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Tras un curso político muy intenso, impulsando y participando en las movilizaciones contra el genocidio sionista en Gaza, en el 8M, en el Orgullo Crítico, en numerosas luchas estudiantiles y sindicales, cerramos nuestra actividad política con una maravillosa Escuela de Verano.
Durante tres días y en el Espacio Rosa Luxemburgo de Madrid, más de 120 compañeros y compañeras de casi todas las zonas del Estado español nos hemos reunido para debatir sobre teoría marxista al calor de la lucha de clases actual. La participación de más de 45 ponentes en las sesiones de debate dan la medida del entusiasmo que hemos vivido en estos días. Porque no puede existir práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria.
El marxismo, una guía para la acción
La Escuela la estructuramos en siete paneles de discusión, donde se abordaron aspectos centrales del socialismo científico, del materialismo dialéctico y la economía marxista, de la teoría de la revolución, la cuestión nacional, la construcción del partido o aspectos centrales de nuestra intervención en la lucha de clases.
Abrimos el fuego en la tarde del viernes 12 de julio con la conferencia “¿Qué es el marxismo?”, que contó con la introducción de Celia del Barrio y Coral Latorre, dirigentes del Sindicato de Estudiantes y Libres Combativas y de la Comisión Ejecutiva de Izquierda Revolucionaria, moderadas por Borja Latorre, de Esquerra Revolucionària en Catalunya.
El marxismo revolucionario ha sido la teoría política más atacada por la burguesía. Como explicaron las ponentes, la obra filosófica de Marx y Engels, que comprendieron la necesidad del estudio de la sociedad y del sistema capitalista para poder derrocarlo y transformarlo, no es ejercicio de erudición, sino una guía para la acción transformadora de la clase obrera. Una clase revolucionaria debido al papel que juega dentro del sistema productivo, y que hoy se confirma como en 1848: sin el permiso de los trabajadores nada se mueve y nada de valor de produce en la sociedad.
Se explicó cómo la Historia se mueve por la lucha de clases entre los explotadores y explotados, cómo los cambios tecnológicos no benefician a la mayoría sino a una minoría de parásitos que se apropia del trabajo ajeno para acumular capital y grandes riquezas. Pero Marx y Engels no eran teóricos de gabinete sino revolucionarios y dedicaron su vida a levantar organizaciones capaces de enfrentar la tarea de derrocar el capitalismo.
En su época combatieron las ideas reformistas dentro del movimiento obrero, y negaron cualquier credibilidad a la posibilidad de un orden burgués de rostro humano. Los fundadores del socialismo científico nunca actuaron como doctores democráticos del sistema, sino como sus enterradores revolucionarios.
En un debate con numerosas participaciones salieron numerosas ideas, como la importancia de dotarse del método de análisis del materialismo dialéctico para desmontar la moral de la clase dominante, los prejuicios religiosos e idealistas y su lastre anticientífico de la teoría creacionista, hasta la profunda preocupación del marxismo consecuente por la ecología y la relación del hombre con la naturaleza, y su crítica implacable de la acumulación capitalista como la causa principal de la destrucción medioambiental.
Se explicaron en profundidad los conceptos básicos de la economía marxista, como la teoría del valor, la plusvalía, la leyes generales de la acumulación y la pauperización, o la concepción marxista del imperialismo, ampliamente desarrollada por Lenin, que parte del desarrollo global de la producción, ya analizado en El Manifiesto Comunista, y su transformación en un proceso ininterrumpido de concentración de capital, eliminación de la libre competencia, y creación de los monopolios y un dominio omnipresente del capital financiero.
La lucha imperialista por el control de los mercados, de las materias primas, de las rutas comerciales y las áreas de importancia militar y geoestratégicas, ha desatado un reguero de guerras, genocidios y destrucción hasta el día de hoy. Y por supuesto, acontecimientos como la pugna por la supremacía mundial entre EEUU y China, la guerra imperialista en Ucrania o el genocidio sionista en Gaza fueron debatidos en profundidad.
En el siguiente panel, “Antifascismo y revolución”, participaron Antonio García Sinde, de la Comisión Ejecutiva de Izquierda Revolucionaria, Pablo Alcántara, de Izquierda Revolucionaria Madrid y Laura Gil, de Esquerra Revolucionària en Catalunya.
Se profundizó en la base de clase del fascismo y el nazismo, la descomposición general del orden parlamentario en aquella época, la crisis capitalista y el crecimiento del paro y el empobrecimiento, y la decisión final de la derecha tradicional y la burguesía de dar todo el poder a Hitler, Mussolini y Franco para salvar su sistema.
Por supuesto entramos en profundidad a analizar el papel de la socialdemocracia y del estalinismo a la hora de hacer fracasar la revolución socialista y allanar el camino al triunfo de la contrarrevolución.
El debate se trajo a la actualidad, señalando las similitudes y diferencias con los años 30, profundizando en el auge de la extrema derecha en EEUU y el trumpismo, fenómeno que, frente a otras organizaciones que declaraban la muerte a Trump tras el asalto al Capitolio, desde IR dejamos claro que si no se le hacía frente, volvería con fuerza al poder. También hablamos de Europa, donde en Alemania, Francia y otros muchos países la extrema derecha se ha convertido en un fuerza a combatir con los métodos revolucionarios de la clase obrera.
Abordamos la Transición española, la lucha antifranquista y la traición de los dirigentes del PCE y el PSOE a la lucha revolucionaria en los 70, lo que otorgó completa impunidad a un aparato del Estado, policías, militares y tribunales, manchados de sangre obrera y que bajo la monarquía de Juan Carlos I y el régimen del 78 han podido conservar todo su poder e influencia.
Aunque de momento no hay peligro de una dictadura fascista en ningún país de relevancia, está claro que el avance de la extrema derecha hunde sus raíces en la profunda crisis del sistema capitalista.
El Estado y la cuestión nacional, una visión leninista
En la sesión del sábado 13 las ideas de Lenin sobre el Estado y la cuestión nacional protagonizaron los dos paneles de la mañana. En el primero, Rubén Fernández y Marina Mata, de la Comisión Ejecutiva de Izquierda Revolucionaria, junto a Raúl Rivas, de IR en Madrid, explicaron a fondo que el Estado, desde su nacimiento, ha sido un instrumento de opresión de una clase sobre otra.
El capitalismo ha perfeccionado los instrumentos de opresión, pero sigue jugando el papel que jugó en la época esclavista o feudal: salvaguardar los intereses de la clase dominante. No solo con la judicatura o la policía, no solo mediante la represión directa, sino ideológicamente, con la educación, la religión, los medios de comunicación y los prejuicios sociales que conforman la costumbre y la opinión pública dominante.
Se explicaron experiencias como La Comuna de París o la Revolución Rusa, y la orientación sistemática de la clase obrera a destruir la maquinaria del Estado burgués. Experiencias prácticas que ayudaron a la teoría marxista a concretar sus posiciones como fueron plasmadas con originalidad por Marx en La Guerra Civil en Francia, y por Lenin en El Estado y la revolución.
Hablamos también de anarquismo y comunismo, de democracia obrera y dictadura del proletariado, de la transición al socialismo, de la igualdad y las bases económicas para el comunismo. También de la aberración burocrática estalinista, y de la transformación del semiestado de transición a una sociedad sin clases, como Lenin consideraba el Estado soviético, y su conversión en una maquinaria monstruosa de opresión y represión en primer lugar contra los comunistas que denunciaron este proceso contrarrevolucionario.
El debate sobre la cuestión nacional contó con la participación de compañeros de Esquerra Revolucionària de Catalunya, Laura Gil, Borja Latorre, y de Ezker Iraultzailea, Víctor Rodríguez, que desarrollaron la postura leninista sobre el derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas y la lucha por el socialismo.
Las experiencias históricas de Irlanda, Ucrania, Rusia, la política bolchevique durante la revolución hacia las naciones oprimidas, las tesis de la Internacional Comunistas y la problemática nacional actual fueron desgranadas ampliamente.
Se explicó también el papel fundamental que la cuestión nacional ha jugado en el Estado español, en Euskal Herria, Catalunya y Galiza, en periodos como los años 30, durante la dictadura franquista, la Transición y en la actualidad, con la lucha del pueblo catalán por su derecho a decidir y la república durante el 1-O de 2017 y la crisis revolucionaria que desencadenó y puso en jaque al régimen del 78.
Una cosa quedó clara: la incompatibilidad entre marxismo y españolismo, esa despreciable forma del nacionalismo más opresor, y nuestra posición decidida a la hora de intervenir en las luchas de liberación nacional defendiendo un programa revolucionario de clase e internacionalista.
La lucha feminista, LGTBI y el genocidio sionista en Gaza, a debate
La lucha feminista revolucionaria y LGTBI se abordó el sábado por la tarde de la mano de Anahí López y Alicia Mourelle, dirigentes de Libres y Combativas e Izquierda Revolucionaria en Asturias y Sevilla, moderadas por Carlos Naranjo, de Esquerra Revolucionària del País Valencià.
Se profundizó en nuestra política como feministas revolucionarias y anticapitalistas, la lucha ideológica y de clase que recorre el movimiento de liberación de la mujer, y cómo hemos organizado en estos últimos años nuestra intervención en el 8-M, en el Orgullo Crítico, y en luchas contra la sentencia de la Manada o contra la agresión de Rubiales.
Las conquistas en derechos para las mujeres y el colectivo LGTBI durante la Revolución Rusa, el derecho al aborto, la despenalización de la homosexualidad… Cosas impensables hoy en muchos países, se consiguieron hace más de cien años en la URSS, logros históricos pisoteados posteriormente por la contrarrevolución estalinista.
También estuvieron presentes en el debate las luchas revolucionarias de gays, lesbianas y personas trans en Stonewall, apoyando al movimiento obrero (el grupo inglés Lesbians and Gays support the miners, en las luchas mineras contra Thatcher) o contra la persecución de la homosexualidad durante el franquismo y la Transición.
Para acabar el día abordamos a fondo una cuestión central de la lucha de clases mundial, el genocidio sionista en Gaza y el análisis de los marxistas sobre la cuestión nacional palestina.
La conversación entre Carlos Ochoa y Miguel Campos, de Izquierda Revolucionaria en Sevilla y Catalunya, tocó un montón de temas: desde las raíces históricas y el papel reaccionario y supremacista del sionismo desde su origen hasta la acción criminal del Estado de Israel y de sus cómplices necesarios, el imperialismo occidental y los corruptos y burgueses regímenes árabes, que han asesinado ya 40.000 hombres, mujeres y niños en Gaza.
También se denunció la hipocresía complaciente del Gobierno de Pedro Sánchez y Sumar, que mantiene todas sus relaciones económicas, políticas y diplomáticas, continúa con el comercio de armas con Netanyahu, mientras llora lágrimas de cocodrilo y se declara a favor de la farsa de los dos Estados.
El papel de Hamás, que frente a lo que vende cierta izquierda, no es una organización que lucha por la liberación del pueblo palestino, sino que es una organización burguesa, religiosa e integrista. También se abordaron otras cuestiones más desconocidas, como el papel nefasto de la URSS estalinista en la legitimación y creación del Estado de Israel y en su apoyo al sionismo, una trampa mortal para el pueblo árabe y judío. O las luchas del pueblo palestino por su liberación a lo largo de su historia, el ejemplo de la Intifada de finales de los 80 y el potencial revolucionario que tiene la lucha de masas para poder conseguir la destrucción del Estado de Israel, expropiar a la burguesía sionista y también árabe, incluyendo la palestina, y construir una Federación Socialista de Oriente Medio.
Y para finalizar, cómo construir un partido revolucionario.
A lo largo de estos debates dejamos una cosa clara: el arma de la teoría es imprescindible para la lucha diaria. Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria, y viceversa.
Por eso el último panel lo dedicamos a la teoría y práctica del partido revolucionario, con Juan Díaz, de Izquierda Revolucionaria en Málaga, y Juan Ignacio Ramos, secretario general de Izquierda Revolucionaria, junto con Ainoa Murcia, de Esquerra Revolucionària en el País Valencià.
Frente a los dirigentes de la izquierda reformistas, que defienden las reglas del juego del capitalismo, que desprecian la fuerza de la clase obrera, Izquierda Revolucionaria nos basamos en el legado de Marx, Engels, Lenin, Rosa Luxemburgo, Trotsky... Entendemos que el capitalismo es la barbarie y que es necesario la lucha por la transformación socialista de la sociedad. Participamos en todos los terrenos y formas que adopta el combate de los trabajadores y los oprimidos no como un fin, sino como un medio para nuestra acción revolucionaria. Estamos en las antípodas del sectarismo pero también del oportunismo y el cretinismo parlamentario.
En este panel analizamos las experiencias de partidos como Syriza o Podemos y lo que enseña la participación de la izquierda en gobiernos capitalistas: blanqueo de la socialdemocracia, apuntalar la paz social y permitir a la burguesía recuperar la iniciativa política con las consecuencias tan negativas que hemos sufrido.
Hay que levantar un programa revolucionario, que defienda la expropiación de los grandes capitalistas y de la banca, que ponga toda la riqueza que genera la clase trabajadora bajo su control democrático para cubrir las necesidades sociales de la inmensa mayoría, empezando por un trabajo digno, una vivienda asequible y servicios públicos de calidad para todos y todas.
Para conseguirlo es necesario el debate y la intervención práctica en la lucha. En estos años lo hemos hecho con un intenso trabajo en el movimiento obrero defendiendo un sindicalismo de clase y combativo, construyendo el Sindicato de Estudiantes, Libres y Combativas, Sindicalistas de Izquierda, la Fundación Federico Engels. Contamos con unas poderosas finanzas revolucionarias, que dependen exclusivamente de nuestros militantes y el apoyo del movimiento, y que se concretó en la colecta que lanzamos y que ya lleva recaudados más de 20.000 euros, y también levantando la mayor editorial marxista en lengua castellana del mundo, que publica textos fundamentales del socialismo y otros libros de incalculable valor, como El Gran Juego de Leopold Trepper.
Hemos vivido una escuela de formación tremendamente inspiradora, con decenas de aportaciones políticas maravillosas que reflejan los avances de Izquierda Revolucionaria en todos los terrenos, la incorporación de nuevas fuerzas provenientes de nuestros hermanas y hermanos inmigrantes que nos llenaron de un espíritu militante y antirracista, de veteranos cuadros obreros y de jóvenes dispuestos a tomar el cielo por asalto. Todos y todas, cuando entonábamos la Internacional en la clausura, sabemos que estamos aquí para cambiar el mundo.