Tras la puesta en libertad (22-08-10) de dos cooperantes de la ONG Acció Solidaria después de casi nueve meses de secuestro en manos del Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) se dasató en la prensa un intenso debate sobre la estrategia a seguir en el trato con organizaciones terroristas; sobre si pagar rescates, como había hecho el gobierno de Zapatero, o no, como preconizaba Sarkozy. No se trata de un debate sobre principios éticos (el gobierno francés no ha dudado en recurrir al pago de secuestros cuando lo ha considerado oportuno, por poner un ejemplo) sino de una interesada e hipócrita polémica que tiene como fin desviar la atención de la situación de extrema pobreza que padece la población y de la responsabilidad de las potencias imperialistas en este hecho.

El cinturón del hambre

El secuestro de los tres cooperantes de Acció Solidaria se produjo en Mauritania. Este país pertenece al Sahel, zona que recorre África de este a oeste situándose entre el desierto del Sáhara y las sabanas africanas, el cual también es conocido por el nombre del Cinturón del Hambre. Este apodo realmente hace justicia a la realidad social de los países que lo componen (Mauritania, Senegal, Malí, Argelia, norte de Guinea y Burkina Faso, Níger, Nigeria, Camerún, Chad, Sudan y Eritrea), de los más pobres del mundo. Según el Índice de Desarrollo Humano (elaborado por la ONU) todos los países de esta zona se reparten entre los 30 últimos puestos.

La situación de pobreza extrema en el Sahel ha ido a peor durante la última década: en 2004 una plaga de langostas acabó prácticamente con todas las cosechas; entre 2007 y 2008 la crisis alimentaria mundial producida por la subida de precios de los alimentos a razón de la especulación de las grandes multinacionales volvió a dejar prácticamente sin comida a millones de habitantes del Sahel; y el avance del cambio climático ha incrementado las zonas desérticas, donde no se pueden llevar a cabo actividades agrícolas ni ganaderas.

La falta de alimentos afecta especialmente a los niños (se calcula que más del 50% de los niños de Níger no están bien alimentados) provocando graves problemas de malnutrición y en muchos casos llevando a la muerte (en el Sahel muere un niño cada 2 segundos). La malnutrición también genera muchos problemas en el desarrollo fetal así como elevados casos de pseudooligofrenias (déficits en el desarrollo intelectual producidos por falta de nutrientes y no por causas congénitas).

Intereses económicos y demagogia imperialista

Pero no todo es pobreza en el Sahel ya que cuenta con recursos naturales muy suculentos para las multinacionales. El caso más evidente es el del petróleo y el gas. En tiempos de la administración Bush, EEUU ya incrementó drásticamente la búsqueda de estos recursos en la zona, principalmente en Malí, Chad y Golfo de Guinea. Se espera que las importaciones desde estos países pasen de representar del 15% actual al 25-35% del total de importaciones estadounidenses en el 2025. Pero también Nigeria cuenta con recursos importantes, donde la multinacional estadounidense Chevron ha invertido más de 4.000 millones de euros para hacerse con el 15% de las reservas del país.

En el caso del uranio destaca Níger como tercer productor mundial (3.032 toneladas que representan más del 14% de la extracción mundial), aunque todos los expertos auguran que pronto se convertirá en el segundo. De sus minas también se extrae el 10% del carbón mundial. Entre las principales explotadoras de uranio se encuentran la empresa española ENUSA y la francesa Areva. Esta última firmó en 2009 un acuerdo con el gobierno de Níger para explotar una nueva mina que se convertirá en la segunda del mundo detrás de la canadiense Mc Arthur River.

Otros muchos ejemplos de los intereses de las potencias imperialistas en estos países son fosfatos, oro, estaño, hierro, platino, titanio, etc. Para protegerlos a todos ellos, en los últimos años, se ha producido una escalada de presencia de tropas extranjeras en el Sahel (EEUU, Francia y España entre otros) con la excusa de la lucha contra el terrorismo, destinando a ello millones de dólares. En 2007 los EEUU trasladaron a la zona la misión militar Africom para la cual se destinaron 55.000 millones de dólares para su puesta en marcha. El 6º Mando Militar de esta misión se encuentra situado al sur de Marruecos cerca de la ciudad de Tan Tan, zona estratégica para poder controlar la seguridad de los petroleros que vienen de la ruta del Cabo de Buena Esperanza así como la red de gasoductos que atraviesa el Sahel (principalmente Nigeria, Golfo de Guinea y Argelia).

El dominio imperialista ejercido en el plano económico se extiende también al político. Desde que los diferentes Estados del Sahel consiguieron la independencia, los gobiernos de las metrópolis fueron substituidos por títeres nativos que obedecen las órdenes de de las potencias imperialistas. Las tensiones entre diferentes facciones de la oligarquía de estos países, cada una apoyada directa o indirectamente por distintas multinacionales vinculadas a una u otra potencia imperialista, fundamentalmente EEUU o Francia y recientemente China, han provocado numerosos golpes de Estado (dos en Mauritania en la última década o el último en Níger el 18 de febrero de 2010), conflictos armados o revueltas por procesos electorales acabados con numerosas muertes (por ejemplo las elecciones en Nigeria de 2003 y 2007). Todos estos conflictos suelen reflejar la lucha por el mercado mundial entre las distintas potencias.

Desarrollo del fundamentalismo

El AQMI ha conseguido crearse una extensa red de apoyos entre las aldeas de la zona basándose en la extrema pobreza de la población. En unas declaraciones de 2007 Abu Musab Abdeluadud (líder fundacional del AQMI) decía lo siguiente "el AQMI fue creado para liberar a los pueblos del Magreb del puño de corruptos, tiranos y traidores, reconstruyendo la sociedad en base a la justicia, la religión y la moralidad". Es lógico que esta demagogia fundamentalista gane el oído de las masas empobrecidas del Sahel ante la falta de una alternativa visible.

Pero el AQMI no solo ha ganado adeptos con palabras sino comprando lealtades en las comunidades locales basándose en sus necesidades materiales. Las grandes cantidades de dinero que manejan las milicias muchas veces son la única oportunidad de supervivencia para mucha gente. Hay que comprender que muchas de estas aldeas además de vivir en la más extrema pobreza en muchos casos no gozan de ningún tipo de atención por parte del Estado (educación, sanidad, etc). A esto hay que sumar el hecho de la falta de salidas laborales, lo que lleva a muchos jóvenes a unirse a las milicias como única manera de ganar dinero y ayudar a sus familias.

Aunque actualmente las multinacionales y las potencias imperialistas están interesadas en luchar contra AQMI para que sus negocios en la zona no estén en riego permanente, no siempre fue así. Motjar Belmotjar, líder de la milicia del AQMI que secuestró a los 3 cooperantes de Acció Solidaria, fue un veterano de la Guerra de Afganistán en la que Estados Unidos financió a las milicias muyahidines (que acabarían instaurando el régimen talibán) con tal echar del poder al Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA) y eliminar la influencia soviética en el país. Entonces Belmotjar luchaba en las milicias muyahidines, ahora se ha revuelto contra la mano que le daba de comer.

La única alternativa es el socialismo

Los últimos años han demostrado la incapacidad de las oligarquías de estos países para mejorar las condiciones de vida de la población y desarrollar la economía. Como bien explicó Trotsky en su teoría de la revolución permanente, la clase dominante de los países atrasados industrialmente, en la medida en que entran en la escena de la historia demasiado tarde están íntimamente vinculados al imperialismo extranjero y son incapaces de desarrollar ni una sola de las tareas que históricamente correspondían a la burguesía. En la medida que el movimiento de masas que llevó a la independencia colonial en los años 50 y 60 del siglo pasado no se completó con la revolución socialista, la relación de dominio de las multinacionales y el imperialismo continuó con otras formas, adquiriendo un carácter todavía mas brutal y despiadado.

El auge del fundamentalismo en toda esta región sólo tiene una explicación: ante la ausencia de un movimiento revolucionario inspirado en las ideas del marxismo, los mulás tienen un margen mayor para aprovecharse del descontento  de las masas. Sin embargo, como han demostrado en Irán, Palestina, Somalia o Pakistán, el fundamentalismo conduce a un callejón sin salida. La solución a los problemas del Sahel, como los de toda África, sólo vendrán de la mano de un programa basado en la expropiación a los grandes propietarios, la nacionalización de la banca, de la tierra y de los principales sectores de la economía para ponerlos bajo el control de los trabajadores y frenar en seco el expolio extranjero. Así mismo se necesita un programa que defienda la Federación Socialista de África para unificar un continente dividido por la acción de las multinacionales y el imperialismo y la vinculación de la lucha en el continente negro con la lucha de los trabajadores de Europa, Asia y América contra el sistema capitalista.

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