El pasado mes de noviembre, la empresa anunció al comité de empresa la intención de reducir los salarios del personal de las tiendas un 15,7 %, es decir, una bajada real de entre 50 y 170 euros, dependiendo del tipo de contrato. Lo más habitual es cobrar entre 300 y 400 euros mensuales, con lo que la bajada supondría entre 50 y 60 euros.
Las condiciones laborales
Así como hacemos y repartimos un tipo de alimentación denominada comúnmente “comida basura”, nuestras condiciones de trabajo (y las de todo el sector) se pueden calificar del mismo modo: basura.
Cobramos menos de 4 euros la hora, siendo la empresa del sector que menos cobra por hora, el plus por reparto es de… ¡30 céntimos!, no se reconocen las categorías como se debiera, las revisiones de las motos brillan por su ausencia, niegan ayudas en los cierres y refuerzos de personal en ciertas horas punta, hacen contratos de “auxiliar” para que puedas hacer de todo por el mismo salario (cobrando menos en la práctica), etc. Y con estas condiciones, la empresa decide reducirnos el salario un 15,7%.
En un principio, hubo unanimidad dentro del comité de empresa (5 de UGT, 2 de CCOO y 2 de CIG) para luchar contra este ataque. En una reunión decidimos realizar asambleas unitarias en todas las ciudades afectadas (franquicias excluidas): A Coruña, Santiago y Ferrol-Narón. Acordamos llevar como comité una propuesta a las asambleas de no aceptar ningún tipo de reducción salarial.
En las tres asambleas realizadas el resultado fue idéntico: el personal trabajador de Pizza Móvil decidió, por clamorosa unanimidad, secundar la propuesta del comité, asumiendo que, seguramente, la empresa no cedería en un principio y habría que movilizarse para impedir la reducción salarial.
Ruptura de la unidad del comité
Ante la presión de la empresa, que calificó la propuesta de no reducción de poco seria (porque el comité de Pontevedra llevó una propuesta de 8% de bajada en locales y 4% en oficinas), la unidad se rompió. La mayoría de las compañeras del comité de empresa decidió incumplir y desobedecer el claro y unánime mandato de las asambleas y propuso a la empresa una reducción del 2% para personal de base y un 4% para oficinas y oficiales.
Desde CIG-Servizos nos opusimos a esta medida antidemocrática y exigimos su inmediata rectificación: estábamos, entre otras cosas, mandando una señal de debilidad muy peligrosa a la empresa, que conocía perfectamente la decisión unánime de la plantilla de no aceptar reducción alguna.
Ante esa oferta, la empresa decidió asumir, con matices, la propuesta del comité de Pontevedra y propuso un 8% de bajada en locales y un 4% en oficinas. La pérdida, en este caso es, en los contratos más habituales, de entre 20 y 40 euros, partiendo de los salarios de miseria que los capitalistas pretenden imponer a la clase obrera aprovechando la situación de crisis económica de su sistema.
La alternativa a la reducción:
luchar
Ante esta oferta, la mayoría del Comité (6 votos contra 3) decidió dar por buena la propuesta de la empresa y asumirla. También asumieron la posición, los argumentos y las mentiras de la empresa, haciendo suya la idea de que aceptar la bajada era la única solución “realista y posible”.
Se decidió volver a hacer asambleas, esta vez por locales y con votación secreta (como si tuviéramos algo que ocultar) para que el personal decidiera si aceptaba la oferta de la empresa asumida por la mayoría del comité o no. Desde CIG-Servizos decidimos repartir una hoja animando a votar NO y proponiendo un plan de lucha como alternativa a la sumisión ante la empresa.
Propusimos huelga el día 1 de enero (el de mayores ventas del año) para presionar y hacer valer nuestra fuerza, además de repartos entre la clientela y el resto de la clase obrera, concentraciones delante de las tiendas, unirnos a otras empresas en lucha como Paradores o Renfe, rueda de prensa, etc.
Aunque en A Coruña y en Ferrol la mayoría de la plantilla voto NO a la reducción y por tanto SÍ a la huelga (ya que desde CIG vinculamos votar NO con la aprobación de la huelga por ser la única forma, ya que sólo se podía votar SÍ o NO a la bajada salarial), en las asambleas de Santiago se votó SÍ a la reducción. Los resultados totales en la provincia fueron: 39 SÍ, 36 NO y 4 abstenciones.
En las asambleas de Santiago se dieron algunas situaciones “curiosas”, entre las que destacan constantes interrupciones y ataques personales al compañero de CIG que trataba de argumentar en contra de la reducción. Pero hubo más: fueron a votar hasta los responsables y coordinadores de área, es decir, altos mandos; vinieron personas de los locales de A Coruña traídas a propósito para que votaran, es decir, carreteo de votos (los métodos electorales del PP en el rural gallego); vinieron cinco personas del comité de Pontevedra a “explicar” su caso (era una forma de presionar a la gente de Santiago, para que vieran que la situación era grave).
Además, las compañeras del CE que asumieron la propuesta empresarial anunciaron una llamada de la empresa el día anterior informando de que había un comprador para un local de Santiago (curiosamente en el que trabaja el compañero de CIG), y de que si no aceptábamos la bajada, lo vendían a una franquicia. Surge una pregunta: si el local tiene pérdidas (eso dicen), y esa es una de las razones que supuestamente justifican la reducción ¿cómo hay alguien dispuesto a comprar un local no rentable? Misterios…
Por un sindicalismo responsable… con la clase trabajadora
Si alguna lección podemos extraer de esta situación es que necesitamos un sindicalismo de verdad, combativo, que respete las decisiones soberanas de las asambleas, que aproveche la predisposición a luchar de los trabajadores, que no asuma los argumentos y la posición de las empresas y luche contra ellos, que impulse las luchas y las lleve hasta el final superando los lógicos miedos de la gente, que entienda que luchando se consiguieron todos nuestros derechos sociales y laborales y que solo luchando se pueden mantener, en definitiva, necesitamos un sindicalismo que defienda de verdad los intereses de la clase trabajadora, irreconciliables con los de la clase empresarial y capitalista.