¡No hay alternativa bajo el capitalismo!
El Brexit está revelando la profunda crisis social y política que padece el capitalismo británico. Tras meses negociando un acuerdo de salida de la Unión Europea y después de más de una decena de votaciones perdidas en el Parlamento, el Gobierno de Theresa May y el Partido Conservador se encuentran sumidos en una crisis histórica. Sigue sin haber acuerdo para evitar una salida caótica de Gran Bretaña de la UE, que tendría consecuencias desastrosas, y la única solución a corto plazo parece ser la de ganar algo más de tiempo, con una nueva prórroga acordada in extremis hasta el próximo mes de octubre.
Recortes, precariedad laboral, pobreza y desigualdad
La explicación a este caos la encontramos en la profunda crisis social que padece Gran Bretaña desde hace décadas. La realidad para la clase trabajadora y la juventud ha sido el hundimiento de sus condiciones de vida, un crecimiento acelerado de la desigualdad, y un proceso generalizado de precarización de sus condiciones laborales, consecuencia de los constantes recortes del Estado de bienestar, especialmente intensos tras la vuelta de los tories al Gobierno en el año 2010. Estas contrarreformas y recortes siguen la estela de las brutales políticas de Margaret Thatcher contra la clase obrera, continuadas y asentadas por el laborismo de Blair, y que han sembrado las semillas de la actual crisis social que padece la sociedad británica.
Desde el estallido de la crisis económica en 2007 se ha producido un crecimiento exponencial de la precariedad laboral y de los empleos basura, temporales y con salarios de miseria. A esto ha contribuido la extensión de los llamados contratos de cero horas; con ellos el trabajador está a disposición del empresario a tiempo completo, pero sólo recibe su salario por las horas trabajadas, cuando el empresario le llama para trabajar, ya sea una, dos o cinco horas. Estos contratos suponen ya un 25% de todo el empleo creado. También ha crecido el autoempleo, los falsos autónomos, empleo tipo Uber o Deliveroo, afectando a más de tres millones de personas. En contraste con esto, en 2018 las grandes multinacionales británicas han conseguido récord histórico de beneficios.
Todas estas cifras están detrás de los resultados en el referéndum del Brexit en 2016. Amplias capas de la clase trabajadora y sectores empobrecidos de la clase media identificaron a la UE como uno de los principales impulsores de las políticas de recortes y austeridad. También explican la dificultad de la clase dominante británica para dar una salida a la situación creada. Sin embargo, dos años después del referéndum, amplios sectores de la clase obrera ven el callejón sin salida ante el que se encuentran, y adivinan que al final serán ellos una vez más los que paguen los platos rotos del Brexit.
El fracaso del nacionalismo económico
En importantes regiones industriales, por ejemplo el nordeste de Inglaterra, donde el Brexit obtuvo casi un 59% de apoyos, la perspectiva en el caso de una salida sin acuerdo es de una contracción del PIB del 16% (el doble de lo previsto por el Banco de Inglaterra para el conjunto de la economía británica). El 60% de las exportaciones de dicha región, con importantes industrias de la automoción, van dirigidas a Europa. Nissan, por ejemplo, ya ha anunciado recortes, pues los nuevos aranceles tras la salida de la UE supondrían más de 500 millones de libras en costes.
Tras la salida de la UE, las tarifas arancelarias a aplicar serán las de la Organización Mundial de Comercio: un 4,5% para los coches y un 10% para los componentes. Otro sector afectado será el ganadero, con aranceles de un 70% para el vacuno y de un 45% para el cordero. Por otro lado, se prevé también una fuerte subida de los precios de los alimentos ya que el 30% de sus importaciones proceden de la UE.
Todo esto está desnudando el callejón sin salida que supone el nacionalismo económico, que únicamente contribuye a profundizar las tendencias recesivas de la economía, tal y como se vio durante la crisis de los años treinta. El Brexit es también la otra cara de la guerra comercial y arancelaria que libran a nivel mundial las potencias capitalistas por el mercado mundial. Un camino en el que no hay salida ni para la clase obrera ni para la mayoría de la población.
¿Un nuevo referéndum?
Todo esto explica el cambio en las encuestas, y el hecho de que ahora, en caso de celebrarse un segundo referéndum, pudiera vencer la opción de la permanencia. Una parte importante de la clase trabajadora que en su día votó por el Brexit ve con preocupación e impotencia las consecuencias de un Brexit caótico, que podría suponer una nueva vuelta de tuerca en forma de deslocalizaciones, bajadas de salarios y despidos.
El movimiento People’s Vote, que organizó recientemente una marcha en Londres con un millón de asistentes, ha crecido significativamente durante los últimos meses generando presión de cara a la celebración de un segundo referéndum. Si este se celebrara se agravaría la crisis de legitimidad del establishment político e institucional. Dicho movimiento está liderado en gran parte por importantes sectores empresariales, no poniéndose encima de la mesa alternativas en beneficio de trabajadoras y trabajadores, y defendiendo la permanencia en la UE de la austeridad y los recortes.
¡Abajo el Gobierno de May! ¡Por una alternativa socialista!
Por otro lado, con el Partido Conservador al borde de la escisión, la victoria de Corbyn y el Partido Laborista si las elecciones se celebraran ahora gana peso. Las últimas encuestas señalan que obtendría un 37% de los votos frente al 23% de los tories y el 18% de los euroescépticos.
Un sector de la burguesía británica, representado en parte por el Partido Conservador y por formaciones euroescépticas y xenófobas como el UKIP, apostó por el Brexit como una forma de desviar la atención y de sortear la crisis de legitimidad causada por sus políticas de ajuste y recortes. Sin embargo, esta estrategia se ha convertido en un boomerang que amenaza con reducir a cenizas al propio Partido Conservador.
Es necesario levantar una alternativa socialista, la única alternativa para la clase trabajadora tanto dentro como fuera de la Unión Europea. Para ello el primer paso es acabar con el odiado Gobierno de Theresa May, que si no ha caído aún ha sido por la ausencia de una alternativa fiable para la clase dominante, que teme no poder controlar la situación de efervescencia social que crearía una victoria electoral de Corbyn, y por la ausencia de un plan contundente de movilizaciones en las calles para tumbarlo, responsabilidad tanto de los dirigentes sindicales como del propio Corbyn y su equipo.
Corbyn debe romper con esta estrategia de paz social, llamar a llenar las calles y luchar por una victoria contundente en las urnas con un programa que ponga fin a los recortes y la austeridad, que ponga la riqueza del país al servicio de la mayoría, expropiando a los principales bancos y multinacionales responsables de este terrible desastre social, y que se convierta en una referencia de cara a luchar por una Europa unificada sobre bases socialistas, donde la pobreza, la explotación y la desigualdad se conviertan en recuerdos del pasado.