El pasado 7 de diciembre, el agua, un bien indispensable para la vida en la Tierra, se convirtió en una mercancía más para la especulación. Al igual que el petróleo, el oro o el trigo, el agua ya cotiza en el mercado de futuros de materias primas de Wall Street según informó el CME Group.
Los mercados de futuros matan de hambre y sed a millones de seres humanos
El agua pasó a ser considerada una mercancía en 1992. Desde entonces oficialmente para la Organización Mundial del Comercio esta es “una mercancía, un bien privado”.
El negocio con este bien imprescindible creció exponencialmente. En el año 2000, según la revista Fortune, este movía 400000 millones de dólares al año. Hoy, un pequeño puñado de multinacionales (las francesas Veolia y Suez son las más importantes) controlan los principales recursos hídricos a escala mundial.
Por su parte el Banco Mundial, siempre al servicio de las grandes transnacionales, condiciona la concesión de créditos a países en desarrollo a que privaticen los servicios de abastecimiento de agua.
Mientras, las consecuencias para la mayoría de la población han sido brutales. Según el “Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2020: Agua y Cambio Climático”, en el mundo hay actualmente 2.200 millones de personas privadas de acceso al agua potable y otros 4.200 millones que carecen de sistemas de saneamiento seguros*.
Ahora con la entrada del agua a cotizar en los mercados de futuros, los capitalistas han dado un paso adelante cualitativo en la apropiación y control de este recurso básico para la vida que tendrá efectos todavía más dramáticos.
La fluctuación en los precios del agua estará marcada por el índice Nasdaq Veles California Water Index (NQH20), un indicador basado en los precios de las cinco principales cuencas fluviales de California donde la escasez del agua ha aumentado duplicándose su precio en este último año. Aunque el índice está basado en los precios de las cuencas fluviales de California, este valor podrá ser usado como referente para el resto del mundo en los mercados del agua.
El negocio es redondo y está asegurado. El agua es un recurso básico para la vida y su uso en el planeta se ha multiplicado por seis en los últimos 100 años, según el informe mundial de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos.
Los capitalistas hacen negocio del cambio climático
Una de las características que define al sistema capitalista es su capacidad para hacer grandes negocios con las grandes catástrofes, muchas de las cuales son provocadas por él mismo. Uno de los ejemplos más claros son las guerras; terribles acontecimientos para millones de seres humanos pero a la vez tremendamente lucrativas para un puñado de millonarios.
El cambio climático que claramente está padeciendo el planeta ya está provocando consecuencias desastrosas para la vida en la Tierra; una de ellas es la cada vez mayor escasez de agua.
Este problema no tiene nada que ver con un “castigo divino” sino que es una consecuencia más de la explotación salvaje y descontrolada que sobre la naturaleza ejerce el capitalismo, un sistema económico orientado a satisfacer los intereses de una minoría sin importar las consecuencias que pueda tener para el resto de la humanidad. Y siendo consecuentes con la lógica de su sistema, los capitalistas se preparan para seguir haciendo negocio con las catástrofes que ellos mismos generan.
En los próximos años dos tercios del planeta podría experimentar carestía de agua y millones de seres humanos verse obligados a desplazarse. Y con absoluta certeza las sequías, el cambio climático y el crecimiento demográfico van a seguir elevando el precio del “líquido elemento”.
En un ejercicio de hipocresía absoluta solo al alcance de los lobbies capitalistas el CME Group apunta que la salida a bolsa del agua ayudará a que esta se utilice de una manera más eficiente. Según sus “expertos” los nuevos contratos permitirán una mejor gestión del riesgo asociado a la insuficiencia de agua y así realizar una mejor correlación entre la oferta y la demanda en los mercados.
La posible regulación entre oferta y demanda es un auténtico cuento chino para intentar disfrazar la verdadera realidad, que no es otra que la de dar vía libre total a la especulación con un bien tan preciado, esencial y escaso como el agua.
Para ser concretos lo que ha salido a bolsa son los derechos de uso del agua. Los mercados a futuros no tienen un comportamiento como los mercados corrientes; al contrario que en estos, en los mercados de futuro no se realizan transacciones inmediatas; los compradores no se llevan el producto sino que se recoge más adelante. En los contratos a futuros las operaciones se basan en la adquisición de derechos sobre una cantidad de agua en un futuro a un precio fijo.
Sin lugar a duda la cotización del agua en los mercados de futuros va a dificultar todavía más el acceso al agua a millones de personas y va a elevar el precio real para todos los consumidores. Además los planes para construir las instalaciones necesarias para que la población pueda acceder a ella estarán todavía más ligados a la previsión del beneficio que las empresas calculen obtener.
El ejemplo de los efectos de la entrada de los alimentos en los mercados de futuros es muy elocuente e ilustrativo.
La entrada en el mercado de derivados financieros basados en productos alimentarios, por parte de poderosos inversores fue posible gracias a la liberalización, a partir del año 2000, de las normas en los mercados de derivados financieros de materias primas.
A partir de 2008, cuando los distintos Gobiernos inyectaron miles de millones de dólares a las grandes empresas, estas dedicaron grandes cantidades a especular con el precio de los alimentos.
La especulación con alimentos básicos les ha reportado suculentos beneficios a costa de aumentar escandalosamente los precios y arrojar a la pobreza y el hambre a millones de personas.
Como explicaba recientemente en la Cadena Ser el economista Pedro Arrojo, relator especial de la ONU para los derechos humanos al agua potable y al saneamiento: “En 2008 la gran banca decide invertir 320.000 millones de dólares en la especulación de los alimentos. El trigo pasa de cinco dólares a 25 dólares en apenas unos pocos años. No por competencia, sino por un fenómeno especulativo”.
Efectivamente, la consecuencia de estos movimientos fue el incremento desorbitado de los precios con el consiguiente problema de desabastecimiento. El encarecimiento de alimentos básicos como el trigo o el arroz, fue uno de los elementos que actuaron como detonante de la llamada Primavera Árabe.
Chile, un claro ejemplo de cómo hacer negocio con el agua
A partir de los años 70 reputados economistas de la Escuela de Chicago bajo mandato del Gobierno estadounidense utilizaron como campo de pruebas el Chile de Pinochet. Aquí pusieron en práctica todo tipo de salvajes políticas neoliberales que luego fueron exportadas al resto del mundo convirtiendo el país en uno de los líderes en desigualdad social.
La Constitución pinochetista de 1980, aún vigente, ya consagró la propiedad privada del agua. Esto se mantuvo, e incluso se profundizó, después de la llamada transición democrática y en 1998 se inició la privatización de los saneamientos bajo la presidencia del “demócrata” derechista, Eduardo Frei.
Este proceso privatizador provocó el desembarco de multinacionales como el Grupo Suez, Aguas de Barcelona, Marubeni y la administradora de fondos de pensiones Ontario. Tan solo este grupo de empresas posee el 90% del suministro de agua potable.
Esto ocurre mientras la población chilena se enfrenta a la sequía más grave de su historia habiendo declarado en el estado de Valparaíso el estado de catástrofe.
En 1981, la propiedad del agua se separó del dominio de la tierra; se puede tener agua y no tener tierra y viceversa. Según denuncia Rodrigo Mundaca (representante del Movimiento de Defensa por el acceso al Agua, la Tierra y la Protección del Medioambiente- MODATIMD), el Estado tiene potestad para otorgar derechos sobre el agua de consumo quedando el reparto de la siguiente manera: el 77% de los derechos en manos del sector agrícola y forestal, el 13% para el sector minero, el 7% para el industrial y aproximadamente el 3% para el sector sanitario.
En cuanto a los derechos de aprovechamiento del agua que no va al consumo, el 81% están en manos de empresas público-privadas que tienen la capacidad de vender o arrendar el agua en el mercado. Y para rizar el rizo en el proceso privatizador el Gobierno de Piñera pretende¡¡vender 38 ríos!!
Acabar con el capitalismo para salvar a la humanidad y el planeta
Que los capitalistas hagan que un bien tan esencial para la vida como es el agua cotice en bolsa define perfectamente la barbarie de su sistema económico y social. Mientras las consecuencias del cambio climático empiezan a ser muy evidentes, mientras millones de personas no tienen acceso al agua potable, toman medidas para hacer todavía más negocio de la catástrofe que ellos han provocado.
Están destrozando el planeta en el que vivimos con un modelo de producción absolutamente depredador. El cambio climático y todas las terribles consecuencias que está provocando y provocará a la humanidad es únicamente producto del capitalismo y su lógica del máximo beneficio.
La obscena abundancia de una élite minoritaria se levanta sobre la miseria de millones de seres humanos. Hay riqueza, recursos y tecnología suficientes en el mundo para que todos podamos vivir dignamente, el problema es que se encuentra en muy pocas manos y al servicio de sus intereses. Es absolutamente urgente expropiar a los capitalistas y acabar de una vez por todas con su putrefacto sistema para poder crear una sociedad justa y un planeta sostenible.
*Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos