Tras la masiva manifestación de los trabajadores de Opel el 19 de septiembre, apoyada por amplios sectores de la clase obrera aragonesa, el comité de empresa se sentó a negociar con el comprador Magna y el gobierno, el plan industrial que incluye los despidos y los recortes sociales, económicos y laborales. Desde el principio la empresa actuó de manera prepotente, diciendo que la aceptación de los despidos era un paso previo no para negociar ninguna mejora para los trabajadores, sino para concretar cómo serían estos despidos, y la aplicación de un "plan de ahorro" de 25 millones de euros sobre las espaldas de los trabajadores (más de 3.800 euros por cabeza) a través de salarios, pausas y horas de formación sin remunerar fuera de la jornada laboral.
Tras la masiva manifestación de los trabajadores de Opel el 19 de septiembre, apoyada por amplios sectores de la clase obrera aragonesa, el comité de empresa se sentó a negociar con el comprador Magna y el gobierno, el plan industrial que incluye los despidos y los recortes sociales, económicos y laborales. Desde el principio la empresa actuó de manera prepotente, diciendo que la aceptación de los despidos era un paso previo no para negociar ninguna mejora para los trabajadores, sino para concretar cómo serían estos despidos, y la aplicación de un "plan de ahorro" de 25 millones de euros sobre las espaldas de los trabajadores (más de 3.800 euros por cabeza) a través de salarios, pausas y horas de formación sin remunerar fuera de la jornada laboral.
En lugar de denunciar este chantaje, tanto gobierno como dirigentes sindicales aceptaron esta lógica, manteniendo desde un primer momento que Magna era la única solución para Opel y que serían necesarios despidos. Lo que había que negociar, decían, era un plan industrial que garantizara el futuro de la planta, y que los despidos fueran los menos posibles y "socialmente responsables". La empresa aceptó estas premisas y rebajó los despidos previstos de 1.700 a 1.300, pero después se paralizaron las negociaciones y el comité de empresa convocó cuatro jornadas de huelga, la primera el día 28 de octubre coincidiendo con la huelga estatal del Metal. El previsible seguimiento masivo y la posibilidad de que estas luchas confluyeran y pudieran generar un amplio movimiento social alarmó a la burguesía, que inmediatamente empezó a colocar más presión sobre los trabajadores para que aceptaran un acuerdo "realista", al que se llegó el día 22. Los delegados de UGT y CCOO firmaron un acuerdo que sería sometido a las asambleas de afiliados por los sindicatos.
En nuestra opinión este acuerdo, a cambio de despidos y recortes para los trabajadores, no resuelve nada y ni siquiera garantiza el futuro de la fábrica, y así lo expresamos en una hoja repartida en las asambleas de CCOO y UGT:
En primer lugar, el famoso "plan industrial" sólo garantiza la existencia de las dos líneas de producción hasta 2011. Después sólo fija una proporción entre lo que se producirá en Alemania (28%) y en Zaragoza (72%). Si caen las ventas o sigue la sobreproducción general en el sector esto sólo es el anticipo de más recortes. Sobre los despidos, se aceptan los 900 "socialmente responsables" además de "ERE temporales y bajas naturales" para alcanzar los objetivos. Como nos decía un trabajador: "No puedo entender cómo pueden ser socialmente responsables 900 despidos ".
Todas estas medidas introducen una lógica perversa: si a la empresa le va mal son los trabajadores los que tiene que pagar los platos rotos. Los trabajadores no tenemos la culpa de la crisis capitalista. Además, en Opel, incluso los "buenos tiempos" en que se vendían coches trajeron recortes y degradación de las condiciones de trabajo: Plan Olimpia, Acuerdo del Meriva, EREs... Los trabajadores de Opel tienen mucha experiencia sobre la validez de los compromisos de los capitalistas. Siempre hay excusas que no dependen de la empresa para incumplirlos. En el caso de Magna, nadie garantiza que después de meterse en el bolsillo las subvenciones diga que la compañía "no es rentable" y se vaya abriendo la puerta a un nuevo comprador con otro "plan de ajuste" debajo del brazo.
Descontento en las asambleas
El ambiente en las asambleas, convocadas separadamente por cada sindicato para sus afiliados, era de preocupación y desconfianza. En las de CGT y OSTA rechazaron el acuerdo, mientras que en las de UGT y CCOO, que tienen la mayoría en la fábrica, lo aprobaban sin ningún entusiasmo. En CCOO se escucharon comentarios del tipo: "¿Cómo podéis decir que es un buen acuerdo si 900 se van a la calle y sin saber aún las condiciones en que se van?" o "cómo pedís un voto para el plan industrial sin conocer el plan de ahorro (...) o tenéis miedo o no tenéis datos". Y varias intervenciones más en la misma línea. Al final, tras dibujar un panorama sombrío si no se aceptaba el acuerdo ("parecía el Apocalipsis" nos comentó un afiliado a CCOO) los delegados consiguieron un voto mayoritario a favor.
Pero el factor central en la aceptación del acuerdo no fue el ambiente entre los trabajadores, muy combativo, sino la ausencia de una alternativa por parte de la dirección. Incluso CGT, que ha rechazado el acuerdo, no ha planteado una alternativa concreta más allá del rechazo al acuerdo.
Si se demuestra que no hay carga de trabajo suficiente las horas deberían repartirse entre todos, sin reducción salarial, y si a la empresa no le sale rentable, debería nacionalizarse sin indemnización (bastante dinero público se han llevado ya). General Motors (GM) ha sido nacionalizada para salvar los beneficios capitalistas. ¿Por qué no nacionalizar Opel para salvar los empleos? El dinero prometido a Magna, o el que se le da a la banca, podría usarse para ponerla a producir bajo control de sus trabajadores.
Unificar las luchas con las auxiliares es necesario como primer paso para una huelga general estatal de la automoción. Es hora de unirse para luchar por lo mismo: garantizar los puestos de trabajo con unas condiciones decentes. Para hacerlo es necesario que toda la plantilla participe, con asambleas conjuntas que incluyan a los no afiliados y elijan a los compañeros más decididos para llevar a cabo un plan de lucha votado democráticamente.
* La noticia sobre la renuncia de GM a la venta de Opel se produjo cuando el periódico estaba en fase de impresión. No obstante, creemos que el análisis y las conclusiones sobre los acuerdos con Magna siguen siendo válidos.
En nuestra opinión este acuerdo, a cambio de despidos y recortes para los trabajadores, no resuelve nada y ni siquiera garantiza el futuro de la fábrica, y así lo expresamos en una hoja repartida en las asambleas de CCOO y UGT:
En primer lugar, el famoso "plan industrial" sólo garantiza la existencia de las dos líneas de producción hasta 2011. Después sólo fija una proporción entre lo que se producirá en Alemania (28%) y en Zaragoza (72%). Si caen las ventas o sigue la sobreproducción general en el sector esto sólo es el anticipo de más recortes. Sobre los despidos, se aceptan los 900 "socialmente responsables" además de "ERE temporales y bajas naturales" para alcanzar los objetivos. Como nos decía un trabajador: "No puedo entender cómo pueden ser socialmente responsables 900 despidos ".
Todas estas medidas introducen una lógica perversa: si a la empresa le va mal son los trabajadores los que tiene que pagar los platos rotos. Los trabajadores no tenemos la culpa de la crisis capitalista. Además, en Opel, incluso los "buenos tiempos" en que se vendían coches trajeron recortes y degradación de las condiciones de trabajo: Plan Olimpia, Acuerdo del Meriva, EREs... Los trabajadores de Opel tienen mucha experiencia sobre la validez de los compromisos de los capitalistas. Siempre hay excusas que no dependen de la empresa para incumplirlos. En el caso de Magna, nadie garantiza que después de meterse en el bolsillo las subvenciones diga que la compañía "no es rentable" y se vaya abriendo la puerta a un nuevo comprador con otro "plan de ajuste" debajo del brazo.
Descontento en las asambleas
El ambiente en las asambleas, convocadas separadamente por cada sindicato para sus afiliados, era de preocupación y desconfianza. En las de CGT y OSTA rechazaron el acuerdo, mientras que en las de UGT y CCOO, que tienen la mayoría en la fábrica, lo aprobaban sin ningún entusiasmo. En CCOO se escucharon comentarios del tipo: "¿Cómo podéis decir que es un buen acuerdo si 900 se van a la calle y sin saber aún las condiciones en que se van?" o "cómo pedís un voto para el plan industrial sin conocer el plan de ahorro (...) o tenéis miedo o no tenéis datos". Y varias intervenciones más en la misma línea. Al final, tras dibujar un panorama sombrío si no se aceptaba el acuerdo ("parecía el Apocalipsis" nos comentó un afiliado a CCOO) los delegados consiguieron un voto mayoritario a favor.
Pero el factor central en la aceptación del acuerdo no fue el ambiente entre los trabajadores, muy combativo, sino la ausencia de una alternativa por parte de la dirección. Incluso CGT, que ha rechazado el acuerdo, no ha planteado una alternativa concreta más allá del rechazo al acuerdo.
Si se demuestra que no hay carga de trabajo suficiente las horas deberían repartirse entre todos, sin reducción salarial, y si a la empresa no le sale rentable, debería nacionalizarse sin indemnización (bastante dinero público se han llevado ya). General Motors (GM) ha sido nacionalizada para salvar los beneficios capitalistas. ¿Por qué no nacionalizar Opel para salvar los empleos? El dinero prometido a Magna, o el que se le da a la banca, podría usarse para ponerla a producir bajo control de sus trabajadores.
Unificar las luchas con las auxiliares es necesario como primer paso para una huelga general estatal de la automoción. Es hora de unirse para luchar por lo mismo: garantizar los puestos de trabajo con unas condiciones decentes. Para hacerlo es necesario que toda la plantilla participe, con asambleas conjuntas que incluyan a los no afiliados y elijan a los compañeros más decididos para llevar a cabo un plan de lucha votado democráticamente.
* La noticia sobre la renuncia de GM a la venta de Opel se produjo cuando el periódico estaba en fase de impresión. No obstante, creemos que el análisis y las conclusiones sobre los acuerdos con Magna siguen siendo válidos.