¡No es una “crisis migratoria”, es la crisis del sistema capitalista!

A lo largo del verano la campaña desatada por el PP, Vox y varios grupos fascistas contra las personas migrantes ha ido creciendo en intensidad. Una avalancha de bulos racistas, culpando a los inmigrantes de todos los actos de violencia ocurridos en el país, ha sido recogida y amplificada por los principales medios de la derecha.

La oleada de violencia fascista que sacudió el Reino Unido los primeros días de agosto y que tomó como objetivo a las refugiadas y refugiados, unido al asesinato de un niño en un pueblo de Toledo falsamente atribuido a un inmigrante, sirvieron como estímulo para que los sectores más reaccionarios realizaran indisimulados llamamientos a seguir el ejemplo de los fascistas británicos.

El líder de Vox, Santiago Abascal, que tras la ruptura con el PP trata de recuperar a toda costa protagonismo en la escena política, ha hecho un llamamiento a los ciudadanos españoles a “defenderse por sí mismos” ante la supuesta “invasión migratoria” y, siguiendo su estela, otros grupúsculos nazis llaman abiertamente a “cazar inmigrantes”.

El PP se pone a la cabeza de la furia racista y xenófoba

La ruptura de los acuerdos con Vox en modo alguno ha significado un giro del PP hacia esa “derecha moderna” que tanto añoran los editoriales de El País. Al revés, Feijóo ha pisado más a fondo el acelerador del racismo y ha hecho suyo el argumentario de la extrema derecha en su afán por desestabilizar al Gobierno de Pedro Sánchez que, para frustración del PP, resiste todos los embates y ofensivas lanzadas desde el aparato de Estado y los medios conservadores y que, además, se acaba de anotar el tanto del restablecimiento del orden del régimen del 78 en Catalunya, al mismo tiempo que concita el apoyo tácito de la CEOE y los inversores internacionales, que multiplican sus beneficios gracias a las facilidades a la inversión y la situación de paz social que el PSOE les garantiza.

La desesperación del PP les ha empujado a exigir, con motivo del reciente viaje de Pedro Sánchez a varios países africanos, “deportaciones masivas de inmigrantes” e incluso a despreciar la oferta de Sánchez de contratos de trabajo legales para inmigrantes africanos, calificándola de estímulo para el “efecto llamada”. Evidentemente, nadie en la dirección del PP piensa en hacer efectivas estas medidas en caso de llegar al Gobierno. Los miles de empresarios que se hacen de oro explotando inmigrantes y que constituyen la parte más activa de la base del PP y Vox no lo permitirían. Azuzar el odio al inmigrante es solo un medio de introducir un germen de enfrentamiento entre la clase trabajadora y aprovechar este clima racista para intimidar y explotar aún más a los trabajadores extranjeros.

Igual que Hitler en los años 30 atribuía todos los males provocados por la crisis del capitalismo alemán a una conjura judeo-bolchevique y utilizaba el antisemitismo para dividir y debilitar a la poderosa clase obrera alemana, en nuestros días un sector importante de la burguesía se prepara para hacer frente al profundo malestar social provocado por las dificultades en el acceso a la vivienda, la precariedad laboral, el deterioro de los servicios públicos, etc. buscando un chivo expiatorio a quien echar las culpas.

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La desesperación del PP les ha empujado a exigir “deportaciones masivas de inmigrantes” e incluso a despreciar la oferta de Sánchez de contratos de trabajo legales para inmigrantes africanos.

¿Hay realmente una “crisis migratoria”?

Escuchando las proclamas apocalípticas de Feijóo y Abascal, podría creerse que estamos a las puertas de la llegada a nuestro país de millones, o incluso de decenas de millones de personas. Nada más lejos de la realidad.

Según el Ministerio del Interior[i], en el primer semestre de este año llegaron al Estado español 26.585 migrantes. Una cifra minúscula, sobre todo si se tiene en cuenta que una buena parte de ellos han sido expulsados inmediatamente, muchas veces de forma irregular. En todo 2023 fueron 56.852[ii], de los que 5.151 fueron niños y niñas menores de 18 años, los famosos MENAS que denuncia incansablemente Abascal como un peligro vital para la supervivencia de la población nativa.

Pero los que llegaron no son todos los que emprendieron la peligrosa travesía. La Organización Internacional para las Migraciones denuncia que al menos 1.411 migrantes murieron ahogados en su intento de alcanzar las costas españolas, de los que 51 eran niñas o niños. Estas muertes no son accidentales, son un crimen del que son culpables tanto las fuerzas políticas que, al mismo tiempo que aprueban leyes para restringir los movimientos de personas, aunque eso cueste miles de vidas, cierran hipócritamente los ojos ante la explotación salvaje e ilegal de inmigrantes, como los empresarios que, directa o indirectamente, obtienen pingües beneficios de esta situación.

Porque, aunque la derecha diga otra cosa, los inmigrantes no viven de ayudas sociales, sino que trabajan, y habitualmente lo hacen en condiciones muy duras. Su tasa de ocupación es del 57%, mientras que la tasa de ocupación global en el Estado español es del 51%[iii] y más de 2.900.000 de inmigrantes regularizados trabajan legalmente[iv].

En cuanto a la población migrante “sin papeles”, de la que se carece de datos oficiales pero que la ONG Save the Children estima en unos 500.000, la mayoría, más de 300.000, trabajan ilegalmente, sin contrato ni seguridad social[v], según revelan los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) de 2021.

Sin la mano de obra inmigrante sectores como la limpieza, el servicio doméstico, el cuidado de mayores, la hostelería o la agricultura, con porcentajes de trabajadores inmigrantes que, sin contar a los ilegales, oscilan entre el 25 y el 42% no podrían mantener su extraordinario nivel de beneficios o serían directamente inviables.

Las recientes declaraciones del presidente de la CEOE no dejan lugar a dudas[vi]. Los empresarios están ansiosos por recibir oleadas de inmigrantes para emplearlos como mano de obra barata. Las campañas racistas del PP y Vox les vienen de maravilla para crear entre los inmigrantes un ambiente de miedo, sumisión y renuncia a sus derechos más elementales. Las más peligrosas “mafias” que explotan a los inmigrantes no hay que buscarlas fuera de nuestras fronteras. Están aquí, en restaurantes y discotecas de lujo, exhibiendo con orgullo su pulserita rojigualda.

Como han demostrado las multitudinarias manifestaciones contra la masificación turística recientemente realizadas en varias zonas del Estado, no son los inmigrantes los que provocan la escasez y carestía de la vivienda. Son las ansias de enriquecimiento de rentistas y especuladores los que convierten viviendas en pisos turísticos y expulsan a zonas periféricas a jóvenes y familias trabajadoras, o les condenan a vivir hacinados.

Tampoco el deterioro de la sanidad y la educación son causados por los inmigrantes, sino por los salvajes recortes presupuestarios realizados por PP y PSOE a raíz de la crisis financiera de 2008. Las falacias del PP y Vox quedan al desnudo cuando se comprueba que más de 200.000 refugiados ucranianos han sido acogidos en nuestro país sin el más mínimo problema. ¿200.000 ucranianos sí, pero 5.000 niños africanos no? Solo el racismo más abyecto puede explicar esta doble vara de medir.

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Las recientes declaraciones del presidente de la CEOE no dejan lugar a dudas. Los empresarios están ansiosos por recibir oleadas de inmigrantes para emplearlos como mano de obra barata.

Las causas de la migración desde los antiguos países coloniales

La demagogia racista de la derecha omite conscientemente explicar las razones que fuerzan a tantas personas a abandonar sus hogares para, asumiendo terribles riesgos, intentar rehacer sus vidas en otros países.

Es obvio que la pobreza es una de las principales causas de las migraciones. Esa pobreza es la consecuencia de décadas de brutal dominio y explotación colonial, que no cesó tras la independencia formal de las antiguas colonias. La explotación de las riquezas minerales en África o América Latina por parte de las potencias capitalistas se mantiene hasta el día de hoy, destruyendo las formas tradicionales de vida y empujando a la miseria a millones de personas.

Íntimamente unidos a esa búsqueda de control sobre los recursos naturales más valiosos, los golpes de estado y las guerras promovidas por grandes empresas capitalistas y las potencias imperialistas asolan a numerosos países y obligan a huir a decenas de millones de seres humanos.

Mali, un país africano con grandes riquezas naturales pero con una población en situación de pobreza extrema, es un buen ejemplo de la hipocresía occidental. El 27 de agosto El País[vii] alertaba de la inminente llegada a Canarias de miles de refugiados malienses a causa de la guerra que arrasa este país y que se ha recrudecido en las últimas semanas.

De lo que no informaba El País es de que Francia, la antigua potencia colonial, mantuvo durante décadas un férreo control de los recursos de Mali, y que cuando el malestar de la población se expresó con fuerza Francia impulsó una intervención armada europea en el país, en la que participaron 8.300 militares españoles[viii], ¡eso sí que es una invasión, y no la llegada a costas españolas de las víctimas de esa agresión!

Finalmente Francia fue expulsada de Mali, pero la intervención occidental no se detuvo. Financiando y armando a grupos integristas islámicos del norte del país, los gobiernos occidentales siguen intentando recuperar el control de los recursos mineros del país africano. Ucrania juega un papel central en las matanzas que están teniendo lugar ahora mismo en Mali[ix]. Sus militares asesoran a grupos vinculados al Estado Islámico para intentar contener la creciente influencia rusa en el país. De modo que, en un alarde de repugnante cinismo, el Gobierno español regala dinero a espuertas a los fascistas ucranianos, del que una parte se destina a armar a integristas islámicos, pero declara que no hay recursos para atender a los poco más de mil niñas y niños que han llegado a Canarias como consecuencia de la guerra que Ucrania promueve en Mali.

El cinismo del Gobierno en su política migratoria

La realidad es que la política migratoria del Gobierno del PSOE y Sumar solo se ha diferenciado de la del PP, al menos hasta el momento, en el envoltorio discursivo.

Pero en los hechos, tanto el PSOE con González y Zapatero como el PP con Aznar y Rajoy han regularizado a cientos de miles de inmigrantes a medida que las necesidades empresariales así lo exigían. La represión a los refugiados e inmigrantes sin papeles no ha conocido cambios en los últimos años. Es más, hemos visto a Pedro Sánchez alardear orgulloso de la aprobación del Pacto de Migración y Asilo bajo la presidencia española de la UE este 2024, un acuerdo que asume los postulados de la extrema derecha: detención de menores migrantes, hacinamiento en centros de internamiento, reforzar acuerdos con terceros países que violan los derechos humanos para impedir la entrada de migrantes a la UE... De hecho, el Estado español es pionero en este tipo de acuerdos, siendo el “democrático” Reino de Marruecos, desde 2019, el mayor beneficiario de las ayudas españolas. Ahora, en su gira africana, Sánchez los extiende a Mauritania, Senegal y Gambia. La hipocresía de la socialdemocracia no tiene límite, no se corta en tratar dar un barniz “progre” a lo que es una clara apuesta por el endurecimiento del control fronterizo desde los países de origen financiando la formación de sus fuerzas represivas.

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La hipocresía de la socialdemocracia no tiene límite, no se corta en tratar dar un barniz “progre” a lo que es una clara apuesta por el endurecimiento del control fronterizo desde los países de origen financiando la formación de sus fuerzas represivas.

Y aún hay más: Grande-Marlaska, ministro “socialista” de Interior y corresponsable de la masacre policial que dejó un reguero de muertos en la valla de Melilla, iguala en brutalidad a sus antecesores del PP en el trato a las personas que intentan huir de la miseria y la guerra. Las expulsiones irregulares, cuyo número exacto se desconoce, siguen ejecutándose a diario, a pesar de su ilegalidad (solo en el primer trimestre de 2024 el Gobierno del PSOE ha echado ya a 2.500 migrantes extracomunitarios, siendo el quinto país de la UE en el ranking). Y Pedro Sánchez, en su reciente visita a Senegal, ha vuelto a insistir en que la expulsión de inmigrantes ilegales es “imprescindible”, aderezándolo con comentarios, al más puro estilo de Vox y la ultraderecha europea, sobre el vínculo entre migración y terrorismo. [x].

Frente a los llamamientos racistas del PP, Pedro Sánchez propone como alternativa una migración “segura, ordenada y regular” y en esa línea propuso hace pocas semanas una iniciativa de reforma de la Ley de Extranjería que obtuvo inicialmente la completa aprobación del PP.

Pero ante la presión de Vox, y temerosos de verse desbordados por su derecha, Feijóo dice ahora lo contrario de lo que aceptaba en julio. Pero no debemos engañarnos ante los exabruptos del PP. La política del Gobierno no tiene un átomo de progresismo ni las propuestas de “migración circular” (es decir, la contratación en origen de temporeros que tras la finalización de su contrato serán devueltos a su país de origen) son en absoluto una solución a los problemas reales de la población migrante.

Los empresarios españoles, que desde hace años han ralentizado la inversión productiva, necesitan desesperadamente aumentar la explotación de sus asalariados para mantener sus beneficios. CCOO y UGT han sido unos eficaces colaboradores para abaratar el coste de la mano de obra nativa, pero esa rebaja tiene un límite. Por eso ponen sus ojos en la importación de mano de obra inmigrante a la que puedan apretar sin misericordia bajo la amenaza de inmediata deportación. Si esas condiciones óptimas de explotación pueden conseguirse sin conflicto, y encima con las bendiciones de un Gobierno progresista, mucho mejor.

Como leíamos hace pocos días en la prensa[xi], trabajar como inmigrante legal en modo alguno te salva de la explotación más descarnada. Dos empresarios agrícolas mallorquines no solo incumplían la normativa laboral con sus trabajadores inmigrantes legales, sino que le cobraban a cada uno 20.000 euros por hacerles un contrato.

El problema de la explotación de los trabajadores migrantes hunde sus raíces en la decadencia del sistema capitalista, que solo sobrevive reforzando la opresión, la miseria y las guerras. Ningún Gobierno que haya renunciado a confrontar con los empresarios y banqueros podrá tomar medidas efectivas contra la explotación de los inmigrantes. Solo la lucha de la clase obrera, organizada por encima de barreras nacionales o étnicas, podrá acabar con esta pesadilla.

 

[i] 26.585 migrantes han llegado de forma irregular a España en 2024: el 74% a Canarias

[ii] Aumenta más de un 116% la llegada de menores de edad migrantes a España en el 2023

[iii] Informe sobre la Integración de la Población Extranjera en el Mercado Laboral Español

[iv] Número de inmigrantes con trabajo en España de 2006 a 2023

[v] Informe sobre la Integración de la Población Extranjera en el Mercado Laboral Españo

[vi] Garamendi apoya la tramitación de la ILP para regularizar migrantes: "La gestión ordenada de la inmigración será buena"

[vii] El agravamiento del conflicto en Malí empuja a miles de refugiados hacia Canarias

[viii] La ministra de Defensa recibe a los últimos militares del contingente de la UE en Mali

[ix] El apoyo de Ucrania a los rebeldes tuaregs que luchan contra Wagner envenena aún más el conflicto del Sahel

[x] Sánchez califica en Senegal de “imprescindible” el retorno de los inmigrantes irregulares

[xi] Detenidos dos empresarios agrícolas por explotar a temporeros marroquíes a los que cobraban 22.000 euros por contrato

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