El 25 de septiembre el Kurdistán iraquí (sur del Kurdistán) estaba convocado a un referéndum sobre la independencia1. Las distintas potencias regionales e internacionales han dejado claro su firme oposición a esta consulta y el Tribunal Supremo de Iraq ha hecho todos los preparativos para impedir la votación.
Los estados turco, iraní y sirio están preocupados porque el proceso hacia la independencia en el país vecino pueda contagiar a sus propias minorías kurdas, todas ellas sufren diferentes grados de opresión y discriminación por parte de estos regímenes autoritarios.
Los gobiernos de EEUU y de los países europeos también presionan al gobierno regional kurdo (GRK) para que paralice o retrase indefinidamente el referéndum.
Oficialmente, su oposición se centra en el riesgo de “desestabilizar la región” y en la necesidad de “preservar la integridad territorial de Iraq” y piden unidad con el gobierno central de Bagdad para luchar contra el ISIS.
Resulta irónico que la única potencia regional que ha dado la bienvenida al referéndum sea el régimen derechista israelí. Repitiendo como un papagayo el derecho de los kurdos a tener su propio Estado, el gobierno de Netanyahu niega este mismo derecho al pueblo palestino. Esta hipocresía refleja el intento israelí de manipular las aspiraciones del pueblo kurdo en interés de profundizar sus lazos empresariales, políticos y de seguridad con el GRK.
Fuerte apoyo popular a la independencia
Los marxistas apoyamos la lucha de todas las naciones oprimidas por la igualdad y por su derecho de autodeterminación, incluido el derecho a separase, es decir, a construir sus propios estados si así lo desean. También se aplica al pueblo kurdo, la mayor nación sin Estado del mundo.
Creemos que la demanda democrática de la autodeterminación siempre tiene que estar vinculada a la lucha consistente contra el capitalismo y el imperialismo, porque ninguna nación puede ser verdaderamente libre a menos que se libere de la explotación económica y del saqueo imperialista.
Ya que los kurdos están extendidos en cuatro estados diferentes y se enfrentan a una variedad de situaciones, su derecho de autodeterminación no se puede simplificar en una fórmula única para todos. El ejercicio de ese derecho podría incluir, si ese es su deseo democrático, plenos derechos autónomos dentro del Estado en que actualmente viven, el establecimiento de estados independientes o un Estado unificado común para todos los kurdos.
Los kurdos del sur del Kurdistán apoyan de manera incuestionable un Estado independiente kurdo. Soportan el legado de la represión despiadada, la arabización forzosa y la limpieza étnica del régimen de Sadam Hussein y otros sufrimientos con gobiernos iraquíes anteriores, las viejas generaciones de kurdos en el norte iraquí no se identifican con el Estado iraquí.
Muchos jóvenes kurdos iraquíes han nacido y crecido en lo que desde 1991 es ya una región casi autónoma. Desde 2003 han presenciado las brutales consecuencias de la ocupación imperialista y han visto que el resto de Iraq atravesaba un proceso de fragmentación violenta y el aumento del sectarismo.
Además, después del derrocamiento del régimen de Sadam surgió en Bagdad un eje de poder dominado por los chiís que, a pesar de la nueva legislación constitucional que reconocía formalmente los derechos autónomos de los kurdos, continuó demostrando su desprecio hacia ellos y una actitud sectaria contra los musulmanes sunís, una religión compartida por la mayoría de los kurdos que viven en el norte iraquí.
Por estas razones, la mayoría de los kurdos de Iraq no se sienten vinculados a las estructuras estatales iraquíes, y la independencia es lógica y necesaria. Esto ha sido confirmado por distintas encuestas e informes publicados en los últimos años, que señalaban una posible victoria del SÍ el 25 de septiembre2.
Acumulación de furia contra las élites dirigentes del gobierno regional kurdo
El apoyo a la independencia no va acompañado de un apoyo a los gobernantes corruptos y brutales del Kurdistán iraquí, una región política y económicamente dominada por dos partidos procapitalistas: el Partido Democrático del Kurdistán (PDK), encabezado por Masud Barzani, y la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), con Yalal Talabani al frente. En realidad, sucede lo contrario. Cada vez más sectores de los trabajadores y la juventud están furiosos con el régimen, como atestiguan las frecuentes protestas en las calles durante estos últimos años.
A partir de 2003 la clase dominante internacional alabó al GRK, presentando la región como un modelo de desarrollo económico y un remanso de estabilidad que contrastaba con el caos que reinaba en el sur y el centro de Iraq. En comparación con el resto de Iraq, las provincias predominantemente kurdas se han beneficiado en general de unas condiciones de seguridad mejores, altos niveles de vida y tasas de crecimiento económico más elevadas. Pero esta imagen es sólo una parte de la historia.
Un amplio sector de los kurdos iraquíes nunca se ha beneficiado de la década de boom económico, sobre todo fue un período fértil para los beneficios empresariales, facilitados por un nivel de impuestos muy bajo para las grandes empresas. El boom finalizó abruptamente en 2014. El batacazo de los precios del petróleo, de los que depende casi en su totalidad el GRK, llevó a la región al borde de la bancarrota.
El poder corrupto y sus compinches controlan el GRK descargaron la crisis sobre los hombros de la clase trabajadora, a través de medidas de austeridad y duros recortes en empleos y salarios. Al mismo tiempo, cuando la bonanza petrolera llegó a su fin, se intensificó el conflicto con la élite capitalista de Bagdad a causa del reparto del botín de los ingresos petroleros.
En octubre de 2015 y febrero de 2016 en el Kurdistán iraquí estallaron protestas contra el gobierno. Miles de empleados públicos y funcionarios, incluidos los soldados peshmerga, llevaban meses sin cobrar, incluso años, desencadenando huelgas regulares para exigir sus salarios. Prestigiosos proyectos de centros comerciales y hoteles de lujo permanecen vacíos, mientras que la población en algunas zonas rurales come hierba para sobrevivir.
Antes incluso de la reciente crisis económica, la oleada revolucionaria que sacudió Egipto y Túnez a principios de 2011 inspiró a miles de jóvenes kurdos en el norte de Iraq, que salieron a las calles de las principales ciudades para mostrar su oposición al gobierno. Estas protestas fueron aplastadas por las fuerzas de seguridad. Este episodio demostró tanto la disposición de una capa de kurdos a desafiar al régimen como la decisión del Estado de aplastar la disidencia de la manera más brutal.
La represión del Estado en el Kurdistán iraquí es generalizada. Sindicalistas, activistas de derechos humanos y periodistas críticos sufren la represión violenta, incluidos los arrestos arbitrarios y los asesinatos.
La corrupción de las camarillas en el poder es conocida y muy extendida. El propio Departamento de Estado de EEUU lo cita en un cable publicado por WikiLeaks: “El PDK consiste en clanes familiares funcionando de una manera muy similar a la de una organización mafiosa”.
Ninguna confianza en Barzani, Talabani y sus camarillas
El actual régimen de Barzani intenta montarse en la ola pro-independencia que recorre el sur del Kurdistán, pero también ha colaborado con los opresores de los kurdos en otras zonas del Kurdistán. Desde hace tiempo es un perrito faldero de las potencias imperialistas occidentales, cuyo legado y repetidas traiciones son el trasfondo de décadas de la opresión sufrida por millones de kurdos en Oriente Medio.
Mantiene estrechos lazos con el régimen de Erdogan en Turquía, su principal inversor y socio comercial, al que ha dado luz verde repetidamente para llevar a cabo incursiones militares y bombardeos contra las posiciones del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en las montañas del norte de Iraq, y con quien ha participado en el bloqueo económico impuesto a los kurdos que viven en el norte de Siria (Rojava o Kurdistán Occidental).
Con este historial de corrupción y traiciones queda muy claro que el régimen no ha convocado este referéndum pensando en las aspiraciones democráticas del pueblo kurdo. De hecho, los poderes de Barzani como presidente del Kurdistán iraquí expiraron hace ya más de dos años, cuando el parlamento regional se negó a ampliar su mandato después de que lo disolviera en agosto de 2015. La convocatoria del referéndum del 25 de septiembre es un intento de desviar la atención de la crisis a la que se enfrenta el régimen y evitar la caída de popularidad que sufre.
Para Barzani y su camarilla las aspiraciones de la mayoría kurda sólo son una pieza a usar en el juego de poder con Bagdad, que utilizan para intentar reforzar su base de apoyo y alejar de ellos la furia popular. Los intereses egoístas de la élite capitalista del Kurdistán iraquí les llevarán a traicionar las aspiraciones a una patria kurda, a pesar de que hoy digan defenderla.
Por otra parte, las declaraciones de veteranos funcionarios kurdos han dejado claro reiteradamente que el referéndum no es vinculante y que un voto mayoritario a favor de la independencia no significa automáticamente una separación de Iraq. Las fracciones dirigentes kurdas con este referéndum están más interesadas en fortalecer su posición en el enfrentamiento con el gobierno central, utilizando la amenaza de la independencia para conseguir una mayor beneficio financiero y territorial en caso de un nuevo acuerdo con los igualmente corruptos gobernantes de Bagdad. Esto es lo que significaba la declaración de Barzani de que una victoria del SÍ sería un “punto de partida para mantener discusiones serias con Bagdad”3.
Aunque se reafirma un rumbo que desafía la política del gobierno norteamericano con relación al referéndum, es improbable que Barzani lleve a su régimen por el camino de un enfrentamiento frontal con la administración de Trump.
Durante años el imperialismo norteamericano ha sido un aliado estratégico y ha apoyado militarmente al GRK, hoy muchas empresas norteamericanas operan en esa región.
El régimen está en una cuerda floja. Incluso si no sigue adelante, que es una posibilidad, el referéndum podría poner en movimiento un proceso que escape a su control. La mayoría de los kurdos concibe el sueño de la independencia como algo completamente diferente a lo que tienen en mente los gobernantes del GRK, por tanto, cualquier vacilación o giro en este camino podrían finalmente volverse en contra de ellos.
¿Qué posición deben defender los marxistas?
El CIT apoya el derecho de las masas kurdas a votar por su propio Estado independiente. Pero es igualmente importante subrayar el antagonismo irreconciliable que existe entre sus legítimos deseos de romper las cadenas de una opresión prolongada y los deseos de las élites dominantes kurdas que pretenden utilizar este referéndum para fortalecer su propio sello reaccionario nacionalista, frenando el desarrollo interno de la lucha de clases y atesorando más beneficios y poder para ellos.
Sin embargo, que la aspiración de los kurdos a un Estado propio esté siendo utilizada por el reaccionario régimen de Barzani para sus propios objetivos no puede ser un argumento para que los socialistas se opongan a estas aspiraciones. Los llamamientos a boicotear el referéndum que defienden algunas organizaciones de la izquierda, en la práctica, equivale a ello.
La mayoría de los kurdos percibirán los intentos del gobierno federal de Iraq de impedir el referéndum y las amenazas de los países vecinos como un ataque directo a su derecho básico a decidir su futuro. En este contexto, los llamamientos a boicotear los colegios electorales probablemente caerán en oídos sordos.
Si la izquierda no adopta una posición clara de apoyo a la independencia, los sentimientos mayoritarios a favor de la independencia de las masas kurdas del norte de Iraq, probablemente, serán canalizados y explotados por chovinistas reaccionarios del tipo Barzani y Talabani.
Por supuesto, el proceso hacia un verdadero cambio no se puede subordinar sólo a un referéndum, especialmente uno que ha sido convocado por un régimen corrupto para sus propios intereses. Pero al margen de las maquinaciones de la élite kurda, este referéndum será visto por muchos como una oportunidad de lograr la independencia, o al menos de enviar un mensaje claro en ese sentido. La izquierda estará en una posición más fuerte para desarrollar la lucha contra el régimen de Barzani y desenmascarar la política oportunista de este último si lo hace desde defendiendo la independencia pero con un programa socialista.
Esto significa combinar la lucha decidida a favor de la liberación nacional kurda con la lucha contra los sectores reaccionarios, capitalistas y feudales del movimiento kurdo, representados políticamente por el PDK y el UPK. También supone buscar la unidad con el único aliado internacional que las masas kurdas pueden encontrar, si se quiere lograr un cambio real: el movimiento de los trabajadores, campesinos y oprimidos que luchan contra sus propios estados corruptos y represivos en toda la región.
Los peligros
En las condiciones actuales sería imprudente negar que el referéndum, al margen de su resultado, implique serios riesgos de inflamar las reacciones étnicas y sectarias. Algunos grupos paramilitares chiís apoyados por Irán, fortalecidos en su batalla contra el ISIS en estos últimos dos años, ya han dejado claro que están dispuestos a “ir a la guerra” contra los kurdos si se materializa la independencia.
Las llamadas “áreas en disputa” son un barril de pólvora potencialmente explosivo. Estas zonas están fuera de las fronteras del GRK reconocidas internacionalmente, y contienen un mosaico de árabes sunís, turcómanos, asirios, cristianos y otras etnias y sectas religiosas. En la zona rica en petróleo de Kirkuk la composición demográfica se ha alterado por la fuerza en varias ocasiones en el pasado y recientemente, y es el corazón de todas las tensiones. Se podría convertir en el escenario de un enfrentamiento violento azuzado por los políticos capitalistas y las milicias sectarias de todas las partes. Mientras miles de kurdos aún gritan justicia por las deportaciones y otros crímenes que sufrieron con Sadam, los residentes árabes y otras minorías, lógicamente, temen tanto las posibles represalias discriminatorias como los desplazamientos forzosos en caso de que el SÍ se lleve a la práctica.
La retención forzosa de cualquiera de las minorías dentro de las fronteras de la nueva entidad estatal kurda sería rechazada a gritos, igual que sucedería con cualquier ataque motivado por razones sectarias o étnicas. Es necesario organizar comités interreligiosos e interétnicos de los residentes locales contra cualquier agresión de este tipo. Es necesario defender los derechos democráticos, culturales, lingüísticos y religiosos de todas las comunidades, empezando por el derecho de todos a decidir libremente dónde y en qué Estado quieren vivir.
Pero, en última instancia, los conflictos por los recursos, viviendas y tierra sólo se pueden resolver si se produce una transformación radical de las condiciones de vida de la población. Hay que terminar con un sistema en el que un pequeño grupo de empresarios ricos corruptos y terratenientes acaparan la masiva riqueza generada a costa de la mayoría, y azuzan las divisiones étnicas y religiosas entre los pobres para mantener intactos su poder y privilegios.
Por eso, los trabajadores y pobres kurdos mientras luchan por sus justas reivindicaciones nacionales, deberían unirse con sus hermanos y hermanas iraquís en un movimiento conjunto contra la pobreza, el desempleo y la explotación, por el derrocamiento de las clases gobernantes corruptas y violentas que les explotan y oprimen en ambos lados. Basándose en la propiedad pública y la planificación de la industria petrolera y otros recursos importantes, la construcción de un Kurdistán socialista democrático junto con un Iraq socialista, ambos miembros de una federación voluntaria de estados socialistas de Oriente Medio, prepararía el terreno para una solución pacífica y permanente a la cuestión nacional.
Notas:
1.- Este texto se escribió antes del referéndum, finalmente éste se celebró con una participación del 72,16% y un contundente resultado a favor del SÍ, el 92,73% de los votos.
2.- En una encuesta de 2011, a la que se hace referencia en el libro The Kurds of Iraq de Mahir Aziz, a la pregunta ¿Cómo de unido te sientes a Iraq? las respuestas de “no mucho” y “en absoluto” superaron el 82%, y a la de ¿Cuál de estas declaraciones está más cerca de tus ideas?, entre cuatro opciones, la de que “Kurdistán debería ser independiente” fue elegida por el 90%. En un sondeo de 2015, realizado por Creenberg Quinlan Rosner Research, el 82% de los kurdos querían que su región fuera independiente. Una encuesta de Peace and Security Centre de la American University, realizada en agosto de 2016, obtuvo el mismo resultado.
3.- El 25 de octubre, un mes después de la celebración del referéndum, las autoridades han “congelado” los contundentes resultados a favor de la independencia para “abrir la vía del diálogo”.
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