A los gallegos se nos abre un nuevo frente: un duro enfrentamiento contra los proyectos faraónicos de una cadena de filiales de una multinacional minera canadiense que cuenta con el apoyo de los gobiernos local y autonómico del PP.
La multinacional pretende abrir una red de minas a cielo abierto para la extracción del oro que queda en suelo gallego. Desde el gobierno se plantea como una fuente de empleo a largo plazo, pero lo que no se atreven a decir es que esos empleos tienen una duración máxima de diez años, que además serán creados a través de subcontratas en condiciones de extrema precariedad y que supondrán como máximo 270 empleos. El objetivo de la multinacional al subcontratar es evitar cualquier tipo de responsabilidad en caso de que se produzca daño medioambiental. Y la posibilidad de que esto ocurra se acerca mucho al 100%.
Para la extracción de oro se utiliza cianuro, un fuerte veneno que genera residuos altamente contaminantes que, como no podía ser de otra forma, se almacenarán en Galicia (la cantidad supera el vertido del Prestige que arrasó la costa gallega en 2002). Estos residuos amenazan la flora y la fauna de la zona, los pozos y acuíferos y también la salud de los gallegos, ya que la exposición a estos contaminantes genera graves problemas de salud irreversibles como ciertos tipos de cáncer, problemas reproductivos, etc. La multinacional presenta en su proyecto que se superará ligeramente el nivel permitido de emisiones tóxicas ya que es la única forma de hacer este proyecto rentable. Y para asegurar esta rentabilidad no se prevé la contratación de seguro alguno.
Tanto los ciudadanos de la zona como diversas asociaciones medioambientales ya han mostrado su rechazo frontal a este proyecto, organizando una manifestación en Santiago de Compostela y una recogida de firmas que ya cuenta con cerca de 180.000.