El pasado 21 de enero conocíamos la decisión definitiva de la multinacional Guardian Glass respecto a su fábrica de Laudio: el cierre total y el despido de los últimos 171 trabajadores y trabajadoras que aún permanecían en la factoría. 171 empleados que han permanecido durante días con una incertidumbre sin igual. Un periodo de tiempo en el que ni el Gobierno vasco del PNV-PSE, ni el Ayuntamiento de Laudio, ni ninguna institución pública ha movido un dedo para obligar a la multinacional a mantener el empleo.

La pérdida de puestos de trabajo en los últimos 40 años ha sido brutal. Cuando los norteamericanos de Guardian compran la antigua Villosa (fabricante de vidrio y en funcionamiento desde los años 30), la factoría contaba con más de 1.500 trabajadores. El argumento de la multinacional para su cierre definitivo es la falta de rentabilidad de la fábrica y el deterioro que sufre su horno principal. Sin embargo, esto dista mucho de la realidad. En 2023 la planta generó un beneficio de 3,6 millones de euros, producto de una venta superior a los 73 millones[1].

Esta lluvia de beneficios contrasta sobremanera con la realidad entre los y las trabajadoras. Una realidad que es la de la amenaza constante del desmembramiento de las líneas de producción y sus respectivas deslocalizaciones.

En 2012, la dirección de la empresa ya intentó deshacerse de la fabricación de vidrio solar y despedir a los 120 trabajadores implicados. En ese momento, Guardian tenía aún 1.000 empleados y un volumen de negocio superior a los 160 millones de euros. Sólo en el sector de la fabricación de parabrisas, la factoría llegó a superar la producción de 1,5 millones de unidades en 2010.

Posteriormente, en 2020, ya con una plantilla mucho más reducida (434 trabajadores), se procede a la venta de la división de parabrisas para automóvil (Glavista) al fondo buitre Parter Capital, lo que supuso una reducción a 225 trabajadores. Pocos años después, Glavista acabó en concurso de acreedores y presentó un ERE de extinción, despidiendo así al conjunto de la plantilla.

La situación de despidos y cierres de empresas en el valle de Aiala es completamente desesperada: en menos de 2 años se han perdido más de 500 empleos industriales en las grandes factorías que estaban implantadas en la comarca: Glavista, Guardian y Vidrala. 500 despidos a los que hay que unir los despidos que se han producido de forma indirecta en los pequeños talleres y subcontratas que proveían de material a las grandes firmas.

Todas estas maniobras dejan claro cuál era la intención de Guardian desde hace más de una década: cerrar la planta de Laudio costara lo que costase. Pese a que ahora las principales instituciones, Gobierno vasco, Diputación y Ayuntamiento, insistan en que no había ninguna señal que apuntase a este escenario, la realidad como se ha demostrado era bien distinta. No hay que ser un genio para darse cuenta cuál iba a ser el desenlace de una empresa que llevaba una década reduciendo plantilla y troceando y vendiendo la empresa por partes.

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Hay que mantener la huelga indefinida y extenderla, convocando una huelga general en Aiaraldea contra el cierre de Guardian y el desmantelamiento de la industria en la comarca y por la nacionalización de la fábrica. 

Inmediatamente después del anuncio, el comité de empresa convoca una huelga indefinida para evitar el apagado del horno. Dicho horno es el centro neurálgico de la fábrica y la amenaza de su desconexión significaba una espada de Damocles. Con el horno apagado nadie se haría cargo de la situación. Tras la convocatoria de huelga, y la simpatía que esta ha despertado en Laudio y la comarca de Aiaraldea, la dirección se apresuró a apagar el horno cuanto antes, saltándose la normativa técnica y de seguridad de estos casos.

Los intentos de negociación por parte del Gobierno vasco no son más que cantos de sirena y tendrán el mismo resultado que las arduas negociaciones que se tuvieron con Glavista o anteriormente con Tubacex: ninguno. De hecho, ha sido el Gobierno de Lakua el que ha dado finalmente luz verde al apagado del horno y el consiguiente cierre de la empresa.

En este contexto, la estrategia por parte de la mayoría sindical, del comité de empresa y de la plataforma SOS Aiaraldea tiene que pasar por ocupar la fábrica e impedir así el desmantelamiento. Hay que hacer un llamamiento al conjunto de la clase trabajadora y la juventud de Laudio a participar en esa ocupación y a convocar acciones de solidaridad con la misma. Al contrario de lo que han planteado los y las compañeras del comité de empresa, tenemos que ampliar y extender la huelga y las movilizaciones. Hay que mantener la huelga indefinida convocada y extenderla, convocando una huelga general en Aiaraldea contra el cierre de Guardian y el desmantelamiento de la industria en la comarca y por la nacionalización de la fábrica.

Estos pasos tendrían un apoyo masivo entre el conjunto de la población en Laudio, el valle de Aiala y el conjunto de Euskal Herria y se convertiría en un referente para decenas de empresas en lucha. Hace pocos años, los y las trabajadoras de Tubacex enfrentaron un ERE con un plan de lucha ambicioso y consiguieron una victoria rotunda, evitando cientos de despidos. Ganaron y hoy son un ejemplo para millones de trabajadores. Ese es el camino: la huelga, la lucha y la movilización.

Guardian ez itxi!

Borroka da bide bakarra!

 

[1] Guardian cierra su planta de vidrio en Álava por falta de carga de trabajo

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