Las elecciones autonómicas vascas del 25S han vuelto a dar el triunfo al PNV que mejora sus resultados respecto a las de 2012. Los datos muestran un ligero desplazamiento electoral a la derecha, si sumamos los votos de PNV y el PP, aunque obviamente este hecho de por si esta distorsionado por la cuestión nacional. Las otras conclusiones significativas que arrojan las elecciones son el hundimiento electoral del PSE-PSOE, que pierde 7 diputados (pasa de 16 a 9 diputados), el mantenimiento de EH Bildu como segunda fuerza (aunque pierde cuatro escaños, pasando de 21 a 17), y la irrupción de Elkarrekin-Podemos que consigue 11 diputados, una cifra por debajo de las expectativas apuntadas por las encuestas y que sabe a poco teniendo en cuenta que en la CAV se alzaron como primer partido en votos en las elecciones del pasado 26J.

El PNV con 397.664 votos —12.898 más que hace cuatro años— y pasando de 27 a 29 diputados, ha recogido el voto útil de amplios sectores de las capas medias que se identifican con la derecha nacionalista vasca, incluso de sectores muy conservadores que se han movilizado para frenar la mayoría de izquierdas que auguraban las encuestas. Es muy significativo que Ciudadanos haya fracasado miserablemente en su intento de entrar en el Parlamento de Gasteiz, pero que incluso el PP no hay recogido ese voto potencial que antes si obtuvo UPyD. Las fanfarronadas lanzadas la noche electoral por los líderes del PP vasco no pueden ocultar que retroceden en 23.227 votos (se quedan con 107.357 votos) y pierden un diputado (de 10 pasan a 9).

El factor decisivo que explica este desplazamiento parcial a la derecha, como hemos visto en las elecciones del 26J o en Galicia el mismo 25S, es la ausencia clara y manifiesta de la movilización social contra las políticas de recortes y de austeridad que ha practicado el PNV durante cuatro años. El hecho de que desde la dirección del PSE-PSOE se hayan acordado pactos esenciales para garantizar la estabilidad del gobierno de Urkullu, o que desde la dirección de la izquierda abertzale se persistiera, como línea política estratégica, en un frente común nacional con el PNV, sólo ha beneficiado a la derecha nacionalista.

De hecho, esta dinámica se ha reflejado, y mucho, en el crecimiento de la abstención, la más alta en unas elecciones autonómicas desde el 2001 (alcanzando el 37,74%). Más de 640.000 votantes se han quedado en casa, un fenómeno que ha afectado sobre todo al PSE pero que también ha perjudicado a Podemos, especialmente en los núcleos industriales con más de 10.000 habitantes. En Irún la abstención ha sido del 44%, en Sestao del 43%, en Baracaldo, Santurtzi, Ermua, Andoain o Rentaría la abstención supera la media, mientras que en Laguardia (capital de la Rioja alavesa y donde gana el PP) la abstención solo ha sido del 31%.

En relación a las pasadas elecciones autonómicas de 2012, los votos de PNV y PP pasan de 536.889 a 526.383 (pierden 10.506), mientras la suma de EH-Bildu, Podemos y PSE-PSOE se reduce de 550.132 votos a 507.064, dejando en la abstención 43.068.

El PSOE se desploma, EH-Bildu resiste y Elkarrekin-Podemos queda por debajo de las expectativas

El PSE-PSOE, que ha apoyado Gobierno del PNV durante toda la legislatura y no se ha cortado en utilizar un discurso reaccionario en temas fundamentales como el uso del euskera —recurriendo a muchos de los planteamientos que habitualmente han utilizado el PP y UpyD—, lastrado además por el desgaste que está sufriendo a nivel estatal por su implicación en los recortes sociales, se ha llevado un batacazo monumental: han pasado de 212.809 votos en 2012 a 126.139 en 2016, una pérdida de 86.670 votos y 7 diputados, cosechando sus peores resultados desde 1980. Unas cifras agónicas que han tenido un fuerte impacto a nivel estatal aportando más tensión a la crisis del PSOE.

La crisis del PSE-PSOE, y su fusión con las políticas de la derecha, han dejado un gran espacio tanto a Podemos como a EH-Bildu. Pero hay que señalar que una de las notas sobresalientes de la campaña han sido las constantes manifestaciones de los portavoces de EH-Bildu y de Elkarrekin-Podemos proponiendo acuerdos y frentes políticos al PNV. En el caso de la dirección de la izquierda abertzale, no han dejado pasar ocasión para ofrecer un frente a la derecha nacionalista para crear “un muro en defensa del derecho a decidir y las conquistas sociales”. Desde Elkarrekin-Podemos, cuya campaña ha contado con una fuerte influencia de Errejón y su mensaje de “transversalidad” y “centralidad” concretado en la consigna vacía de “Por Euskadi”, también se ha insistido en un “pacto social vasco” prácticamente calcado en sus contenidos del que ofrecía EH-Bildu. Con estas propuestas es obvio que el PNV ni ha tenido oposición los últimos cuatro años, ni tenía oponentes en esta campaña electoral. ¿Cómo iban a atacar con dureza al PNV si las fuerzas de la izquierda lo consideraban como un posible aliado?

Arnaldo Otegui
"Hay que defender la movilización social más contundente para frenar la austeridad impuesta por Urkullu, vinculando la lucha por los derechos sociales a la conquista del derecho de autodeterminación y una Euskal Herria socialista"

Hay que recordar que Podemos ganó en la CAV las elecciones de diciembre y del 26 de junio pasados sobrepasando al PNV con holgura, por lo que las expectativas sobre sus resultados y las propias encuestas les igualaban a EH-Bildu. Es cierto que Elkarrekin-Podemos ha logrado mantenerse con más fuerza en Bizkaia, logrando la segunda posición en núcleos destacados como Bilbao, Baracaldo, Santurtzi o Sestao, así como en numerosos barrios obreros de Gasteiz, donde se pone por delante de EH-Bildu.

Las encuestas apuntaban a una lucha con la izquierda abertzale por la segunda posición, pero los resultados tan modestos que ha obtenido Podemos en coalición con Equo y con Ezker Anitza-IU, tan solo 11 escaños, han colocado a la izquierda abertzale en una situación de liderazgo muy sólida, al recuperar los 71.472 votos prestados a Podemos en las elecciones generales del pasado mes de junio.

Un factor fundamental a la hora de explicar estos resultados en la injusta inhabilitación de Arnaldo Otegi. Como señalamos en nuestra anterior declaración electoral, este ataque sañoso a los derechos democráticos lejos de suponer un obstáculo para la izquierda abertzale le dio un gran impulso. Mientras la formación morada buscaba un candidato a Lehendakari de renombre, que se concretó en la candidata independiente Pilar Zabala, hermana de Joxi Zabala cruelmente asesinado y enterrado en cal viva por los GAL cumpliendo las ordenes del gobierno de Felipe González, la izquierda abertzale, sobre todo tras la salida de Otegi de la cárcel, con una militancia y un aparato muy superior, ha luchado para recuperar el espacio perdido en las elecciones generales y ha utilizado a Arnaldo Otegi como su capital político más importante. De hecho, desde la dirección de EH-Bildu se ha hecho un esfuerzo importante de movilización en la calle en los últimos meses, movilización que se ha extendido en esta campaña a través de las estructuras internas para sacudir a la militancia y la periferia. Un esfuerzo que también respondía al desgarro y la escisión que han sufrido con un sector de militantes y activistas, muy críticos con la política institucional y penitenciaria de la dirección.

EH-Bildu protagonizó en Bilbao el acto más multitudinario de toda la campaña, con 6.000 asistentes, demostrando que la izquierda abertzale sigue siendo el principal referente de la juventud vasca. Además, durante la campaña, el mensaje de EH-Bildu giró claramente del discurso identitario a la lucha contra las desigualdades y los recortes sociales, recogiendo lo que había sido seña de identidad del programa de Elkarrekin-Podemos.

Aunque ha recuperado parte del voto perdido en las generales, EH-Bildu sigue dejándose nada menos que 53.669 votos respecto a las autonómicas de 2012, pasando de 277.923 votos a 224.254. De los 17 escaños que ha obtenido, 9 corresponden a Sortu, 3 son independientes, 3 de Eusko Alkartasuna (EA), 1 de Alternativa y 1 de Aralar.

Levantar el Frente Único de la izquierda, por el derecho de autodeterminación, contra los recortes y la austeridad

La cuestión planteada por estos resultados a la dirección de la izquierda abertzale es clara: continuar con la propuesta de una alianza estratégica con el PNV, o romper con esta política y defender la vía de la movilización social más contundente para frenar los recortes y la austeridad impuesta por Urkullu, vinculando la lucha por los derechos sociales a la conquista del derecho de autodeterminación y una Euskal Herria socialista. O colaboración de clases con la burguesía vasca, o una política de independencia de clase que ponga el eje de la acción en la ruptura con el capitalismo.

Mientras que Elkarrekin-Podemos ha descartado entrar en ningún tipo de pacto con el PNV pasando directamente a la oposición, la dirección de EH-Bildu, y concretamente Otegi, han propuesto llegar a acuerdos con el PNV, ya sea en forma de gobierno de coalición, pacto de legislatura, o como socios preferentes. Pero esta estrategia no conseguirá que el derecho a decidir se aproxime, ni que los presos vascos se reagrupen en las cárceles de Euskal Herria, o que termine la pesadilla de los recortes en la educación, en la sanidad, en los servicios sociales o se frene la sangría del paro juvenil. Cuando los dirigentes de EH-Bildu ponen como modelo del futuro los pactos logrados con el PNV en el Gobierno de Navarra o en el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, olvidan que en esta última ciudad EH-Bildu ha retrocedido de la segunda posición a la cuarta, detrás del PNV, del PP y de Podemos, En estas circunstancias no es extraño que a EH-Bildu se le resistan los grandes núcleos como Baracaldo, Portugalete, Santurtzi o Ermua, donde baja hasta la cuarta e incluso la quinta posición. La política de pactos con el PNV sólo ha beneficiado a la burguesía vasca y ha debilitado a la izquierda abertzale.

La recuperación de EH-Bildu como fuerza dirigente de la izquierda que lucha, y que quiere ser impulsora de la transformación social, se consolidará si su dirección es capaz de asumir un programa auténticamente socialista. El camino no es la alianza con la derecha nacionalista, sino un Frente Único de clase, con todas las organizaciones de la izquierda política y social, para defender realmente los derechos sociales y democráticos del pueblo vasco y de la clase trabajadora. Por su parte Elkarrekin-Podemos no debe circunscribir su actividad los próximos cuatro años al frente institucional. Es una fuerza que salió de la gran rebelión social de estos años, y debe volver a conquistar las calles junto con la izquierda abertzale en lucha por el derecho de autodeterminación y por el socialismo.

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