La jornada de paro laboral del pasado día 18 de diciembre abre un nuevo escenario en la lucha de clases de la industria sevillana, y en particular, dentro del todopoderoso sector aeroespacial.

La convocatoria de CCOO y UGT, a la que se unieron con su propio llamamiento los sindicatos CGT Y SAT, rompe décadas de paz social donde la multinacional Airbus ha aprovechado la complicidad política y la colaboración de los sindicatos mayoritarios para imponer sus condiciones de externalización a miles de trabajadores y trabajadoras segmentados en empresas auxiliares con peores condiciones laborales y salariales. Las consecuencias de este sistema de precarización continúan profundizándose y está alcanzando puntos críticos. Precisamente, las incertidumbres por falta de carga de trabajo y sobre todo la cadena de despidos que se han producido, han sido el detonante del conflicto y una de las claves de la contundente respuesta que ha dado el conjunto de los trabajadores al llamado de los sindicatos. No tenemos que recurrir a la guerra de cifras oficiales para mantener esta afirmación. Lo hemos vivido interviniendo activamente en los piquetes informativos y en los principales centros empresariales, que quedaron vacíos y si actividad. Ante todo, la huelga ha sido una demostración del enorme potencial de lucha que existe entre los trabajadores y trabajadoras de este sector industrial estratégico y su disposición a la movilización participando en los grandes piquetes obreros y secundando masivamente el paro.

El gigante aeroespacial Airbus responsable de la cadena de explotación

Es importante señalar que la explosión de la huelga en Sevilla se produce en el mejor año de beneficios y producción del fabricante aeronáutico. En 2019, Airbus supera en la construcción de aviones a su rival Boeing por primera vez desde 2011, en una industria donde ambas empresas se reparten el mercado mundial en régimen de duopolio. En la primera mitad de este año, Airbus vio como sus beneficios se duplicaban, pasando de 496 a 1.197 millones de euros. Sus factorías europeas no dan abasto y los pedidos y órdenes de compra para nuevos aviones se han disparado por los problemas que atraviesa su competidor americano. ¿Por qué, entonces, la permanente situación de despidos, Ertes, rebajas laborales, incumplimientos de convenio, etc, que azotan a las plantillas de este sector en Sevilla?

La respuesta se encuentra en la política de subcontratación emprendida por Airbus, atomizando la cadena de producción en más de un centenar de empresas muy especializadas que subsisten de los paquetes de cargas de trabajo que subasta la principal. La competencia entre ellas y las mejores ofertas se producen a costa de la disminución de derechos de los trabajadores. Con este sistema, el chantaje y la precarización están servidos. Añadamos que mientras los trabajadores de Airbus aún disfrutan su propio convenio con un nivel europeo, al resto del sector se le aplica el convenio provincial del metal, notablemente inferior. Así, la empresa Airbus apenas tiene ya dos mil trabajadores en nómina, la mayoría técnicos y altos cargos, mientras que más de 6.000 están contratados en la pléyade de empresas auxiliares afincadas en gran parte en el parque empresarial aeronáutico “Aerópolis” edificado con dinero público. Éstos son los que verdaderamente hacen el avión.

Las empresas abren las hostilidades

Muchos son los conflictos que se vienen produciendo en numerosas empresas del sector producto de esta disputa de carga de trabajo y de beneficios empresariales a costa de los trabajadores, y de las continuas absorciones y fusiones en las subcontratas. Las luchas han subido de nivel cuando han llegado los despidos. La empresa Aciturri desembarcó hace unos meses en el negocio aeroespacial sevillano con la compra de Alestis, una sociedad que tiene incluso capital del Estado, y según sus palabras, “con un plan industrial y de inversiones de futuro para el mantenimiento de los centros de trabajo y el empleo…. etc, etc, etc”. En el mes de noviembre aparece la verdadera cara de estos “emprendedores”. A 40 trabajadores (6 en el centro de Aerópolis y 34 en Alestis San Pablo) que estaban subrogados en sus contratos se les impide la entrada a sus centros de trabajo sin dar una carta de despido ni rescisión de contrato.

Este grupo de obreros, dirigido por el sindicato SAT se puso inmediatamente en huelga a las puertas de la fábrica. Una lucha que aún continúa. Seguidamente presentan la carta de despido a 52 pintores industriales de otra de sus empresas recién adquiridas, Satyx. El motivo: que Airbus ha adjudicado el paquete trabajo de estos trabajadores a otra empresa, Galvatec, que lo hace por menos dinero. Tal es la dramática realidad que encubre la industria capitalista más avanzada y moderna. Por eso, uno de los puntos fundamentales del programa de reivindicaciones de la huelga se centra en la necesidad legal de subrogar con sus mismas condiciones laborales y salariales a los trabajadores y trabajadoras que venían realizando los paquetes de trabajo, desarrollando el artículo 44 del Estatuto de los Trabajadores. La empresa se queda con la carga de trabajo ¡y tiene que asumir a los trabajadores! Basta de sembrar incertidumbres y miedo a perder el empleo como arma para aumentar la precariedad. Y basta de una práctica sindical que acepta sin lucha este modelo de sumisión a los intereses de la patronal. De hecho es necesario que la lucha exija el fin de la subcontratación y la incorporación de las empresas auxiliares a la principal con los trabajadores que ahora están contratados.

La huelga del 18D: los trabajadores muestran su gran fuerza

La plataforma sindical reivindicativa se completaba, como no puede ser de otra manera, con la exigencia de reincorporación de los trabajadores despedidos y la garantía de carga de trabajo para todo el sector auxiliar. Sin duda, la situación que se palpa en conflictos como Alestis, ha impactado en la conciencia de muchos trabajadores que intuyen que estos nuevos movimientos y reestructuraciones no han hecho más que empezar y se harán a costa del empleo y los derechos. Así, la respuesta del conjunto de las plantillas a la convocatoria de huelga ha sido formidable.

Los dos principales centros de la producción aeronáutica sevillana, donde están situadas la mayoría de las empresas del ramo y donde se concentran el 80% de la fuerza laboral, (el complejo industrial militar Airbus, con 2.500 o 3.000 trabajadores y el parque aeronáutico Aerópolis al que acuden diariamente casi 5.000 trabajadores repartidos en más de 80 empresas), han parado casi en su totalidad. Aquí es donde se concentraron los piquetes más numerosos desde primeras horas de la mañana. En Aerópolis solo nos encontramos con grupos de encargados, altos cargos y personal de oficinas que formaban caravanas para entrar. Apenas unos centenares obligados por los directores a presentarse en sus empresas completamente paralizadas en taller y producción.

El carácter unitario de la convocatoria sindical entre CCOO, UGT, CGT, SAT, a los que se han unido Co-bas y otros, ha sido un factor de primer orden en el éxito de esta lucha. A pesar de ello, hay que señalar que, en toda una serie de aspectos claves para la participación consciente de los y las trabajadoras en esta lucha, el papel de las direcciones sindicales ha sido muy deficiente. Esta responsabilidad toca especialmente a CCOO y UGT, mayoritarios en comités de empresa y delegados. La convocatoria de la huelga y la organización de las tareas no ha contado con la participación de los delegados y delegadas del sector y mucho menos con el conjunto de las plantillas de trabajadores de las más de 100 fábricas a las que se ha llamado a sumarse a la huelga a través de una octavilla, sin que, prácticamente, se hayan realizado asambleas en ninguno de los centros de trabajo. Hay que tener en cuenta que la mayoría de las empresas aeronáuticas no tienen constituida una representación sindical y por lo tanto, miles de trabajadores carecen de una referencia dentro del taller o las oficinas.

Un Plan de asambleas en todos los centros de trabajo es básico para fortalecer las filas obreras y para animar a la lucha y la movilización, donde los y las trabajadoras puedan expresarse, donde se pueda argumentar a favor de la huelga y combatir los prejuicios y el miedo de las capas más atrasadas o más cercanas a la patronal, y donde se pueda votar mayoritariamente a favor del paro.

Más grave aún para los intereses de la huelga ha sido la posición del el comité de empresa de Airbus en Sevilla y especialmente de los representantes de CCOO en la intersindical de Airbus Madrid. Mientras en Airbus Sevilla, la mayoría del comité mantenía una posición ambigua frente a la convocatoria de huelga, en Madrid, los miembros de CCOO llamaban abiertamente a no secundar el paro o solo salir dos horas de concentración en la puerta, un auténtico sabotaje a la huelga. Hasta la víspera, y ante la presión de los trabajadores y las direcciones sindicales de Sevilla, no emitieron un comunicado apoyando el paro sectorial. Y aun así, en medio de esta confusión, el día de la huelga, el tremendo piquete de trabajadores pertrechado en la entrada de Airbus no tuvo que impedir la entrada a nadie porque nadie quiso entrar. Esta es la voluntad que han mostrado los trabajadores.

Nadie puede negar ahora la disposición de miles de estos trabajadores y trabajadoras defender sus derechos a través de los métodos clásicos del sindicalismo combativo, la huelga y la movilización. Hay que continuar por este camino para acabar con los despidos y mantener los derechos. Y esto solo es posible con la máxima participación de los trabajadores en la toma de decisiones y en la organización de las próximas luchas que es necesario convocar en breve.

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