El sionismo genocida y sus cómplices occidentales ahora matan de hambre al pueblo palestino
La barbarie genocida del sionismo continúa sin tregua, y ahora más de medio millón de palestinos en Gaza se enfrentan a una hambruna atroz con la infancia como víctima inmediata. El 80% de los afectados a nivel mundial por la fase 5 de hambruna, la máxima, son actualmente gazatíes. Israel utiliza el hambre como arma de guerra, con el pleno apoyo de EEUU y la UE.
A pesar de las hipócritas deliberaciones del Tribunal Internacional de Justicia de la ONU para decidir si hay o no genocidio, o sobre si se están cometiendo o no crímenes de guerra, las evidencias no dejan lugar a dudas. El último ejemplo, la atroz masacre perpetrada por los soldados sionistas en la Ciudad de Gaza, disparando a una multitud que buscaba desesperadamente un saco de harina para poder alimentarse. Cien muertos.
Solidaridad internacionalista
El genocidio es un hecho. No hay discusión posible. El Tribunal Internacional de Justicia lo sabe, EEUU y la UE lo saben, los Gobiernos árabes lo saben, y la comunidad internacional lo sabe. Pero solo pronuncian discursos llenos de palabrería barata, de justificaciones vomitivas, pidiendo con la boca pequeña a Netanyahu que se contenga un poco y masacre a la población palestina siguiendo una supuesta ley humanitaria internacional que no existe.
Qué descenso a la barbarie y a la justificación de la barbarie. Porque al mismo tiempo que intentan engañar a la opinión pública mundial, siguen surtiendo masivamente de armas al régimen sionista, siguen comprándole y alimentando su enorme industria de guerra, casi el 20% de todas sus exportaciones[1], y mantienen todos los lazos económicos y diplomáticos.
El genocidio del pueblo palestino es una condena sin paliativos de la clase dominante occidental y su democracia podrida. Pero al mismo tiempo ha puesto de nuevo sobre la mesa el poder de los oprimidos para barrer a esta escoria. El movimiento de solidaridad con Gaza, con millones en las calles en todo el mundo, continúa combatiendo con fuerza a los sionistas y a sus cómplices.
El fin de semana del 2 y 3 de marzo en Nueva York, Washington, Los Ángeles y más de 100 ciudades norteamericanas; en Londres, Manchester y decenas de ciudades del Reino Unido; en Toronto, Berlín, Viena, Pisa, Rabat, El Cairo o La Habana. Más de 200 ciudades en todo el mundo. Y el fin de semana anterior, 24 y 25 de febrero, en más de 100 ciudades del Estado español, contra Netanyahu y la complicidad del Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz.
Esta presión desde abajo con movilizaciones de masas, bloqueando empresas y puertos desde donde se surte de material militar a Israel o realizando acciones ante multinacionales occidentales que hacen lucrativos negocios con el apartheid israelí, es lo que está detrás de las lágrimas de cocodrilo de Borrell, o de la patética demagogia de Biden y su Gobierno, y ahora de Pedro Sánchez, planteando como alternativa al bloqueo israelí el lanzamiento de packs de ayuda humanitaria mediante paracaídas. Mientras, centenares de camiones permanecen bloqueados en la frontera egipcia junto a Rafah, a escasos metros de la hambruna, dejando que se pudran toneladas de alimentos.
El infierno está aquí gracias a EEUU y Europa
El Gobierno supremacista, colonialista y ultraderechista de Netanyahu, con la colaboración y el aplauso de esa oposición supuestamente laica y “moderada”, ha arrasado la Franja de Gaza causando cerca de 40.000 muertos, 25.000 de ellos mujeres y niños, según reconoce ya el propio Gobierno norteamericano. Una barbarie que amenaza con dar un nuevo salto con la invasión de Rafah, donde se hacinan 1,5 millones de gazatíes en condiciones infrahumanas. Las cifras, con 127 niños palestinos asesinados al día frente a los 118 asesinados diariamente en Auschwitz, resultan espeluznantes. “Si hay un infierno en la tierra, es el norte de Gaza”, señaló Jens Laerke, portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU.
En Cisjordania continúa la ofensiva del ejército israelí y de las falanges fascistas de colonos. Cerca de 500 muertos desde el 7 de octubre. La peor cifra en décadas. Pero la barbarie sionista busca sobrepasar las fronteras palestinas, con bombardeos brutales sobre el Líbano, atacando a la población civil y amenazando con escalar el conflicto, invadir el sur del Líbano y reducir Beirut a cenizas.
Todo esto es posible gracias al apoyo económico, logístico y militar del Gobierno Biden y de los demócratas, y la connivencia de los Gobiernos europeos, ya sean conservadores o “socialistas”.
Washington ha entregado 14.000 millones de dólares y pretenden entregar otros 14.000 a Netanyahu, casi la mitad de los 69.000 millones que el Banco de Israel ha calculado que costará el conflicto en el periodo 2023-2025, y siguen activando toda su diplomacia en el Consejo de Seguridad de la ONU para vetar cualquier resolución de condena contra el régimen sionista o que reclame un alto el fuego inmediato.
Este es el rostro de la “democracia” imperialista norteamericana. Biden y los demócratas actúan sin disimulo, con los mismos métodos bárbaros de Trump y del Partido Republicano, y como siempre actuaron sus predecesores en Vietnam, Corea, El Salvador, Nicaragua o Indonesia.
Lo mismo podemos decir de la UE, de los Gobiernos europeos y de las cínicas lágrimas de cocodrilo de Borrell o Pedro Sánchez. Nos dicen que es terrible lo que está ocurriendo. ¡Como si con ellos no fuera la cosa! Pero la UE, que tiene un acuerdo preferente de libre comercio con Israel, es su principal socio acaparando el 25,6% de sus exportaciones y el 31,9% de sus importaciones.
Si la UE y los Gobiernos del viejo continente rompieran toda relación económica con Israel, bloqueando importaciones y exportaciones, el suministro y compra de armamento o energía, bloqueando sus cuentas en Londres, París y Berlín, entonces la economía israelí se hundiría sin remedio y el esfuerzo bélico terminaría colapsando. Pero obviamente esto no va a ocurrir, es utópico pensar que algo así va a pasar salvo que un levantamiento popular amenace a las burguesías occidentales.
Por eso hay que ser claros: luchar contra el genocidio en Gaza es combatir contra la burguesía norteamericana, alemana, británica, francesa o española, contra sus Gobiernos títeres. El enemigo del pueblo palestino no solo está en Tel Aviv, está aquí, dentro de nuestros países. El enemigo también está en casa.
El desafío para la izquierda militante palestina y mundial
También debemos señalar que el otro bloque imperialista liderado por China y Rusia no está moviendo fuerzas para evitar esta masacre. Podrían imponer un embargo de petróleo y gas, o romper unas relaciones económicas que causaría graves problemas a la economía israelí y a su industria militar. Pero no lo hacen, y la razón es obvia: el régimen de Beijing tiene lucrativos negocios en Oriente Medio, con las dictaduras árabes y también con Israel, y no quiere malograrlos. El sufrimiento del pueblo palestino les importa poco en comparación a sus boyantes relaciones económicas.
Gaza ofrece una valiosa lección para todos aquellos que siguen considerando que la liberación nacional dependerá de la alianza estratégica con Gobiernos o bandidos imperialistas.
En esta batalla, el pueblo palestino, como todos los pueblos oprimidos y colonizados, tiene el derecho y la obligación de tomar las armas contra su opresor. Pero la lucha armada debe ser guiada por una política revolucionaria y consecuente, no por el integrismo religioso ni por maniobras de subordinación a potencias reaccionarias como el Irán de los mulás.
La dura opresión de clase y nacional que sufre el pueblo palestino, la limpieza étnica y el genocidio que enfrenta, solo podrá pararse mediante la más contundente movilización de masas, la huelga general y la insurrección, con un programa de clase, internacionalista, que levante la bandera de la revolución socialista frente a la barbarie capitalista e imperialista. El ejemplo de la Intifada marcó el camino.
La izquierda combatiente de Palestina y la izquierda revolucionaria del mundo tiene ante sí un desafío estratégico extraordinario. Después del fracaso de los Acuerdos de Oslo, después del fiasco de la política de la ANP y su subordinación al imperialismo occidental y del callejón sin salida que supone la política burguesa e integrista de Hamás, hay que volver a los métodos de lucha y el programa del socialismo, de la unidad de clase de todos los oprimidos por encima de diferencias étnicas, religiosas o nacionales.
Barrer el capitalismo en Oriente Medio y derrocar el Estado sionista es la condición para conquistar una Palestina libre.
[1] [1] Las exportaciones de defensa alcanzaron en 2021 su récord con 11.800 millones de dólares, el 18,78% de las exportaciones totales ese año. Por otro lado, se calcula que el 10% de la población activa israelí trabaja para la industria armamentística.