A través de los medios de comunicación y por boca de los principales representantes de la empresa aeroespacial, hemos conocido los primeros datos del ajuste industrial y laboral que Airbus tiene preparado para sus factorías europeas. Se trata de la reducción de sus programas de defensa y construcción de aviones militares y el despido de 2.362 empleados y empleadas hasta el año 2021, de los que 630 corresponden a sus factorías del Estado español.

La empresa argumenta que esto se debe a las supuestas “pérdidas” sufridas y la escasez de compras de sus aviones de transporte militar, el A400 y el C295, que les obliga, en palabras del presidente de Airbus España, “a ralentizar la producción de los programas de defensa para mejorar la productividad y restablecer la rentabilidad de la empresa”.

Cualquier persona con un mínimo de experiencia sindical sabe lo que hay detrás de estos tecnicismos. No solo la amenaza real de despidos y desinversión productiva, sino también las rebajas de las condiciones laborales y salariales de la plantilla. No es ninguna casualidad que este año comience la negociación del VI convenio; el chantaje para condicionar la negociación salta a la vista.

Es escandaloso que después de que 2.019 haya terminado con récords históricos de producción, con Airbus superando a su competidor Boeing como primer fabricante mundial, cuando no da abasto en sus plantas de Alemania y Francia para terminar los pedidos pendientes de los aviones comerciales, cancelando vacaciones de trabajadores para completar las entregas, anuncien un expediente de recortes y desempleo alegando que la división de defensa, no obtienen los resultados esperados.

Es la lógica del máximo beneficio de una empresa mimada por los grandes Estados europeos que considera que las ganancias no han crecido lo suficiente y plantea la destrucción de puestos de trabajo.

630 despidos en el Estado español que se multiplicarán por tres

El sector industrial aeronáutico en el Estado español comprende las factorías en Illescas (Toledo), Getafe, Albacete, Cádiz y Sevilla. En total suma unos 13.000 empleos directos de Airbus y más de 25.000 en las empresas auxiliares*.

El 70% de la actividad en este país está dedicada a la industria militar y los programas de defensa. Así, las instalaciones sevillanas de San Pablo son la línea final de montaje y ensamblaje de todas las partes del avión militar fabricadas en el conjunto del territorio.

Esta especialización en la aviación militar es el argumento de la empresa para los 630 despidos previstos de los que 250 serían en Andalucía.

Pero el impacto en el empleo tendrá sin duda mayores proporciones debido a la existencia de centenares de empresas auxiliares que, no olvidemos, aportan la mayor parte de la masa laboral en la cadena de producción, y la mayoría de ellas tienen una dependencia absoluta de Airbus.

Se trata además de plantillas más jóvenes y con menor protección laboral. Cada empleo que pierde la principal se multiplica por tres en la industria auxiliar, por lo que miles de trabajadores y trabajadoras pueden verse afectados, con plantillas enteras de profesionales cualificados en la calle por cierre de sus empresas.

La reducción de costes empresariales en la búsqueda del máximo beneficio prepara un escenario dramático para miles de familias trabajadoras que solo puede detenerse con un plan de lucha que unifique a las trabajadoras y trabajadores de todo el sector, sin distinción de principal y contratas.

Los argumentos de la empresa son falsos. Las instalaciones industriales que actualmente producen y ensamblan los aviones militares en el Estado español, tienen capacidad y están preparadas para asumir la construcción de modelos de aviación civil. Lo único que se necesita es el traslado a las factorías españolas de una parte de la producción civil y comercial concentrada en Francia y Alemania, donde es sabido como ya hemos explicado están desbordados por los pedidos pendientes de entregar, con encargos de fabricación de aviones por valor de medio billón de dólares, que supone 7 años de actividad al ritmo actual de producción.

La propia patronal que engloba a las industrias auxiliares en la comunidad andaluza, Fedeme y Andalucía Aeroespace, viendo las negras perspectivas que se avecinan para su negocio, se han atrevido a levantar la voz para exigir carga de trabajo para sus fábricas andaluzas desde los saturados centros industriales europeos.

Pero el mundo de los negocios no se mueve por evidencias ni razones, sino por intereses.

El anuncio de estos de despidos, además de ser una espada de Damocles sobre la cabeza de miles de trabajadores y sus familias, es un arma en manos de la compañía para una negociación ventajosa en los distintos frentes donde la dirección de Airbus defiende sus intereses empresariales.

Ya hemos mencionado que la negociación del VI convenio con los representantes sindicales comienza con la amenaza de los despidos sobre las cabezas de los obreros. Pero además está el tema de la fabricación del nuevo avión de combate europeo (FCAS); un proyecto multimillonario con una inversión de 200 mil millones de euros en las próximas décadas. Airbus daba por descontado que lo lideraría (así lo hace en otros países) pero el ministerio de Defensa ha designado como coordinador del programa en el Estado español a la empresa INDRA.

¿Qué política sindical necesitamos para enfrentarnos a la amenaza de despidos?

Un dato más para completar el cuadro sobre la cara de cemento que tienen los capitalistas y las instituciones del Estado a su servicio es que Airbus mantiene que en 2019 tuvo pérdidas por valor de 1.362 millones de euros.

La realidad es que sus beneficios millonarios se tornaron en números rojos porque tuvieron que hacer frente al pago de 3.600 millones de euros en multas. Unas sanciones pactadas con los Gobiernos de Francia, Gran Bretaña y EEUU y sus tribunales de justicia para dar carpetazo a las denuncias por sobornos a funcionarios públicos para conseguir contratos civiles y militares. No tienen dinero para mejorar las condiciones laborales y salariales de los trabajadores ni para dejar de subcontratar la producción, pero sí para comprar el favor de jueces y Gobiernos.

Es una muestra de las poderosas herramientas con las que cuentan las grandes corporaciones en la negociación con los sindicatos a puerta cerrada y demuestra una vez más, que para hacerles cambiar de planes los “hábiles negociadores” se muestran impotentes.

Hemos dedicado una parte de este artículo a desmontar la versión de Airbus y los argumentos en base a los que pretende acometer medidas de recortes en la producción y el empleo. Esto es necesario para que los trabajadores y trabajadoras afrontemos más cargados de argumentos la lucha en defensa de los puestos de trabajo. En todo caso los trabajadores debemos dejar claro que defendemos el mantenimiento de la actividad industrial y todos los puestos de trabajo por su necesidad y utilidad social, no porque proporcionen más o menos beneficios a los capitalistas.

Las federaciones sindicales de industria de CCOO y UGT han rechazado los despidos y han anunciado movilizaciones; esto es lo mínimo que se podría esperar, aunque al mismo tiempo se han apresurado a hacer llamamientos a “minimizar” el impacto de las medidas de recorte a través de una negociación responsable. La experiencia demuestra que con este planteamiento indudablemente toda la iniciativa y las ventajas estarán de parte de la multinacional.

La lucha no es por “minimizar el impacto de los recortes”, la reivindicación central debe ser ¡ni un solo puesto de trabajo menos! ¡Por la defensa del empleo!

No aceptaremos ni un solo despido ni ningún recorte

Lamentablemente en el último periodo han sido numerosos los casos en los que cuando las empresas han planteado despidos, las direcciones sindicales, a la vez que han convocado movilizaciones más o menos testimoniales, han apelado a la responsabilidad de los empresarios, se han mostrado dispuestos a aceptar despidos, reducciones salariales y han apelado a la mediación de supuestos expertos y del Gobierno al que además le han pedido que incremente las "ayudas" a las empresas. El resultado es de todos conocido. Pérdida de miles de puestos de trabajo y retrocesos en las condiciones laborales en el sector del automóvil, en la siderurgia, en las energéticas, en banca y un largo etc.

CCOO debe romper inmediatamente con esta línea sindical cuyo resultado inevitable siempre es el que acabamos de señalar. La clave se encuentra en organizar un plan de lucha con manifestaciones, concentraciones, paros y huelgas, aprobado por los trabajadores, en el que se implique a toda la población y sostenido en el tiempo hasta la retirada total del expediente.

Hay que impulsar la unidad en la lucha entre trabajadores de Airbus y subcontratas. También la unidad de acción de los trabajadores de todos los centros del Estado español y europeos. Hay que luchar por la solidaridad internacionalista con las factorías amenazadas con el despido. Esta es la verdadera fuerza que se tiene en la negociación.

CGT también se ha opuesto a los planes de la empresa. Si es este sindicato el que presenta un plan de lucha de estas características, combativo y contundente estamos seguros que contaría con el apoyo mayoritario de los afiliados y simpatizantes de CCOO y UGT y del resto de los trabajadores y con esta fuerza, sería asumido por los comités de empresa de todas las factorías.

Los trabajadores de las empresas aeronáuticas han demostrado su voluntad para luchar, como se demostró en la convocatoria de huelga del 18 de diciembre en Sevilla, que contó con un notable seguimiento, y como han vuelto a hacer en todas las instalaciones Airbus del Estado español, con concentraciones masivas en los centros de trabajo en respuesta al anuncio de despidos.

Solo hay una forma de parar este nuevo ataque y esta es defendiendo y aplicando un sindicalismo combativo, democrático, de clase y asambleario.

Los marxistas del Izquierda Revolucionaria estaremos una vez más en primera fila defendiendo esta estrategia sindical, junto a nuestra clase exigiendo el mantenimiento de todos los puestos de trabajo.

* Las condiciones de subcontratación las explicamos en:

18 de diciembre: la huelga paraliza el sector aeronáutico de Sevilla

 

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