La joven plantilla de Chemastur (empresa del sector de loa fertilizantes) ha decidido, una vez más, movilizarse para tratar de cambiar una situación laboral más propia de la época preindustrial. La planta fue inaugurada en 2006, subvencionada con fondos mineros y según el presidente del Principado, supuso un claro ejemplo de "relocalización industrial". Pero nada más lejos de la realidad, la situación es tan caótica que los trabajadores han sufrido más de 45 bajas laborales en un año, una cifra alarmante si consideramos que la plantilla en producción ronda la treintena de operarios, incluso alguno ha decidido abandonar la empresa.

La joven plantilla de Chemastur (empresa del sector de loa fertilizantes) ha decidido, una vez más, movilizarse para tratar de cambiar una situación laboral más propia de la época preindustrial. La planta fue inaugurada en 2006, subvencionada con fondos mineros y según el presidente del Principado, supuso un claro ejemplo de "relocalización industrial". Pero nada más lejos de la realidad, la situación es tan caótica que los trabajadores han sufrido más de 45 bajas laborales en un año, una cifra alarmante si consideramos que la plantilla en producción ronda la treintena de operarios, incluso alguno ha decidido abandonar la empresa.

Las bases para el conflicto ya se establecieron desde el arranque de la planta: los trabajadores denuncian que en los cursos preparatorios se les destinaba a realizar tareas de limpieza de atasques durante las pruebas de la maquinaria o los tenían limpiando a pala y cepillo sin recibir formación alguna. Según uno de los delegados "conocías por donde iban las tuberías porque las habías estado pintando, e incluso las habías estado soldando". Otro de los trabajadores afirma que "nadie nos enseñó, ni el jefe de producción ni nadie. Mis compañeros y yo aprendimos a puro huevo".
La maquinaria de segunda mano, la falta de repuestos, el acoso psicológico al que se somete a los trabajadores y algunos delegados sindicales, la mala gestión que provoca que en seis meses dimitan un director, un jefe de producción y el director financiero, pero sobre todo los graves accidentes sufridos como resultado de todo lo anterior propiciaron una amenaza de huelga en junio.
La situación, desde entonces se ha agravado. Nunca hay repuestos ni órdenes de trabajo claras, ya que se tienen que obedecer dos o tres criterios diferentes de mandos con escaso conocimiento, incluyendo jefes de turno, todo generado por la falta de experiencia de los mismos y por la falta de poder de decisión de la directiva, siempre oprimida por los accionistas.
La precariedad también amenaza a algunos trabajadores de la planta, contratados a través de ETTs de dos meses en dos meses para luego hacerlos eventuales. Según uno de los delegados "muchos de ellos se fueron porque no veían futuro, yo tengo un compañero que es indispensable tanto para mí como para el funcionamiento de la línea ¡y ahora quieren hacerlo eventual! Ese chico hace mucha falta aquí".
Los trabajadores han estado sometidos a presiones de todo tipo, tanto psicológicas como físicas, siempre soportando "que si la empresa no progresaba era porque no rendíamos suficiente, o porque éramos unos vagos". Otro de los trabajadores afirma que "a uno de los delegados, que acudió a Inspección de Trabajo, se le ha rebajado de puesto ya que molesta. Nosotros siempre hemos cumplido con lo que se nos ha ordenado, y ellos en cambio hacen caso omiso de la Ley de Prevención de Riesgos, no hacen valoraciones de puestos, no tenemos calendario laboral, ni si quiera tablones para informar a los trabajadores... cosas básicas en cualquier trabajo".
La fábrica está funcionando en unas condiciones inaceptables: el aire es irrespirable y algunas de las mascarillas que se usan durante el trabajo han de ser compartidas, lavándolas previamente con agua y jabón. Las aspiraciones de polvo y gases dentro de la fábrica son insuficientes, no hay extractores y la concentración de partículas tóxicas es exagerada. La empresa ha sido denunciada por los vecinos de San Juan de Nieva, debido a los gases incontrolados de las instalaciones. Ya ha acudido Medio Ambiente y el Seprona.
Las reivindicaciones de los trabajadores son claras: la aplicación de la Ley de Prevención de Riesgos y la consolidación del Nivel 4 en materia salarial, además de que se les reconozcan los pluses de toxicidad y peligrosidad. Pero, sobre todo, lo que buscan con esta lucha es evitar el abandono al que parece estar sometida la planta por parte de la dirección, que mira hacia otro lado despreocupada, mientras que son realmente los trabajadores los que tiran del carro y luchan por unas condiciones de trabajo dignas.
Tras la asamblea realizada el 19 de diciembre, la plantilla está más unida y decidida que nunca a plantar cara a los intereses de los capitalistas para que Chemastur no se convierta en otro Autotex. De momento están organizando paros de dos horas en cada turno.
Los métodos tradicionales de la lucha obrera vuelven a escena como la única forma de hacer un sindicalismo efectivo que resuelva las condiciones de los trabajadores. Pero esto es sólo una parte de la solución, porque sin combatir al sistema capitalista, que auspicia y promueve la explotación laboral y la denigración de la persona, el problema no se resuelve. Chemastur es otro claro ejemplo de lo que sucede cuando los medios de producción se encuentran en manos privadas.

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