¡Unificar los comités populares para tomar el poder!
¡Aplicar un programa socialista: expropiar a las multinacionales y nacionalizar la economía bajo control obrero!
En pocos días las masas explotadas de Libia, inspiradas por el ejemplo de Túnez y Egipto, han tomado el control de la mayor parte del país venciendo la brutal represión del dictador Muammar el Gadafi, que se ha cobrado ya miles de muertos: 1.000 según el ministro de exteriores italiano Franco Frattini, varios miles según organizaciones de derechos humanos. Se trata de una nueva página gloriosa de la revolución que recorre todo el mundo árabe y que está inspirando a millones de jóvenes y trabajadores en todo el planeta.
Las masas toman el control del país
Mientras escribimos este artículo, Gadafi ha concentrado prácticamente todas sus unidades militares leales en la capital y utiliza bandas de matones y mercenarios para intentar mantener el control mediante el terror. Pero todo indica que vive sus últimas horas. Y no por ninguna acción o complot del imperialismo, el cual ve con enorme preocupación y desconcierto la movilización revolucionaria de las masas, sino por la acción directa de éstas, que sin dirección pero con un impresionante instinto y confianza en sus propias fuerzas están superando todos los obstáculos en su camino.
La zona oriental y numerosas ciudades del oeste de Libia son dirigidas en estos momentos por comités y asambleas populares creados por las propias masas en lucha. Estos comités se encargan de dirigir todos los aspectos fundamentales de la vida social: seguridad y defensa, distribución de alimentos, justicia, recuperación de la actividad productiva…El 23 de Febrero la corresponsal de Al Jazeera relataba así su entrada al país: “A lo largo de la frontera no vimos un policía, no vimos un soldado y la gente nos dijo que han huido o están en la clandestinidad. El pueblo está ahora al cargo de todos los caminos de la frontera, de Tobruk, y luego todo el camino hasta Bengasi” (Al Jazeera, 23-02-11). Según otros testimonios: “ Desde la frontera con Egipto hasta la segunda ciudad de Libia, Bengasi, los comités populares se han hecho dueños de la situación (…) No se ve un solo militar, mejor dicho, un solo uniforme, ya que muchos soldados se han despojado de su vestimenta oficial y ayudan a controlar el territorio libio vestidos de civil y fuertemente armados con kalashnikov. La situación copia el esquema de la revolución egipcia, al más puro ‘estilo Tahrir’(…) Los comités populares se encargan de gestionar y organizar todo, el día a día, la seguridad en las calles, en las carreteras (fuertemente vigiladas por civiles armados), la limpieza, el reparto de comidas…(25-2-11http://agenciadenoticasjohnreed.blogspot.com/2011/02/libia-comites-populares-toman-el.html)
Estas descripciones no hacen más que ratificar la situación de doble poder que vive Libia. Mientras el viejo aparato del estado capitalista sostenido por Gadafi hace aguas, por todo el país emerge un poder alternativo basado en los comités revolucionarios que se forman en cada ciudad y que se hace cargo de la vida ciudadana y organiza la ofensiva militar para dar el golpe final al régimen. Las imágenes históricas de la revolución de febrero de 1917 en Rusia, de Barcelona y Madrid el 19 de julio de 1936 o de Portugal en 1974, se recrean estos días en Libia. El pueblo armado, en la calle, formando comités revolucionarios ha tomado el cielo por asalto. Ahora, la tarea es completar la revolución barriendo a la camarilla de Gadafi, a la burguesía Libia que se ha forjado a su sombra y a los imperialistas que los han financiado. Es la hora de la revolución socialista en Libia.
El carácter del régimen libio
El que Gadafi demagógicamente defina a su régimen como “socialismo islámico” y llame a las bandas y redes clientelares a su servicio “comités revolucionarios” ha creado confusión entre sectores de la izquierda durante años. Sin embargo, el dictador libio ha utilizado con gran cinismo estas etiquetas mientras colabora con el imperialismo en la explotación de su país y la represión del movimiento obrero y popular.
Una conocida activista pro-árabe venezolana como Susana Khalil, Presidenta de la antisionista y antiimperialista Asociación de Socorro al pueblo, y que es habitualmente atacada por los medios escuálidos escribía en un artículo aparecido en Aporrea titulado La rebelión popular libia, contra Khadaffi y la invasión extranjera: “Hoy Muammar Kaddafi es un dictador y no es un revolucionario. Además es un traidor que en un pasado enarboló la bandera del pan arabismo, el socialismo, la democracia y la bandera anti-imperialista, pero en los años 90 se apartó para aliarse a los intereses imperiales. Después de la ejecución de Saddam Hussein, Kaddafi se sintió amenazado, y como buen parásito del poder, se alió al imperio. La orden fue privatizar todo, entregarse a la plutocracia del nuevo orden mundial (…) Su hijo Saif al Islam el sucesor (sí, sucesor), sostiene que la modernización de Libia pasa a través de la privatización de sus recursos. Privatizar para permanecer en el trono con ayuda del imperio. (...) En mi imaginación veo al barrio rescatar la espada del Libertador para que Kaddafi en un gran abrazo no se la clave en la espalda a Chávez” (http://www.aporrea.org/internacionales/a118392.html)
Regímenes como el libio o iraní no son socialistas ni revolucionarios sino capitalistas y profundamente represivos con el movimiento obrero y popular. Sus discursos demagógicos buscan embaucar a sectores de las masas (sobre todo fuera de sus países) y defender sus propios intereses. Lamentablemente, la política exterior del gobierno venezolano y otros gobiernos latinoamericanos de izquierda basada en el principio “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” ayuda a este objetivo y a la vez facilita la labor del imperialismo, que intenta identificar a Chávez con Gadafi o Ahmadineyad para desprestigiar la revolución bolivariana.
El Presidente nicaragüense Daniel Ortega llamó a Gadafi para mostrarle su apoyo y Hugo Chávez se refirió en Twitter a los sucesos en Libia así: “!Viva Libia y su Independencia! ¡Kadafi enfrenta una guerra civil!"(www.aporrea.org y Radio YVKE Mundial). “Chávez, quien reiteró la amistad que lo une con Gaddafi, dijo que no puede decir que apoya “o estoy a favor o aplaudo cualquier decisión que tome un amigo mío en cualquier parte del mundo. No”. “Nosotros sí apoyamos al Gobierno de Libia, a la independencia de Libia, queremos la paz para Libia, la paz para todos los pueblos del mundo y nos tenemos que oponer rotundamente a las pretensiones intervencionistas”. (http://aporrea.org/tiburon/n175909.html)
Si Chávez apoyase de manera clara y decidida a las masas de Libia en su lucha contra Gadafi y contra el imperialismo, proponiéndoles un programa para expropiar a la burguesía y construir un estado socialista basado en la unificación de los comités populares, y paralelamente completase la revolución en Venezuela, la revolución árabe se vería aún más reforzada y acelerada y la propia revolución venezolana aumentaría su apoyo internacional. Apoyar a Gadafi o Ahmadineyad sólo contribuirá a reducir el apoyo a nuestra revolución entre los trabajadores del mundo. El gobierno bolivariano debe rectificar urgentemente su política exterior y buscar el apoyo de las masas y no de este tipo de regímenes.
A quienes defienden que en Libia hay una conspiración imperialista cabría preguntarles. ¿Desde cuándo el imperialismo organiza insurrecciones y permite que comités y asambleas formadas por las propias masas tengan el poder? ¿Por qué paralizaría la producción de un país cuyas riquezas explota directamente en colaboración con la propia familia Gadafi y en el que tiene inversiones millonarias cuya rentabilidad se está viendo afectada por la insurrección? Y es que esa es la cuestión. Pese a su cínica demagogia, Gadafi ha sido una pieza clave para el imperialismo en la zona. Apoyó durante años a títeres de éste (y amigos suyos) como Ben Alí y Mubarak. Ha entregado a supuestos miembros de Al Qaeda al gobierno Bush y apoyado su “guerra contra el terrorismo”. Actúa como gendarme de la UE en el Mediterráneo persiguiendo, junto a su también amigo y socio Berlusconi, a los emigrantes que intentan llegar de África a Europa. A cambio, EEUU y la UE le retiraron de la lista de “países que apoyan al terrorismo”, levantaron sus sanciones y le concedieron generosas ayudas.
Los mal llamados “comités revolucionarios” de Gadafi son redes clientelares que se encargan de reprimir cualquier movilización independiente de los trabajadores y el pueblo. En Libia no existe socialismo sino un régimen capitalista totalmente represivo hacia los trabajadores. Este régimen tiene un alto componente de intervención estatal. El 51% de la banca y muchas empresas importantes pertenecen al Estado, pero ese Estado es dirigido por la familia Gadafi y sus acólitos como su feudo particular. Una camarilla de nuevos ricos formada por los Gadafi, estratos superiores de la burocracia estatal y la cúpula militar domina el país. Los hijos de Gadafi poseen varias de las empresas más rentables y disfrutan de lujos impensables para los jóvenes y trabajadores libios como suites en hoteles exclusivos en islas privadas, viajes en aviones privados al extranjero, coches de lujo, etc. ¿Qué tiene esto que ver con el socialismo? Mientras, miles de jóvenes libios deben emigrar de manera ilegal cada año huyendo del desempleo y la represión.
Algunos defensores del régimen libio esgrimen datos acerca de que sus índices económicos, renta per cápita, etc. son superan a países vecinos. Sin embargo, Libia tiene sólo 6 millones de habitantes y posee las mayores reservas de petróleo y gas de África, exportando 1.700.000 barriles de petróleo diarios. Con esta enorme riqueza y tras 42 años, la pobreza debería estar erradicada, nadie debería tener que emigrar o carecer de servicios fundamentales. Como explica un artículo de la web antiimperialista Rebelión, el PIB (77.000 millones de dólares) es el 62 del mundo y el ingreso per cápita (12.000 dólares anuales) supera a Brasil pero hay una profunda desigualdad: un 35% vive bajo la línea de pobreza y el desempleo asciende a 30%. (P. Escobar, Hermano Gadafi, te estás cayendo, www.rebelión.org, 23-02-11)
Gadafi y el imperialismo
El propio Gadafi no ha responsabilizado al imperialismo de alentar la insurrección sino nada más y nada menos que a…!Al Qaeda! “El presidente de Libia, Muammar Al Gaddafi, responsabilizó este jueves al grupo rebelde Al Qaeda de manipular y drogar a los jóvenes protagonistas de las manifestaciones en contra de su gobierno que se realizan en el oeste del país africano. Señaló que esta red le está “lavando el cerebro” a ese pueblo para que “se comporte como lo está haciendo”.Al Qaeda “se está involucrando en estos asuntos, le está lavando el cerebro al pueblo de esta área (Zauiya, oeste de Libia) para que los adolescentes se comporten de la manera que están comportándose”, manifestó el mandatario libio vía telefónica a través de la televisión estatal.Agregó que “los adolescentes están bajo la influencia de (Osama) bin Laden (conocido como el fundador de la red Al Qaeda). Le están dando drogas a nuestros chicos, tenemos que capturar a los que están causando estos problemas” (http://www.cubadebate.cu/noticias/2011/02/24/kadafi-responsabiliza-a-al-qaeda-de-estar-detras-de-manifestaciones-en-oeste-de-libia/)
Sólo esto debería ser suficiente para aquellos que hablan de complot imperialista para sacarle del poder. Al mismo tiempo que el padre denuncia a Al Qaeda, a quien combate en alianza con el imperialismo estadounidense hace años, su hijo Seif pasaba de amenazar con la guerra civil a pedir “negociación”. Como explica el Presidente de la asociación árabe-venezolana y dirigente del PSUV Adel El Zabayar en Aporrea (26-02-11): “Gadafi intenta su última maniobra (…) cuando lanza falsas alertas, acusando a Al Qaeda, de estar detrás de los disturbios. Es decir vengan a tomar militarmente a Libia, antes que caiga en manos de Osama Bin Laden (…) El único beneficiario de una intervención extranjera seria Gadafi, aun así, no lo salvaría de una verdadera revolución nacionalista, un levantamiento popular en todo el mundo árabe, y un tsunami, que ha rechazado cualquier tipo de negociación” (Aporrea, 26-2-11, http://www.aporrea.org/internacionales/a118431.html)
De hecho desde que se iniciaron las protestas la opción barajada por los imperialistas era una negociación entre Gadafi y la oposición para repartirse el poder político y que la producción petrolera y sus intereses económicos en Libia no se viesen afectados por la insurrección. De ahí las llamadas de Berlusconi a Trípoli. Pero el impulso revolucionario de las masas y la respuesta enloquecida de Gadafi rompieron este plan. Ahora, tras décadas de represión y el baño de sangre de los últimos días, y una vez que las masas han sentido su poder y libertad, nunca aceptarán sin lucha algo semejante. Por eso los imperialistas han empezado a plantear la salida de Gadafi. Temen que si esta no se produce la revolución vaya aún más lejos y les sea imposible recuperar el control.
La presión de las masas obliga al imperialismo a romper con Gadafi
Los planes imperialistas para Libia no pasaban por organizar ningún derrocamiento de Gadafi sino por seguir aproximándose a él y, a medio plazo, buscar un agente fiable entre sus hijos, en lucha por la sucesión. El mejor situado era Seif- el- Islam, a quien hemos visto estos días amenazando por televisión a las masas como un vulgar matón de la mafía. “Seif ha actuado ‘como garantía’ para las compañías petroleras que han invertido millones de dólares en el país. En entrevistas con ejecutivos petroleros, todos afirman que Seif es la persona a la que más les gustaría ver gobernando Libia.” (“Pecados del padre, pecados del hijo, L.Andoni, Al-Yazira, www.rebelión.org)
El problema para Gadafi y los imperialistas es que en medio de esos planes las masas dijeron basta y estalló la revolución. Como explica el artículo de Pepe Escobar en Rebelión: “la denominada ‘comunidad internacional’ comenzó a darse cuenta de la situación cuando el periódico The Libyan Quryna informó de que habían comenzado protestas en la ciudad norteña de Ras Lanuf, cuya refinería de petróleo procesa 220.000 barriles de petróleo diarios (…)”. Faraj al-Zuway, líder de la crucial tribu al-Zuwayya amenazó con cortar las exportaciones de petróleo a Occidente en 24 horas si no se detenía la ‘opresión de manifestantes’ en Bengasi. El Movimiento 17 de Febrero, surgido al calor de la insurrección, advirtió a los imperialistas: ‘…tras vuestro silencio sobre las matanzas realizadas por Gadafi (…) interrumpirá desde la fuente el flujo de gas libio hacia vuestros países, cerrando el yacimiento de Al Wafa, que lleva el gas hacia Italia y el norte de Europa pasando por el Mediterráneo”. (“Italia teme que el caos paralice sus negocios bilaterales, M. Mora, El País 23-2-11).
Fueron esas amenazas de cortar el grifo a los imperialistas si no retiraban su apoyo a Gadafi, la imparable movilización de las masas y la enorme simpatía (y rechazo a la represión de Gadafi) que existe entre los jóvenes y trabajadores de todo el mundo, lo que obligó a los gobiernos burgueses europeos y de EEUU a cambiar de discurso. Hasta entonces su posición era mirar hacia otro lado, llamar a la calma y condenar—tibiamente y sin convicción— a Gadafi. Cuando ya no han podido tapar el sol con un dedo, han anunciado que juzgarán a su socio de ayer por crímenes contra la humanidad. Mientras, siguen maniobrando por detrás, buscando cualquier solución que pueda frenar la revolución y cambiar la fachada del sistema manteniendo su dominio y beneficios.
Los intereses del imperialismo están siendo fuertemente golpeados por la revolución. Los precios del petróleo se están disparando (hasta alcanzar los 120 dólares por barril) amenazando con agravar aún más la crisis mundial del sistema. “Wall Street ha acumulado este miércoles sus dos peores jornadas consecutivas en más de ocho meses debido a la crisis desatada en Libia” (Eskup El País, 24-02-11). Los imperialistas están buscando alternativas como intentar incrementar la producción de Arabia Saudí, pero lo que más les preocupa es que las masas tengan el control y este ejemplo pueda extenderse al conjunto de la región.
La revolución árabe abarca ya Túnez, Egipto, Libia, Yemen y Bahrein y tiende a extenderse al resto, incluido el principal suministrador de petróleo de Estados Unidos: Arabia Saudí. Obama ya ha urgido al rey Saud a aplicar reformas urgentes y han subido los salarios en un intento de contener momentáneamente el malestar popular. Pero más pronto que tarde la revolución llegará. En el Irak ocupado, las masas –estimuladas por el ejemplo tunecino, egipcio y libio— protagonizaban su propio “día de la ira” este 25 de febrero, siendo violentamente reprimidas por el gobierno títere de Estados Unidos.
Como explicábamos en varios artículos desde la Corriente Marxista Revolucionaria: la inestabilidad ha venido para quedarse. En todo el mundo árabe vivimos una revolución que se extenderá a otras regiones y, con avances y retrocesos, se prolongará seguramente por varios años. La causa es que la burguesía y el imperialismo carecen hoy de fuerzas para aplastarla pero las masas en lucha todavía no tienen una dirección y un programa socialista que les hagan conscientes de todo su impresionante potencial y les muestren el camino para vencer. Deberán forjarlos a través de su experiencia.
Perspectivas para la revolución
Totalmente aislado, y enloquecido tras 40 años de endiosamiento, Gadafi recurre a maniobras cada vez más patéticas y desesperadas intentando aferrarse al espejismo de poder que mantiene en Trípoli y su ciudad natal: Sirte. Tras no lograr ahogar en sangre la revolución, intentó enfrentar en líneas tribales al este que ya no controlaba (la región Cirenaica), con el Oeste (Tripolitania), cuyo control conservaba entonces, intentando provocar una guerra civil. Pretendía así poder pasar a la ofensiva o, al menos, forzar a sus socios imperialistas a imponer algún tipo de acuerdo a la oposición. Por cierto, la prensa capitalista internacional temiendo el ejemplo que el movimiento revolucionario de las masas en Libia representaba para otros países también intentó en ese momento distorsionar el contenido y carácter de la revolución insistiendo en la idea de enfrentamientos tribales, lucha entre el este y el oeste, etc. Pero el instinto revolucionario de las masas una vez más desbarató los planes del dictador y puso en claro qué estaba pasando realmente.
Las masas de oeste, siguiendo el ejemplo de sus hermanos, tomaron control de la mayoría de pueblos y ciudades. En Trípoli miles se enfrentaron desarmados a la represión de los mercenarios y bandas del régimen. Mientras tanto en Bengasi, epicentro de la Cirenaica, centenares de miles de personas se manifestaban en solidaridad con lemas como “Todo el pueblo libio somos la misma tribu” reclamando, por encima de las diferencias tribales que Gadafi ha estimulado durante años para mantenerse en el poder, gobernar todos juntos el país. La penúltima maniobra, como decíamos antes, ha sido acusar de estar detrás de la insurrección a Al Qaeda con el objetivo de empujar al imperialismo a intervenir y forzar una negociación que le permita una salida a él y su clan. Pero esta estratagema también está chocando con una resistencia encarnizada de las masas.
Los planes del imperialismo contra la revolución
Tanto los imperialistas estadounidenses como el resto están paralizados y desconcertados por la rapidez de los acontecimientos y la iniciativa de las masas . Como explicábamos en artículos anteriores, temen más la acción revolucionaria de éstas que todo lo que haga Gadafi. Si tuviesen la garantía de que ocupando militarmente Libia estaría todo controlado y podrían establecer inmediatamente un estado y un gobierno burgués estables habrían intervenido ya. Pero, con las masas en plena efervescencia, y no sólo en Libia sino en toda la región, se arriesgan a que la bomba que estalló en la cara a Gadafi les estalle ahora a ellos. Probablemente intentarán agotar antes otras opciones. No obstante, una situación fuera de control como la que hoy tienen en Libia les podría llevar a cometer un error que pagarían muy caro.
Los marxistas de la CMR internacional estaremos en primera línea de lucha contra cualquier intervención imperialista si se produce. Sectores de la derecha norteamericana encabezados por el ex secretario de defensa de Bush Paul Wolfowitz firmaron una carta haciendo un llamado al gobierno de Obama a dar pasos para implementar una acción militar en Libia. Sin embargo antes de jugar esta baza, el imperialismo intentará frenar la revolución utilizando las ilusiones democráticas y electorales para desactivar los comités populares.
En el artículo “Libia: nuevo capítulo de la revolución socialista en el mundo árabe” (http://www.elmilitante.net) explicábamos: “Una vez derribado (Gadafi), e incluso ahora mismo en las zonas liberadas, los imperialistas intentarán hacer todo lo posible por arrebatar el poder a las masas y establecer algún tipo de gobierno que ellos puedan controlar, aunque por el momento lo tienen muy difícil (…) intentarán todo tipo de maniobras democráticas apoyándose en los jefes tribales, en oficiales del ejército que se hayan unido al movimiento de masas, para intentar desactivar los comités y asambleas que han surgido (…) y desviar a las masas de la lucha por construir su propio estado hacia los rieles del parlamentarismo burgués, la posibilidad de una Asamblea Constituyente, etc.”. Confirmando este análisis, los imperialistas han propuesto un gobierno de unidad nacional encabezado por el hasta hace pocos días ministro de Justicia de Gadafi, Mustafá Abdulyalil, con sectores de la oposición y desgajados del régimen y prometido elecciones en tres meses. El primer objetivo es ganar tiempo para intentar reconstruir un poder burgués alternativo al de los comités que desgaste a las masas y paulatinamente les arrebate el control de la situación. Pero no lo tienen nada fácil. Las declaraciones de un trabajador libio ante la posibilidad de la intervención imperialista refleja el instinto de clase y sentimiento antiimperialista existente entre amplios sectores de las masas: “La noticia de que la OTAN envíe tropas a las costas de Libia no es buena noticia. Nuestro pueblo quiere acabar con el reguero de sangre y cuerpos muertos, pero Europa y Estados Unidos no tienen que decidir nuestro destino" (http://eskup.elpais.com/*revueltasenelmundoarabe2011#4)
¡Unificar todos los comités en un Consejo Nacional de Comités Revolucionarios y nacionalizar los recursos del país para planificar democráticamente la economía! ¡Por la democracia Obrera!
Incluso si temporalmente los imperialistas consiguiesen establecer un gobierno de este tipo el mismo sería extremadamente débil. Tendrían enormes dificultades para liquidar la situación de doble poder que de hecho se da en el país. La experiencia de las masas organizando la vida en los barrios y pueblos es un poderoso resorte que las empujará una y otra vez a resistir, desconfiar de cualquier poder ajeno a ellas y retomar el camino del poder obrero y popular. La interacción entre todas las revoluciones en marcha en la región echa además más combustible a esta explosiva situación. La revolución ha llegado tan lejos que las masas, pese a la ausencia de una dirección consciente y a través de su experiencia, están respondiendo ya a todos estos planes con propuestas cada vez más avanzadas.
Según la pagina revolucionaria y antiimperialista cubana Cuba Debate Abdelhafiz Hoga, portavoz de la coalición revolucionaria 17 de febrero, se ha desmarcado de la propuesta de gobierno de unidad nacional con Abdulyalil y planteado un Consejo Nacional con representantes de todos los comités populares. “No es un Gobierno de transición, se trata de un Consejo Nacional que tendrá su sede en Bengasi, porque Trípoli no está liberada”, agregó el portavoz de la coalición, que coordina las acciones políticas en las distintas ciudades ocupadas por los opuestos al régimen de Muamar el Gadafi. Hoga no precisó quién será el presidente de ese órgano ni por cuántos miembros estará integrado, pero señaló que el consejo está ahora en proceso de formación y que incluirá a representantes de todas las ciudades. (…) Una vez que los consejos locales hayan conseguido establecer la seguridad en las distintas ciudades liberadas, el Consejo Nacional tendrá una labor política y se encargará de dirigir el proceso de transición”, agregó el portavoz revolucionario.Hoga fue consultado sobre el anuncio realizado anoche por el ex ministro de Justicia Mustafa Abdulyalil, quien afirmó que la oposición formará un gobierno de unidad nacional integrado por civiles y militares, y anticipó elecciones en tres meses .“Es responsable de lo que dice, es su punto de vista, no el de la coalición”, afirmó el portavoz, desmarcándose claramente de la iniciativa lanzada por Abdulyalil, quien renunció como titular de Justicia por la represión sangrienta de las protestas populares. (http://www.cubadebate.cu/noticias/2011/02/27/la-oposicion-libia-anuncia-la-creacion-de-un-consejo-nacional-transitorio/)
Esta propuesta refleja el instinto revolucionario de las masas pero, además, ese Consejo no debe tener nada que ver con el parlamentarismo burgués que busca cansar a la población revolucionaria con debates interminables; debe ser un organismo de trabajo, legislativo y ejecutivo a un mismo tiempo, cuyo objetivo sea satisfacer todas las necesidades de la población. Para ello sólo hay un camino: tomar el poder, acabar con el viejo aparato estatal capitalista y asegurar el control de todos los recursos y riquezas de Libia nacionalizando la industria petrolera, la banca y las principales empresas bajo control obrero y social, es decir poniéndolos en manos de un estado revolucionario basado en los comités.
Si la lucha por unificar los comités no va unida a este plan de acción el imperialismo puede intentar apoyarse en los propios dirigentes actuales de los comités para vaciar a estos de contenido revolucionario y utilizarlos como base para recomponer el estado burgués. Algunas de las últimas informaciones hablan de que los imperialistas han ofrecido ayuda militar a los dirigentes de los comités para derrotar definitivamente a Gadafi. Es un regalo envenenado que busca acabar con los propios comités como embrión de un estado revolucionario e intervenir a través de los dirigentes que hoy los encabezan para destruir desde dentro la revolución. La experiencia de la historia es clara al respecto: la revolución alemana de 1919 fue derrotada por que al frente de los Consejos se situaron los líderes socialdemócratas de derechas, que colaboraron activamente con la burguesía para dinamitarlos desde dentro. En otras revoluciones como la revolución española o la nicaragüense, la ayuda militar y económica exterior ofrecida por la burocracia estalinista y algunos “gobiernos amigos” fue utilizada para presionar a la dirección de la revolución en el sentido de frenar ésta, no expropiar a la clase dominante, mantener viva la economía capitalista y no sustituir el estado burgués por un régimen de democracia obrera. El resultado final en ambos casos fue la derrota de la revolución. Las masas libias deben basarse en el ejemplo de la revolución rusa de octubre de 1917: todo el poder a los comités con un programa para derribar el capitalismo.
¡Consolidar el poder revolucionario con un programa socialista es el mejor modo de conjurar la intervención imperialista¡
En Libia, tal como explicaba Trotsky en la teoría de la revolución permanente, que es imposible separar la lucha por los derechos democráticos de la lucha por acabar con el Estado y las relaciones de producción capitalistas. Sólo habrá autentica democracia con justicia social y económica, y eso pasa por barrer a la burguesía libia y sus aliados imperialistas.
La unificación de los comités populares debe ser la base de un estado revolucionario basado en la elegibilidad y revocabilidad de todos los cargos públicos, que ningún “funcionario” cobre más que un trabajador cualificado; que todas las tareas de la administración de la vida social sean realizadas rotativamente, y se sustituya el ejército permanente burgués por el pueblo en armas, organizado en milicias obreras y populares.
El surgimiento de los comités populares es un ejemplo de la rapidez con que están sacando conclusiones las masas. Representa en potencia una estructura soviética, el embrión de un estado revolucionario que sólo puede desarrollarse destruyendo y sustituyendo la estructura de un estado burgués, que es la que el imperialismo intentará por todos los medios recomponer. Cualquier intervención imperialista si se produce tendrá como objetivo no el de impedir el caos o un desastre humanitario como dicen Hilary Clinton y otros imperialistas sino recuperar el poder burgués en Libia acabando con la movilización independiente de las masas cuya principal expresión hasta el momento son los comités.
Al mismo tiempo es necesario explicar que aunque el impulso espontáneo de las masas puede crear esa estructura revolucionaria que sirva de embrión o base a un estado revolucionario–como vemos hoy en Libia- para que ésta se desarrolle plenamente, se consolide e imponga es imprescindible que por el papel central que desempeña en la producción capitalista en cualquier sociedad moderna la clase obrera se ponga al frente de la revolución. Algunos informes hablan de que los trabajadores de Arabian Petroleum, la petrolera estatal, s ehabían puesto en huelga. Otras empresa según parece estaban paralizadas y en las zonas liberadas estaban reorganizando la vuelta a la producción. Es fundamental que la clase trabajadora se ponga en primera línea uniendo a las reivindicaciones generales de la revolución sus demandas de clase (empleo para todos, reducción de jornada, subidas salariales, derecho a huelga y organización sindical independiente) y se establezcan comités obreros en todos los centros de trabajo que se conviertan en espina dorsal de un nuevo estado revolucionario. Junto al papel dirigente del proletariado es imprescindible construir y desarrollar una organización marxista que gane a los miles de activistas y líderes naturales que están surgiendo a un programa para tomar el poder y llevar a cabo la transformación socialista de la sociedad.
Ese estado revolucionario basado en los comités populares además de destituir y encarcelar al actual gobierno y a todos los responsables de la represión, garantizar los derechos democráticos y organizar la defensa y victoria militar de la revolución, debe confiscar todas las propiedades de la familia Gadafi y sus cómplices así como estatizar la banca, la tierra y las principales empresas bajo control obrero y popular para poder planificar democráticamente la economía y a resolver los problemas de la población (desempleo, pobreza, bajos salarios, vivienda, etc.)
Este es el mejor modo de garantizar la defensa de la revolución tanto frente a Gadafi como al imperialismo. El establecimiento de un estado revolucionario basado en los comités populares en Libia se extendería como un reguero de pólvora por toda la región y se convertiría en un ejemplo para las revoluciones latinoamericanas y la lucha de la clase obrera en todo el mundo.
¡Viva la revolución socialista en Libia¡ ¡Ni Gadafi ni el imperialismo!
¡No a la intervención imperialista contra la revolución!
¡Por una Federación socialista Árabe y una Federación socialista mundial¡