Las diez jornadas de huelga convocadas en Iberia tuvieron un seguimiento prácticamente total de la plantilla. En la ocupación de la Terminal T4 del aeropuerto de Barajas participaron miles de trabajadores y lo hicieron pese a la enorme represión policial. Cuando la lucha empezaba a despertar la solidaridad y la simpatía de millones de trabajadores y desempleados, y cuando esas mismas condiciones podían impulsar la lucha mucho más lejos, los dirigentes sindicales de los seis sindicatos que representan a más del 90% de la plantilla de Iberia (CCOO, UGT, USO, STICPLA, ASETMA y CTA Vuelo) firmaron, teniendo como testigo a la ministra de Fomento, la propuesta del mediador en este conflicto.
Este acuerdo, firmado el 13 de marzo, contempla la desaparición de 3.141 empleos, que se producirán hasta 2015, aunque la empresa ya ha anunciado que el 80% se ejecutará en este año. El colectivo más afectado por los despidos es el de tierra con 2.256 trabajadores seguido por el de tripulantes de cabina de pasajeros con 627 y por el de pilotos, con 258. La indemnización será de 35 días por año con un máximo de 30 meses para todo el personal y de 15 días por año con un tope de 18 meses para los pilotos. También se contemplan rebajas salariales del 14% para los pilotos y de un 7% para el personal de tierra, a estos se les reducirán los días de vacaciones y festivos y se les ampliará su “polivalencia”. A los pilotos se les reducirá los refuerzos en los viajes, habrá congelación salarial y su subida estará ligada a la productividad.
El comunicado conjunto de estos seis sindicatos al explicar las razones por las que se ha aceptado este acuerdo son los siguientes: los despidos no serán traumáticos ni se aplicará la reforma laboral aprobada por el PP, la empresa estaba en una posición de fuerza y ya había un ERE aprobado desde 2001 que contemplaba prejubilaciones y bajas incentivadas. Al menos no han soltado la letanía de que “la gente no se mueve”.
Esta lucha se pudo ganar
Sin embargo, después del éxito de la huelga y la masividad de las manifestaciones en el aeropuerto podemos preguntarnos si realmente no había condiciones para continuar con la lucha en defensa de todos los puestos de trabajo. Para cualquier sindicalista con una mínima experiencia es evidente que en absoluto estaba agotada. De entrada, ni siquiera se convocó una manifestación en Madrid que permitiese que la población en general y otros colectivos en lucha (sanidad, banca, transporte urbano…) se solidarizasen con los trabajadores de Iberia y aunaran fuerzas.
En el actual contexto de malestar contra la política de recortes y ataques del gobierno, la lucha en Iberia se podía haber convertido en un problema político para el gobierno del PP. De hecho, este debería haber sido uno de los objetivos de los dirigentes sindicales, no sólo de Iberia sino de sus respectivas federaciones en los sindicatos de clase. La convocatoria de una huelga indefinida con la ocupación de las terminales, acompañada de una campaña para contrarrestar la ofensiva de la empresa y el gobierno hubiera sido una señal clara de que esta lucha iba en serio y hasta el final, provocando un fuerte efecto de atracción para millones de trabajadores que se encuentran al borde del despido en todo el estado.
De nuevo la política de los dirigentes sindicales ha chocado con las necesidades de los trabajadores. Una política sindical que desde que comenzó la crisis ha consistido en ofrecer moderación salarial, aceptar la jubilación a los 67 años u ofrecer la conversión de los fijos en eventuales, y cuando los despidos se producen asumir que sea el Estado el que pague una parte mayor de las indemnizaciones. Los dirigentes sindicales están anclados en una actitud activamente desmovilizadora, mendigando al Gobierno y a la patronal un acuerdo para suavizar los ataques. Esta política general se ha aplicado conscientemente en el caso de Iberia. Pero esta situación no podrá durar indefinidamente, cada vez son más los trabajadores y afiliados que están sacando la conclusión de que es necesario dar un giro de 180 grados, romper definitivamente con la política de pactos y consensos y adoptar una orientación basada en la participación de de los trabajadores y en la lucha.