El pasado 21 de noviembre, con una abstención del 57,74% y la estrepitosa caída de votos de los diferentes partidos políticos, el PSUV ganó18 gobernaciones y 212 municipios del país, con unos 3.719,713 votos. Este resultado significa un descenso de más de 2 millones y medio de votos en comparación con las elecciones presidenciales del 2018 y aproximadamente un 40% menos de los votos conseguidos en las elecciones de 2017. Destacó la elevada abstención del electorado del PSUV: casi 4millones de personas oficialmente afiliadas al partido dejaron de votar, convirtiéndose en los resultados más bajos que ha tenido en su historia reciente.
La oposición de derecha representada por el G4 (los partidos tradicionales que apoyaron la estrategia golpista del imperialismo estadounidense) con la tarjeta de la MUD apenas obtuvo 2 gobernaciones: Zulia y Cojedes (donde históricamente ganaba el PSUV) y un total de 59 alcaldías. Además, hay otra gobernación en disputa que aún podría obtener: Barinas, con un alto valor emblemático por ser el estado natal de Hugo Chávez y uno de los bastiones históricos del chavismo. Por otra parte, en otras 2 que dominaba (Anzoátegui y uno de sus feudos históricos: Táchira) sufre reveses muy importantes. El otro sector de la derecha, formado por sectores que a medida que fracasaba la estrategia golpista se fueron descolgando de esta y ya concurrieron a anteriores elecciones (agrupado en la Alianza Democrática) consiguió apenas 1 gobernación (Nueva Esparta, donde ya gobernaba) y 37 alcaldías, con una perdida garrafal de votos. Además, sectores opositores ganan 21 alcaldías con candidaturas independientes.
El colapso económico y escepticismo hacia gobierno y oposición de derechas alimentan la abstención
La ultraderecha afín a Juan Guaidó y Leopoldo López intenta abrogarse la alta abstención como una victoria, pero realmente ésta tiene mucho más que ver con otros factores como el escepticismo y malestar generalizado tanto con el gobierno como con los dirigentes opositores (incluido Guaidó, que según una encuesta reciente es rachazado por un 76% ) y la lucha cotidiana por la supervivencia, que con su cuestionamiento de estas elecciones. Ni siquiera lograron ser primera tendencia en sus redes sociales. El debilitamiento de este títere de la Casa Blanca se convierte en una nueva y fatal derrota de la estrategia del imperialismo estadounidense.
La abstención, que fue el protagonista principal de estos comicios, se muestra visible a lo largo y ancho del país. En la jornada electoral, los mercados populares fueron los lugares que estuvieron abarrotados por el pueblo en la búsqueda de cómo sobrevivir ya sea mediante el trabajo informal desbocado o para conseguir alimentos a precios más económicos. En los mismos se pueden observar las condiciones de miseria – en niños, hombres y mujeres bajo condiciones inhumanas – que soporta el pueblo. Por otra parte, los centros electorales - incluso los más cercanos a estos lugares- parecían escenarios de películas del Lejano Oeste: sin colas, prácticamente vacíos, con apenas presencia de los militares del Plan República, personal del CNE y testigos de mesas.
Aunque el gobierno y algunos organismos financieros importantes señalen que la economía del país presenta un rebote y evolución favorable, causando una sensación de mejora con la dolarización de facto, ésta realmente ha tenido un impacto brutal pero a favor de los sectores pudientes, transnacionales y multinacionales, trazando una brecha extremadamente pronunciada entre ricos y pobres, que muestra seguir ampliándose y agudizándose.
La abstención expresó el agotamiento y rabia del pueblo: dejaron de votar 13.008.053 electores inscritos. Este sigue siendo el factor que marca la diferencia. Los cierres de campaña de estas elecciones, como el protagonizado por el PSUV, tuvieron una asistencia del pueblo muy pírrica, algo nunca visto en los procesos electorales durante los gobiernos de Hugo Chávez. A pesar que la burocracia se dio el lujo de un extraordinario gasto en publicidad y prebendas, desde regalar dólares en efectivo a otorgar bolsas de comida o electrodomésticos. ¡Para recortar salarios y derechos de los trabajadores y el pueblo hay crisis , para este tipo de gastos clientelares en su beneficio no!
A la oposición de derecha de la Alianza Democrática les fue peor o igual, y la derecha y ultraderecha agrupada en la MUD en su mayoría ni siquiera realizaron actos de cierre de campaña.
Realmente ha sido un proceso muy atípico donde el pueblo demostró desinterés de los partidos políticos y sus candidatos, repudió la actual política antiobrera y procapitalista del gobierno y el rechazo fuerte a la derecha con sus políticas criminales, delincuenciales y estafadoras. La población está más entregada a la búsqueda de resolver sus condiciones de vida inmediatas.
El imperialismo estadounidense mantiene su ofensiva
El imperialismo estadounidense, que sabíamos no se quedaría con los brazos cruzados, se ha pronunciado inmediatamente, tildando las elecciones de fraude y diciendo que han sido manipuladas por el gobierno de Maduro a su favor, planteando continuar con las criminales sanciones que mantiene desde hace varios años. Algo que profundizará la miseria del pueblo trabajador.
Detrás de esta denuncia -como ya hemos explicado en artículos anteriores- está la confrontación con China y Rusia en la disputa por el control de los mercados, materias primas y la hegemonía en Latinoamérica y el mundo. Como respuesta a su evidente decadencia y debilitamiento frente a China, EEUU necesita dar un puñetazo en la mesa en su patio trasero y seguir atacando a uno de los principales aliados de sus rivales en el continente, como es el gobierno de Maduro.
Esto significa que su ofensiva económica y política continuará, como evidencian los análisis de distintos estrategas imperialistas, o intelectuales vinculados a ellos, insistiendo en el malestar profundo con el gobierno que han reflejado estas elecciones, criticando la división de la derecha y presentando proyecciones de cómo -si hubiesen concurrido unidos- habrían podido aprovechar mucho mejor ese malestar y construir una base de poder institucional más fuerte para pasar a la ofensiva. Su objetivo sigue siendo intentar recomponer a sus bases, apoyándose en ese malestar, y en cuanto puedan volver a intentar asaltar el poder.
Por su parte, la burocracia del PSUV y del estado, más allá de su retórica “contra el imperialismo”, hablando de “chavismo” y “socialismo” ha dejado claro que mantendrá sus políticas de liquidar todos los derechos conquistados por los trabajadores y el pueblo bajo los gobiernos de Chávez. Su objetivo es estabilizar el capitalismo en Venezuela, manteniendo sus políticas de ayudas y concesiones a los empresarios y aumentando la explotación de los trabajadores y las trabajadoras.
Hoy es más urgente que nunca que la clase obrera construya una verdadera alternativa que conecte con sus principales necesidades y combata tanto al imperialismo y la derecha proimperialista como las políticas capitalistas del gobierno . De haber tenido esta herramienta antes de la contienda electoral, indudablemente el escenario político fuera otro.
El miedo de la burocracia a una alternativa por la izquierda impulsa la represión contra la APR
La nueva organización Alternativa Popular Revolucionaria (APR) ha surgido del deslinde de varios partidos de izquierda con el gobierno, como el Partido Comunista (PCV) y sectores militantes de los partidos Patria Para Todos (PPT), Tupamaros, entre otros agrupados en el Gran Polo Patriótico.
Su creación hizo saltar las señales de alarma en el seno de la burocracia, por el temor a que la APR pudiera aglutinar el descontento entre las bases chavistas ante la deriva derechista y burguesa del gobierno de Maduro. Durante el año pasado sufrieron intervenciones del Consejo Nacional Electoral eliminando la tarjeta a sus principales líderes que acompañaron al presidente Hugo Chávez Frías en sus gobiernos. Ahora no les han permitido inscribir la tarjeta de la APR. En cambio, el gobierno, a la oposición de derecha y ultraderecha le devolvió la tarjeta de la MUD en las negociaciones de México.
Desafortunadamente, ante estos ataques los principales dirigentes de la APR dejaron de desarrollar una política de agitación nacional y movilizaciones que presionara a los rectores del CNE para lograr los objetivos de una opción unitaria. El reclamo se centró en la capital y de manera muy dispersa en el resto del país, sufriendo divisiones nacionalmente que convocaron a votar en tarjetas diferentes: la del PCV y la de UPP89.
El objetivo de la burocracia del PSUV contra la APR ha sido restar el máximo de votos posibles para llevarlos al resultado de 1,6% de apoyo, después de haber captado unos positivos resultados de votos en las elecciones legislativas del 6D, que fueron vistas con posibilidades de poder convertirse en un peligro para las políticas del gobierno, de continuar ascendiendo. Era oportuno para la burocracia mafiosa intentar dar un golpe moral a las bases críticas que decidimos agruparnos en la APR. La agresión no ha parado. Esta vez incluso inhabilitaron a más de 20 candidatos de izquierda, también infiltraron elementos lúmpenes en la dirección en algunos municipios que negociaron con candidaturas derrotadas o eliminadas en las internas del PSUV.
Se notó que la estrategia contra los sectores de izquierda fue restar y dividir los votos para intentar un escenario de autoliquidación, con la perdida de la legalización de la tarjeta (PCV) por la vía electoral para próximas contiendas. El objetivo de la burocracia del estado y del PSUV es poder extorsionar, mediante algunos factores políticos que critiquen el deslinde con el PSUV como un error político, llamando a volver a las filas del GPP y someterse a las decisiones del gobierno, renunciando a impulsar la lucha contra sus políticas capitalistas y la construcción de una alternativa revolucionaria. De ceder a estas presiones, quienes lo hagan se convertirían en un apéndice de la burocracia con un discurso vagamente reformista de izquierda, cortando cualquier orientación combativa que acompañe y oriente las luchas del pueblo.
Desde Izquierda Revolucionaria consideramos que la única forma de frenar este efecto desmoralizador es convocar de inmediato asambleas regionales y municipales para definir un frente único de lucha nacional, impulsado el debate verdaderamente democrático sobre el programa de lucha, no impuesto por arriba como hasta ahora se ha visto y justificado por la premura electoral. Esto debe ir acompañado de un plan de acción que se inicie con la construcción de comités y núcleos de acción y lucha en cada barrio, campo, universidad y empresa donde se proponga realizar asambleas para la elegibilidad y revocabilidad inmediata de sus voceros en la APR, tanto de jóvenes, campesinos y trabajadores que organicen las luchas por las reivindicaciones inmediatas del pueblo conectándolas con el programa marxista presentando a los trabajadores y el pueblo una solución concreta y un programa verdaderamente socialista por el que luchar, planteando la confiscación de los bancos, tierras y las principales industrias bajo control y gestión directa del pueblo trabajador.