85.000 manifestantes por la mañana y 60 manifestaciones a por la tarde en otras tantas localidades en contra de los recortes sociales
La huelga general vasca ha mostrado una vez más el rechazo rotundo a las políticas de los Gobiernos de derechas del PP, UPN y PNV en Madrid, Pamplona y Vitoria. Miles de estudiantes, trabajadores, jubilados y parados inundaron las calles denunciando los recortes sociales y demostrando que la lucha es el único camino para hacer frente a la ofensiva de la burguesía que está barriendo literalmente todos y cada uno de los derechos conquistados por la clase trabajadora.
Con datos de las organizaciones convocantes, la huelga afectó al 59,88% de las 516 empresas industriales de más de 50 trabajadores de Araba, Bizkaia y Guipúzcoa. Destacaron las huelgas en empresas como CAF e Indar de Beasain o la cooperativa Orona de Hernani, mientras la planta de VW de Iruñea reducía su producción en un 33%. En Michelin y Mercedes-Benz en Vitoria-Gasteiz la convocatoria tuvo poco impacto. En servicios públicos, como la enseñanza, el seguimiento fue generalizado, con un 70% en los centros públicos y prácticamente la totalidad de Haurreskolas. En ayuntamientos y diputaciones, el seguimiento fue importante, destacando los de Gipuzkoa.
El paro, que se sintió fundamentalmente en la industria, en esta ocasión fue un 5% menor, según datos oficiales del Gobierno vasco, que en la huelga general del 26 de septiembre de 2012 y muy por debajo de la huelga general del 29 de marzo del mismo año en la que se sumaron UGT y CCOO.
Razones para la huelga general
Había muchas razones que justificaban la huelga general. Por los recortes en pensiones anunciados por el Gobierno central; contra la Ley Wert, donde con la excepción del Sindicato de Estudiantes, en la Comunidad Autónoma Vasca no se ha convocado ninguna movilización importante desde octubre; contra la Reforma laboral y en defensa de la negociación colectiva que amenaza con dejar sin convenio en Euskadi a 400.000 trabajadores y donde recientemente se ha llevado a cabo una huelga general del metal en Guipúzcoa con apoyo de todos los sindicatos con un seguimiento rotundo del 87%; contra los recortes sociales en sanidad, y educación aplicados por Barcina en Navarra y anunciados por el Gobierno de Urkullu en la CAV. Por si fuese poco hay que añadir el fuerte incremento del desempleo en Hego Euskal Herria: 238.000 parados, incluyendo 58.000 de Navarra, que suman otras tantas razones para secundar la huelga general.
Hay un clamor por la falta de unidad sindical
La falta de unidad sindical al no sumarse UGT y CCOO pesó en la huelga. Aunque en esta ocasión la responsabilidad principal de que no haya sido una huelga unitaria recae en las direcciones de UGT y CCOO, que siguen apostando por una política de pactos y de un pretendido “diálogo social y negociación” inexistente y contraproducente para los intereses de la clase trabajadora, el hecho de que las direcciones de ELA y LAB no se sumasen a la última huelga general del 14 de noviembre ni a ninguna de las huelgas convocadas a nivel estatal por UGT y CCOO desde que estalló la crisis, les ha hecho perder la autoridad necesaria para reclamar el apoyo del conjunto del movimiento obrero vasco .
Junto a la falta de unidad sindical otra de las debilidades de la huelga general han sido la falta de alternativas concretas por parte de la mayoría sindical vasca. El eslogan de la huelga “por un modelo propio para Euskal Herria” y sus continuas peticiones al PNV para que cambie de rumbo crean expectativas en que el Gobierno de Urkullu, que actúa en tandem con la patronal vasca, pueda formar parte de un supuesto bloque vasco contra los recortes de Madrid o Europa. El PNV y Confebask hacen los mismos recortes sociales y aplican la reforma laboral porque esa es su manera de aumentar beneficios a costa de la explotación de la clase obrera vasca.
No hay salida a la crisis en líneas nacionales
La salida a la crisis global del capitalismo, una crisis de sobreproducción del conjunto del sistema, no pasa por alcanzar que Euskal Herria sea la Alemania del sur, como algunos predican. No hay salida en el marco de una Europa capitalista ya que la Troika seguiría imponiendo los mismos objetivos de déficits y de recortes sociales que ahora.
El hecho de que la economía vasca apenas consuma un 21% de lo que produce y que el 80% restante se venda a partes iguales en el mercado español y en el europeo y mundial (31% y 9% respectivamente) hace que la economía vasca dependa absolutamente de sus actuales vinculaciones con el Estado español y con la UE. Las principales contradicciones de la crisis del capitalismo son la propiedad privada de los medios de producción y las fronteras del estado nacional que ahogan el desarrollo de las fuerzas productivas y necesitan volcarse en el mercado mundial.
No es ninguna casualidad que ahora que gobierna el PNV, el buque insignia de la burguesía vasca, el Grupo Mondragón, el pretendido “socialismo identitario vasco” que se ha vendido como modelo en Sudáfrica y América Latina, esté inflingiendo los mayores recortes y sacrificios a sus trabajadores, que no hayan secundado la huelga, ni siquiera en Gipuzkoa, empresas como Erosky y que estén externalizando su producción a China y otros países para explotar mano de obra barata como cualquier empresa capitalista que responde a las leyes del mercado y a la búsqueda de beneficios.
La solución para la clase trabajadora vasca es unirse con sus hermanos de clase por encima de fronteras nacionales y luchar por una Euskal Herria socialista en el marco de una República Socialista Ibérica, y de una Federación Socialista de Europa y a escala mundial.
La mayoría sindical se ha comprometido a desarrollar una carta social que recoja los derechos y necesidades de la clase trabajadora vasca. Esa carta social debe incluir una posición claramente anticapitalista, que pase por el reparto del trabajo a través de la defensa del poder adquisitivo de los salarios; de un SMI de 1200 euros al mes; de la eliminación de las horas extras, la reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales sin reducción salarial y la jubilación a los 60 años con contratos de relevo. Todo lo anterior debe ir acompañado de la exigencia de nacionalización de la banca sin indemnización y bajo el control democrático de la clase trabajadora y sus organizaciones, y la nacionalización de los grandes medios de producción social con el objeto de utilizar la tremenda riqueza existente en la sociedad para planificar democráticamente la economía y resolver las necesidades sociales de la gran mayoría.