Corbyn y el movimiento obrero deben pasar a la acción

Según el diario The Economist, si 2019 va tan mal como 2018 los británicos podrían enfrentarse a una situación de “Brexit y caos bajo los tories, o de socialismo y caos con los laboristas”. Esta afirmación resume la profunda angustia de la clase capitalista británica, ya que los acontecimientos escapan a su control. Temen un gobierno liderado por Corbyn, debido a las esperanzas que podría encender entre millones de trabajadores y que podrían empujarle a tomar medidas socialistas de mayor alcance que su modesto programa.

La crisis de los tories y de la clase dominante

Sin embargo, la clase dominante británica ya no puede confiar en que el Partido Tory represente sus intereses como hasta ahora. Está literalmente desapareciendo: ¡con alrededor de 140.000 miembros cuya edad media es de más de 70!, y enfrentando su división más profunda en 170 años. En el fondo, la crisis de los tories —como la de los partidos capitalistas en el resto de Europa—, se deriva de la creciente oposición a sus brutales políticas de austeridad.

Con una base social muy debilitada, el Partido Tory ha sido golpeado, primero, por el resultado del referéndum sobre el Brexit de 2016, que expresó un voto de rabia de la clase trabajadora contra el establishment capitalista, y luego en las elecciones generales de 2017, cuando el voto a los laboristas aumentó en 3,5 millones, dejando al gobierno conservador sin mayoría.

El año 2018 ha terminado con la primera ministra tory, Theresa May, aferrada a su puesto en una situación muy precaria y con sus propios parlamentarios rebelándose contra ella. Sólo prometiendo que no se presentaría a las próximas elecciones generales ha sido capaz de convencer a una mayoría de parlamentarios conservadores para que la apoyaran en la moción de censura. Sin embargo, May no se atrevió a presentar su acuerdo para el Brexit en el parlamento antes de Navidad, sabiendo que se habría enfrentado no sólo a una derrota sino a una verdadera paliza. Aplazándolo hasta mediados de enero —sólo seis semanas antes de que Gran Bretaña salga, en principio, de la UE— espera, contra toda esperanza, que al ofrecer “una elección entre Guatemala y Guatepeor” pueda presionar a una mayoría para apoyar el trato, o una versión de éste, y evitar un Brexit caótico.

El acuerdo de May —es decir, continuar como país miembro de la UE o la fórmula más próxima posible— no es lo que quiere la mayoría de la clase capitalista como el mejor medio para maximizar sus ganancias. Pero pueden convivir con él ya que temen que rechazarlo lleve a un Brexit “sin acuerdo” y a un gobierno de Corbyn. También porque deja al país dentro de la Unión Aduanera durante el período de transición. En realidad, es un “Brexit con los ojos vendados” que deja todo para ser negociado en el futuro, más allá del período de transición.

No puede descartarse que, bajo la presión de la clase capitalista, los políticos pro grandes empresas de todos los partidos terminen votando por el acuerdo de May. Si lo hacen, significará la fundación de una especie de gobierno de unidad nacional informal para defender los intereses de la clase capitalista y tratar de bloquear el camino hacia un gobierno liderado por Corbyn.

Hay que echar a los tories

En esta etapa, sin embargo, el ala procapitalista del Partido Laborista, los blairistas, temerosos de ser asociados con una primera ministra muy desautorizada y a su acuerdo, continúan centrando sus esfuerzos en pedir un segundo referéndum. Ésta es una opción muy arriesgada para la clase capitalista. Sería altamente divisorio y correría el riesgo de socavar dramáticamente la autoridad del establishment capitalista, ya que se vería que ha cambiado las reglas descaradamente para adaptarse a sus propios intereses. No obstante, si se mantiene el estancamiento parlamentario, no se pueden descartar movimientos más serios hacia un referéndum.

Mientras tanto, para millones de personas de clase media y trabajadora echar a los tories es una necesidad urgente. Incluso las Naciones Unidas han condenado que millones de personas hayan sido sumidas en la pobreza por parte de este gobierno, al que catalogan de “punitivo, mezquino y cruel”. Hay más de 4,5 millones de niños en Gran Bretaña cuyos padres no pueden alimentarlos adecuadamente.

Los sindicatos y Jeremy Corbyn deberían organizar una acción de protesta masiva para que se convoquen elecciones generales. Corbyn ha retrasado su llamamiento a una moción de censura en el parlamento hasta tener una posición más favorable. Esta sería una táctica legítima, siempre que se combine con la construcción de un movimiento en las calles por unas elecciones generales. Esto debería estar vinculado a un programa socialista claro, incluida la cuestión del Brexit.

Corbyn se ha opuesto con razón al acuerdo de May, que se ha elaborado en beneficio de las grandes empresas y los multimillonarios. Sus “líneas rojas” deberían ser la oposición a todas las reglas neoliberales y procapitalistas. Debería exigir que se vuelvan a abrir las negociaciones sobre la base de oponerse a todas las reglas de la Unión Aduanera y del mercado único de la UE, como las de las ayudas estatales, la “liberalización del mercado” o la directiva laboral anunciada, que va en contra de los intereses de la clase trabajadora.

Frente a la UE del capital: ¡Por una alternativa socialista para los pueblos de Europa!

Sobre esa base Corbyn podría hacer un llamamiento a la solidaridad internacional con los trabajadores de toda Europa. Esto significaría desarrollar una campaña a nivel europeo de organizaciones de trabajadores y socialistas y utilizarla para romper las actuales reglas capitalistas de la UE. Con el apoyo popular y la movilización en Gran Bretaña y la solidaridad de los trabajadores de toda Europa, estaría en una posición de negociación mucho más fuerte que May. Frente al boicot de los empresarios y capitalistas, que con el pretexto de las dificultades que supondría el Brexit se irían fuera del país, un gobierno de Corbyn podría aplicar un programa de nacionalizaciones para impedir las negativas consecuencias para la clase obrera que ello implicaría: cierres, reducciones salariales o destrucción de empleos.

Para la clase capitalista, sin embargo, un gobierno liderado por Corbyn con políticas socialistas y un apoyo popular masivo es una pesadilla aún peor que el desastre en el que se encuentran con el Brexit.

Corbyn necesita poner inmediatamente al movimiento de los trabajadores en pie de guerra para luchar por unas elecciones generales. Debe dejar claro que cualquier diputado laborista que respalde a May perderá sus derechos como diputado laborista. Al mismo tiempo, necesita abrir el proceso que permita al Partido Laborista a nivel local seleccionar nuevos candidatos para unas próximas elecciones. Debería convocarse una conferencia de emergencia de los laboristas, abierta a todas las fuerzas antiausteridad, para discutir cómo regenerar urgentemente el laborismo en líneas socialistas y democráticas.

Los puntos clave deberían incluir la nacionalización de los bancos y los principales monopolios bajo el control y la gestión democrática de la clase trabajadora, a fin de allanar el camino para un plan de producción socialista que pueda satisfacer las necesidades de todos. Esto estaría directamente vinculado con una nueva colaboración de los pueblos de Europa sobre bases socialistas, basada en la solidaridad de la clase trabajadora por encima de fronteras nacionales.

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