El 11 de febrero la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI provocó conmoción y estupefacción. Debemos remontarnos al año 1415 para encontrar otro acontecimiento similar, cuando Gregorio XII abandonó el pontificado en uno de los momentos más convulsos de la historia del catolicismo, el Cisma de Occidente, un período en el que hasta tres Papas diferentes se disputaron la dirección de la Iglesia Católica.
Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, fue elegido Papa en 2005 tras la muerte de Juan Pablo II. Hasta entonces se le conocía por liderar uno de los sectores más ultraconservadores. En 1981 fue nombrado prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la conocida Inquisición. En ese cargo y, después, en los ocho años que ha durado su papado, se ha encargado de eliminar cualquier tipo de disidencia dentro de la Iglesia Católica. Ha combatido ferozmente la teología de la liberación, “limpiando” la iglesia latinoamericana de todos aquellos teólogos o religiosos que albergasen ideas progresistas. Sólo en Brasil sustituyó a 50 obispos por otros procedentes del Opus Dei. A través de sus sermones y artículos ha dejado clara su posición reaccionaria hacia temas como el matrimonio homosexual, el uso de preservativo, el divorcio o el aborto, además de mostrar una feroz oposición al marxismo.
‘Todo gira alrededor de la no observancia del sexto y séptimo mandamiento’ (La Reppublica)
Hace ahora un año estalló uno de los últimos grandes escándalos que ha protagonizado el Vaticano, denominado Vatileaks, a raíz de la filtración a la prensa de numerosos documentos internos del Vaticano. En ellos no sólo aparecían asuntos relacionados con el comportamiento sexual del clero, también se revelaba un complot para sustituir al Papa y, lo más importante, la corrupción que existe en el seno del Banco Vaticano. El mayordomo del Papa fue acusado y juzgado por estas filtraciones, le condenaron a 18 meses de cárcel y dos meses y medio después fue perdonado por el Papa, y de nuevo ha regresado al Vaticano. Tras el Vatileaks, Benedicto XVI encarga a tres cardenales de su confianza una investigación destinada a confirmar qué había de verdad en esos documentos.
El resultado de la investigación parece ser demoledor y algunos en el Vaticano dicen que no es casualidad que el Papa presentara su renuncia al día siguiente de tener en sus manos el informe. En él se habla de la existencia de varios grupos dentro del Vaticano, uno de ellos es una “fracción secreta de la jerarquía unida por la orientación sexual”, un “lobby homosexual” que hace uso de servicios de prostitución y que organiza citas en Roma y su periferia. Otro grupo que se dedica a promover y destruir carreras dentro del Vaticano, recurriendo incluso al chantaje y el espionaje, y, por último, otro que utilizaría el poder económico para influir en el Vaticano. El periódico La Reppublica reproducía las palabras de un representante de la Curia Romana que argumentaba así la renuncia del Papa: “Todo gira alrededor de la no observancia del sexto y séptimo mandamiento” (No cometerás actos impuros y no robarás).
‘No se puede administrar la Iglesia sólo con Ave Marías’ (Paul Marcinkus)
El punto central y más importante del informe es el Instituto para las Obras de la Religión (IOR), conocido como Banco Vaticano, también es el eje sobre el que se desarrollan las luchas de poder que durante estos últimos años ha vivido el Estado Vaticano. El banco se creó en 1942 y desde su origen ha estado en el ojo del huracán por sus prácticas opacas e ilícitas. En los años 60 estuvieron centradas en la relación de la entidad con el banquero siciliano Michele Sindona, quien participó en la modernización del banco y además fue autorizado para gestionar las inversiones extranjeras del IOR, hasta que se descubrieron sus lazos con la Mafia y los movimientos de capital del IOR y Sindona hacia paraísos fiscales. En la década de los 70 el escándalo llegó cuando se puso al frente del IOR al arzobispo estadounidense Paul Marcinkus y la relación que se estableció con el Banco Ambrosiano de Roberto Calvi. En 1982 el Ambrosiano colapsa, convirtiéndose en uno de los mayores fraudes económicos de la historia italiana; el agujero se intentó cubrir con la ayuda de la Mafia mediante la falsificación de acciones, además desaparecieron 1.300 millones de dólares en préstamos a empresas fantasma de América Latina. Marcinkus se libró de la cárcel porque el Vaticano le protegió apelando a sus derechos de Estado soberano, fue enviado a un retiro de lujo en un pequeño pueblo de EEUU protegido por la CIA, donde murió en 2006. Este escándalo también sacó a la luz la vinculación del Vaticano con la fascista logia masónica P2, que colaboró con las dictaduras militares latinoamericanas y en la Operación Gladio, que fue una organización paramilitar, vinculada a la OTAN, que cometió numerosos atentados terroristas contra activistas de izquierda.
Benedicto XVI puso al frente del banco a su amigo Ettore Gotti Tedeschi, un banquero cercano al Opus Dei y hasta ese momento representante del Banco Santander en Italia. Gotti fue despedido en febrero de 2012. Poco después las autoridades italianas le detenían acusándole de operaciones ilícitas; entre los ordenadores y documentos confiscados por la policía italiana hay cientos de cartas internas del IOR. Las autoridades vaticanas están muy preocupadas ante la perspectiva de otro gran escándalo financiero y han exigido la devolución de esos documentos con el argumento de que se respete “la soberanía del Estado Santo”.
El otro problema importante es la crisis económica del Estado Vaticano. En 2011 registró el peor déficit en años, 19 millones de dólares. A excepción de 2010, desde el año 2007 las cuentas vaticanas han registrado pérdidas. La explicación es que los números rojos son consecuencia de los elevados gastos en personal y de representación, éstos incluyen el gasto de la Secretaría de Estado y las misiones diplomáticas vaticanas en el mundo. Pero uno de los conceptos que ha desequilibrado el presupuesto ha sido los miles de millones que ha tenido que desembolsar la Iglesia Católica en concepto de indemnización a las víctimas de abusos sexuales. Los escándalos de pederastia han afectado severamente a la Iglesia Católica norteamericana, ocho diócesis están en bancarrota y han tenido que cerrar numerosas iglesias, agravando la situación financiera del Vaticano porque la iglesia estadounidense aporta el 60% del dinero que recibe Roma de sus diócesis.
Además se suma el agravante de la presión de la Unión Europea y el gobierno italiano para que el IOR cumpla la normativa europea contra el lavado de dinero. Según esta ley los bancos de la Unión Europea sólo podrán trabajar en países externos a la UE que cuenten con normas reguladoras y controles de supervisión que impidan el blanqueo de dinero. El Estado Vaticano se encuentra actualmente en la “lista negra”, el periodista Gianglini Nuzzi en su libro Los papeles secretos del Papa Benedicto XVI, señala que el IOR en estos últimos años habría blanqueado unos 280 millones de euros de la Mafia siciliana. La consecuencia de no cumplir con la normativa de la UE se pudo ver el pasado mes de enero, cuando el Banco de Italia prohibió al Deutsche Bank continuar con las transacciones de crédito en el Vaticano, obligando a todos los turistas y fieles a pagar en efectivo. Anteriormente, las autoridades italianas congelaron un movimiento de 30 millones de euros procedentes del IOR y que supuestamente iban a ser evadidos. La UE y parte de la Curia apuntan directamente al secretario de Estado Tarcisio Bertone que “hace todo lo posible por mantener las cuentas de la Curia ocultas a las autoridades italianas” (Spiegel online, 7/2/12). Desde hace años existe una pugna entre el sector de Bertone, no dispuesto a renunciar a la opacidad y al dinero negro, mientras que el sector encabezado actualmente por Ratzinger, desea que el Vaticano sea incluido en la “lista blanca” de países y poder hacer negocios abiertamente con otros bancos de la UE, algo similar a paraísos fiscales como Mónaco o Liechtenstein.
‘Sin justicia, ¿qué son los reinos sino una gran banda de ladrones?’ (San Agustín)
Tarcisio Bertone llegó a Roma de la mano de Ratzinger después de años de ser su segundo en la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero ahora están enfrentados. Bertone, además de mover los hilos en el IOR, lidera al sector italiano de la Curia Romana que quiere que el Papado regrese a Italia después de 35 años de dominio polaco y alemán. Su forma de actuar se resume en la siguiente frase: “El secreto es poder y el Vaticano enseña que quien sabe no habla y quien habla no sabe” (El País, 16/2/13).
Antes de su salida, Ratzinger ha despedido a algunos de los más estrechos colaboradores de Bertone y ha puesto a su amigo el constructor de barcos de guerra alemán Ernst Freiherr von Freyberg al frente del IOR. El sector wojtylista que rodea a Ratiznger espera que estas medidas hayan debilitado lo suficiente a la fracción italiana que lidera Bertone. El problema es que éste como secretario de Estado ejercerá de camarlengo y por tanto tendrá las riendas del Estado hasta que se elija nuevo Papa, así que dispone de tiempo para continuar con sus maniobras. Desde algunos medios se habla de que Benedicto XVI abandona debido a su fracaso en el manejo de la corrupción y los escándalos que ha protagonizado el Vaticano estos últimos años, pero su Papado veremos que no ha fracasado a la hora de mantener la ideología reaccionaria de la Iglesia Católica y eliminar cualquier atisbo de progresismo. Si leemos su última homilía se puede ver que su renuncia está motivada por la putrefacción y las luchas de poder en el seno de la Curia Romana y su incapacidad o falta de fuerzas, debido a su avanza edad, para hacer frente a esta situación. El futuro para Roma es incierto, todo apunta a un período convulso de luchas fraccionales.
La Iglesia Católica desde su nacimiento ha formado parte importante en todos los fenómenos sociales y políticos de la historia de la humanidad. Bajo la bandera del cristianismo ha sido y es un instrumento ideológico de la clase dominante, uno de los principales baluartes de la reacción y opresión ideológicas. Para cumplir con su tarea se ha dotado de una gigantesca estructura que la convierte en una de las instituciones más poderosas del mundo. Cuenta con más de 400.000 sacerdotes, 750.000 monjas, 5.000 obispos, 5.500 frailes y 115.000 seminaristas, dedicados a extender la fe católica. La crisis del capitalismo también tiene su reflejo en la Iglesia Católica. La corrupción, el nepotismo y la hipocresía que caracterizan al capitalismo, son ahora evidentes en su principal baluarte ideológico. La lucha contra el capitalismo implica acabar con este tipo de instituciones reaccionarias que además de ser anacrónicas históricamente, ayudan a mantener el yugo que el sistema ejerce contra la mayoría de la sociedad.