Hacia una lucha de clases feroz

Las elecciones alemanas han supuesto un terremoto político de dimensiones continentales. La socialdemocracia cosecha los peores resultados de su historia, después de estar cuatro años en el Gobierno hincando la rodilla ante el imperialismo norteamericano en la guerra ucraniana y apoyando abiertamente el genocidio sionista en Gaza.

Con la derecha de la CDU lanzada también por este camino, y haciendo apología del discurso más reaccionario posible en materia de inmigración, la fuerza realmente ganadora ha sido la ultraderecha de AfD. Por su parte, Die Linke consigue un gran resultado y se alza con la victoria en Berlín.

La extrema derecha en datos

A pesar de que la derecha tradicional, CDU-CSU, ha ganado las elecciones con 14.158.432 papeletas, un 28,6%, la realidad es que ha obtenido los segundos peores resultados de su historia. La política abiertamente racista de la CDU ha hecho el caldo gordo a la extrema derecha, que ha visto su programa completamente blanqueado. AfD es ya el segundo partido en el Bundestag por encima del SPD, con 10.327.148 de votos, el 20,8%, 5,5 millones más que en las últimas elecciones.

Esta fuerza reaccionaria, supremacista, dirigida por elementos que copian el discurso nazi en muchos aspectos, se ha convertido en la más votada en los estados de la antigua RDA (el este de Alemania), y en tres de ellos roza casi el 40% de los sufragios.[1] En el oeste también avanzan considerablemente, superando el 20% y crecen en algunas zonas industriales que eran bastiones del SPD. Y todo ello además con una participación récord del 82,5%, 6 puntos y tres millones de votos más que en 2021.

Librería"
Los partidos gubernamentales, el SPD, Los Verdes y los Liberales, sufren una debacle. La CDU-CSU, ha ganado las elecciones pero ha obtenido los segundos peores resultados de su historia. La fuerza realmente ganadora ha sido la ultraderecha de AfD. 

Durante la campaña electoral AfD ha recibido un respaldo entusiasta tanto del fascista Elon Musk como del presidente Trump. Esta internacional fascista, plagada de multimillonarios, y que celebró su cumbre en Washington con Steve Banon realizando el saludo nazi, tiene sed de venganza y pretende dar un golpe decisivo contra la clase obrera, contra el feminismo y los movimientos sociales, y contra la izquierda y el sindicalismo combativo. Y ahora que han ganado una fuerte posición en el país más importante de la UE, convirtiéndose en la segunda fuerza de la ultraderecha europea solo por detrás de Le Pen en Francia, las consecuencias se sentirán en la lucha de clases.  

Los partidos gubernamentales de la Coalición semáforo, el SPD, Los Verdes y los Liberales, sufren una debacle sin precedentes. El SPD registra un hundimiento histórico: obtiene un mediocre 16,4%, y pierde un tercio de su electorado respecto a 2021, consiguiendo 8.148.284 votos. Los Verdes también retroceden con contundencia: logran 5.761.476 votos, un 11,6%, y caen más de un millón de votos respecto a los anteriores comicios. Y el FPD, esa formación capitalista de derechas directamente desaparece, pasando de ocupar puestos ministeriales a quedar fuera del Bundestag.  En conjunto, los tres partidos que hasta hace meses conformaban el Gobierno de coalición obtienen tan solo el 32% de los votos.

El voto antifascista impulsa a Die Linke y el rojipardismo racista de BSW fracasa

Die Linke, que se encontraba al borde de su posible desaparición parlamentaria, da la sorpresa y es el otro partido que se dispara. Duplica sus votos obteniendo 4.355.382, el 8,8%, y saca los segundos mejores resultados de su historia. La agitación antifascista durante la campaña electoral de sus principales líderes, rechazando el discurso racista y xenófobo desplegado por AfD y la CDU, y del que se ha hecho eco el SPD, les ha convertido a ojos de millones en la única alternativa para hacer frente a la reacción. Insistiendo en las reivindicaciones sociales que importan a la clase obrera y la juventud, señalando la necesidad de limitar los precios de los alquileres, denunciando la degradación de los niveles de vida, y combatiendo la furia misógina, racista y homófoba de la extrema derecha, han movilizado a una parte sustancial de la juventud y recuperado votos de la clase obrera.

Die Linke es la primera fuerza entre los menores de 25 años entre los que obtiene el 25% de los votos, y tercera fuerza, por encima del SPD, en la franja de edad entre los 25 y los 34 años. Por otro lado, logra sus mejores resultados en las grandes ciudades, destacando su victoria en Berlín, donde se alzan como primera fuerza con el 20% de las papeletas, superando el umbral del 30% en tres distritos, y con un triunfo contundente de su candidato de origen kurdo y propalestino en el distrito occidental Berlín-NeuKölln.[2]

Los buenos resultados de Die Linke, en un escenario de campaña permanente de los medios de comunicación y todos los partidos políticos contra la inmigración, y un racismo extremo, especialmente contra los inmigrantes árabes y musulmanes, que ha sustituido al antisemitismo de los 30, ha levantado el ánimo y dado confianza a importantes sectores de la juventud y de la izquierda. La batalla se está librando con fuerza.

Y una consecuencia positiva de esta movilización antifascista es la derrota de Sahra Wagenknecht, y de su partido BSW, que no entra en el Parlamento tras su fuerte irrupción hace unos meses en las elecciones de varios estados del Este. Su discurso racista, xenófobo y pro empresarial, intentando competir con AfD con un supuesto programa nacionalista “de izquierdas”, ha fracasado completamente. La mayoría de los votos que cosechó en anteriores citas han ido esta vez al AfD. Lógico. Si se trata de ser racistas, mejor votar a los fascistas.

Librería"
Die Linke, ha duplicado sus votos. La agitación antifascista durante la campaña electoral y la insistencia en las reivindicaciones sociales les ha convertido a ojos de millones en la única alternativa para hacer frente a la reacción. 

Polarización y avance de la reacción

La influencia de AfD y de su discurso fascista, racista y supremacista, ha dado un salto significativo. Sería un grave error minimizarlo o simplemente conformarse con afirmar que la clase obrera alemana es fuerte y conjugará los demonios del pasado.

La formación ultraderechista, como muchas otras en todo el mundo, ha obtenido su caudal de votos más importante de la CDU, es decir de la derecha tradicional. Esto no podemos olvidarlo. Su programa constituye una llamada a la acción para amplios sectores de la pequeña burguesía, pequeños y medianos empresarios, especialmente en el campo y en sectores como la hostelería y los servicios, que quieren seguir haciendo grandes negocios a costa de la máxima explotación de una clase trabajadora migrante sin derechos, y de la desregulación y bajadas de impuestos.

Pero dicho lo anterior no podemos obviar que AfD está penetrando también entre sectores de la clase trabajadora, especialmente en el Este, donde consiguen apoyos muy significativos, y también en el Oeste. Su influencia en los antiguos territorios de la RDA, las áreas económicamente más desfavorecidas, con mayor desigualdad, y que han sido más golpeadas por la recesión de la economía alemana, se ha construido sobre una demagogia que ha funcionado: nacionalismo demagógico contra la sumisión a EEUU, oposición de boquilla a la guerra de Ucrania y a las sanciones a Rusia, volver a un tiempo pasado de esplendor y progreso social. Y, sobre todo, culpar a la población inmigrante del empobrecimiento de la clase obrera.

En los estados del Oeste, los resultados de AfD también reflejan el descontento y la furia de sectores obreros hacia su partido tradicional, el SPD, y hacia la burocracia sindical por su actitud colaboracionista con la patronal. En distritos en los que la industria automovilística ha sufrido despidos importantes el apoyo a la ultraderecha avanza, como en Dingolfing (BMW) donde alcanza el 32%, o en Rastatt (Mercedes-Benz) donde logra el 31% de los votos,[3] o en el propio Wolfsburg, sede principal de Volkswagen, donde AfD ha incrementado un 12% sus votos y el SPD ha perdido  también el 12%. Es algo que hemos visto en zonas de Francia en las últimas décadas con el Frente Nacional de Marie Le Pen.

Por eso es un grave error contraponer a estos resultados la fortaleza numérica de la clase obrera en abstracto. Es una forma de consuelo que ignora las duras lecciones de la historia. Los trabajadores alemanes en los años treinta del siglo pasado eran los más fuerte del continente, con organizaciones poderosas con millones de afiliados como el SPD y el KPD, y contaban con milicias obreras armadas. Pero toda esa fuerza no sirvió de nada fruto de la nefasta política de la socialdemocracia en primer lugar, pero también de los estalinistas, que permitieron finalmente a los nazis penetrar y ganar a amplios sectores de la clase trabajadora.

AfD también obtiene buenos resultados entre la juventud, siendo la segunda fuerza entre los menores de 24 años, y convirtiéndose en la primera entre los votantes de 25 a 44 años. Como ocurre con otras fuerzas ultras, sus resultados son muy superiores entre los hombres que entre las mujeres, seis puntos más: el machismo es un eje de su política y, como Vox en el Estado español, han colocado al movimiento feminista en su punto de mira.

Lo que debemos entender es que la penetración de AfD entre sectores de la clase trabajadora no es algo inevitable. Son las políticas del Gobierno de coalición encabezado por el SPD lo que han acelerado este proceso. No solo han legislado para el gran capital, atizando la destrucción de los servicios públicos y el hundimiento de los salarios y las condiciones de vida, sino que este Gobierno se ha convertido en el más militarista y belicista desde 1945, aprobando un incremento del presupuesto militar sin precedentes.

Librería"
La clase dominante alemana esta muy dividida. Un sector piensa que apostar por la ultraderecha ahora podría provocar un estallido de la lucha de clases incontrolable. Otro, los Elon Musk alemanes, consideran llegado el momento de aplastar a la clase obrera. 

Y los debates ahora sobre la necesidad de eliminar el límite constitucional a la deuda, que plantean el SPD y Los Verdes, van en la misma dirección: más gasto sí, pero para incrementar los presupuestos militares y continuar la guerra en Ucrania. Al mismo tiempo, AfD, igual que Trump en EEUU, aparecen demagógicamente como los partidarios de la paz. Paradójico, pero real. ¿Cómo no va a avanzar así la ultraderecha?

En todo caso, y más allá de toda esta demagogia, no hay que olvidar que Hitler alcanzó la cancillería señalando que era un hombre de paz y que solo quería una Alemania próspera. Pero el ascenso de los nazis al poder fue un proceso lleno de contradicciones y saltos tortuosos, en el que la parálisis de la clase obrera por su dirección socialdemócrata y estalinista jugó un papel decisivo. En la actualidad los obreros alemanes no han sido aplastados ni mucho menos. No estamos en enero de 1933.

La clase dominante alemana está muy dividida en la actualidad. Un amplio sector ha visto las multitudinarias movilizaciones antifascistas de estas últimas semanas y sabe perfectamente que la conciencia antifascista podría impulsar la lucha de clases y la radicalización de amplios sectores de la juventud y la clase trabajadora”. No quieren bajo ningún concepto quemarse los dedos en ninguna aventura prematura, que pueda tener un efecto contraproducente para sus intereses. Por eso apuestan por un Gobierno de coalición entre la CDU y el SPD. Pero esta fórmula no va a calmar la situación, teniendo en cuenta la marcha de los acontecimientos mundiales.

Todo lo anterior no nos impide reconocer que hay sectores de la burguesía alemana, los Elon Musk alemanes, que ven en el ascenso de AfD una gran oportunidad para golpear a la clase obrera con una contundencia letal y atacar las libertades públicas. En la actual fase de lucha interimperialista, la democracia política y los derechos sociales se han convertido en un obstáculo para la acumulación capitalista. Por eso las raíces y el apoyo a la ultraderecha dentro de la clase dominante responde a causas materiales objetivas.

AfD en Alemania y Trump en EEUU son parte de un mismo proceso de cambio en la correlación de fuerzas mundial, con el ascenso del bloque imperialista liderado por China, de lucha de clases salvaje, de descomposición y quiebra de la democracia parlamentaria como forma de dominación de la burguesía. Estamos asistiendo a un punto de inflexión en todos los terrenos.

Los resultados de estas elecciones garantizan un periodo de completa inestabilidad, y de acentuación de las graves contradicciones que atraviesa el sistema capitalista. Y todo en un contexto en el que Trump tiene como objetivo dinamitar la UE y, en consecuencia, someter a Alemania a su Diktat.

Por una alternativa revolucionaria para barrer a los fascistas de AfD

La derecha tradicional alemana enfrenta una encrucijada. La fuga de votantes hacia la ultraderecha les ha privado ya de una parte de su base social, y en un contexto de profunda crisis capitalista, este fenómeno no hará más que acelerarse. Además, a diferencia de anteriores Gobiernos de coalición entre la CDU y el SPD, en esta ocasión ambos partidos obtienen una mayoría pírrica, de tan solo 13 diputados. Incluso aunque se sumen los votos de Los Verdes, que estén o no el Gobierno lo apoyarán obedientemente, no alcanzan en el Parlamento los 2/3 necesarios para modificar la Constitución, imprescindible para acabar con el límite constitucional a la deuda y aprobar un nuevo fondo especial en favor del Ejército (Bundeswehr). Un problema menor en todo caso que podrán resolver de la mano de AfD, siempre que el gran capital lo requiera.

Librería"
Hay que construir una alternativa revolucionaria que luche por una sociedad socialista, y un mundo sin guerras, opresión y explotación. Así derrotaremos definitivamente a la ultraderecha y eliminaremos el peligro del fascismo. 

A pesar de los buenos resultados de Die Linke, que muchos jóvenes y activistas han visto correctamente como un golpe alentador ante tanta estridencia ultraderechista, la izquierda enfrenta en Alemania retos decisivos. Die Linke ha sido visto como un instrumento útil en el terreno electoral, pero la profunda crisis interna que arrastra desde hace años, y su declive en el terreno de la lucha de clases, no se ha revertido.

Tras el espectáculo vivido en la Casa Blanca entre Trump y Zelenski, la dirección de Die Linke ha sacado un comunicado[4] posicionándose, junto al resto de dirigentes europeos, con Ucrania, o mejor dicho, con la guerra imperialista en Ucrania. Su seguidismo de la propaganda occidental, y su negativa a reconocer que estamos ante una guerra imperialista provocada por EEUU y que la Rusia de Putin, que obviamente también es una potencia imperialista va camino de ganar, es un grave error que continuará facilitando las cosas a los fascistas de AfD.

En dicho comunicado, Die Linke pone los votos de sus parlamentarios a disposición de alcanzar los 2/3 necesarios para acabar con el límite constitucional al incremento de la deuda, que es lo que reclaman la CDU y el SPD. Pero las razones de la CDU, el SPD y Los Verdes para hacerlo, si lo hacen, son las que hemos señalado anteriormente: incrementar drásticamente el gasto militar y garantizar jugosos negocios a las grandes multinacionales alemanas. Ni un solo euro irá a la clase obrera o a los servicios públicos.

Esta política por parte de los dirigentes de Die Linke, que ha practicado en el Bundestag durante los últimos cuatro años, y que les ha llevado incluso a posicionarse con el sionismo criminal en el genocidio en Gaza rechazando el derecho del pueblo palestino a la resistencia, votando incluso junto al resto de partidos –incluida AfD- la ilegalización de algunas organizaciones palestinas, es la que está detrás de la profunda crisis política que padece.

Los resultados electorales y el crecimiento de la militancia de Die Linke, que ha rebasado la cifra histórica de los 100.000 adheridos, reflejan que existe una oportunidad para levantar una organización de combate que enfrente al fascismo y también al capitalismo. Pero esto solo será posible con un giro de 180 grados en su programa y en su intervención en la lucha de clases, adoptando una posición genuinamente marxista e internacionalista, que denuncie la guerra imperialista en Ucrania y el genocidio sionista en Gaza, y que sitúe en el centro la movilización de masas en las calles para romper con la paz social y la colaboración de clases. La mera acción parlamentaria basada en discursos retóricos y negociaciones de salón no sirve, como tampoco aspirar a ser un factor de gobernabilidad, Ese camino ya se ha probado y conduce al desastre.

La amenaza de la ultraderecha no nos permite esperar. Es necesario construir una alternativa revolucionaria que defienda sin ambigüedad un sindicalismo de clase y combativo, que enfrente a la burocracia sindical y sus acuerdos podridos con la patronal, y que ante los despidos, recortes y cierres de fábricas presente un plan de lucha en ascenso con la huelga general como objetivo. Solo así podremos desenmascarar la demagogia de AfD entre la clase obrera que, enfrentada a un movimiento de masas de este calibre, se posicionará sin duda junto a la patronal.

Una alternativa que plantee cara al racismo, no solo de AfD, sino de la CDU y los medios de comunicación, de la UE y de los reformistas del SPD, y que unifique la lucha de nuestras hermanas y hermanos inmigrantes con la del resto de trabajadores alemanes, señalando a los responsables de nuestra miseria: los grandes monopolios capitalistas y los bancos. Una alternativa que plantee la expropiación de las enormes riquezas que atesora una minoría parasitaria de cara a garantizar salarios dignos, servicios públicos de calidad, vivienda pública universal y asequible, acabando con la extrema desigualdad que padecemos. Una alternativa que, en definitiva, luche por una sociedad socialista, y un mundo sin guerras, opresión y explotación.

Esa es la alternativa que defendemos en Offensiv y en Izquierda Revolucionaria Internacional. ¡Únete a nosotros y construye el partido de la revolución!

 

Notas:

[1]Turingia, 38,6%. Sajonia, 37,3%. Sajonia Anhalt, 37,1%. 

[2]Primera vez que Die Linke obtiene la victoria en un distrito occidental, ya que hasta ahora su principal fuente de apoyo estaba en lo que antes era Berlín Este.

[3]Comprender el avance de la extrema derecha en Alemania: 10 puntos, 15 mapas y gráficos

[4]Ukraine unterstützen – China einbinden – Schuldenbremse abschaffen – UNO statt Trump

banner

banneringles

banner

banner

banneringles

banneringles

bannersindicalistas

bannersindicalistas