El pasado 1 de marzo, de forma completamente sorpresiva y sin que nada hiciese presagiarlo, la multinacional PESCANOVA se declaraba en pre-concurso de acreedores (paso previo a la declaración de quiebra). El fututo de miles de puestos de trabajo está ahora amenazado. Casi un mes después, los dirigentes sindicales no se han ni tan siquiera posicionado.
Pescanova es una multinacional pesquera –la segunda más importante del mundo-de origen gallego que abarca todo el proceso productivo, desde la pesca hasta su comercialización pasando por su elaboración. Esta última actividad, la de la industria procesadora, es clave en la comarca de Vigo, donde cuenta con siete centros de trabajo, entre frigoríficos, oficinas y fábricas. Según datos de la propia empresa, ésta cuenta con 1.100 trabajadores en Galicia y 10.500 en todo el mundo. Los empleos indirectos son incontables.
De ser ciertas las –confusas- informaciones publicadas, la decisión de Pescanova de declararse en pre-concurso de acreedores vendría motivada por la negativa de algunos bancos a aceptar el aplazamiento temporal del pago de 15 millones de euros de un crédito concedido que vencía a finales de enero. En este momento la empresa cuenta con un plazo de 3 meses para renegociar su deuda y evitar entrar definitivamente en concurso de acreedores.
Maniobras empresariales y oscurantismo
Desde el 1 de marzo, los acontecimientos han sido vertiginosos: las acciones de la compañía se han hundido y su cotización ha sido suspendida en bolsa en dos ocasiones (situación en la que continúa en la actualidad.)La deuda inicialmente reconocida, de 1.600 millones ha pasado a ser de 2.600. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha abierto una investigación contra la empresa por uso de información privilegiada y hay una guerra pública a navajazos entre los consejeros de la entidad.
Pescanova ha sido tradicionalmente una empresa muy rentable. En el tercer trimestre de 2011 declaró unos beneficios trimestrales después de impuestos de 25 millones de euros, un 2,2% más que en el mismo período del año anterior. Sus supuestas complicaciones actuales provendrían de las inversiones realizadas en acuicultura y del endeudamiento que esto provocó. En estos momentos, si es cierta la información publicada, Pescanova tiene más de 200 millones euros de deuda con 45 bancos, que vence este año. Su entrada en pre-concurso de acreedores respondería a su incapacidad de hacer frente a los pagos en la fecha señalada y a su intento de alargar el plazo de devolución.
En medio de la situación parece existir también una guerra entre distintos grupos empresariales (la Cervecera Damm, entre otras) por el control de la entidad.
Todo esto, en cualquier caso, es indiferente para los trabajadores (obreras de la industria procesadora, en su mayor parte), quienes no se beneficiaron de los astronómicos beneficios de la empresa en el pasado y que ahora ven peligrar su futuro.
Los sindicatos, desaparecidos
Casi un mes después de la entrada de Pescanova en esta situación, increíblemente, ninguno de los sindicatos presentes en Pescanova (CC.OO, UGT, CIG, CUT…) ha hecho el más mínimo comunicado público. ¿Cómo puede ser que la posible quiebra de uno de los motores económicos de Galicia no haya motivado ni tan siquiera la publicación de una nota por parte de estos sindicatos? Es un hecho inconcebible. Solo podemos deducir que su mutismo responde a que no saben qué decir o peor: a presiones políticas y económicas al más alto nivel.
Huérfanos de apoyo sindical, los trabajadores están siendo usados por parte de la empresa para sus propios fines. El pasado 19 de marzo trabajadoras de las factorías de Vigo leían un comunicado, evidentemente redactado por la empresa, en el que exigían “respeto y reconocimiento” para una empresa que “ha creado empleo y riqueza”. También, en una alusión velada a los empresarios enfrentados con el actual presidente de Pescanova, denunciaban “campañas interesadas”. Y no faltaron las palabras de apoyo a “nuestro presidente”. Este comunicado, instado por la empresa, es un ejemplo repugnante de la mentalidad del presidente del grupo, Fernández de Sousa, que practica la política empresarial franquista del paternalismo, que combina condiciones laborales algo mejores que la media del sector, con este tipo de utilización nauseabunda de las trabajadoras.
Hay que preparar ya la movilización.
La empresa ha prometido que su situación no va a tener efectos sobre el empleo. Y esto lo dice la misma empresa que ocultó un desfase de mil millones de euros de deuda o que mintió a la CNMV con respecto a una inexistente votación unánime en el Consejo de Administración. Su credibilidad es cero. Si la situación de la empresa no se resuelve, más tarde o más temprano los proveedores dejarán de vender materia prima a las factorías. Y aunque las negociaciones con los acreedores den resultado, la empresa aprovechará esta situación para atacar las condiciones laborales y el empleo. Es lo que está ocurriendo en todas partes. La patronal usa también la crisis como excusa para machacar a la clase trabajadora. De hecho, otras fábricas del sector en la comarca de Vigo están usando como ejemplo la situación de Pescanova para plantear un empeoramiento de las condiciones laborales.
Desgraciadamente, este no es el análisis que hacen los dirigentes sindicales. La posición de la dirección de CC.OO es dar crédito a las palabras de la empresa y plantear en las fábricas que están “a la espera de ser recibidos por la dirección de la empresa" y que resultaría contraproducente anticiparse a lo que pueda pasar. La absoluta tibieza sindical es un argumento más que empujará a la empresa a atacar.
Independencia de clase
A los trabajadores nos debe trae sin cuidado las luchas entre empresarios por el control de Pescanova. Es con nuestro trabajo con lo que se crea los beneficios y nos es indiferente si es uno u otro capitalista el que al final se apodera de ellos. Tampoco somos los responsables de las equivocadas inversiones que los capitalistas hagan. Tenemos nuestros propios intereses, que son contrarios a los de los empresarios. Lo que necesitamos son sindicatos dispuestos a defenderlos. Es urgente que los sindicatos convoquen ya asambleas en Pescanova para discutir la situación y para preparar la defensa frente a los ataques que van a venir. La mejor forma de prevenirlos y retrasarlos es empezar ya a movilizarse. En primer lugar los dirigentes sindicales deben preparar a los trabajadores para lo que se avecina. Los ataques no pueden pillarnos por sorpresa. Los sindicatos deben poner en marcha ya toda su maquinaria (delegados, liberados, afiliados…) y elaborar un plan de acción. Éste debe pasar, además de por la convocatoria urgente de asambleas en las fábricas, por una primera movilización, aunque sea limitada. Eso transmitiría un mensaje claro a la empresa: “no vamos a aceptar ningún ataque a nuestras condiciones de trabajo”. Enseñar los dientes ahora es la mejor forma de preparar a los trabajadores y de que la empresa se lo piense dos veces antes de atacar. Lo contrario, la pasividad y el silencio actual, invita a la agresión.
Si los empresarios van a quebrar la empresa, hay que luchar por su nacionalización
Pescanova, como todas las grandes multinacionales, ha recibido infinidad de ayudas y subvenciones desde todos los flancos: Xunta de Galicia, caixas, fondos europeos. En estos momentos, la patronal gallega, CEG, ha pedido a la Xunta que “ayude”. La Xunta del PP, por supuesto, ha mostrado su absoluta disposición. El conselleiro de Economía afirmó que “el compromiso de la Xunta no tiene ningún tipo de duda. Me refiero a todo tipo de ayuda que pueda precisar tanto en el terreno institucional como económico” (La Voz de Galicia, 15/3/2013). Así funciona el capitalismo. Con el dinero de los impuestos de los trabajadores se regalan millones a los empresarios. Cuando las cosas van bien ellos se embolsan los beneficios y cuando no lo van, no tienen problema en cerrar o despedir.
Los dirigentes sindicales han de dotarse de un programa claro al respecto. Si Pescanova fuese una empresa pública y controlada por los propios trabajadores, sus beneficios podrían destinarse a resolver los problemas sociales, se garantizarían buenas condiciones laborales y las ayudas públicas se destinarían a velar por la viabilidad de la empresa y no al reparto de beneficios millonarios entre los accionistas.
Si los dueños de Pescanova no pueden sobrevivir sin dinero público, ¿qué sentido tiene que sea una empresa privada? Si los capitalistas abocan a la empresa a la quiebra o la destrucción de puestos de trabajo, los dirigentes sindicales deben exigir su expropiación sin indemnización, para que sea gestionada con la participación de los trabajadores y garantizar el futuro de la empresa.