Primero chupáis la sangre a los proletarios y luego practicáis con ellos autocomplaciente filantropía, presentándoos ante el mundo como benefactores de la humanidad cuando dais a las víctimas una centésima parte de lo que les pertenece

La situación de la clase obrera en Inglaterra, F. Engels, 1845

El 4 de febrero Donald Trump cerraba las oficinas y página web de USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), suspendiendo por tiempo indefinido miles de programas de esta agencia con ONG y Gobiernos de más de 160 países. USAID maneja el 60% de fondos estadounidenses para “ayudas al desarrollo” y el 42% de este tipo de programas a nivel mundial.

Representantes de la izquierda del Partido Demócrata como Ocasio-Cortez y otras figuras de la izquierda reformista internacional, ONG y sindicatos de los trabajadores de USAID, han denunciado el impacto social de suspender estos programas y llamado a defenderlos[1]. “La decisión deja en riesgo de muerte al sistema de cooperación internacional” declaraba el exdirector de Oxfam para América Latina y el Caribe[2].

Sin embargo, tal como han denunciado organizaciones de izquierda, movimientos sociales e incluso algunos Gobiernos de Latinoamérica, Asia y África, USAID ha actuado desde su fundación como un instrumento del imperialismo estadounidense para chantajear y cambiar Gobiernos, desactivar y derrotar procesos revolucionarios, y preparar el terreno para golpes de Estado e intervenciones militares.

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Organizaciones de izquierda, movimientos sociales, etc., han denunciado que USAID ha actuado desde su fundación como un instrumento del imperialismo estadounidense para chantajear y cambiar Gobiernos, preparar golpes de Estado, etc. 

Imperialismo disfrazado de “ayuda humanitaria”

Según datos oficiales, USAID emplea directamente a 10.000 personas (2.700 en EEUU, el resto en el exterior) manejando, en 2023, 43.400 millones de dólares de los 72 000 millones destinados por Washington a “desarrollo internacional”, en torno al 1% de su PIB. Los proyectos definidos como “ayuda humanitaria” supusieron menos de la cuarta parte: 10.000 millones. El mayor capítulo (16.000) fue “gobernanza”, que incluye la financiación con diversas excusas de organizaciones de derecha y ultraderecha en los cinco continentes. “De mayor a menor, los países que más fondos recibieron fueron Ucrania, Etiopía, Jordania, República Democrática del Congo, Somalia, Yemen, Afganistán, Nigeria, Sudán del Sur y Siria”. [3]

Tal como evidencian diferentes documentos de los servicios secretos estadounidenses filtrados por Wikileaks, incluso los proyectos declarados humanitarios, educativos, sanitarios, agrícolas, etc., tienen como objetivo central reforzar el control sobre Gobiernos afines y desestabilizar o derrocar otros considerados hostiles por la Casa Blanca.[4] 

USAID fue creada por la Administración Kennedy en 1961. Kennedy ha sido investido por la izquierda reformista de una aureola progresista, pero reforzó la sangrienta guerra imperialista en Vietnam, apoyó financiera y militarmente regímenes dictatoriales en todo el mundo y ordenó invadir Cuba, operación frustrada por la heroica resistencia del pueblo cubano.

La victoria de la Revolución cubana, el apoyo que despertó en América Latina y mundialmente, y el desarrollo de  procesos revolucionarios en otros países latinoamericanos, del mundo árabe y en diferentes regiones de Asia y África, convencieron a Kennedy y un sector del imperialismo estadounidense de que necesitaban combinar golpes de Estado e intervenciones militares con “programas de ayuda” que permitiesen ganar una base de apoyo en sectores de la población.

Esto permitía, además, atar en corto a los Gobiernos receptores, aumentando su dependencia, y facilitar el control de organizaciones políticas y sindicales, alejando a una capa de activistas y sectores desmoralizados de las masas de la izquierda revolucionaria.

64 años de actuaciones contrarrevolucionarias

Programas de USAID sirvieron de cobertura en los años 70 del siglo XX para “formar” a los militares y paramilitares fascistas que ejecutaron la Operación Cóndor, que asesinó y “desapareció” a decenas de miles de activistas y militantes de izquierda en América Latina.[5] Cuando estas actuaciones se filtraron, el escándalo obligó a cerrar el departamento de la CIA vinculado a USAID sustituyéndolo por una “entidad privada”, la Fundación Nacional para la Democracia (NED).[6] Y todo siguió igual.

Según WikiLeaks, USAID lleva años financiando la ONG Internews Network, que subvenciona  periodistas y medios de comunicación que promueven “los valores occidentales”, especialmente en zonas donde estos son cuestionados. Tras desintegrarse la URSS, impulsó el crecimiento de la ultraderecha supremacista en Ucrania hasta llevarla el poder. En Haití financió ONG  claves para derrocar al Gobierno crítico con EEUU del presidente Aristide (2004).

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Documentos de los servicios secretos estadounidenses filtrados por Wikileaks, incluso los proyectos declarados humanitarios, etc., tienen como objetivo reforzar el control sobre Gobiernos afines y desestabilizar o derrocar otros considerados hostiles. 

El país latinoamericano que recibe más fondos de USAID, superando precisamente a Haití, es Colombia. La penetración estadounidense en el Estado colombiano mediante los Planes Colombia y Patriota utilizó como cobertura los programas de la USAID. Recientemente, el presidente colombiano Gustavo Petro denunciaba pagos a oficiales del ejército colombiano con fondos de programas de  la agencia para que apoyen los intereses de Washington.  

En octubre de 2009 la agencia de prensa estadounidense Associated Press publicaba memorandos internos de USAID presentando la financiación de talleres de prevención del VIH en Cuba como “excusa perfecta” para “incitar a la rebelión”. También impulsó la plataforma ZunZuneo con el objetivo de fomentar ideas proestadounidenses entre la juventud.[7]

Miles de millones de dólares de USAID viajaron de 2002 a 2013 hasta Venezuela en donaciones a “organizaciones de la sociedad civil” con un único objetivo: “sacar a Chávez”, destacando el apoyo a los “movimientos estudiantiles” que organizaron las “guarimbas”, ataques fascistas que causaron decenas de muertes. Otros beneficiarios recientes de USAID han sido el golpista Juan Guaidó, que recibió 700 millones de dólares en “fondos al desarrollo”[8] (¡!) y grupos ultraderechistas de México, Brasil y otros países.

¿Qué buscan Trump y Musk suspendiendo USAID y qué conseguirán?

Las vomitivas burlas e invectivas de odio de Trump y Elon Musk contra programas de prevención del VIH y ayudas a refugiados, minorías racializadas, mujeres maltratadas o personas trans (aprobados por USAID como parte de su estrategia para obtener legitimidad social), se inscriben en su ofensiva fascista contra el “enemigo interno”: la propia clase obrera estadounidense, empezando por los trabajadores y trabajadoras migrantes y todo lo que huela a izquierda, los movimientos feminista y LGTBI, las organizaciones afroamericanas…

Buscan movilizar a su base social reaccionaria y fanatizada en  apoyo a una agenda brutal de ataques contra los derechos democráticos y sociales, presentando cínicamente estos programas como ejemplos de despilfarro y excusa para recortes y despidos masivos en la Administración.

Suspender los programas de USAID también busca chantajear a muchos Gobiernos para que inclinen la cabeza ante Washington y acepten sus exigencias. Tras poner USAID bajo control directo del secretario de Estado Marco Rubio, este y Trump declaraban que revisarán uno por uno sus programas, eliminándolos, recortándolos o reformulándolos según sus concepciones ideológicas e intereses estratégicos.

Solo hay que ver Gaza o Siria para saber qué significa esto. El apoyo a los aliados fascistas de la ultraderecha global y las actuaciones más violentas se fortalecerán.

Sectores de la propia clase dominante estadounidense que no han dudado en apoyar el genocidio contra el pueblo palestino, la guerra en Ucrania y otras intervenciones criminales, desde dirigentes demócratas a exaltos cargos de la CIA y el Pentágono, han mostrado su preocupación por la suspensión de actividades de USAID. Como con el resto de medidas de Trump y Musk, temen con razón que signifique un tiro en el pie del propio imperialismo estadounidense, aumentando su rechazo internacional, fortaleciendo aún más el avance del bloque imperialista rival liderado por China y Rusia, y creando también las condiciones para una explosión de la lucha de clases en los propios Estados Unidos.

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Suspender los programas de USAID también busca chantajear a Gobiernos para que inclinen la cabeza ante Washington. Trump va a revisar uno por uno sus programas, eliminándolos o recortándolos según sus concepciones ideológicas e intereses estratégicos. 

El problema de fondo es la imposibilidad del imperialismo estadounidense de frenar su decadencia económica, que le empuja a recurrir a medidas cada vez más desesperadas, violentas y agresivas. En cualquier caso, la polémica sobre USAID deja claro que, bajo el capitalismo, la “ayuda humanitaria” acaba siendo una gran mentira al servicio de la clase dominante. Y un arma más de los imperialistas para perpetuar la opresión.

Solo el pueblo salva al pueblo

¿Significa esto que los comunistas revolucionarios despreciamos el sentimiento de solidaridad que moviliza a millones de personas? ¡Todo lo contrario! La solidaridad es una cuestión de clase que empieza con la autoorganización y la lucha de las y los oprimidos en cada país e internacionalmente para combatir las políticas capitalistas de recortes y privatización de la educación, la sanidad, etc., y el dominio de los grandes bancos, empresas y corporaciones multinacionales, responsables de la expoliación y saqueo de los pueblos, las guerras, hambrunas y crisis humanitarias.

Una solidaridad genuina solo puede ir unida a la lucha por transformar las condiciones de vida y el control democrático de los recursos, por parte de la clase trabajadora y el conjunto de oprimidos. Esa es la solidaridad de clase que organizaron tras la DANA las vecinas y vecinos de Valencia junto a decenas de miles de voluntarias y voluntarios llegados de diferentes territorios del Estado español y otros países. Es la solidaridad internacionalista y revolucionaria de las acampadas de Palestina, las acciones de los estibadores y otros colectivos obreros bloqueando el envío de armas a Israel, las manifestaciones exigiendo a los dirigentes sindicales una huelga general que obligue al Gobierno a romper relaciones diplomáticas y económicas con el régimen sionista.

La renuncia a esta solidaridad de clase, internacionalista y revolucionaria, forma parte de las mismas políticas reformistas que han llevado a los dirigentes de las organizaciones políticas y sindicales de la clase obrera en todo el mundo a abandonar cualquier resquicio de lucha consecuente contra el capitalismo y el imperialismo para dedicarse a gestionar el sistema. Como resultado, han impuesto una  “cooperación internacional” institucionalizada, que se ha convertido en un multimillonario negocio para grandes empresas capitalistas al tiempo que les lavan su imagen en una acción de propaganda rastrera. Unos supuestos “planes de ayuda” que controlan los mismos que condenan a millones de personas a la barbarie y la opresión.

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Una solidaridad genuina solo puede ir unida a la lucha por transformar las condiciones de vida y el control democrático de los recursos, por parte de la clase trabajadora y el conjunto de oprimidos. 

Levantar una solidaridad revolucionaria y de clase va unido a la construcción de una izquierda revolucionaria y la defensa de un programa internacionalista, comunista, que plantee de forma clara y decidida la expropiación de los bancos y grandes empresas para transformar la sociedad, acabando con el imperialismo y todas las formas de opresión.

 

Notas:

[1]No lloremos por USAID

[2]Cierre de USAID: preparémonos con urgencia para un mundo más tenebroso

[3]¿Qué es la USAID, a quiénes financia y cómo puede afectar su cierre? Entre la ayuda y el "soft power"

[4] USAID: ¿agencia de desarrollo o de operaciones encubiertas?

[5]“Operación Cóndor, 40 años después” VV. AA www.lectolandia.es p.103

[6]USAID y las operaciones psicológicas: ¿Ayuda humanitaria o herramienta de influencia geopolítica?

[7]Ibid

[8]No lloremos por USAID

      

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