Llevamos años sufriendo recortes y privatizaciones en la Comunidad de Madrid, sobretodo en la sanidad pública. La situación en el Hospital Gregorio Marañón, donde yo trabajo, es un buen ejemplo de la más de una década de abandono y abuso institucional que sufrimos. Urgencias desbordadas, camillas en los pasillos, escaso personal y al borde del colapso, unas listas de espera quirúrgicas, de consultas y pruebas diagnósticas que no dejan de crecer año tras año.

El Gregorio Marañón es el gran gigante de la sanidad madrileña: atiende a una población de referencia de aproximadamente 320.000 personas y gestiona más de 250.000 urgencias al año. A pesar de esto, a Ayuso le da igual si damos o no un buen servicio, ya que hemos sido el Hospital que más ha sufrido la pérdida de sus recursos.

El hospital público ha pasado de tener 1728 camas instaladas en 2008 a las 1349 camas en 2018. Una pérdida de 379 camas, o lo que es lo mismo, un 20% del total de camas cerradas en la última década. Esta situación pasa al mismo tiempo que se pierden trabajadoras. Si en 2008 había un total de 8761 profesionales, entre 2011 y 2015, el Gregorio Marañón dejó de contar con más de 1400 profesionales. De esta manera, pese a un leve incremento en las contrataciones desde 2015, el complejo hospitalario ha reducido su plantilla en torno a un 14 % en los últimos 10 años. Esto, evidentemente, coloca una carga de trabajo insostenible para prestar una asistencia correcta y de calidad.

Yo soy trabajadora del servicio de la limpieza, un servicio invisible en ocasiones y poco valorado, pero esencial para el funcionamiento de un hospital. En 2014 y en 2020 el gobierno de la Comunidad de Madrid trató de privatizar este servicio, pero les derrotamos. Después de meses de lucha, concentraciones, huelgas… conseguimos frenar la privatización, en plena pandemia que nos golpeó enormemente pero que nos enseñó mucho.

Lo hicimos nosotras, la lucha de las trabajadoras y trabajadores, y conseguimos que el Tribunal de Contratación pública de la CAM desestimara y anulara la licitación. Sin embargo, en aquella resolución se instaba a que, pasados cinco años, si las condiciones lo requerían, se podía volver a presentar una nueva licitación privada.

Estos cinco años se cumplen este mes de septiembre de 2025, y como estamos denunciando desde el MATS: “cuando una licitación está a punto de expirar, el riesgo de privatización es real. No es alarmismo, es experiencia”.

Por eso tenemos que estar preparadas y atentas ante lo que seguramente vuelva a ser un intento de privatizar un servicio básico. Al fin y al cabo, Ayuso pretende destruir todo lo público, y de la misma manera que han privatizado lavanderías, servicios de esterilización y han desmantelado hospitales enteros, es posible que nos lo quieran colar de nuevo en el Marañón.

El pasado martes 13 de mayo vecinos y vecinas nos concentramos en la puerta del Hospital para decir que no vamos a permitir que se juegue con el trabajo de los compañeros y compañeras sanitarios, con sus profesionales y con los usuarios.

Es en este momento, cuando sobrevuelan los intentos de privatizaciones, en los que hay que alertar. Los sindicatos jerárquicos nos dicen que exageramos, nosotras les respondemos: simplemente estamos informando para estar preparadas para luchar.

Como tenemos memoria y sabemos bien que el Gobierno del PP convierte todo en un negocio, tenemos que salir a defender la sanidad pública e ir a la gran manifestación convocada en Madrid este 25 de mayo y a las diferentes columnas que saldrán a las 12h desde distintos puntos de Madrid.

¡LUCHEMOS POR UNOS SERVICIOS 100% PÚBLICOS!

¡POR UNA SANIDAD PÚBLICA, DIGNA Y UNIVERSAL!

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