Tras mes y medio de movilizaciones[1], el jueves 30 de mayo celebramos una asamblea general en Navantia-Ferrol, con unos 600 trabajadores, para ver en qué punto está la negociación.

La mayoría del comité hizo un esfuerzo por presentar las migajas que ofrece la empresa como un avance: algún plus y mejoras para pequeños colectivos, con escaso impacto en la masa salarial, o la constatación de que quieren empeorar el sistema de promociones que teníamos.

Por eso propusieron levantar puntualmente alguna de las medidas de no colaboración que venimos aplicando durante este tiempo (el lunes 3 de junio se permitió mover un bloque de la fragata que llevaba mes y medio parado), y no movilizar a las plantillas hasta poder valorar el resultado de las reuniones de negociación del convenio que se están produciendo esta primera semana de junio.

Por nuestra parte, CGT Navantia-Ferrol, planteamos que no hay avances en los temas fundamentales y que, por tanto, lo que toca es endurecer las medidas de no colaboración (retorno de los trabajadores desplazados en otros centros) y paralizar la producción durante la semana del 10 de junio (mediante paros de 5 horas en cada turno de lunes a viernes). No ganamos la votación, pero les forzamos a realizarla. Y esto es importante porque las reticencias de la mayoría del comité a votar eran porque iba a quedar en evidencia un resultado muy ajustado (60-40%). Se trata de un hecho muy significativo del ambiente de creciente cabreo de la plantilla con la empresa, pero también del malestar con la nueva mayoría del comité (MAS y CIG), que en seis meses escasos desde que se conformó ya sufre un serio desgaste a ojos de la plantilla.

El intento de arrancar un convenio que satisfaga las expectativas de una plantilla que necesita mejoras sustanciales (especialmente las últimas incorporaciones) mediante la misma estrategia desmovilizadora y de eludir la confrontación con la empresa que nos ha traído hasta aquí, cuando la empresa está a la ofensiva porque pretende afianzar el empobrecimiento al que nos somete desde hace décadas (sobre todo desde la firma del último convenio), hace que la nueva mayoría del comité se encuentre en una situación imposible que les lleva a mostrar sus verdaderas intenciones.

Durante la asamblea explicamos la necesidad de convertir la movilización por el nuevo convenio en una lucha consecuente por revertir el proceso de empobrecimiento al que la empresa nos tiene sometidos, también bajo Gobiernos supuestamente progresistas como el actual. Esto provocó que, notablemente indignado, el presidente del comité (del sindicato corporativo MAS) replicase diciendo que “no entendía nuestra obsesión por atacar a nuestra empresa, que Navantia es una gran empresa en la que no hay trabajadores pobres (¡!)”. En ese momento varios trabajadores tomaron la palabra para espetarle que “¡ganar 1.200€, con 2 hijos y pagando 700€ de vivienda, algo muy normal en la comarca de Ferrol, es ser un trabajador pobre! (...) que no entendían que un comité de empresa se dedicase a negar esa realidad y que tenían muy claro que con el tipo de movilizaciones que estábamos haciendo no íbamos a conseguir nada”. Fue tan contundente, que el presidente se tuvo que excusar en la contrarréplica.

Esta asamblea general ha supuesto un punto de inflexión en la conciencia de muchos trabajadores que han visto el auténtico carácter de la actual mayoría del comité, de la que la CIG constituye una parte muy activa. No solo las intervenciones durante la asamblea, sino también los comentarios después, o el resultado de la votación así lo constatan. Que haya un resultado muy igualado entre la propuesta de todo el comité y la de la CGT en solitario, cuando estábamos proponiendo una movilización que implica perder de 25 horas en una semana es muy significativo de que hay disposición a endurecer esta batalla por parte de la plantilla. Eso sí, con una estrategia sindical que realmente sirva para conquistar derechos, no para cumplir el expediente.

Por nuestra parte vamos a continuar con la política de difusión de nuestros análisis, impulsando una ronda de asambleas parciales para agrupar a los sectores más combativos en torno a la necesidad de radicalizar la lucha por un convenio que suponga un punto de inflexión para revertir el empobrecimiento.

 

[1]Navantia, arrancar un convenio digno exige intensificar las movilizaciones

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