portugal_lucha_ataquesEl sábado 1 de octubre, convocados por la CGTP, decenas de miles de trabajadores portugueses (130.000 en Lisboa y 50.000 en Oporto) volvieron a salir a la calle para protestar contra las medidas de ajuste lanzadas por el gobierno de Pedro Passos Coelho.

La derecha portuguesa no ha perdido el tiempo, después de ganar las elecciones en junio sólo ha tardado tres meses en poner en marcha los programas de recorte de derechos sociales y laborales que junto al desmantelamiento del sector público le fueron impuestos por la Unión Europea y el FMI a cambio de recibir un rescate financiero de 78.000 millones de euros a lo largo de los próximos tres años.

Son varias las medidas concretas que se van a aplicar: una tasa extraordinaria sobre los ingresos, varias subidas de impuestos, una reducción de las prestaciones sociales, y el mantenimiento de la congelación de los salarios y de las contrataciones de funcionarios. En cuanto a las privatizaciones se están suprimiendo las "acciones de oro" que el Estado tiene en las empresas públicas y se pondrá en marcha de aquí a mediados de noviembre la venta de las compañías del sector energético, Galp entre ellas. A continuación se privatizará la compañía aérea TAP, el gestor de aeropuertos ANA, correos, el transporte de mercancías por ferrocarril y la radiotelevisión pública (RTP). Con todo ello se espera recaudar 7.000 millones de euros, cifra a toda vista insuficiente para sanear, aunque sea mínimamente, las cuentas públicas del país si tenemos en cuenta que sólo este año entre el sector privado y el público tendrán que afrontar pagos de deuda e intereses por un importe de 80.000 millones de euros.

paolo_coelhoPara justificarse ante su población el gobierno portugués amenaza diciendo que de no llevar a cabo estas medidas el país corre el peligro de acabar como Grecia. Sin embargo, si algo ha demostrado el caso griego es que las políticas de ajuste lejos de mejorar la situación de los países que las desarrollan hunden su economía todavía más. Así, en el caso de Portugal, a pesar de que ya el anterior gobierno del Partido Socialista lanzó en un solo año tres planes de ajuste (conocidos como PEC, “Plan de estabilidad y crecimiento”), ni se ha podido controlar el déficit público, que se sitúa ya en el primer semestre en el 8,3% del PIB cuando la previsión para todo el año era del 5,9%, ni la economía da signos de recuperación con previsiones que indican que el PIB seguirá contrayéndose a lo largo del año que viene, haciendo que el porcentaje de la deuda sobre el PIB vaya en aumento, llegará al 101% este año y superará el 108% el que viene. Todo esto se ve agravado además por la noticia del falseamiento de las cuentas del gobierno de Madeira (conocida ya como la Grecia portuguesa) y por el temor al efecto contagio de una posible quiebra griega que podría hacer necesario que se tuviera que solicitar un nuevo rescate, algo que el propio Pasos Coelho ha admitido como una posibilidad.

La situación de la banca portuguesa también es crítica, por un lado acumulan en sus balances grandes cantidades de deuda pública de Portugal, por otra parte se espera un fuerte aumento de la morosidad y de créditos dudosos debido a la progresiva degradación de la situación económica del país, y para cerrar el círculo no tienen capacidad de refinanciarse debido a sus problemas para captar dinero en el mercado al por mayor.

En Portugal al igual que en muchos otros países la burguesía está utilizando la crisis económica para derribar los derechos laborales y sociales que los trabajadores habíamos podido conseguir a través de muchos años de luchas, para de esta manera cargar sobre nuestras espaldas el peso de la salida de la crisis. La excusa es que de esta manera se podrá aumentar la competitividad de las empresas y así la economía mejorará por la vía de las exportaciones. Sólo que el problema es que en un escenario donde todos buscan resolver sus problemas a través de las exportaciones ajustando su economía mediante la reducción de  los niveles de vida de su población, la propia capacidad de los estados para importar se ve a su vez reducida.  El caso claro de los problemas de estas políticas es Alemania, puesta como el modelo a seguir por la fortaleza de sus exportaciones que parecía le iba a permitir esquivar la crisis, pero que ahora se encuentra también al borde del estancamiento de su economía afectada por los problemas que tienen muchos de los países destinatarios de sus mercancías.

Portugal es un ejemplo claro de la incapacidad que tiene el capitalismo para desarrollar las fuerzas productivas, después de llevar una década con tasas de crecimiento muy bajas o directamente en recesión, ni primero las políticas de expansión de crédito y de inversión pública, ni ahora las políticas de ajuste  han podido mejorar la situación. Una situación que es especialmente dura para los trabajadores que padecen la precariedad (la tercera más alta de Europa), los salarios de miseria y una tasa de paro que ya se sitúa por encima del 13%. La tensión social es cada vez mayor y la capacidad de aguante de la clase trabajadora portuguesa está al límite. Las manifestaciones antes indicadas (las primeras que sufre el gobierno de Coelho) no son más que el preludio de un otoño de movilizaciones y de una respuesta cada vez más dura contra los recortes impuestos por el FMI y la UE.

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