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Lecciones de Octubre fue escrito por León Trotsky en septiembre de 1924 como prólogo a la edición rusa de sus artículos del primer año de la revolución, publicados con el título 1917.

Este texto pasó a la posteridad por una razón de peso. Trotsky, sacando las conclusiones del fracaso de la revolución alemana de 1923, realizó una amplia incursión en los hechos que llevaron a los bolcheviques al poder, desgranando detalladamente la batalla ideológica que Lenin libró contra las políticas conciliadoras de Stalin, Kámenev y otros «viejos bolcheviques» en la primera etapa de la revolución.

Es ampliamente conocido que el líder bolchevique propuso una audaz reorientación política en sus célebres Tesis de Abril. Aprobadas en una conferencia especial del partido, las tesis se convirtieron en el programa de la revolución socialista que los bolcheviques popularizaron entre millones de soldados, obreros y campesinos.

Pero Lenin todavía tuvo que sortear numerosas vacilaciones e incluso una oposición encarnizada entre algunos de sus más estrechos colaboradores, completamente reacios a seguir sus llamamientos a la insurrección y la toma del poder.

Lecciones de Octubre también representa una respuesta argumentada a la campaña de distorsiones y falsificaciones lanzada por la troika Stalin-Zinóviev-Kámenev, que dirigió el partido tras la muerte de Lenin. Esta obra junto a la famosa declaración de 46 dirigentes bolcheviques hecha pública un año antes, en la que se denunciaba la asfixia burocrática impuesta por Stalin y la necesidad de defender los fundamentos de la democracia obrera leninista, constituyeron un corpus político inicial sobre el que se agrupó la Oposición de Izquierda.

La Oposición de Izquierda, o bolcheviques-leninistas como se autodenominaban sus partidarios, actuó dentro del PCUS hasta bien entrados los años treinta enarbolando el programa del internacionalismo proletario leninista frente al avance de la gangrena burocrática en el partido y en el Estado obrero. Trotsky fue su más importante dirigente y teórico.

Posteriormente a la publicación de Lecciones de Octubre, concretamente en 1925, cuando Zinóviev rompió con Stalin por la teoría del «socialismo en un solo país», el primero admitió que, como parte de las maniobras por hacerse con el control del aparato, sugirió que se vincularan las diferencias políticas que se ventilaban en aquel momento con las discrepancias que Lenin y Trotsky mantuvieron en 1903.

Estas diferencias, que habían quedado completamente zanjadas en 1917, se convirtieron en el recurso infame para tejer una amalgama sin principios y así descalificar a la oposición. Un método que habría sido imposible de utilizar en vida de Lenin.

Zinóviev y Kámenev propusieron incluso que Trotsky fuera expulsado del partido, pero Stalin, actuando entonces con suma cautela, vetó la idea por temor a provocar una rebelión interna. No hay que olvidar que León Trotsky todavía figuraba al frente del Ejército Rojo y gozaba de una enorme popularidad.

En cualquier caso, la troika fabricó la leyenda del «trotskismo», que se convirtió años después en sinónimo del más terrible de los crímenes. Bajo ese epíteto, al que se añadió posteriormente el de «enemigo del pueblo», Stalin y la burocracia expulsaron a decenas de miles de militantes del partido, fusilaron a los compañeros de Lenin que dirigieron el triunfo revolucionario y condenaron a miles de bolcheviques de la Oposición de Izquierda a una muerte segura en los campos de concentración de Vorkutá y Kolimá.

Estas páginas, llenas de maestría y profundidad dialéctica, no solo abrirán nuevas perspectivas a los jóvenes revolucionarios que se acercan con entusiasmo a las ideas del comunismo, también volverán a recordar a los más veteranos el programa político con el que los obreros de Rusia tomaron el cielo por asalto.

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