“Amar la vida resulta de la pasión por transformar el mundo y convertirlo en una provincia del hombre”
Patricio Rivas
"Los revolucionarios están hechos, en fin de cuentas, de la misma madera de los demás hombres. Pero tienen, por fuerza, que poseer alguna cualidad personal relevante que permita a las circunstancias históricas destacarlos sobre el fondo común y articularlos en grupo aparte. El trato constante, la labor teórica, la lucha bajo una bandera común, la disciplina colectiva, el endurecimiento bajo el fuego de los peligros, van formando paulatinamente el tipo revolucionario."
León.Trotsky.
“Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”
Alí Primera
El día 14 de abril de 2020, murió el camarada Adrián Belman Gómez. Conocido por más de un sobrenombre a lo largo de 66 años de vida y más de 40 años de militancia política bajo la bandera del marxismo. Su historia es la de un ser humano en todo el sentido de la palabra, de un revolucionario que intentó ser consecuente, que cometió errores, cuestionó ideas propias y ajenas, que entregó todo por la lucha de las y los trabajadores, por el triunfo de sus luchas y de la transformación socialista, siempre, como muchos recuerdan, con energía y, sobre todo en sus últimos años, aportando entusiasmo por el trabajo a quienes compartimos el esfuerzo de levantar una alternativa revolucionaria.
No es nuestra idea hacer una historia oficial, Adrián Belman siempre estuvo dispuesto a romper todo cuanto tuviera de oficial, ceremonial, consagrado y solemne, hacer ahora un relato que disminuya u oculte los claroscuros de la historia no ayuda a nadie y menos aún le hubiere agradado al hoy occiso. Presentamos ahora una ofrenda sencilla para decir junto con él ¡ánimo! Pues sabemos, la lucha debe de continuar.
Polvos de aquellos lodos
Fue a inicios de los 70 cuando Ben Ami (último sobrenombre que usó) empezó sus andanzas en la militancia socialista. Llevado por las ganas de hacer algo, fue en la tendencia trotskista donde encontró un espacio que ofrecía debate teórico y también acción. Las condiciones de aquellos años impulsaron al joven militante y sindicalista hacia adelante. Aunque formalmente la participación política era un poco menos riesgosa y hacía el final de la década se daría la "apertura democrática", la realidad es que aún había muchas amenazas.
En ese contexto se formarían en él algunas de las mejores costumbres que perdurarán durante décadas. El trabajo colectivo, la disciplina, el esfuerzo inagotable; la entrega al ideal de todo cuanto somos, de la mejor manera que podamos. En una labor incansable, de día y noche, de todos los días, de toda nuestra vida. Que somos militantes de la idea en todo lo que hacemos, en el trabajo, en la escuela, en la labor popular y cuando descansamos, nos detenemos a leer y pensar cómo seguir adelante, la cosa es nunca detenerse.
Desde muy joven le gustó la ciencia, era fervoroso amante de ella, esto lo llevó a estudiar biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM; pero el trabajo, las presiones de la vida cotidiana y también su labor como militante lo obligó a abandonar sus estudios. Sin embargo, esto no le impidió continuar aprendiendo, hasta el último día de su existencia era asiduo lector de libros y revistas de ciencia, era un divulgador de la misma sin aires de erudito, todo lo contrario, te explicaba con gran sencillez; era un libro abierto, con dibujitos, ejercicios interactivos y bromas para que recodaras por siempre por qué ser marxista y no un intelectual de pacotilla.
El trabajo es vida
Aprender a trabajar y trabajar correctamente como dignidad de la existencia obrera. Condición sine qua non para construir organización y resistencia, para exigir al patrón el salario digno, las mejores condiciones laborales, la vida decorosa para la plantilla. Terreno fértil para que el ideal de lucha se adueñe de los cerebros y los corazones y los murmullos se conviertan en gritos, las manos endurecidas en puños y toda la sociedad putrefacta que comercia con nuestras lágrimas y sudor estalle en mil pedazos y la reemplacemos.
Se formó en la vieja tradición del sindicalismo combativo que sobrevivía en el Sindicato Mexicano de Electricistas SME, junto con viejos personajes que provenían de las luchas gloriosas como la huelga de 1936 e incluso de las primeras épocas. Aunado a esto, también convivió con la rudeza de la época, la presencia de compañeras y compañeros que venían de los 60 y que dieron a su vida y militancia, a su existencia, la virtud del trabajo y la disciplina.
Esta pasión por el trabajo bien hecho, por la herramienta adecuada, pasión compartida por cualquier obrero digno fue la que empeñó en cada uno de los trabajos de propaganda, agitación, explicación, unión que llevó adelante. Por supuesto siempre había también lugar para una broma, una risa, un comentario cáustico sobre la situación y aunque su humor no siempre fue tan afable terminaba por dejar una alegre impronta en lo hecho.
Nunca hacía nada al aventón, era muy meticuloso, al grado de a veces ser exagerado y molestar a unas cuantas mentes desesperadas y mal hechas. Si no sabía hacerlo, investigaba; si no tenía las herramientas, las creaba; si no sabías hacerlo, te enseñaba; si tenías miedo de hacerlo mal, te daba confianza y ánimo. Pero estas habilidades no fueron por si mismas obra de él mismo, decía siempre que esto lo había aprendió de unos viejos amigos llamados Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Rosa, Clara y toda la cuadrilla de marxistas que por siempre escuchó con humildad y meticulosidad. Hasta el último día nunca dejó de formarse, leía para cada reunión semanal, nunca de los nunca menospreció la teoría, sino todo lo contrario.
El Mexicano de Electricistas
Fue en el Sindicato Mexicano de Electricistas donde desarrolló la mayor parte de su actividad, como militante socialista y como sindicalista. Aquí la actividad fue, nuevamente, incansable. Parte de incontables agrupaciones y reagrupaciones sindicales, ligados al trabajo de una organización o sólo sindicales, pero siempre fuera de las estrechas miras de los charros, charritos y demás fauna demasiado pusilánime como para levantar la mano y decir esta boca es mía frente a la crítica mordaz, el ingenio irónico y la defensa vehemente de la propia posición frente a la plenaria, de cara a la nunca bien alimentada cohorte de ataque del aspirante a lidercillo sindical en turno.
Boletín obrero, los chilindrinos, ¡Ay mamá… los de la luz! y otros nombres eran como se les conocía dentro del sindicalismo. Hubo otras compañías, más intentos, más fallas y más vueltas al ataque. Interminables debates, amistades entrañables y rompimientos amargos, críticas acerbas, comentarios acres y un intento de continuidad y coherencia frente a la debacle de la Unión Soviética, la izquierda que apenas y sobrevivió al 88, las prácticas “democráticas” del SME y la cortedad de miras de algunos correligionarios.
Y no, no siempre tuvo la razón, y sobre esos errores también se ganó experiencia, también hubo de corregir, más rápido o más lento y hacer la crítica necesaria para sacar la cabeza del agua y orientarse en aquel mare magnum, levantar nuevamente la bandera, izar las velas y poner proa sobre una ruta que no exenta de nuevos errores y peligros si aseguraba llegar nuevamente a puerto y dar nuevas perspectivas.
Amoxohtoca
Compartía la idea de Martí que la mayor guerra que se nos hace es a pensamiento, así pues, tuvo también un interés especial en la conservación y divulgación de la historia del movimiento obrero y socialista. Tanto de las organizaciones donde militaba, como partícipe activo de la lucha social. La memoria es una batalla que los oprimidos damos todos los días, intentando que no borren nuestra historia, la deformen o la suplanten y él estaba dispuesto a ganar esa batalla.
Su pasión por la historia no era inútil erudición, aunque ciertamente conocía y eso era fácilmente visible para quienes platicaban con él. La exposición de las historias, de nuestras historias, de la historia con h minúscula siempre era para intentar explicar qué es lo que a continuación habría que hacer.
“Siempre es oportuno llamar la atención para profundizar en el conocimiento de la historia, no para presumir de amplios conocimientos, de la precisión del dato, sino para intentar extraer de la experiencia una comprensión más cabal del presente y también, no menos importante, elementos prácticos para instrumentar la respuesta [sindical] a los retos presentes.”
Así él mismo lo plasmó en el prólogo a uno de los textos que publicó. Esta labor editorial fue adquiriendo cada vez mayor relevancia. Las ediciones y coediciones sobre la historia del SME, las memorias de Demetrio Vallejo en Lecumberri y algunos proyectos que se quedaron en la tinta sobre Louise Michel, Mosser, etc. Sobre todo, es una de las cosas más caras a quienes trabajamos con él en los últimos tiempos, su dedicación al trabajo editorial, a dejar los libros impecablemente hechos, a armar al movimiento obrero con armas de la mejor calidad.
Conocía la Ciudad de México como la palma de su mano, no había centro fabril que no ubicara porque había ido a vender la prensa obrera. Los rincones del territorio también los exploró, desde muy joven era un ser inquieto por conocer y aprender, a pesar que su niñez y juventud vivió una pobreza terrible viajó como pudo a cada rincón que deseaba y, posteriormente cuando inició su militancia, lo hacía con firme convicción de extender las ideas del marxismo a donde se pudiera, un propagador de la idea, era todo un emisario bolchevique.
La batalla contra el escepticismo y el oportunismo
En los últimos seis años ayudó a forjar la sección mexicana de Izquierda Revolucionaria. Siempre dispuesto a los mayores sacrificios, entregaba todo sin pedir nada a cambio, su decisión y honestidad nos formaron a muchos en los últimos años, nos enseñó a tener confianza y a comprender la dialéctica de la organización. Pilar para dar la batalla contra el escepticismo y el oportunismo, manteniendo siempre mucha lucidez y prontitud al afrontar los debates tanto internos como dentro del movimiento, nunca dejó de hacer trabajo de base, colocaba la prensa y recolectaba boteos como nadie.
Desde el 2017 a la fecha libró una cruzada sin cuartel por cuestionarse, liberarse y ganar la batalla al machismo imperante reproducido también en la vieja izquierda, siempre atento y entendiendo, aceptando cada explicación y llamados a la militancia, estaba totalmente convencido que Libres y Combativas era un pilar de nuestro trabajo político, un baluarte que impulsó sin dudar.
Era indomable y muy abnegado, los últimos meses su enfermedad le exigía retirarse, pero él siempre infatigable todos los días seguía contribuyendo. Es un caso típico y no excepcional de tantos hombres que han dedicado sus esfuerzos, e incluso sus vidas, a la lucha por la liberación de nuestra clase. Ben Ami se mantiene vivo en cada uno de nosotros y en la bandera que él levantó decididamente desde su juventud, la del socialismo internacionalista, la de la genuina Cuarta Internacional.
Sobre estos ejemplos gigantes nos levantamos los revolucionarios actuales, sobre estos ejemplos forjamos la victoria y conquistamos un futuro; él siempre decía ¡ánimo! pero no como frase simplona o hipócrita, sino porque confiaba y sabía que la generación actual veremos la revolución socialista. Por ti Ben Ami, por nuestra clase ¡Venceremos!
¡Adrián Belman presente, ahora y siempre!
Socialismo o barbarie, venceremos