hemos visto en otros casos, de lanzar cantos de sirena en forma de búsqueda de un comprador para la empresa. Ésta estudiada estratagema está destinada sin duda a causar división y a quitar fuelle a los encendidos ánimos de la plantilla. A pesar de ello, los trabajadores continuaron sus movilizaciones, que han culminado en la desestimación del ERE.
Como señaló el propio comité de empresa de Visteon, la lucha por supuesto continúa. La empresa tratará de seguir abordando, en este caso también al margen de la ley, el cierre de la planta: la carga de trabajo, los materiales necesarios para la producción, entre otros, serán los caballos de batalla que use la empresa para continuar con sus intenciones. Si los empresarios de Visteon se niegan a mantener todos los puestos de trabajo en las mismas condiciones, los dirigentes sindicales tienen que exigir Visteon que la fabrica y el trabajo se queden en la planta de El Puerto, con todos los trabajadores con sus condiciones laborales actuales, y que la Junta de Andalucía debe nacionalizar la empresa bajo control obrero: Una fábrica que es rentable no puede simplemente cerrar. La unidad de los trabajadores y la externalización del conflicto, implicando al resto de la clase trabajadora, son el camino a seguir, como así han demostrado los trabajadores de Visteon.