¡El TUC debe convocar ya huelga general!¡Hay que tumbar a los tories!
El levantamiento obrero que recorre Gran Bretaña desde hace meses se extiende y se recrudece. La oleada huelguística sigue sumando nuevos sectores, como las enfermeras, que han ido a la lucha por primera vez en 106 años, los conductores de ambulancias, los funcionarios públicos o los trabajadores de las fronteras. Además se están impulsando nuevas votaciones entre los médicos y el profesorado para ir a la movilización. Todo unido a las nuevas jornadas de huelga del Royal Mail (Correos) o de los ferroviarios, los primeros en salir a la acción, y que suman ya decenas de días de huelga desde que comenzaron la batalla. Solo en el mes de diciembre se han perdido más 1,5 millones de horas por huelga, la cifra más alta desde 1989.
Esta rebelión de la clase obrera tras años de políticas de austeridad, recortes y privatizaciones, que han hundido a millones de familias trabajadoras en la pobreza, está poniendo aún más al descubierto la profunda crisis del capitalismo británico, de sus instituciones y del Partido Conservador. Una crisis que ha supuesto la caída en unos meses de dos Primeros Ministros, Boris Johnson y Liz Truss, que ha dejado a los tories tocados de muerte, y que no se puede desligar de la irremediable decadencia de Gran Bretaña como potencia mundial.
Pero sobre todo, una crisis que está poniendo en evidencia la enorme fuerza de la clase obrera y como, cuando se pone en marcha, puede superar mediante la organización, la movilización de masas y la acción directa cualquier obstáculo: la intransigencia de la patronal, la represión por parte del Gobierno, las campaña de criminalización de los grandes medios de comunicación burgueses, las maniobras espurias de los dirigentes laboristas, y la cobardía e indecisión de la burocracia sindical del Trades Union Congress (TUC).
Esto es lo que ha ocurrido y está ocurriendo en Gran Bretaña, con un movimiento que ha superado todas las expectativas, coordinándose desde abajo, planteando en los hechos la necesidad y la viabilidad de la huelga general, y que se ha transformado en una rebelión obrera generalizada contra los tories y sus políticas, y en definitiva contra el sistema capitalista.
El Gobierno de Sunak: más austeridad, más racismo y más represión
El nuevo Gobierno conservador encabezado por Rishi Sunak, un multimillonario con una fortuna familiar superior a la del nuevo Rey Carlos III, nada tiene que envidiar en su carácter reaccionario a sus predecesores, y así lo está demostrando. Sunak fue Ministro de Economía bajo el mandato de Johnson, y también estuvo directamente implicado en el escándalo de las fiestas en Downing Street durante el confinamiento.
Su Gobierno enfrenta una situación económica catastrófica, con una recesión en ciernes que hará caer el PIB británico un 1,4% en 2023, y con una inflación del 11%, la mayor en 41 años. Y todo acompañado de una profunda crisis social que no deja de agravarse: uno de cada tres niños viviendo en la pobreza; uno de cada seis británicos sobreviviendo con ayudas sociales, y uno de cada cuatro incapaces de llegar a fin de mes. Numerosos informes han puesto en evidencia que el hambre se ha convertido en una realidad entre cientos de miles de familias trabajadoras: solo en 2022 se han repartido paquetes de comida entre 2,1 millones de británicos.
El nuevo Gobierno conservador, tras la crítica situación vivida durante el fugaz y enloquecido mandato de Liz Truss, ha decidido dar una vuelta de tuerca a las políticas de austeridad, subiendo impuestos a la clase media y a las familias trabajadoras, y aprobando nuevos recortes sociales que profundizarán la destrucción de los servicios públicos. La situación ha llegado a tal punto que el Real Colegio de Medicina de Urgencias ha advertido que el colapso de las urgencias está suponiendo que entre 300 y 500 personas mueran a la semana fruto de la falta de atención médica. En este momento 7,2 millones de británicos están en las listas de espera del NHS (Sistema nacional de Salud).
Ante una presión cada vez mayor de la lucha de clases, el Partido Conservador como sectores de la clase dominante siguen profundizando su deriva hacia la extrema derecha y el autoritarismo. Su política antiinmigración no tiene nada que envidiar a las de Trump o Meloni, y los intentos desesperados para frenar las huelgas endureciendo la legislación antisindical o utilizando al ejército para sustituir a los huelguistas, tal y como ha ocurrido con las huelgas de los trabajadores de las fronteras o de ambulancias, muestra lo lejos que están dispuestos a llegar. Una medida criticada por el Jefe del Estado Mayor, el Almirante Sir Tony Radakin[1], consciente de los peligros que conlleva.
El problema para los tories y la clase dominante es que la demagogia populista de extrema derecha que apela a la nación, al nacionalismo económico, y que en Gran Bretaña ha tenido su máxima expresión con el Brexit, ha fracasado. El Brexit no ha hecho más que agravar la profunda crisis del capitalismo británico. Desde su aprobación el PIB ha retrocedido un 5,5%, la deuda pública se ha triplicado, y el déficit comercial ha alcanzado la cifra record de 25.000 millones de libras, haciendo a su economía aún más dependiente de las importaciones y de los prestamistas internacionales. Una seria advertencia para aquellos que pretendan enfrentar la crisis capitalista mediante políticas de nacionalismo económico.
¡Por la Huelga general para derrotar a los tories!
La irrupción en la escena del movimiento obrero británico, recuperando sus tradiciones históricas, ha cambiado por completo el panorama político. Son ya meses de conflictos y huelgas que están suponiendo en la práctica la paralización del sector público. Pero para tumbar definitivamente a los tories, para sacarles hoy y ahora del gobierno, es necesario concentrar toda esa fuerza para golpear con la máxima contundencia. ¡Por eso es tan decisiva la consigna de la Huelga General!
El impulso desde abajo imponiendo huelgas sector tras sector ha sido incontenible, con votaciones casi unánimes que han superado sin problemas la ultra restrictiva legislación antisindical, y con un apoyo masivo por parte de la opinión pública. Tras más de una década de retrocesos que han hundido los salarios reales obligando a numerosos trabajadores, como las y los enfermeros, a recurrir a los bancos de alimentos, la clase obrera ha dicho basta. Al tiempo que se presiona a los trabajadores para que sean “razonables”, y se les criminaliza, la City de Londres y los grandes monopolios capitalistas baten record de beneficios.
La extensión y coordinación de las huelgas ha dado un nuevo salto estas navidades, pero no ha sido gracias a una acción consciente de la dirección del TUC ni de los grandes sindicatos como United o Unison. Está coordinación se está imponiendo desde abajo, por los sindicatos y sindicalistas más combativos, como el ferroviario RMT, que se ha convertido en la bestia negra de los tories y la reacción.
De hecho, el nuevo Secretario General del TUC, elegido en su último Congreso en octubre, Paul Nowak, ha tenido que referirse a la huelga general pero para señalar que bajo la actual legislación antisindical sería muy complicado convocarla y que además cada sector tienes sus propias particularidades[2]. Excusas de cara a evitar la unificación real de los conflictos, y que toda la fuerza y potencial que está demostrando la clase trabajadora se convierta en un mazo que tumbe definitivamente a los tories. Un desenlace que llenaría de confianza en sus propias fuerzas a la clase trabajadora, fortalecería el movimiento huelguístico, y complicaría los planes de un futuro Gobierno laborista que pretenda continuar con las mismas políticas de austeridad y recortes.
Confluir en una Huelga General supondría una inyección de confianza y moral, y arrastraría a la batalla a otros muchos sectores del sector privado que sufren el mismo hundimiento salarial y deterioro de sus condiciones de vida. ¡La izquierda combativa en los sindicatos debe hacer una campaña masiva por la Huelga General y luchar para imponerla y organizarla!
El Partido Laborista, los sindicatos y la izquierda revolucionaria
Con los tories agonizando, la actual dirección laborista encabezada por Keir Starmer, que prohibió inicialmente a sus diputados y cargos públicos participar en los piquetes, se niega a apoyar abiertamente las huelgas, rechaza reivindicar subidas salariales acordes con la inflación y no se compromete a derogar la nueva legislación antisindical que los tories amenazan con aprobar en las próximas semanas. Y lo justifican sin tapujos señalando que son un “partido de gobierno”.
El último ejemplo de esta política esquirola, que contribuye a mantener a los tories en el poder, ha sido la conferencia celebrada con 350 altos ejecutivos de las principales empresas y bancos británicos, donde Keir Starmer y su equipo se han reivindicado como el partido de los negocios señalando que el laborismo “está totalmente del lado de la empresa”. Un giro abiertamente pro patronal que busca acabar con cualquier atisbo de corbynismo que pueda quedar en el Partido Laborista, y que se ha materializado en numerosas donaciones por parte de grandes magnates, de más de tres millones de euros, superando por primera vez al Partido Conservador.
Al tiempo que se recibe con los brazos abiertos a los grandes empresarios, continua la caza de brujas dentro del laborismo contra los diputados o cargos públicos identificados con Corbyn y la izquierda laborista, ya sea con expulsiones, como ocurrió con el propio Corbyn, o negando que puedan presentarse para su reelección.
El Partido Laborista está renunciando voluntariamente a romper con las políticas de austeridad de los conservadores. Al revés, no dejan de mandar mensajes en el sentido contrario, y de ahí su negativa a apoyar las huelgas y reivindicaciones del movimiento obrero, y su actuación feroz para acabar con cualquier disidencia de izquierdas. Por eso mismo es necesario levantar una alternativa de clase y socialista que gane el oido, y el apoyo consciente, de los millones de trabajadores que están en lucha.
La conformación del movimiento “Enough is enough”, impulsado por sindicatos combativos como el RTM, el CWU (Sindicato de los trabajadores de correos y telecomunicaciones), y muchos delegados encuadrados en la izquierda sindical, por activistas de Momentum, por Corbyn e incluso por cargos y diputados de la izquierda laborista, rebela las condiciones para avanzar en este proceso. Pero hay que sacar las lecciones de la experiencia anterior, y entender que es imposible construir una opción consecuentemente de izquierdas sin una lucha a muerte contra la derecha laborista y sus políticas de colaboración de clases.
Los errores de Corbyn y de Momentum en el pasado, cediendo a las presiones del aparato laborista y negándose a dar una batalla seria contra esa legión de diputados y concejales podridos y asimilados, entusiastas de los recortes y dispuestos a cualquier cosa por mantener sus cargos y posición social, ha permitido que una oportunidad excepcional se haya escapado, con las consecuencias obvias que eso ha tenido.
La izquierda revolucionaria marxista debe intervenir sin ningún sectarismo en estos movimientos, luchando por reagrupar a los activistas de la izquierda sindical y del corbybinismo, y a las nuevas capas de trabajadores y jóvenes que están protagonizando esta oleada de movilizaciones con un programa claro:
1. Por la huelga general para derrotar a los tories, y para ello es necesario entablar una batalla en el seno del movimiento sindical impulsando una campaña militante que señale la responsabilidad de la dirección del TUC y de los grandes sindicatos que la integran como United y Unison en su convocatoria.
2. Por un frente único electoral para imponer candidatos obreros y de la izquierda contrarios a las políticas capitalistas, que defienda la nacionalización de las grandes empresas, las multinacionales energéticas y los bancos para proteger los servicios públicos, comenzando por el NHS, garantizando medios materiales y humanos que acaben con las listas de espera y hagan efectivo el derecho a una sanidad de calidad para todas y todos; por una vivienda pública digna y asequible; por empleos estables y salarios decentes que no obliguen a miles de familias trabajadoras a elegir entre comer o tener que calentarse.
Los inmensos recursos que atesoran la City londinense y los capitalistas británicos deben ser expropiados y puestos al servicio de la mayoría de la población. ¡Esa es la única alternativa!, y para hacerlo hay que levantar la bandera del internacionalismo proletario y de la revolución socialista.
Notas:
[1]
Defence chief says military isn’t ‘spare capacity’ to cover Christmas strikes “Estamos ocupados y estamos haciendo muchas cosas en nombre de la nación. Tenemos que centrarnos en nuestro papel principal”.