Lo que comenzó con una respuesta de los profesores de Secundaria a la Orden de la Conselleria de impartir Educación para la Ciudadanía (EpC) en inglés, se ha convertido en una de las luchas más importantes por la educación pública valenciana de las últimas décadas. Desde el principio de las movilizaciones, los ánimos, la conciencia de fuerza, el nivel de participación y la determinación de llegar hasta el final ha ido en aumento.
La movilización más importante fue la manifestación del 29 de noviembre, a la que acudieron cien mil personas. Fue histórica y anunciaba el éxito de la huelga convocada para el 17 de diciembre y que, de haberse mantenido, hubiera supuesto un gran empuje para la consecución de nuestras reivindicaciones (entre ellas la dimisión del conseller) y, por tanto, una victoria que, sin duda, hubiera animado y dado confianza a muchos otros sectores.

Lo que comenzó con una respuesta de los profesores de Secundaria a la Orden de la Conselleria de impartir Educación para la Ciudadanía (EpC) en inglés, se ha convertido en una de las luchas más importantes por la educación pública valenciana de las últimas décadas. Desde el principio de las movilizaciones, los ánimos, la conciencia de fuerza, el nivel de participación y la determinación de llegar hasta el final ha ido en aumento.
La movilización más importante fue la manifestación del 29 de noviembre, a la que acudieron cien mil personas. Fue histórica y anunciaba el éxito de la huelga convocada para el 17 de diciembre y que, de haberse mantenido, hubiera supuesto un gran empuje para la consecución de nuestras reivindicaciones (entre ellas la dimisión del conseller) y, por tanto, una victoria que, sin duda, hubiera animado y dado confianza a muchos otros sectores.

Pero, el 16 de diciembre los profesores valencianos amanecíamos con la indignante noticia de que la Plataforma per l'Ensenyament Públic (compuesta por CCOO, UGT, STEPV, FAPA y otras organizaciones, y que ha estado excluyendo de las reuniones al Sindicat d´Estudiants) había desconvocado la huelga del día siguiente. El motivo era el supuesto compromiso del President de la Generalitat de flexibilizar la Orden de impartir EpC en inglés, así como la aceptación por parte de la Conselleria de un calendario de negociaciones sobre los 13 puntos reivindicados, que se alarga hasta el 15 de febrero.
Si el gobierno valenciano ha movido ficha ha sido por la lucha, pero este compromiso es totalmente desproporcionado a la fuerza que, en la calle, profesores, padres y alumnos hemos demostrado tener. De hecho, el acuerdo al que se ha llegado ni siquiera garantiza la retirada de la Orden de EpC (por no hablar, de que la lucha iba mucho más allá). Esta desconvocatoria da un respiro al gobierno del PP en un momento en el que estaba siendo cuestionado por el conjunto de los trabajadores y en el que hubiéramos podido obligar al conseller a dimitir y animar a otros sectores hacia una huelga general en todo el País Valencià.
Mientras los profesores estamos viendo con nuestra propia experiencia que la manera de luchar por una educación pública es mediante la unidad, la organización y la movilización en la calle, la Plataforma por la Educación Pública se ha visto totalmente desbordada por el movimiento y en lugar de ponerse a la cabeza de forma decidida e impulsando el movimiento a hacia una lucha más amplia, sienten la imperiosa necesidad de abandonar la calle y volver a sus tranquilos despachos. Llevaban días rogando al gobierno de la Generalitat un gesto que les sirviera de pretexto para desconvocar la huelga. Y así ha sido, se han agarrado a un clavo ardiendo, en el último minuto, para evitar una huelga que habría supuesto una nueva dosis de confianza e impulso para el movimiento.
En palabras de Roberto, maestro de Primaria, en una carta escrita a los sindicatos, "la huelga del miércoles habría sido, sin duda, una manifestación del poder real que tenemos y de nuestra capacidad para decidir sobre asuntos de educación". Y sigue, refiriéndose a la desconvocatoria: "Lejos de ejercer una presión sobre ‘nuestro govern' les hemos dado las alas que les habríamos cortado cerrando colegios en toda la Comunidad". Efectivamente, la parálisis propiciada por los dirigentes sindicales crea las condiciones para que la administración educativa se crezca y vuelva a la carga con sus ataques a la educación pública sobre la base de un enfriamiento de la lucha. Las declaraciones del Conseller, Font de Mora, el mismo día del acuerdo, dan una idea de esto: "No ha dimitido quien les habla y la orden sigue plenamente en vigor, excepto para las cuestiones que se plantean en la moratoria", y continúa: "más de la mitad de los alumnos de Educación Secundaria seguirán recibiendo EpC en inglés" (El País, 16/12/2008).

El Sindicato de Estudiantes mantiene la huelga

El Sindicato de Estudiantes, que sí que mantuvo la huelga, no paró de recibir durante las horas después de la desconvocatoria, una avalancha de llamadas y correos de directores, profesores, padres y estudiantes manifestando su indignación y felicitando a la organización estudiantil por su decisión de seguir adelante con la lucha. Vicent, profesor de Secundaria, preguntaba: "¿A quién se le ha consultado sobre la desconvocatoria de la huelga?". Realmente no ha habido ninguna asamblea ni para consultar ni para informar sobre esta decisión tomada a espaldas del movimiento. También Rafa, otro profesor, apuntaba: "Parar la huelga es un error..., la EpC es una gota más de un vaso demasiado lleno (...) Creo que los sindicatos deberían continuar la huelga y presionar mucho más al Consell".
Una vez más, los hechos han confirmado que no somos los trabajadores "aborregados y despolitizados" los que no nos movemos, sino los dirigentes reformistas de los sindicatos que han puesto freno a nuestra lucha.
En todo el proceso de lucha han sido pocas las asambleas que  han realizado y a nivel muy local, cosa que divide y dificulta la coordinación. A pesar de que han intentado que estas asambleas fueran únicamente informativas, sin dar margen a la toma democrática de decisiones, no pudieron evitar la agudización de la lucha, y la presión del movimiento les obligó a ir dando pasos, eso sí, siempre por detrás y no a la cabeza de éste, como debería hacer una verdadera dirección. No pudieron evitar la convocatoria de huelga, pero lo hicieron en las peores fechas, dos días antes de las vacaciones de Navidad, lo que iba a suponer romper el ritmo de la lucha y dificultar la coordinación para sacar conclusiones. Finalmente, ni siquiera se atrevieron a mantener la huelga. Sin duda, noviembre era una fecha mucho mejor, sobre todo si se hubiera hecho coincidir con la huelga de estudiantes a nivel estatal del 13, a la que también se unieron los profesores catalanes, como propuso el Sindicato de Estudiantes y como planteamos algunos profesores en una asamblea. El impacto hubiera sido tremendo: huelga de profesores en toda Catalunya y en todo el País Valencià y huelga de estudiantes en todo el Estado.

Podemos ganar

Aunque la decepción haya sido tremenda esta lucha debe continuar porque existe el potencial para ganarla. Exigimos que se convoquen asambleas generales (decisorias) para decidir democráticamente cómo continuar la lucha y qué negociar. Proponemos convocar asambleas conjuntas de profesores y estudiantes en cada centro, aprovechando que el Sindicato de Estudiantes va a continuar la lucha a nivel estatal. También tenemos que tener claro que el hecho de negociar no tiene que suponer la desconvocatoria de nuestras movilizaciones. Al contrario, la negociación es fruto de nuestra lucha, y nuestra fuerza en ella consiste en seguir ejerciendo presión en la calle. Por tanto, es necesario convocar una nueva huelga general de toda la enseñanza pública, de Primaria a Universidad, antes del 15 de febrero, como la forma más eficaz de que la negociación sea exitosa. Proponemos demostrar el apoyo a estas medidas mediante hojas de firmas y resoluciones aprobadas por los Claustros, Consejos escolares y Juntas de AMPAs.

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