La chispa de esta situación fue el despido de un joven trabajador del gremio de Tuberos, al que la Seguridad Social concedió de oficio una Incapacidad Permanente Total (IPT). Legalmente, la IPT es compatible con el trabajo, pero no en tu profesión. Por esta circunstancia, históricamente el convenio de Navantia recogía que, en caso de IPT, el trabajador podía optar entre la baja en la empresa o la recolocación en un puesto de trabajo compatible con sus limitaciones de salud. Este derecho desapareció en el último convenio, que fue rechazado frontalmente por los trabajadores de Ferrol y que está impugnado judicialmente por considerar ilegal su firma.
Era cuestión de tiempo que hubiese un despido por una IPT. Pero además del despido, lo que también indignó a los trabajadores fue que el comité de empresa lo hubiese ocultado. El compañero despedido tuvo conocimiento de la tramitación de su IPT el 5 de diciembre, y ese mismo día se lo comunicó a dos miembros del comité (entre ellos su portavoz), quienes por toda respuesta le recomendaron que fuese al abogado. Justo una semana después (viernes 12), el trabajador vio su contrato rescindido.
Ante el despido de un compañero, los trabajadores vuelven
a superar al comité de empresa
Sus compañeros de gremio conocen la noticia el martes 16 a media mañana y deciden acudir al local del comité al día siguiente, a pedir explicaciones; también hablan con trabajadores de otros gremios para que los apoyen. El miércoles a las 10, entre 300 y 400 trabajadores le exigen al comité la convocatoria inmediata de una asamblea general, que no tiene más remedio que convocar para las 12. En esta asamblea, el comité propone celebrar una nueva asamblea general al día siguiente a las 10:30, para dar a conocer el resultado de sus gestiones con la empresa. Un joven trabajador de Tuberos y activista de GanemosCCOO propone un paro desde las 7 de la mañana y concentración ante el edificio de Dirección, propuesta que es aprobada por aplastante mayoría de los trabajadores, frente a unas pocas decenas de votos obtenidos por la propuesta de todo el comité (aparato de CCOO, CIG, UGT y MAS).
El jueves 18, el paro es total desde primera hora. La empresa no ofrece ninguna solución y se celebra otra asamblea general. Esta vez, del comité salen dos propuestas: la del aparato de CCOO, CIG y UGT (permanecer en asamblea permanente hasta las 10 de la noche) y la de MAS (lo mismo, pero hasta las 7 de la mañana del día siguiente). Inesperadamente, el trabajador despedido sale a hablar, muy emocionado por el apoyo que le estamos dando sus compañeros, y nos dice que él se va a defender jurídicamente y que lo que sí nos pide a todos es que limpiemos el comité de empresa, al que califica de “comparsa” que no defiende a los trabajadores. Tras él, su compañero de gremio de GanemosCCOO lanza una tercera propuesta: bloqueo total de las puertas de la factoría el viernes 19 hasta las 8 de la mañana y nueva asamblea general a las 10:30, para, si a esta hora no hay solución, ir a paralizar el área de Reparaciones, para transmitirle a la empresa que vamos a por todas. Los trabajadores vuelven a desautorizar al comité y se inclinan mayoritariamente por esta tercera propuesta. Asimismo, se decide por casi unanimidad no trabajar en lo que queda de jornada.
El viernes 19, el bloqueo de las puertas es total desde las 5:30 de la madrugada. Los aparatos de CCOO y la CIG convocan sendas asambleas de sus secciones sindicales a las 8 de la mañana, ambas con el mismo objetivo: desmovilizar, para lo que se emplean a fondo, provocando en la CIG la dimisión de una delegada y la rotura de carnés de varios exdelegados.
Los penosos argumentos dados por delante (“no se puede hacer nada”), la campaña sucia por detrás (que si los paros eran ilegales y nos íbamos a meter en un follón, ataques personales contra el compañero despedido, etc.) y una actitud del comité de empresa dirigida a crear una cierta sensación de “caos” —por ejemplo, cuando el turno de mañana salió de trabajar a las 2 de la tarde del jueves, el comité todavía no había publicado en los tablones de anuncios el comunicado, de sólo 38 palabras, informando de los detalles de la movilización del día siguiente; sin embargo, los carteles convocando las asambleas de sección sindical habían empezado a circular poco después del mediodía— tuvieron su efecto y, en la asamblea general del viernes, la propuesta del comité (remitir el tema a una reunión del comité intercentros de Navantia el lunes 22 y celebrar una nueva asamblea general el martes 23) fue mayoritaria frente a la de GanemosCCOO, que obtuvo alrededor de un tercio de los votos (nuevo paro de media hora el lunes 22 coincidiendo con la reunión entre la empresa y el intercentros en Madrid y asamblea general a la vuelta de la Navidad para decidir cómo seguir la lucha).
Anticipar las elecciones sindicales
Pero por si el comité no se había cubierto de gloria suficientemente, 2015 nos trajo otro ejemplo más de su total incapacidad para dirigir la lucha sindical. Presionados por los trabajadores, que quieren una oposición activa a la aplicación del nuevo convenio, en la asamblea del 23 de diciembre anunciaron que iban a tomar medidas respecto al nuevo control de presencia impuesto por la empresa, cuya entrada en funcionamiento era el 2 de enero, medidas que nos comunicarían este día en las puertas. El día 2, el comité nos dice que no fichemos la entrada. Tras unos días así, sin ningún tipo de reacción por parte de la empresa, sin ningún tipo de información por parte del comité y con una parte, minoritaria pero significativa, de los trabajadores fichando (por miedo o como rechazo a la falta de información y/o de aprobación por la asamblea), el viernes 9 el comité saca un patético comunicado que viene a decir que, como la empresa no les hace caso, van a recurrir a la Inspección de Trabajo y suspenden la medida de presión. Eso sí, una suspensión “provisional”, para que no se diga.
Los trabajadores están que trinan. El comité está completamente desprestigiado. Lo más suave que se oye es que no hay comité de empresa, y de ahí para arriba. Los sectores de trabajadores que tenían la esperanza de que fuera posible corregir la mala actuación sindical de este comité la están perdiendo a ritmo acelerado. Incluso los partidarios más acérrimos del aparato de CCOO empiezan a desesperarse. Ya hay opiniones que piden elecciones sindicales anticipadas “porque así no se puede seguir”. Ya veremos si la incapacidad de este comité también llega al extremo de no darse cuenta de que está completamente acabado y que cuando tus representados opinan que no sirves, lo mejor que pueden hacer los representantes es no prolongar la agonía. Porque el tiempo ni le arreglará a Rajoy la crisis económica ni le arreglará a este comité la desafección que sienten los trabajadores hacia él.