El gobierno del ANC se enfrenta a una huelga indefinida en el sector público
Pocas semanas después de terminar el mundial de fútbol en Sudáfrica 1,3 millones de trabajadores del sector público (profesores, sanidad y funcionarios) comenzaban una huelga (el 18 de agosto) que ha durado 21 días y que ha representado el primer enfrentamiento político directo serio entre el gobierno del Congreso Nacional Africano (ANC) y la clase obrera sudafricana. El ANC por primera vez, desde el final del apartheid y su llegada al poder, ha utilizado de manera abierta a la policía, el ejército y los tribunales contra los trabajadores en huelga. Además de una brutal campaña de calumnias contra los huelguistas en los medios de comunicación, el ministro de sanidad ha llegado a decir que los trabajadores de este sector eran unos "asesinos".

El gobierno del ANC se enfrenta a una huelga indefinida en el sector público

Pocas semanas después de terminar el mundial de fútbol en Sudáfrica 1,3 millones de trabajadores del sector público (profesores, sanidad y funcionarios) comenzaban una huelga (el 18 de agosto) que ha durado 21 días y que ha representado el primer enfrentamiento político directo serio entre el gobierno del Congreso Nacional Africano (ANC) y la clase obrera sudafricana. El ANC por primera vez, desde el final del apartheid y su llegada al poder, ha utilizado de manera abierta a la policía, el ejército y los tribunales contra los trabajadores en huelga. Además de una brutal campaña de calumnias contra los huelguistas en los medios de comunicación, el ministro de sanidad ha llegado a decir que los trabajadores de este sector eran unos "asesinos".

Aparentemente nada parecía presagiar una huelga tan dura y prolongada. El gobierno había intentado aislar a los trabajadores públicos. Antes del Mundial llegó a un acuerdo salarial con los trabajadores de las empresas públicas del transporte, gas, electricidad y ayuntamientos, en un intento de aislar al sector público. Los sindicatos convocaron el 11 de agosto una huelga de 24 horas con la intención de "soltar vapor" y pensaban que con eso bastaría. Pero se encontraron, por un lado, con la posición intransigente del gobierno, que pretende que sean los trabajadores los que paguen los recortes previstos para aliviar el enorme déficit público generado por el Mundial y, por otro lado, con toda la rabia acumulada entre la clase obrera, cansada de ser la que siempre hace sacrificios.
La crisis económica ha golpeado duramente al país, sólo en 2009 un millón de trabajadores perdieron sus empleos, la tasa real de desempleo es del 40% y los precios de los productos básicos han experimentado subidas importantes, siendo uno de los principales motivos de la rabia acumulada.

Las direcciones sindicales sobrepasadas por la base

Después de la huelga del 11 de agosto, al ver la intransigencia y arrogancia del gobierno, los trabajadores sacaron la conclusión de que no bastaba con una huelga de 24 horas, que era necesario ir más allá. La presión de la base y el temor a perder el control de regiones enteras que se pusieron en huelga por iniciativa propia, hizo que el ILC, el segundo sindicato del sector público, convocara huelga indefinida, eso obligó al COSATU, la principal confederación sindical sudafricana, a convocar también la huelga. La reivindicación de los sindicatos era una subida salarial del 8,6% y un subsidio mensual de vivienda de 1.000 rand, la oferta del gobierno fue del 5,2% y 130 rand. Los sindicatos en varias ocasiones llegaron a acuerdos con el gobierno, pero siempre fueron rechazados por los trabajadores en las asambleas.
El gobierno utilizó todo tipo de medidas, amenazó con despidos masivos, recurrió a los tribunales para prohibir el derecho a huelga, envió más de 4.000 soldados para hacerse cargo de 74 hospitales que estaban totalmente paralizados. Detuvo, amenazó y encarceló a sindicalistas, la policía reprimió manifestaciones con balas de goma, palos y cañones de agua, escenas que rememoraban los terribles tiempos del apartheid.
Durante estas semanas comenzaron otras luchas importantes en la minería del platino, automóvil, estaciones de servicio, comercio, incluso una huelga en el sector de componentes de automóvil ha tenido paralizadas las fábricas de BMW y Volkswagen. Si sumamos el sector público, en lo que va de año se han perdido en huelga 13,25 millones de jornadas laborales, 4 veces más que en 2009. A finales de agosto el gobierno se negó categóricamente a seguir negociando, entonces el poderoso sindicato minero, el NUM, presentó una resolución en el consejo del COSATU, aprobada por todos los sindicatos, y se convocó una huelga general de solidaridad con el sector público el 2 de septiembre. La posibilidad de extensión y generalización de la huelga obligó al gobierno a volver a la mesa de negociación y el presidente Zuma regresó apresuradamente de China, pero, lamentablemente, el COSATU, en lugar de mantener la huelga, como un gesto de "buena voluntad" la desconvocó para negociar.
Finalmente se llegó a un acuerdo del 7,5% de aumento salarial y 800 rand de subsidio de vivienda, algo menos de lo que pedían los sindicatos y más de lo que ofrecía el gobierno. Los sindicatos han presentado este acuerdo como una victoria, y aunque se trata de una victoria parcial, los dirigentes sindicales han tenido que reconocer que los trabajadores no están satisfechos con el acuerdo y están en contra de la desconvocatoria de la huelga. Un dirigente del COSATU explicaba a Reuters (8/9/10) el efecto que había tenido entre sus afiliados: "Nos estamos enfrentando a un serio rechazo entre nuestros militantes que no aceptan que la dirección sindical haya suspendido la huelga (...) Muchos nos dicen que les hemos vendido". En el mismo artículo explicaban reacciones similares de sus afiliados dirigentes de los sindicatos de profesores o de sanidad. ahora se han dado un margen de 21 días para convencer a sus afiliados de que acepten el acuerdo. Desde el principio estaba claro que la dirección sindical no quería ir más allá, que se había puesto al frente de esta huelga indefinida para no perder el control del movimiento. Sizwe Pamle, portavoz del Nehawu (sindicato de trabajadores municipales) explicaba a Mail & Guardian (10/9/10) que la huelga estaba adquiriendo tal cariz que tuvo que explicar a algunos de sus afiliados en Pretoria que: "Esto es una huelga, no una revolución". Esta lucha representa un punto de inflexión en las relaciones entre el ANC y la clase obrera sudafricana que tendrá repercusiones en el próximo período. 

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