El 17 de noviembre es la fecha establecida por la AN para celebrar la vista, y que podría resolver la ejecución inmediata de la readmisión de los trabajadores despedidos. Esto es lo que ha llevado a la multinacional a introducir a escondidas hasta a veinte trabajadores subcontratados para comenzar a desmantelar partes vitales de la fábrica, como la Sala de Transformación donde se elaboran los jarabes y se envían a las líneas correspondientes, y de la que se ha retirado casi al completo el “nudo de válvulas”.
Esta incursión en la fábrica el 30 de octubre fue descubierta por parte de los trabajadores que, desde enero, establecieron un campamento permanente en una de las puertas de la planta. Rápidamente se informó a toda la plantilla para que, desde las seis de la mañana del día siguiente y hasta que se celebre el juicio, se organice un retén permanente que custodie las siete entradas de la fábrica impidiendo así que con nocturnidad y alevosía se boicotee la línea de producción y se de pie a justificar el cierre definitivo. “No vamos a permitir que salgan camiones con maquinaria. Siempre hay gente en el campamento”, señala Juan Carlos Asenjo, portavoz de CCOO en la planta.
El paso desesperado de la multinacional refleja su debilidad y ha sido respondido con contundencia y determinación, de forma unánime, por parte de los casi 300 trabajadores de la planta que están participando en los piquetes. Aunque en un primer momento hubo cierto desconcierto, rápidamente ese sentimiento se ha transformado en indignación; indignación que ha contribuido a fortalecer más todavía los lazos entre la plantilla y los movimientos sociales, entre ellos los compañeros del Sindicato de Estudiantes, que apoyamos a los trabajadores de Fuenlabrada en la defensa de su puesto de trabajo y del futuro de muchos jóvenes de la ciudad. De hecho, las visitas al Campamento de la Dignidad de decenas de activistas sociales y de la izquierda se han multiplicado en los últimos días.